UN DEBATE ENTRE BEAVIS Y BUTT-HEAD: ¿QUIÉN GOBIERNA EEUU?

01.07.2024

En la década de 1990, los dibujos animados Beavis y Butt-Head, del director Mike Judge, se hicieron populares en Estados Unidos y también en Rusia. Sus protagonistas eran dos adolescentes estadounidenses intelectualmente discapacitados, que se insultaban constantemente, soltaban una idea absurda tras otra, eran incapaces de resolver cualquier situación cotidiana, pero... a pesar de su total ineptitud y falta de rumbo, de alguna manera se las arreglaban para salir adelante en la vida.

Cada vez que una serie de acciones idiotas les llevaba al borde del desastre total, una coincidencia igual de ridícula o un fallo lógico les salvaba, dándoles otra oportunidad. Que desperdiciaban de inmediato. Y el ciclo se repetía. Fracaso tras fracaso, comiendo gusanos, tomando decisiones completamente erróneas, rompiendo todas las conexiones lógicas posibles, y terminando viendo un videoclip de heavy metal, donde gente cornuda con guitarras devoraba teatralmente a mujeres o cabras vivas.

Lo que el mundo vio durante el debate preelectoral Trump-Biden no fue más que un nuevo episodio de Beavis y Butt-Head. Es más, ambos parecían modelados deliberadamente a partir de los personajes de dibujos animados: Trump como un remake de Beavis y Biden como Butt-Head. Trump lleva incluso el mismo peinado. Y el contenido del debate fue totalmente acorde con el espíritu de la serie.

Butt-Head: "Tú eres el viejo tonto, yo sólo soy tres años mayor que tú. Entonces, eres mayor que yo. Tienes casi cien años'.

Beavis: 'Tú eres el que tiene casi cien años, ya los has superado, hablando con espíritus, tocando sillas invisibles... Tú lo has fallado todo, y yo lo he hecho todo de maravilla'.

Butt-Head: 'No, yo lo he hecho todo maravillosamente, y tú has fallado en todo. Además, eres un gato callejero lascivo'.

Beavis: 'No soy un gato, ni siquiera sé quién es Stormy Daniels, mis abogados la destrozarán'.

Butt-Head: 'Arruinarás la OTAN'.

Beavis: '¿Qué es la OTAN?'.

Butt-Head: '¿Por qué siquiera atacar el Capitolio?'

Beavis: '¿Qué es el Capitolio? Pero no importa, estás a punto de morir, y haremos que América vuelva a ser grande'.

Butt-Head: 'Yo ya lo he hecho grande, porque he dejado entrar a mucha gente diferente, y tú quieres arruinarlo todo. Mira cuántos inmigrantes han saltado tu muro. Brillan con todos los colores del arco iris, los miro durante horas'.

Beavis: 'Y tú te asustaste de un falso conejo. Construiré mi muro otra vez y enterraré a todos los inmigrantes en él".

Butt-Head: "No te dejaré, enviaré a mi amigo, el superhéroe Zelensky, a por ti. Tiene unos pantalones ajustados especiales que le permiten volar'.

Beavis: 'Es un ladrón, viene y nos roba. Lo quemaré vivo con mis superpoderes'.

Butt-Head: 'Te quemaré ahora o te convertiré en hielo porque eres un gato en celo'.

Beavis: 'Ni siquiera sé quién es Stormy Daniels...'

Y así sigue, mientras toda América observa y apuesta sobre quién caerá primero y quién seguirá diciendo tonterías hasta el final.

La propia viñeta de Mike Judge es una dura sátira de la mentalidad adolescente de EEUU como superpotencia, históricamente inmadura para gobernar la humanidad. EEUU es un adolescente loco con una pistola cargada. La nación es un tirador de escuela. Si hay una pistola, la lógica de un idiota dice que hay que dispararla. A cualquiera.

Los protagonistas de los dibujos animados son adolescentes, los protagonistas del debate son hombres muy mayores. Pero esta es la peculiaridad de la identidad americana: América no puede crecer. Es un kidult fatal, siempre atascado entre el niño y el adulto, el niño y el adulto.

En psiquiatría existe el diagnóstico de "hebefrenia", un trastorno mental de la adolescencia en el que el chico o la chica enfermos no pueden desarrollarse de forma natural y adaptarse a la vida adulta, quedándose atascados en la edad de transición.

En el Japón de la posguerra, copiando hasta el más mínimo detalle los modales de los ocupantes, comenzó a extenderse rápidamente el fenómeno de los hikikomori, jóvenes que rechazan la vida adulta, se encierran en sus habitaciones con juegos de ordenador, viven de sus padres y son incapaces de trabajar o formar una familia. En esencia, se trata de una reproducción literal del patrón cultural estadounidense.

Beavis y Butt-Head no pueden convertirse en adultos. Son completos hebefrénicos con un mecanismo de maduración bloqueado. De ahí el torrente de series Marvel, creadas a escala industrial a partir de cómics. Están dirigidas a niños de diez a doce años, pero toda América las ve. Igual que los debates de los candidatos presidenciales.

Según los resultados del debate, el gran superpoder de los zopencos reconoció la victoria de Trump. Se sostenía mejor, su peinado era más agresivo y convincente que el del dormilón Butt-Head, cuyas pilas se agotaron al final y empezó a gemir monótonamente.

Si tal sociedad y tal cultura, tales candidatos y tales votantes determinan el destino de la humanidad, entonces debemos admitir que estamos condenados. Es imposible pensar en tratar o aplicar métodos de desarrollo a un adolescente clínicamente enfermo si tiene un botón nuclear en sus manos.

De Rusia decimos que está gobernada por Dios, pues de otro modo su existencia es inexplicable. Estados Unidos también tiene algo de misterio. ¿Cómo es posible que, con semejantes cimientos, con semejantes personas y con semejantes problemas mentales, se haya convertido en la primera potencia mundial? Esto significa que alguien más serio e invisible la gobierna. Y no parece que sea Dios. Más bien, alguien más...