El sistema internacional actual: Del globalismo a la multipolaridad
Sistema y situacion
El sistema internacional actual, que incluye el sistema interestatal, la sociedad global y la globalización económica, se caracteriza por una triple dinámica, de a) fragmentación, b) polarización y c) confrontación, que se traduce en una reconfiguración de alianzas militares, dado el riesgos de conflictos entre China, Estados Unidos y Rusia, enfrentados con la trampa de Tucídides (G. Allison).
Estos riesgos pertenecen al orden histórico y producen políticas ambivalentes de rivalidad-asociación y antagonismo. Estas políticas tienen que ver con el control de Eurasia y el Área del Océano Indo-Pacífico, articulando las dos estrategias complementarias de Heartland (1) y Rimland (2). Las rivalidades, que ahora están sacudiendo muchas partes del mundo, han obligado a Oriente y Occidente a estrechar sus alianzas militares y a comenzar a buscar un nuevo proyecto para garantizar la seguridad en Europa y la estabilidad estratégica y la unidad del espacio europeo.
Sin embargo, cualquier intento de definir cualquier orden regional puede concebirse hoy solo en la perspectiva de un orden planetario global y de la búsqueda de formas de equilibrio y estabilidad planetaria. Es por referencia a la triangulación geopolítica y estratégica de Rusia, Estados Unidos y China y, en suborden, de Europa, India y Japón, que la libertad de maniobra de las potencias regionales en Oriente Medio, el Golfo e Irán deben ser entendidas. Es aquí donde se encuentra una de las claves de la estrategia general de las grandes potencias.
El sistema y sus niveles de poder
Desde un punto de vista analítico, el sistema internacional superpone varios niveles de poder:
- Los polos de poder clásicos, pluricéntricos y prácticamente conflictivos (Estados Unidos, Europa, Rusia, China, India ...)
- Un bipolarismo global oculto, basado en un condominio asimétrico (Estados Unidos y China)
- Tres zonas principales de influencia, inspiradas en tres áreas de civilización, que son Europa, Estados Unidos y el Oriente Medio.
En este contexto, el gran escenario mundial se convierte en el escenario de una multitud de estrategias: universales para las Naciones Unidas, económicas para las instituciones de Bretton Woods, y de seguridad y militares a través del sistema de alianzas regionales (OTAN).
La singularidad geopolítica de Estados Unidos, la isla más grande del mundo, es que se verá obligado a aceptar la vasta extensión de Eurasia, el centro de gravedad de la historia.
¿Se convertirá América en un polo de poder entre otros, disputado, pero aún dominante?
Movimientos estratégicos y antinomias de alianzas en Eurasia
En cualquier sistema internacional, el declive del jugador hegemónico se señala por un endurecimiento de las alianzas militares. Este momento se presenta como una antinomia de opciones entre poderes conservadores ("status quo") y poderes disruptivos (revisionistas o insatisfechos).
Hoy, las estrategias de los principales jugadores en el escenario mundial se dividen en, para Occidente, una estrategia defensiva de estabilización y vigilancia activa, y para Oriente, una estrategia ofensiva de subversión y desafío a la jerarquía de poder existente.
Por lo tanto, en la situación actual, están surgiendo dos movimientos estratégicos rivales a nivel planetario:
- La alianza chino-rusa, destinada a garantizar la autonomía estratégica de Heartland en caso de conflicto, y promover, en tiempos de paz, la cooperación intercontinental en grandes infraestructuras (OBOR [One Belt One Road] con la participación de unos 70 países).
- La estrategia de "contención" de las potencias continentales por las potencias marítimas de "Rimland" (América, Japón, Australia, India, Europa, etc.), como un cinturón peninsular fuera de Eurasia
Recordemos que ambas partes se encuentran en una situación de rivalidad declarada, con objetivos estratégicos opuestos.
De hecho, la pareja chino-rusa se define como un "competidor estratégico" o un "competidor sistémico" (especialmente por la UE), un competidor se niega a someterse al orden internacional resultante de la Segunda Guerra Mundial y diseñado por los Estados Unidos.
El sistema multipolar. ¿"Un concierto global de naciones" o "gobernanza global fortalecida"?
La característica fundamental del sistema multipolar es que no se basa en la globalización, en forma de "gobernanza mundial fortalecida", con instituciones multilaterales (ONU, FMI, G7 o G20), que complementan el sistema de los Estados Unidos y tienen como objetivo integrar sus Estados miembros en un juego cooperativo global. El sistema multipolar busca más bien identificar los intereses esenciales de los principales actores, cuyos objetivos son prácticamente conflictivos. Por lo tanto, el objetivo no es identificar equilibrios, basados en los conceptos de intercambio y cooperación, sino predecir rupturas estratégicas, debajo de la superficie de aparente estabilización.
De Europa a Eurasia. Un cambio en los paradigmas geopolíticos.
Así, el fin de la bipolaridad, con el colapso del imperio soviético, ha generado una fuente de tensión, entre los esfuerzos centrífugos de los estados vecinos, los "extranjeros cercanos", que buscan liberarse del centro imperial, y todo lo contrario, la reacción de Moscú, ansiosa por recuperar su autoridad en la periferia a través de una serie de alianzas envolventes. (CSTO, SCO)
Rusia y todas las naciones de Asia Central hasta los países del Golfo, Medio Oriente y Magreb carecen de líderes que hayan experimentado la democracia. A su vez, la Unión Europea no tiene, a los efectos de la influencia y el control de las tensiones, un concepto geográfico y estratégico claro de Heartland, que comienza en el borde del Mediterráneo e incluye la meseta turca y el Cáucaso, antes de llegar a la zona de tierra fundamental de Asia Central.
Es a la Alianza Atlántica a quien se le ha transferido la vocación de soldar el interés geopolítico de Occidente, en esta vasta extensión entre América y Europa.
El "declive de la Hegemonia". ¿Alternancia hegemónica o "revolución sistémica"?
La pregunta que surge del debate sobre el papel de los Estados Unidos en la situación actual es si la "estabilidad hegemónica" (R. Gilpin) que Estados Unidos ha garantizado durante setenta años está en proceso de desaparición, lo que lleva a la disminución de la misma y de la civilización occidental, llevando a la alternancia hegemónica y a un mundo posimperial.
La pregunta complementaria e igualmente central puede formularse así: "¿Qué forma tomará esta transición?"
¿Adoptará la forma ya familiar de una serie de conflictos, uno que conduce a otro, según el modelo de Raymond Aron, basado en una lectura del siglo XX, o tomará la forma de un cambio general de civilización, de la idea de la sociedad y de la figura del hombre, siguiendo el modelo Strausz-Hupé de "revoluciones sistémicas", marcado por cuatro grandes períodos revolucionarios en la historia, que abarca el universo de las relaciones sociopolíticas del mundo occidental y abarca las grandes y bien conocidas zonas civilizacionales.
Cada uno de ustedes comprenderá que esta es nuestra propia pregunta, la de nuestro tiempo y nuestro foro. ¿A quién pertenece el futuro? Espacio planetario, democracia y Estados-nación.
En un entorno interdependiente, las naciones que han sido configuradas como estados nacionales y estados de civilización progresarán. Estas naciones tienen configuraciones sostenibles, con una base de estabilidad política, ya sea tradicional o moderna, y de coherencia geográfica y ambiental que les ha permitido afirmarse a lo largo de la historia y que hoy garantizarán su supervivencia.
Filosófica y estratégicamente, el nuevo enfoque del proceso histórico será sistémico, pluralista y complejo, antitético al método dialéctico y universalizador del hegelianismo occidental.
Hoy, las partes inferiores de la historia revelan las amargas decepciones de una crisis de legitimidad de las democracias, de las concepciones del estado de derecho y de los derechos universales, culpables de separar la relación íntima entre lo universal y lo individual en favor de los conceptos y visiones del mundo que carecen de trascendencia, allanando el camino para la revuelta de la tradición y el pasado como formas auténticas de historicidad.
En este contexto, una ampliación del "modelo democrático" aparece, en su forma abstracta, como la expresión de una visión utópica de la historia, chocando con una interpretación mesiánica del mundo histórico.
En esta analogía, la tradición y las sociedades tradicionales dan testimonio de la expresión de otras formas de "historicidad", indiferentes a la idea de racionalismo, duda y "democracia", aparte, es decir, de sus capas cosmopolitas, libertarias y no orgánicas, que están en cualquier caso excluidos del cargo público. Interpretar la democracia como un "modelo" también es negar el hecho de que los regímenes políticos evolucionan de acuerdo con sus propias leyes, o de acuerdo con su propia individualidad histórica, que es en Europa soberana o estatal.
Bruselas, 11 de septiembre de 2019
(1) Heartland, „The Geographical Pivot of History”, 1904, Halford Mackinder
(2) Rimland, the sea border of Eurasia, or „inner crescent”, the geostrategic concept of Nicholas Johan Spykman.
Texto preparado para su presentación en el "Tercer Foro de Chisinau", 20 y 21 de septiembre de 2019
Por Irnerio Seminatore, presidente del Instituto Europeo de Asuntos Internacionales