De la DFS al Cisen la inteligencia del Estado mexicano se debilita

09.03.2019

Actor geopolítico mayor, el Estado se encuentra hoy cuestionado por numerosas tendencias culturales, entre las que destaca la inteligencia. Y en este sentido, la geopolitóloga Juliette Faure, que sabe muy bien sumar, ha demostrado que un recurso de control tan significativo como la inteligencia artificial, que es una variable específica y sofisticada, capaz de atacar y modificar enclaves y de competir con las instancias educativas del Estado en sus prerrogativas clásicas como el conocimiento, el control y la administración de su cuerpo social. Este tipo de inteligencia termina por hacer plausible la desaparición de la ley humana en provecho de un código. Saber, regular y tomar decisiones. La inteligencia artificial es sin duda un actor geopolítico como lo es el Estado nacional en el que aparece. La inteligencia artificial es un hecho consumado en Europa y otros países del norte del planeta. Ni siquiera es imaginable, sin embargo, en la zona latinoamericana.

 
En los países avanzados de occidente lo mismo que en su zona tercermundista la posmodernidad ha desplazado el centro de gravedad del poder social a la periferia de las modas culturales, donde se disemina por igual entre expertos y oligofrénicos, adultos y niños, ciudadanos libres y reclusos. La cultura salta a pedazos al gusto de los consumidores. La cultura designaba antes, dice D. Antonio García Trevijano, el modo colectivo de vivir en sociedad en contraste con las normas de urbanidad. Pero la cultura se relativiza hoy en los modales distintivos de cada grupo social, capaz cada uno de ellos de abstenerse de participar en la convivencia ordenada siguiendo el gusto de su instinto. En la zona periférica del mundo occidental el Estado carece de la brújula que sería indispensable para orientarse a sí mismo ante las variedades enormes de su propia complejidad. 
 
La inteligencia del Estado mexicano, un mito sin esperanza  
 
Fundada en 1947, la Dirección Federal de Seguridad, entrenada y organizada por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) surgió a la vida pública y a la muy privada y silenciosa, como un grupo paramilitar de contrainteligencia, para contribuir con el esfuerzo del bloque occidental anticomunista encabezado por Estados Unidos, país que al finalizar ese año desplazó a Europa a sus primeros contingentes de la recién nacida CIA a organizar, con el auxilio, de la OTAN, los ejércitos secretos que adoptarían el nombre de Stay Behind, pero que serían mejor conocidos con el nombre de su sección italiana: Gladio. En los años cincuentas esta Agencia Central de Inteligencia desplegaría sus fuerzas en la América Latina.
 
La DFS contó entre sus destacados directores al capitán Fernando Gutiérrez Barrios, y su actuación fue tan peculiar que hizo nacer el mito de su genialidad como dirigente esa corporación policial siempre lista a actuar en el seguimiento y control de extranjeros. Una de sus más delicadas misiones fue la de contribuir con el equipo necesario para que Fidel Castro tomara el poder político de Cuba a finales de los años cincuentas. El efecto inmediato de ese asalto al poder fue la cancelación del proyecto del Sindicato del Crimen, manejado por judíos e italianos, fuerzas fundamentales del partido demócrata, de apoderarse de hoteles y casinos y convertir a Cuba en un gran burdel. Como lo expresó la revista francesaL Express, el estado cubano se libró de ser un burdel público, pero su gobierno castrista se sumó al engranaje de los tráficos ilegales sobre todo de las drogas. 
 
La DFS fue el servicio de inteligencia de la presidencia de la república pero fue incluido su nombre en el organograma de la secretaría de Gobernación, en la vecindad con la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales,  servicios confidenciales,  constituyentes de la "inteligencia" de Gobernación (Interior). Las tareas de esta segunda dependencia eran elementales; consistían en hacer el seguimiento de los candidatos de los partidos políticos registrados para estar en medida de hacer las cooptaciones necesarias para el control del partido oficial y su oposición llamada leal.
 
1985, año de la desintegración de la DFS y la DGIPS
 
En el tercer año de gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado como presidente de la República la catalogación del Estado mexicano como narcoestado era indiscutible. Sobre un trípode formado por la secretaría de Gobernación. la de Defensa y la Procuraduría General de la República, quedó fincado el edificio de la corrupción del aparato administrativo estatal, del que era centro Miguel. El presidente mexicano recibió presiones de Estados Unidos de dar por terminada las tareas criminales que se perpetraban con la protección de la presidencia de la república y optaron por responsabilizar al director de la DFS Antonio Zorrilla de haber asesinado al periodista escandaloso Manuel Buendía y de haber repartido carnets de la DFS a los delincuentes para su protección.
 
Bajo numerosos cargos verdaderos y ficticios, la DFS finalizó sus días de vida en enero de 1985. Y a finales de ese año el general Jorge Carrillo Olea que era subsecretario de Gobernación, del área de "seguridad nacional", de la que no sabía mucho. El modelo que siguió Carrillo Olea fue el de la Dirección de Investigaciones Políticas y sociales, que como hemos dicho, limitaba su actividad al seguimiento no muy preciso de militantes políticos que deseaban ser candidatos de sus correspondientes partidos.
 
El Estado mexicano quedó así desprotegido como consecuencia de la desaparición de la DFS, entre 1985 y nuestro año 2019. El territorio nacional se llenó de situaciones conflictivas y prometedoras de  proyectos balcanizadores, como el crimen organizado, el indigenismo de factura norteamericana, y los contingentes católicos en ocasiones unidos al Instituto por una Sociedad Abierta, inspirado por Georg Soros. Este organismo, encargado de echar a andar conflictos de cuarta generación, guerras enmascaradas de movimientos populares en especial estudiantiles. 
 
Así nace como instrumento del gobierno, que no del Estado. una estructura de inteligencia que será manejada por la secretaría federal de Seguridad Pública, debiendo estar bajo la dirección del jefe del Estado, don Andrés Manuel López Obrador. Esto ocurre mientras la secretaria de Gobernación Olga Sánchez, legaliza las drogas, medida que repercute inevitablemente en las aguas territoriales mexicanas donde ni siquiera la Armada de México sabe lo que ocurre, ni lo que allí circula. Pero los expertos que sí saben, advierten de la gran actividad criminal que allí desemboca. De manera que México es una complejidad que se agudiza con la presencia de hibridaciones de todo tipo, consistente ésta en la unidad orgánica de delincuentes  con terroristas o grupos políticos. En el norte de Veracruz, estado costero, las hibridaciones incluyen a ciertos notarios, que dan fe de actos jurídicos como compreventas de bienes raíces que han aparecido por la violencia física y moral. En varios lugares se dan estas hibridaciones donde sus cabecillas presumen de que ser capaces de "comprar" a los jueces para que hagan su voluntad.