Según las normas del procedimiento normativo, en un plazo de veinte días Dilma Rousseff puede presentar una apelación para su absolución. Después, el comité debe votar la decisión final y presentarla al Parlamento. Para su destitución final deben votar dos tercios de la mayoría. De todos modos, Rousseff tendrá que dar forma a su defensa jurídica y legal. Anteriormente, Rousseff advirtió que en caso de ser depuesta, Brasil podría suspender su membresía en el Mercosur y la Unasur: las dos asociaciones de integración en América Latina. También estarán en cuestión la cooperación con la CELAC y el proyecto internacional BRICS. Incluso si Brasil se mantiene oficialmente como miembro de estas asociaciones, la actual crisis y otros problemas, como la preparación de los Juegos Olímpicos y la lucha contra el virus Zika, centrarán los esfuerzos y los recursos del país, bloqueando el proceso de creación de un mundo multipolar.
El presidente Michel Temer ya ha asumido sus funciones como presidente de Brasil de manera interina, e instó al pueblo a mantener la unidad. También planea llevar a cabo una remodelación del Gobierno, nombrando a nuevos ministros. Obviamente, las personas que ocupaban cargos en el gabinete de Rousseff serán despedidos. El papel del Partido del Movimiento Democrático de Brasil, al que representa Temer, se verá reforzado. Así mismo, Temer, de 75 años de edad, ha hecho hincapié en sus declaraciones en la necesidad de reformas económicas en el país. Sin embargo, él mismo puede estar en riesgo, ya que se encuentra bajo investigación por la financiación de su campaña electoral en 2014. Esta situación muestra claramente las complejidades de la situación y la clara connivencia entre los congresistas que votaron a favor de la destitución de Dilma Rousseff.
Brasil está ahora sumido en la inestabilidad política, la sociedad esta dividida y no sólo acerca del apoyo a Rousseff, sino también sobre el futuro inmediato del país. Esta situación es favorable para los Estados Unidos, que será capaz de tomar ventaja de la debilidad económica de Brasil, para luego empezar a controlar el país a través de los mecanismos financieros y económicos.