Ascetismo oriental y budismo vs cristianismo ortodoxo
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Presentamos un texto que compara brevemente el ascetismo budista (así como el ascetismo hindú cercano a él) y el ortodoxo. En Occidente, el budismo y otras religiones orientales están en boga desde hace varias décadas, en nuestro país también han ido ganando popularidad durante varios años seguidos. Algunos encuentran similitudes entre la ortodoxia y el budismo. El autor en su texto trata de mostrar que estos dos caminos son completamente diferentes, así como sus objetivos.
Desafortunadamente, entre los inexpertos hay un gran caos y una falta de comprensión, sin mencionar las ilusiones a las que sucumben, basado en el hecho de que la Oración de Jesús puede ser equivalente al yoga en el budismo o la "meditación trascendental" o algún otro exotismo oriental. Sin embargo, tales similitudes son en su mayoría superficiales y externas, y las coincidencias que aparecen no cruzan los límites de la "anatomía natural" del alma humana. La diferencia fundamental entre el cristianismo y otras creencias y prácticas radica en el hecho de que la oración de Jesús se basa en la manifestación en la carne del Dios vivo en la Santísima Trinidad. Ningún otro método permite una conexión viva entre Dios y el que está orando.
El ascetismo oriental tiene como objetivo librar la mente de una persona de todo lo que es relativo y trascendental, para que la persona pueda identificarse con el Absoluto impersonal. Se cree que este Absoluto es la "naturaleza" original del hombre, que, a través del contacto con la diversidad y la terrenalidad (la diversidad de lo que hay en la Tierra), fue objeto de degradación y degeneración. La práctica ascética está dirigida principalmente al individuo y depende principalmente de la voluntad de la persona. Su carácter centrado en el intelecto contradice al ser humano en su conjunto, ya que no tiene en cuenta el corazón humano. La principal lucha humana debe ser volver al Absoluto anónimo, transpersonal y posteriormente disolverse en él. Por lo tanto, una persona, para poder reunirse con este océano del anonimato, primero debe deshacerse del alma (Atman).
En esta lucha por la liberación de todo tipo de sufrimiento y dudas asociadas con la vida después de la muerte, el ascetismo oriental se sumerge en las abstracciones y en la esfera de lo intelectual, la llamada Existencia pura, donde no es posible la contemplación de Dios, solo la contemplación de la propia persona. En esta práctica, no hay lugar para el corazón. El progreso en esta forma de ascetismo depende solo de la determinación personal. Los Upanishads no recuerdan que el orgullo se interpone en el camino del desarrollo espiritual o que la humildad es una virtud. El aspecto positivo del cristianismo, en el que la abnegación conduce a un acercamiento con Dios, a la vida extraterrestre, es un hecho, y que la fuente de todo sigue siendo el verdadero Dios existente.
Se trata esencialmente de las limitaciones de los estilos orientales de contemplación, que no pueden reconocerse como contemplación de Dios, pero en realidad es una contemplación humana de uno mismo. Esto no va más allá de los límites del hombre como tal, ni conduce al primer hombre, a Dios, que se reveló al hombre. Este tipo de práctica puede ofrecer relajación o agudizar igualmente las funciones psicológicas e intelectuales de la mente humana, sin embargo, lo que nace de la carne es carne (Juan 3: 6) y la carne no puede agradar a Dios (Romanos 8: 8).
Para ser auténtico, todos los intentos de volver la mente humana hacia lo visible y trascendental en esta vida deben combinarse con la verdad general sobre una persona. Cuando una persona se percibe a sí misma de la manera en que Dios la ve, su única acción será la humildad y el arrepentimiento. Son un don de Dios, que provoca un dolor específico en el corazón, que no solo separa la mente de las cosas del mundo (en venta), sino que también conecta con lo invisible y eterno. En otras palabras, la abnegación (ascetismo) es solo una decisión y acción parcial y solo humana, mientras que el cristianismo considera que el ascetismo es abnegación con la esperanza de que el alma humana se una con lo celestial y reciba la gracia de Dios, que como resultado conducirá a la vida eterna.
Mucha gente admira a Buda y lo compara con Cristo. El Buda es especialmente atractivo por su enfoque empático de la condición humana, así como por las técnicas que ofrece para liberar el sufrimiento. En cambio, el cristianismo sabe que Cristo, el único nacido de Dios, a través de su sacrificio y la cruz, muerte y resurrección, experimentó plena y conscientemente el dolor humano, convirtiéndolos en expresión de su perfecto amor. De esta manera, su propia creación fue sanada de la herida mortal infligida por el pecado de los antepasados, y se creó una nueva criatura para vida eterna. Por tanto, la angustia es de gran valor en la práctica de la oración, su presencia es un signo de ascetismo y no permite desviarse lejos de los caminos verdaderos y livianos hacia Dios. Si Dios a través de su sufrimiento nos ha mostrado su amor por nosotros, entonces también el hombre a través del sufrimiento puede devolver su amor a Dios.
En definitiva, la oración es una obra de amor. Una persona a través de la oración expresa su amor, la oración es una señal de que amamos a Dios. Si no oramos, entonces no amamos a Dios, ya que la oración es la medida de nuestro amor por Dios. San Silouan equipara el amor a Dios con la oración, y los Santos Padres dicen que olvidar a Dios es la mayor de todas las pasiones, porque es la única pasión que no se puede erradicar con la oración en el nombre de Dios. Si nos humillamos y acudimos a Dios en busca de ayuda, confiando en su amor, recibiremos fuerza para superar cualquier pasión, pero cuando dejamos de recordar a Dios, el enemigo tendrá la oportunidad de derrotarnos.
Fragmento de texto del libro (págs. 66-68) de Archimandrita Zacharias de The Hidden Man of the Heart: The Cultivation of the Heart in Orthodox Christian Anthropology, Mount Thabor Publishing, Waymart, PA, 2008. El fragmento está publicado en la página de la Metrópolis Ortodoxa de Hong Kong y el Sur-Este de Asia.