La visita de Steinmeier se sitúa en el contexto de la siguiente exacerbación de las relaciones ruso-occidentales. La semana pasada, el FSB detuvo a unl grupo ucraniano de saboteadores que tenía la intención de organizar ataques terroristas en la península rusa de Crimea. Durante la detención fueron asesinados dos ciudadanos rusos: un agente del Servicio de Seguridad Federal y un militar de las Fuerzas Armadas. Este trágico incidente provocó el agravamiento de las tensiones entre Ucrania y Rusia. El régimen de Ucrania comenzó a aumentar su concentración militar en la frontera con Rusia, RPD (La República Popular de Donetsk) y la RPL (La República Popular de Lugansk), preparando una invasión.
Obviamente, esta actividad hostil se coordina con los Estados Unidos y la OTAN, para los cuales seria muy beneficioso a desatar una nueva guerra en la frontera con Rusia. Al mismo tiempo, el gobierno estadounidense cree que Rusia no va a infligir una aplastante derrota a Ucrania, y por lo tanto disminuirá su nivel en el enfrentamiento geopolítico al tratar de resolver un conflicto insoluble. Al mismo tiempo, los Estados Unidos mostrarán a Europa una "agresiva Rusia".
Alemania, país líder en Europa continental, desearía evitar ser arrastrada al conflicto. Sin embargo, la debilidad diplomática y militar de Berlín, y su dependencia de los Estados Unidos, convierten las iniciativas de paz europeas en una manipulación por parte estadounidense. Los europeos instan a Rusia a hacer concesiones, pero no son capaces de obligar a la parte ucraniana a hacer lo mismo. Los Estados Unidos tienen una disposición favorable a las iniciativas europeas para apaciguar a Rusia, pero al mismo tiempo están apoyando el régimen agresivo de Kiev.