El acuerdo sobre el Cambio Climático de París: ¿qué hay detrás de las bellas palabras?

22.09.2016

Ayer, por la noche (hora de Moscú), en la sesión de la ONU dedicada a las cuestiones ambientales, 31 países se unieron oficialmente al acuerdo sobre el Cambio Climático de París. Por lo tanto, el número total de países que ha ratificado el acuerdo alcanzó los 60.

Un globalismo suave

El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, declaró la lucha contra el cambio climático como su máxima prioridad cuando asumió el cargo, dio las gracias a los 60 países y llamó al mundo a seguir su ejemplo. "Espero que hasta el momento en que deba dejar mi cargo, podamos alcanzar el 7,5% restante", añadió.

El Secretario General de la ONU dijo que ya recibió los documentos de la inminente ratificación de otros 14 países, incluida la Unión Europea. Estos paises se comprometen a cumplir con las condiciones del acuerdo antes de que finalice el año.

La crítica

Inicialmente, los intentos de algunos países por limitar las emisiones de dióxido de carbono han sido criticadas por los países en desarrollo. Por ejemplo, esta es la posición de Bolivia, que ha señalado los graves abusos por parte de los países capitalistas desarrollados en relación con el medio ambiente en el periodo anterior (durante el siglo XX). De acuerdo con el gobierno de Bolivia, ahora algunos países del "primer mundo" simplemente quieren limitar el desarrollo tecnológico adicional de otras potencias (anteriormente, los iniciadores del acuerdo deseaban obligar a los países en desarrollo a pagar cuotas por las emisiones de dióxido de carbono).

 

El clima y grandes cantidades de dinero

Además, no está claro el papel de las empresas transnacionales. Desde los años 90, muchas empresas trasladaron su producción (especialmente, la producción dañina) hacia los países de Asia y América Latina, dejando sus sedes en los Estados Unidos (y con menos frecuencia, en Europa). Sin embargo, no se habla sobre algo que parece lógico: obligar a la empresas a poner en práctica equipos "verdes" y a pagar las compensaciones necesarias con sus beneficios.

El gran capital

Sin embargo, no se debe creer que después de la ratificación las empresas más ricas vayan a sufrir, y no es por casualidad que Estados Unidos, recientemente, durante la cumbre del G-20 en China, instara a ratificar el tratado por parte de todos los países. En aquel entonces, Barack Obama logró convencer al líder de China, Xi Jinping, después de lo cual Japón también expresó su compromiso con el pensamiento ambiental.

En un comunicado publicado por el Departamento de Estado de Estados Unidos en relación con la ratificación, se dice que "en los últimos años, los Estados Unidos y China han hecho de la cooperación en materia de cambio climático un pilar de las relaciones bilaterales". Sin embargo, esto no se debe a que Obama cuide el medio ambiente (como se vende en los medios estadounidenses), sino al hecho de que tales importantes cambios son muy beneficiosos para el mercado del carbón, principalmente para los Estados Unidos y Australia, que ya no necesitan competir con Indonesia, que es el principal proveedor de carbón barato.

Con el fin de lograr la reducción necesaria de las emisiones de dióxido de carbono, los países firmantes tienen que revisar su lista de proveedores de energía. Si China solía utilizar el carbón barato procedente de Indonesia, ahora tendrá que utilizar el carbón estadounidense, y si no, entonces será obligada a remodelar completamente el sistema de energía con el fin de adoptarlo a una planta de energía nuclear, cuya construcción también se proponen construir los Estados Unidos. China, sin embargo, ya ha acordado la construcción de una central nuclear con Turquía, lo que fue una gran sorpresa para Washington.

Las innovaciones no se cumplen

La ratificación en Japón del Acuerdo de París, se lleva a cabo en el contexto de la sesión del Parlamento japonés, que debe decidir sobre el destino del innovador reactor Monza. Se ha informado que lo más probable es que el nuevo reactor tenga que ser destruido a causa de su demasiado costoso mantenimiento.

Construido en 1995, el reactor experimental utilizaba como combustible plutonio y uranio de bajo enriquecimiento, y casi no estaba funcionando. Para mantener el reactor detenido, el gobierno japonés gasta 200 millones de dólares anuales, y la perspectiva de encontrar un nuevo operador para el proyecto es muy incierta.

El principal problema radica en el hecho de que la demolición del reactor puede dar lugar a un giro brusco en el programa de energía japonesa, ya que el programa anterior tuvo como objetivo la creación de un sistema en el que los reactores de Monza juegan un papel central. El rechazo total del reactor conducirá a una detención en el desarrollo en esta dirección y, en consecuencia, a adoptar un nuevo programa de energía.

Recordemos que después del accidente en la central nuclear "Fukushima-1", muchos de los planes del gobierno japonés en esta área ya han sido revisados y el uso de la energía nuclear en las islas, propensas a frecuentes  terremotos, no está aprobada. En consecuencia, lo más probable es que un nuevo programa japonés sería beneficioso para los grandes proveedores de carbón, y, como en el caso de China, los Estados Unidos esperan ser sus proveedores.

Sin embargo...

El Acuerdo de París no prevé ninguna sanción o acciones si no se cumplen sus objetivos. Por otra parte, en el derecho internacional no existe la obligación de reducir las emisiones de dióxido de carbono.

Por lo tanto, lo más probable es que su ratificación no sea para muchos países sino una manera de mejorar la imagen en el ámbito internacional. Lo más probable e que entre estos paises también se encuentre China. Existen serias dudas de que Pekín vaya realmente a rechazar la producción perjudicial para el medio ambiente y, en vez de eso, use un costoso carbón estadounidense.