El plan de los turcos para resolver el problema de los refugiados es muy simple: Turquía, a partir de una fecha determinada, comenzará a recoger a los refugiados de las islas griegas del mar Egeo. Al mismo tiempo, la UE va a importar la misma cantidad de refugiados procedentes de la propia Turquía. Tal es el ciclo de los refugiados. El número de los inmigrantes en la UE no disminuirá, y este proceso hasta ahora espontáneo causado por los inmigrantes procedentes del Oriente Medio, adquiere el carácter de un asentamiento planificado en suelo europeo.
En contra de este plan estarán los adversarios tradicionales de la política de reasentamiento forzado de los refugiados de la UE. Entre ellos, principalmente, los países de Europa del Este, encabezados por Hungría y Eslovaquia. Si alguien torpedea este acuerdo, serán estos dos países. Gran Bretaña también se negará a participar en los planes de reasentamiento.
El hecho de que los líderes de la UE están dispuestos a aceptar este plan muestra que la cuestión de la identidad nacional de sus poblaciones no preocupa a la élire europea desde hace tiempo. En el marco del paradigma liberal, esta cuestión carece de importancia.
Turquía ha exigido a la UE acelerar las negociaciones sobre la adhesión a la Unión Europea y la introducción de un régimen sin visados para este junio. En respuesta, la UE ha presentado 72 requisitos a Turquía, para poder contar con un régimen sin visados. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, declaró que Turquía no podrá entrar en la UE durante los próximos 10 años. Ambas cuestiones se posponen indefinidamente.
Turquía insiste en la adopción de su plan, que amenaza con traer olas masivas de refugiados a la UE, y que requiere de nuevos fondos económicos, una vez que se retrasan el régimen sin visados y su adhesión a la UE.