Los tres discursos sobre el mundo indiano
El ascenso de la multipolaridad implica el despertar de las grandes civilizaciones, tanto pasadas como futuras, que hoy se esta produciendo en todas partes. Algunos de los polos del mundo multipolar ya son de facto realidades tangibles, como es el caso de Estados Unidos, Rusia o China. Sin embargo, existen otros polos que ni siquiera se han constituido todavía, caso de nuestro continente. Si queremos constituirnos en un polo independiente, primero debemos llevar a cabo un proceso de descolonización conceptual de nuestro vocabulario, lo que implica la deconstrucción de los discursos predominantes. A grandes rasgos existen tres discursos sobre nuestro continente:
- El primer discurso es aquel que ha sido calcado de Occidente y que se expresa tanto en las ideologías liberales, comunistas y nacionalistas por igual. Para este discurso occidentalizado América Latina en su conjunto es un territorio sin historia que no ha conseguido modernizarse exitosamente y, por lo tanto, integrarse a las bondades de la globalización. Debido a sus taras históricas, supersticiones, mitos y falta de racionalismo sus pueblos y culturas han sido incapaces de asumir la modernización y el progreso. Este discurso es común tanto a las corrientes conservadoras como progresistas que desean imponer los estándares de la Modernidad europea y estadounidense en nuestras tierras. Discursos como los de que existe más territorio que Estado o falta de racionalización de la economía pertenecen a este esquema moderno e ilustrado. El principal representante de esta tendencia fue Domingo Faustino Sarmiento, quién estableció una disyunción entre la civilización y la barbarie. Por civilización Sarmiento entendía la cultura yanqui y su hombre moderno, mientras que condenaba como barbarie a la cultura católico barroca de los indios, negros y gauchos de los pueblos continentales como residuos de una época pasada, una cultura perteneciente al siglo XII.
- El segundo discurso sobre nuestro continente es el expresado por los hispanistas, reaccionarios, católicos, carlistas y todas las corrientes pro-monárquicas y tradicionalistas hispanoamericanas. Para estas corriente todo lo que es percibido como ruido o falta de historia y modernidad por las corrientes ideológicas dominantes de la Ilustración es más bien considerado por ellos como una expresión de las tradiciones de los pueblos hispano-lusitanos. Esta corriente de pensamiento considera que la monarquía hispánica, sus instituciones y su unidad geopolítica fue destruida por las ideologías modernas como el nacionalismo, el liberalismo y el comunismo, siendo todas ellas culpables por igual de eliminar la monarquía universal católica que había dominado en este continente. Este discurso, por supuesto, es propio de las élites intelectuales, jurídicas, tradicionalistas y monárquicas que miran con anhelo volver a un pasado destruido por las subsecuentes revoluciones ilustradas. Este discurso tampoco es el discurso del pueblo y en él no brilla el Logos de nuestras naciones.
- El tercer discurso sobre nuestro continente no hace parte ni de las élites ilustradas mayoritarias modernas o de las élites tradicionalistas minoritarias y marginales. Este tercer discurso fue el creado por una serie de movimientos heterodoxos, barrocos y populares que expresaban la originalidad de las mezclas y manifestaciones de nuestros pueblos desde su etnogénesis particular hasta el día de hoy. Podríamos decir que es el lenguaje de los poetas y literatos que a través del modernismo literario hicieron hablar el Logos de nuestro continente. Este tercer discurso parte de la tesis de que él primer discurso es falso, pero el segundo discurso es incompleto y es necesario buscar más profundo y más hondo en nuestro imaginario o sentido étnico, comprendiendo que el Logos de nuestro pueblo no puede ser expresado por un lenguaje elitista o nostálgico. Es por eso que el modernismo literario, representado por Rubén Darío, José Asunción Silva, José Enrique Rodó o José Martí, fijó su atención en los mitos, historias, leyendas y estructuras premodernas que buscaban abolir el progreso, buscando retornar hacia los elementos arcaicos y míticos que habían dado nacimiento a nuestras etnias. Fue así que para los poetas y literatos modernistas era necesario re-sacralizar la realidad y superar el nihilismo occidental yendo mucho más lejos que los antiguos: inspirados por Nietzsche, todos plantearon al superhombre como conquistador de Dios y de la Nada. Este último discurso no es sobre el futuro (progresista) ni sobre el pasado (reaccionario), sino sobre la abolición del tiempo y la apertura a la Eternidad (el presente). Vale la pena resaltar que el modernismo latinoamericano fue contemporáneo de la Edad de Plata rusa y que tiene muchos paralelismos con la misma, empezando por su exploración de los del temas paganos y la espiritualidad en contra del mundo positivista y científico.
Si nuestro continente quiere convertirse en un polo del mundo multipolar, entonces es necesario para nosotros asumir la tarea de crear una nueva cultura que pueda enfrentarse a la Modernidad. Tal tarea ya fue asumida por muchos de nuestros pensadores y deberá ser asumida por nosotros hoy.