El final de las ideas políticas en Estados Unidos

03.10.2020

A propósito del debate de los candidatos presidenciales Trump y Biden

El debate de los candidatos presidenciales Donald Trump y Joe Biden en la Universidad Case Western Reserve de Cleveland, fue un choque de trenes, no un debate de ideas, ni de programas presidenciales, ni de soluciones a los agobiantes y grandes problemas que estremecen a la sociedad norteamericana, fue una discusión o diálogo de sordos caracterizado por ataques caóticos personales, ellos fueron armados por sus estrategas con un guion claro de la conducta que deberían exhibir durante el debate presidencial, la aspereza inesperada del debate, hizo trizas los ensayos y el histrionismos .

El moderador del debate el periodista Chris Wallace, no pudo sujetar a ninguno de los dos candidatos a las reglas de juego acordadas para el debate, el presidente Donald Trump nunca encontró una posición de confort y el candidato demócrata Joe Biden, quien debía exhibir reciedumbre, irradiar salud y un discurso coherente, quien al ser el retador debió  estar a la ofensiva, sus insultos al presidente mandándolo a callar, además argumentó “es difícil hablar con este payaso, perdón, esta persona”, también lo calificó de racista, todo esos epítetos, le quitaron elegancia al candidato demócrata, que es un experimentado político con 47 años de ejercicio en las lides políticas.

Concluido el debate presidencial, el veterano periodista de la cadena ABC, George Stephanopoulos, quien fue moderador en el pasado de debates presidenciales, califico como el peor debate presidencial que he visto en mi vida, hay quienes dudan que puedan coordinar con los equipos políticos demócratas y republicanos, los dos debates que restan por celebrarse. Los seguidores de Trump de manera muy militante coparon los bares y en Strongsville, un suburbio de las afueras de Cleveland para seguir el debate y aplaudían cada vez que el presidente Trump exhibía su forma disruptiva y áspera como si estuviese frente a uno de sus habituales “Aprendí”, para ellos este era un show más de un político creado en Hollywood. El candidato demócrata por no dejar entrever debilidad o que es un candidato senil se mantenía muy activo, mirando la cámara, sonriendo, y lanzando ráfagas de insulto al presidente de la república, lo que significa que el presidente Trump lo condujo hasta su terreno salvaje e indomable, propio de sus liderazgo disruptivo.

Indiscutiblemente estas son unas elecciones muy  sui generis, hay una población indecisa de un 15 %, que serán los votantes a identificar con uno u otro candidato. El debate fue una oportunidad perdida para conquistar esa población flotante y los  llamados electoralmente swing states o estados indecisos, cuyo voto ha sido variable en las últimas citas electorales y pueden ser claves para definir las elecciones, ellos son  Nevada, Florida, Virginia, Colorado, Pennsylvania, Wisconsin, Carolina del Norte, Michigan, Iowa, Ohio y New Hampshire, juntos suman 146 votos electorales más de la mitad necesaria para ganar la presidencia.

En los EEUU 33 estados han votado por el mismo partido político en las cinco últimas elecciones presidenciales (1996, 2000, 2004,2008. 2012 y 2016) y si se calculan a partir de las elecciones del año 2000, estos llegan a 40 estados.

El debate presidencial dejó evidenciada la miseria ideológica de la política del sistema de partidos norteamericano, el candidato republicano no ocultó sus temores de un fraude electoral en las próximas elecciones, si las votaciones por razones de la pandemia del covid 19 hiciera que los votantes lo hicieran a través del correo, solo las dudas lastima y daña al país que se creía con la democracia más perfecta.

Los temas debatidos constituían una herramienta fundamental  para que los ciudadanos norteamericanos, se forjaran una idea hacia dónde va esa gran nación que está siendo azotada con crudeza por la pandemia del covid 19, no fue posible conocer cuál sería la estrategia de los demócratas y republicanos para enfrentar este flagelo, mientras la gente sigue aumentando de manera exponencial el número de contagio a nivel global, a la vez la gente percibe con tristeza que la vacuna contra el covid 19, se convierte en una arma política, demócratas en una suerte de sentimientos encontrados niegan que la vacuna esté disponible en los próximos meses, porque aceptarlo favorecería electoralmente a Donald Trump, y los estrategas republicanos intentan crear el espejismo al electorado que los esfuerzos del presidente y su equipo gobernante, por encima del rigor científico obligatorio para la aprobación de una vacuna, que la misma estará  lista en los próximos días-

Indiscutiblemente que Estados Unidos está inmerso en la mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, esto obliga a que sus líderes y quienes van a conducir la Casa Blanca en el próximo cuatrienio esbocen un plan de contingencia que garantice la pronta recuperación de la economía norteamericana, que por cierto se encuentra en medio de una guerra comercial con el gigante asiático la República de China, y que el Secretario de Estado Mike Pompeo, está llamando a los países aliados a formar un bloque global contra la China Imperial del Siglo XX1, este es un intento por revivir la GUERRA FRIA , creándole temores continentales a Europa, África y  América Latina, esto es una ilusión imperial norteamericana, ya no es posible ese tipo de bloqueo, una población mundial que supera los 8 mil millones de habitantes, no caben en las manos de ninguna nación del mundo por poderosa que sea, las realidades del Siglo XX1, son muy distantes a la coyuntura histórica que hizo al mundo bipolar, comunismo versus capitalismo, hoy el mundo es multipolar. Hay quienes piensan que esto de formar un gran bloque global contra china, es una bola de humo para despertar el sentimiento nacionalista de los votantes norteamericanos, a todas luces ineficaz en las actuales circunstancias.

El presidente Trump lanza la imputación a Joe Biden que es un candidato de izquierda, ese es otro argumento risible, la izquierda no es un factor de temor, todos los electores saben que a través de casi medio siglo de ejercicio político del candidato demócrata, este nunca ha sido ideológicamente progresista, es un político tradicional, conservador un hombre del sistema.

La realidad es que existe un sentimiento de frustración colectiva en la sociedad norteamericana, sobre todo en jóvenes que van a dar su primer voto y en las elites más ilustrada de EEUU por la sensación de pobreza que dejó el debate electoral, que por ejemplo, Biden le dijo a Trump que se callara. Lo llamó payaso y mentiroso, le puso la etiqueta de racista, a la vez que descargó con furia el epíteto: “Eres el peor presidente que ha tenido Estados Unidos”. Mientras un presidente fuera de los modales le vociferaba: “Sigue ladrando, hombre”.  Trump intentó sacar de sus casillas a Biden al atacar a su hijo Hunter, este no hizo caso a ese golpe bajo, respondiendo no se trata de tu familia y la mía, se trata de la familia de ustedes, el pueblo estadounidense y él no quiere hablar de que ustedes necesitan.

Y siguiendo el guion que le fue preparado, Biden preguntó a la audiencia televisiva sobre la economía ¿Que tan bien les va? Presentando a Trump como el candidato de los ricos, aprovechando el informe del The New York Times de que Trump había pagado solo 750 dólares en impuestos federales sobre la renta en 2016 como en 2017,  consciente el candidato demócrata que esto enfada al electorado norteamericano, que paga sus impuestos.

Si me preguntan quien ganó el debate entre Donald Trump y Joe Biden, yo respondería : Fue sepultado el debate de las ideas, esencia fundamental de la lucha política para consolidar los cimientos de la democracia universal.

EL autor es médico y diplomático, analista de política internacional ex embajador dominicano en la República Federal de Alemania.