La fase activa de la confrontación entre la oposición pro-estadounidense y el liderazgo de Brasil se puso en marcha en septiembre de 2015. En todo el país se produjeron protestas multitudinarias a favor y en contra de la presidenta en ejercicio. Dilma Rousseff fue acusada de estar involucrada en el escándalo de corrupción en Petrobras, así como de impago de impuestos y fraude financiero durante la campaña electoral de 2014. En diciembre de 2015 se inició el proceso de juicio político.
El papel principal en la campaña contra Rousseff lo juegan los líderes de la oposición: el ex candidato presidencial de la oposición Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña - PSDB), y el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB). A pesar de su nombre, la oposición está fuertemente influenciada por el neoliberalismo y el fundamentalismo del mercado americano.
Anteriormente, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ex aliado de Rousseff, se retiró de la coalición de gobierno, lo que aumentó las posibilidades de destitución de la presidenta. Este partido no tiene ninguna orientación ideológica clara, en su composición entran tanto izquierdistas como liberales. En estas circunstancias, los demócratas tienen la intención de tomar el poder en el país. En el caso de la destitución de Rousseff, el líder de este partido, Michel Temer, que desde el 2011 ocupa el cargo de vicepresidente de Brasil, se convertirá automáticamente en presidente.
La política exterior de Rousseff, incluso más que con su predecesor, Lula da Silva, se ha acercado a Rusia y China, creando una oposición a los Estados Unidos, que tradicionalmente considera a Iberoamérica como su zona de influencia. Estados Unidos busca recuperar el control sobre América Latina. Para ello, trata de someter a los dos países más poderosos y con mayor potencial para una política exterior independiente del continente: Argentina y Brasil.
En Argentina ya han impulsado al poder a su títere liberal, Mauricio Macri. Ahora toca Brasil. Esta situación es una reminiscencia del cambio de equilibrio geopolítico en Europa en la década de 2000. Una vez que el eje "París-Berlín-Moscú» fue delineado en 2003, los Estados Unidos impulsaron al poder a Nicolas Sarkozy en Francia, y a Angela Merkel en Alemania.
La siguiente etapa del juicio político consiste en una votación en el Senado. Si es positiva, el caso se enviará a la corte y la presidenta puede ser destituida del poder. Los partidarios de Rousseff esperan que el Senado no vote a favor de la acusación, pero también previamente expresaron la misma esperanza sobre la votación en la Cámara Baja del Parlamento, y sus esperanzas fueron en vano.