El ilusorio “anillo de prosperidad” de la UE

25.08.2016

La venidera salida de Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE) promete desatar la serie de réplicas más graves en el viejo mundo desde el fin de la segunda guerra mundial, según el periódico ruso “Komersant”. Analistas serbios comparten los puntos de vista UEscépticos en este sentido. Una de las ilusiones más básicas de la vida pública de Serbia en las últimas décadas –la Unión Europea- ahora ha empezado a flaquear. Las políticas de los regímenes serbios tras Misolevic, sin importar las diferencias superficiales que pudiera haber entre ellos, estuvieron todos basados en este espejismo. Ahora está desacreditada y sus partidarios están desorientados sobre cómo disfrazar ese hecho comprometedor, afirma Stephen Karganovic.

Branko Radun también es bastante directo: “La marcha de Reino Unido de la UE altera la relación de fuerzas porque Londres es la única fuerza geopolítica verdaderamente independiente en Europa. Una Europa sin RU estará dominada por Berlón. Pero habiendo sido dicho, los alemanes carecen de la habilidad para transformar lo que queda de la UE en un jugador importante”.

En cuanto a Serbia, sería incapaz de unirse a la UE incluso si RU fuera a permanecer en ella. Serbia declara su compromiso a la integración europea solamente porque sabe que de otro modo Bruselas empezaría a desestabilizarla, lo que para Serbia sería devastador. Una situación similar puede observarse en otros países, notablemente en Moldavia.

Tomando a la República de Moldavia como nuestro en cuestión, es un país de tres millones y medio a la deriva en la periferia de la UE. Su élite política y aparato de gobierno está corrupto hasta la médula. Los oligarcas han saqueado los bancos y además adquirieron el hábito de lanzar a sus competidores tras las rejas, todo esto siendo adecuadamente disfrazado como una campaña anti-corrupción, como se indicó en Spiegel Online. Con unos completos ladrones encontrándose con miles de millones distribuidos en sobornos, los oligarcas han anexionado virtualmente al gobierno y están haciendo una guerra sin límites por el poder. Suena como una hipérbole pero precisamente este es el escenario que se desarrolla en Moldavia.

El anterior presidente moldavo de 2009 a 2013, Vlad Filat, fue sentenciado a 9 años a finales del pasado junio por su participación en un asunto de 1.000 millones de euros. Filat era considerado como el hombre más rico e influyente en el país. El tribunal en Chisinau le encontró culpable de malversar 900 millones de euros con la complicidad de tres bancos. Esta es una cifra astronómica para el país más pobre de Europa. Suma un sexto del PIB moldavo en 2014.

El casó pasó a ser el escándalo de corrupción más grande en la historia de Moldavia. Los tres bancos que se encontró en esta participación fueron: Banca de Economii, Banca Socială, y Unibank. Y los investigadores encontraron pruebas que sugerían que parte del botín fue blanqueado a través de Letonia. Si es así, esta no habría sido la primera vez que el sistema bancario letón (nótese que el país es miembro de la UE y de la Eurozona) se convierte en objeto de escrutinio por ser conducto para fondos de origen poco respetable.

Intencionadamente, muchos medios de comunicación masivos de Moldavia han mencionado que el arresto y procesamiento de Filat viene a ser simplemente un ajuste de cuentas entre oligarcas locales, bajo la pretensión de una campaña anti-corrupción. El anterior primer ministro fue procesado en base únicamente a las acusaciones de un testigo, Ilan Shor, un notorio empresario moldavo-israelí conocido por hacer tratos odiosos. Nativo de Israel, con el tiempo se mudó con su familia a Chisinau.

Según el analista político rumano, Dan Duganchi, “la situación en Moldavia nunca antes había sido tan dramática… además de la profunda crisis económica, a la que el asunto de los 1.000 millones de euros había contribuido, también hay una crisis de confianza de unas dimensiones inimaginables hasta la fecha”. El otrora político, Ion Sturza, que en 1999 sirvió brevemente como primer ministro, describió las condiciones constantemente en deterioro, en los siguientes términos: “El modo de vida lujoso de los líderes políticos se basa sobre la corrupción, el robo, y el engaño. La financiación de todos los partidos políticos deriva de fuentes corruptas, incluyendo conexiones con el crimen organizado. Todos los ministros, diputados parlamentarios, y funcionarios del gobierno están al servicio de sus padrinos políticos”.   

Iulian Tsifu, un consejero del expresidente rumano, Traian Basesku, comenta que “Rumanía está jugando el papel que siempre jugó, que es actuar como defensor de Moldavia dentro de la UE”. Un papel patético, debe observarse.

Moldavia como caso de estudio de la “colaboración oriental”

Moldavia es percibida como inviable tanto por sus ciudadanos como por los representantes de diferentes países europeos. Sin embargo, hace un año Moldavia fue revendida como un ejemplo brillante para los otros miembros de la “colaboración oriental”, dice Katharina Patzelt, directora del programa en Bruselas. DE todos los países participantes en el programa, los ciudadanos moldavos fueron provistos únicamente con libertad de movimiento por toda Europa. La Unión Europea elogió las reformas implementadas por la coalición y firmó un acuerdo de asociación con Chisinau. Se planeó que el país se una a la UE para 2020.

El programa de “colaboración oriental” de la UE fue iniciado por la Unión como mecanismo para profundizar lazos con 6 países en el espacio post-soviético: Ucrania, Moldavia, Azerbaiyán, Armenia, Georgia, y Bielorrusia. El propósito subyacente de la “colaboración oriental” es poner una cuña en las relaciones de estos países con Rusia, así obstruyendo su inclusión en los procesos de integración euroasiáticos. Pero con todo esto, la UE no está considerando seriamente la admisión de estos países en sus tropas en el corto plazo.

En palabras del ministro de exteriores polaco, Vitold Vashchaikovsky, el programa de la “colaboración oriental” no ha producido nada salvo ilusiones. El proyecto ha fracasado y como resultado del gobierno polaco “rechaza el concepto como inoperativo,” cita Radio Polonia al ministro de exteriores. Sin embargo, una situación donde en el futuro previsible los 6 países de Europa oriental tengan solo una borrosa oportunidad de unirse a la UE, es algo que encaja con Berlín perfectamente, comenta la BBC. Las contradicciones y defectos de la “colaboración oriental” aparecen muy marcadas en el caso de Bielorrusia. Por un lado, la comisión europea está trabajando duro para incluir a Minsk en una serie de sus proyectos, y por el otro, está interfiriendo activamente en los asuntos internos del país por el lado del a oposición.

Según las propias estadísticas de la UE, desde que fue lanzado en 2009 el programa de la “colaboración oriental” sobre 3.900 millones de Euros se han gastado en ello. En 2014 solamente fueron invertidos 730 millones de euros. Sin embargo, en vez del prometido “anillo de prosperidad”, incluyendo la economía de mercado y la democracia, la Unión Europea está ahora rodeada por un “anillo de fuego” consistente no solo de países post-soviéticos, sino también de países norteafricanos y de oriente próximo.

El grupo de Vishegrad bajo fuego cruzado

Los países del otro proyecto de la UE, el denominado grupo de Vishegrad, compuesto por Polonia, Chequia, Eslovaquia, y Hungría, están ahora efectivamente expuestos a fuego cruzado. La membresía en la UE les hace obligatorio seguir el rumbo de políticas anti-rusas, mientras que los intereses nacionales les urgen a la cooperación con Rusia. En términos del comercio exterior de Hungría, por ejemplo, Rusia está en segundo lugar, después de Alemania, pero todavía está por delante de China, que está mejorando constantemente su posición en el mercado europeo.

Rusia es incluso un socio más importante en el comercio exterior de Polonia. Está en el puesto quinto entre los socios exportadores de Polonia y segundo (tras Alemania) en término de importaciones. Los bienes rusos están en tercer lugar en las importaciones de Eslovaquia, detrás de Alemania y Chequia, pero por delante de Austria, Hungría, y Polonia. No menos remarcable es el esquema de comercio exterior de Chequia. Por razones que son incomprensibles, Alemania ocupa el espacio superior. Pero seguido de cerca por Eslovaquia, China, Holanda, Rusia, y Austria. Es por buenas razones que Chequia está evidenciando preocupación sobre la situación financiera y económica en Rusia y Europa como un todo. Los empresarios checos están particularmente preocupados sobre las perspectivas de sus créditos e inversiones en Rusia. La “guerra de sanciones” ya ha hecho mella por la friolera de 130 millones de dólares en daños a la economía checa.

“De un modo u otro, estamos abocados a perder todo”, comenta el analista checo de comercio, Franciszek Masopust. “Y eso significa que los exportadores checos serán los principales perdedores. Sería útil saber ¿qué hemos ganado por participar en las sanciones contra Rusia? Nada, por supuesto. Para nosotros debería haberse abandonado el esquema de sanciones estúpidas y dañinas. Pero para que esto ocurra, obviamente, lo que es necesario es voluntad política en Bruselas que, por desgracia, todavía no está a la vista”.

¿Para qué razón posible, entonces, la UE necesita a tales socios endebles económicamente como Moldavia? ¿Es la asociación con la UE un asunto político o económico? La respuesta de Masopust a esa cuestión es que es “indudablemente política. Ocurrió que estuve entorno a funcionarios de alto nivel en Bruselas y les plantee esa misma cuestión. La respuesta fue inequívoca: Fue una aproximación puramente política”.

Otros socios del comercio ruso también están sufriendo pérdidas considerables bajo el impacto de la “guerra de sanciones”. Las pérdidas totales para los países miembro de la UE están estimadas por los analistas occidentales que son al menos de 2.000 millones de dólares anualmente. La participación de Rusia en las exportaciones alimentarias de la UE es el 10%, que la convierte en el segundo mercado más importante, excedido solamente por los EEUU con el 13%. Por tanto, las sanciones impuestas debido a la presión desde el otro lado del atlántico, impactan muy negativamente contra los productores europeos, deceleran el crecimiento económico, y desembocan en la pérdida de empleos.

Los europeos están llegando gradualmente a una percepción muy negativa de las políticas anti-rusas de la UE. Como informó el londinense “Sunday Times”, la canciller Merkel está bajo creciente presión por los productores y empresarios alemanes que están demandando que las sanciones sean canceladas. Entienden que tanto sin una Europa fuerte como sin una Rusia fuerte, no se puede superar la actual crisis de mercado. Muchos gobiernos de Europa central y oriental están preparándose para exigir a los líderes de la UE para que revisen sus actuales políticas radicales hacia Rusia. Pero todavía hay una enorme brecha proverbial entre las palabras y los hechos que queda por superar.