La doctrina Trump explicada
Hace poco, Donald Trump expuso su posición en relación a las políticas exteriores de los EEUU. La presentación tuvo lugar en el Centro para el Interés Nacional (anteriormente conocido como el Nixon Center), que causó una seria impresión en el público americano. Los neoconservadores y los halcones vieron el peligro del resurgimiento de discursos aislacionistas. Los liberales que criticaban a Trump decidieron apuntar ciertas declaraciones contradictorias. ¿Qué estaba diciendo Trump y por qué tanta gente no lo quiere entender en la sociedad americana?
Dos capas superficiales del pensamiento de Trump
Primero y principal, vale la pena poner atención en el hecho de que Trump pronunció el discurso tras la sorprendente victoria en 5 estados del noreste en las primarias del martes. Ahora, incluso sus enemigos están forzados a reconocer que la nominación de Trump como candidato republicano en las elecciones presidenciales parece inminente. Trump no es un político profesional; anteriormente, él podía permitirse decir cualquier cosa, pero ahora él debe hablar como un político y como un diplomático.
A partir de aquí, está la primera fuente de contradicción y rareza en el discurso de Trump. Está intentando usar lenguaje diplomático, pero no es muy bueno en esto. El lenguaje diplomático está lleno de eufemismos: Una frase, dependiendo del contexto, puede invertir su significado. Por ejemplo, un país debería apoyar con palabras la ideología de los derechos humanos, aunque no necesariamente la cumpla en la práctica. Todos los políticos modernos juran lealtad a la democracia, aunque todo el mundo entiende este concepto a su manera, etc. Hay un conjunto de conceptos que quizás no son seguidos en la política real, pero los políticos les dan apoyo retórico. En el discurso de Trump, todas las palabras de paz y democracia –que los EEUU serán un socio confiable para sus aliados- es el eufemismo diplomático habitual que puede significar cualquier cosa, y normalmente no significa nada.
La segunda capa cognitiva que puede identificarse en el discurso de Trump son las palabras para el tradicional electorado republicano y el poder republicano. Para ganar en las primarias de los estados restantes del medio-oeste, y la costa del pacífico norte y California, donde Trump no disfruta de un gran apoyo, justo al contrario que en la parte este del país, Trump necesita ganar al menos una parte del tradicional voto republicano “halconero” (referente a partidarios de políticas exteriores agresivas). Esto también preocupa al poder republicano y a las organizaciones de “lobbies” influyentes, principalmente al israelí. Este es el motivo de que en el discurso de Trump haya un montón de retórica anti-iraní y pro-israelí. No falla en denunciar el trato nuclear contra Irán (una posición apoyada por la mayoría de republicanos), y elogiada por Israel:
Israel, nuestro gran amigo y la única verdadera democracia en oriente medio ha sido desairada y criticada por una administración que carece de claridad moral. Justo hace algunos días, el vicepresidente Biden de nuevo criticó a Israel, una fuerza para la justicia y la paz, para actuar como un área de paz impaciente la región.
El presidente Obama no ha sido amigo de Israel. Ha tratado a Irán con amor sensible y cuidados y la convirtió en una gran potencia. Irán se ha convertido, ciertamente, en una gran potencia en un periodo muy corto de tiempo, debido a lo que hemos hecho. Todo a expensas de Israel, de nuestros aliados en la región, y aún más importante, de los Estados Unidos mismo.
Trump también se apresuró a tranquilizar al lobby militar, prometiendo que después de que mejor la situación en la economía, incrementará la financiación del ejército y del complejo militar-industrial:
Gastaremos lo que necesitemos para reconstruir nuestro ejército; las inversiones son lo menos que podemos hacer. Desarrollaremos, construiremos y compraremos el mejor equipamiento conocido en la humanidad. Nuestro dominio militar debe ser incuestionado, y quiero decir incuestionado, ni por cualquiera ni por todos.
Trump va a ganar en los fundamentalistas cristianos por hablar sobre el sufrimiento de las intervenciones de los EEUU y las políticas irresponsables de anteriores presidentes en relación a los cristianos de medio oriente:
Abandonamos a los Cristianos sujetos a una intensa persecución e incluso genocidio.
No hemos hecho nada para ayudar a los cristianos, nada, y deberíamos estar avergonzados por esto, por esta falta de acción.
Trump se enfrenta a una difícil tarea: Convencer a los “halcones”, a los lobistas del MIC, y a los lobistas de Israel de que él está de su lado. En estos círculos, el casi aislacionismo de Trump es percibido con aprensión. Los más radicales no creen en él. Así, el neoconservador, Noah Rothman, dijo de la actuación de Trump que es una “enfermiza muestra de revisionismo” y dijo:
Equiparar el trabajo de los EEUU con sus aliados que aspiran a adquirir la membresía de la OTAN y a Putin invadiendo y anexionándose territorio europeo es grotesco.
La senadora de los EEUU por Carolina del Sur, Lindsey Graham, uan halconera republicana que fue candidata a presidencial hasta que se quedó fuera a principios de este año escribió:
“Es el aislacionismo rodeado por pensamientos desconectados, lo que demuestra la falta de comprensión a las amenazas que nos enfrentamos,”
La columnista del Washington Post, Jenifer Rubin, denominó al discurso como “el brebaje tóxico de Trump de proteccionismo y aislacionismo”.
La doctrina real
¿Qué asusta a los neoconservadores?
El discurso de Trump, en particular, contiene disposiciones que indican una revisión radical del enfoque en política exterior. “La doctrina Trump” puede ser descrita brevemente como un regreso al bueno y viejo realismo.
Este es el tercer nivel cognitivo del discurso de Trump. Es significativo que él hable en el Centro para el Interés Nacional, cuyo director horario es Henry Kissinger, un realista clásico americano. Un regreso al paradigma realista demuestra las disposiciones básicas del discurso del multimillonario:
1. Trump empezó su discurso con una tesis importante, prometiendo una nueva política exterior, “dirigida para nuestro país, una que reemplace la aleatoriedad con el propósito, a la ideología con estrategia, y al caos con paz”. Así, él ya está mostrando lealtad con la aproximación realista, que contrasta con el pensamiento estratégico en la ideología de política exterior de los liberales. Además, Trump enfatizó que el resultado de la política exterior de Obama ha sido la proliferación del caos. Como un típico realista, Trump quiere reemplazar el caos con orden. La adopción de la estrategia del “caos controlado” de Steven Mann se convirtió en una característica de la política exterior de Obama. Lo que Trump ve como un error, los estrategas de Obama lo ven como una política intencionada. Contra el telón de fondo de la expansión global del caos, los EEUU, con todos sus problemas, se han convertido en una isla de relativa estabilidad, que estimula al dólar, la confianza en los EEUU, y la lealtad de sus aliados, esto es, fortalece al mundo unipolar. Trump no acepta esta estrategia, y considera que es desastrosa para américa, porque el caos puede inundar también y finalmente a los EEUU.
2. Según Trump, la política exterior debería basarse en los intereses nacionales de los EEUU, más que en la ideología o adhesión a los “propósitos humanitarios”:
“Mi política exterior siempre pondrá los intereses del pueblo americano y la seguridad americana por encima de todo lo demás. Tiene que ser primero. Ha de serlo…
Vamos a tener finalmente una política exterior coherente basada en los intereses americanos y los intereses compartidos de nuestros aliados”.
Estos son los intereses nacionales. Trump, en su discurso, trata sobre el globalismo y la idea de América como el centro de algún imperio global. Para él, los Estados Unidos son principalmente un Estado nación:
Nunca más rendiremos este país o su gente a las falsas canciones del globalismo. El estado nación queda como el verdadero fundamento para la felicidad y la armonía.
3. Un estado ejerciendo su política exterior está guiado por intereses nacionales que dependen del poder. Este máximo realismo es plenamente coherente con el contenido básico del discurso de Donald Trump. Este es el porqué de que el apelara al diálogo con Rusia y China desde una posición de fuerza, y pusiera como principal objetivo el fortalecimiento del poder económico y militar del estado. Los realistas creen que la guerra y la agresión es una condición natural de las relaciones internacionales. Sin embargo, esto no previene a los estados de negociar mutuamente. Por tanto, no hay nada contradictorio en el hecho de que Trump, por un lado fomenta un acuerdo con Rusia y China, y por el otro ofrezca poner una fuerte presión sobre China y percibe el potencial crecimiento militar de ambos países como una amenaza. Es significativo que, como el realismo clásico, Trump pone más atención al potencial económico y militar, más que al “poder blando” muy popular entre los liberales.
4. Política exterior pragmática. Los realistas piensan en términos del paradigma “amigo-enemigo”, dándose cuenta de que las alianzas extranjeras están basadas en el equilibrio de los intereses nacionales, y son por tanto cambiantes. Un aliado actual puede volverse enemigo y viceversa, si cambia el equilibrio de intereses. Este es el motivo de que Trump diga:
El mundo debe saber que no vamos al extranjero en busca de enemigos, que siempre estamos felices cuando viejos enemigos se convierten en amigos, y cuando viejos amigos se convierten en aliados. […] Que esto es lo que queremos: Queremos llevar la paz al mundo”.
Desde el punto de vista de Trump, los EEUU no pueden tener amigos y enemigos eternos, solamente intereses.
5. El equilibrio de poder y el equilibrio de intereses. Desde la perspectiva de los realistas, los intereses estatales pueden calcularse matemáticamente. Trump muestra una tendencia similar con su idea principal: La acción debe estar justificada, no debería costar mucho, y ha de ser racional. Por tanto, Trump hizo una pregunta razonable: ¿Por qué los EEUU intervienen en un conflicto donde los intereses de los EEUU como estado nación no son obvios? ¿Qué hace la OTAN para los americanos comunes? ¿Por qué la OTAN no está combatiendo al terrorismo y la inmigración, que es una amenaza real, a diferencia de la agresión rusa mítica? ¿Por qué los EEUU todavía necesitan esta estructura a día de hoy? Si Europa también la necesitan, los europeos deberían pagar por ella, y si ellos no pagan, ¿por qué los Estados Unidos mantienen su existencia? Los Estados Unidos, como el centro de un imperio global, necesita a la OTAN, pero para los Estados Unidos como nación estado, esta estructura parece excesiva.
En respuesta, los críticos de Trump hablan sobre la amenaza de Rusia, sin apuntar que fue la OTAN la que se aproximó a las fronteras de Rusia, más que Rusia a las de EEUU.
6. Rechazo a extender las instituciones y valores occidentales por todo el mundo, y la idea de extender la democracia al estilo occidental, incluyendo el establecimiento por la fuerza de la neoconservadora “doctrina Bush” y la liberal “doctrina Obama”. Trump cree que esta política es irresponsable y peligrosa. Se basa es una “teoría de la paz democrática” liberal: Es necesario derrocar dictadores y establecer democracias occidentales, como promoción de la pacificación del planeta, porque los liberales creen que las democracias no luchan entre sí. Los realistas siempre se han opuesto a esta idea, creyendo que todo régimen político se comporta, en su política exterior, de un modo más o menos igual, y por tanto no tiene sentido extender la democracia para darse cuenta de los intereses nacionales del estado.
“El legado de las intervenciones Obama-Clinton será debilidad, confusión y desorganización, un desorden. Hemos hecho que oriente medio sea más inestable y más caótico que nunca antes…
Todo empezó con la peligrosa idea de que podemos hacer democracias occidentales fuera de países que no tenían experiencia ni interés en convertirse en una democracia occidental”.
7. El último párrafo de la doctrina Trump está directamente enlazado con el anterior, pero de hecho es revolucionario incluso para los realistas. Trump rechaza reconocer la existencia de valores universales que deberían compartirse por todos los habitantes del planeta.
En vez de intentar extender valores universales que no todo el mundo comparte o quiere, deberíamos entender que el fortalecimiento y promoción de la civilización occidental y sus logros hará más para inspirar reformas positivas por todo el mundo que las intervenciones militares.
Mediante la separación de occidente como una civilización distinta y la referencia a los “valores occidentales”, Trump no niega a otras civilizaciones el derecho a existir. Occidente tiene que demostrar todavía su valor; de hecho, es una llamada para el diálogo entre civilizaciones, que yace en los fundamentos para el concepto de un mundo multipolar.
Donald Trump hizo un discurso revolucionario, y debido a que los EEUU casi olvidaron el realismo clásico, para muchos el discurso les pareció extraño. Los políticos y periodistas americanos están acostumbrados a pensar en términos del paradigma liberal, así que los políticos que se atreven a hacer un programa de política exterior realista, a estos les parece cómico. La idea de abandonar los valores universales también les parece inconcebible.
John Daniel Davidson, de El Federalista, está atónico:
Que hubiera un rechazo espectacular a todo el concepto de civilización occidental e ilustración; y también una reversión desoladora de más de medio siglo de compromiso americano con el mundo.
Si, John. Lo entendiste todo correctamente.