El poder se cierne sobre Asia una vez más

22.04.2016

Cuando Portugal y Castilla se echaron a navegar el Atlántico para rodear la valla islámica, las principales fuerzas económicas y políticas del mundo no eran europeas. El poder más importante de la época, tanto por su territorio (10 millones de Km2) como por su población (en torno a 100 millones de habitantes), así como por su desarrollo en la manufactura y producción artesana, era el imperio chino.

La dinastía Ming en 1368, con la expulsión de los mongoles, fue capaz de lograr la unificación política y la centralización del poder. China fue la principal fuerza militar en el mundo. Su marina de guerra constaba de 1500 barcos, y su ejército sumaba algo más de un millón de hombres. También se presume que era la vanguardia tecnológica de la época. Debido a este desarrollo tecnológico vinieron increíbles e importantes invenciones, como el compás, la pólvora, el papel, la imprenta, solo por mencionar los más relevantes y mejor conocidos. Igualmente, en cuestión de infraestructura –carreteras y canales- China fue posiblemente la región más desarrollada en el mundo.  También estaba sometida a un intenso tráfico comercial –de dimensiones muy considerables- con Indonesia, Filipinas y el Japón de Aquel tiempo.

Asía mantenía en su pecho –junto con China- a otras importantes potencias políticas y económicas: El imperio Mogol, la confederación Maratha –en la que es ahora el territorio de la India-, el Imperio Persa y el Imperio Otomano. India, aunque cubría una superficie de 3,5 millones de km2, tenía una población de 80 millones de habitantes y con un desarrollo industrial no inferior a China, se encontraba a sí misma dividida entre el Imperio Mogol, la Confederación Maratha y un revoltijo de principados independientes. La Confederación Maratha dominaba el centro de la moderna India. Hacia el sur, una multitud de príncipes independientes controlaban las costas de Malabar y el Coromandel. La desintegración política hizo de India, a pesar de su enorme peso económico, un actor geoestratégico de ninguna importancia.

Persia era la segunda potencia islámica, con cerca de 10 millones de habitantes. En 1502, bajo la dinastía Safawí –de credo chií-, registró un renacimiento extremadamente importante tanto en su poder político como en el comercio, industria, arte y arquitectura. Su posición estratégica provocó que se convirtiera en una potencia con posibilidades de influenciar los acontecimientos mundiales. El imperio turco otomano –entonces, la principal “amenaza” estratégica de la península europea- era la mayor potencia islámica. Con 14 millones de habitantes, dominaba las islas balcánicas, el mar negro, el mediterráneo oriental, asia menor, Mesopotamia, norte de áfrica y el mar rojo. [1]

El centro del poder mundial estaba, indiscutiblemente, en Asia. No obstante, con los viajes oceánicos y descubrimientos que realizaron los navegantes europeos occidentales hace 5 siglos, empezó la transformación del mapa geopolítico del mundo. Así, el centro del poder mundial dio un repentino salto. Saltó, desde el corazón del imperio chino, a la península ibérica, y más tarde, latía sobre Sevilla y Lisboa, y después, por un tiempo sobre la Inglaterra isabelina, para saltar sobre el atlántico y plantarse en norte américa, donde la élite, los descendientes de los “padres fundadores”, construyeron el primer estado-nación industrial continental de la historia, elevando, como hizo Inglaterra en su tiempo, una vez más, el umbral de poder. 

Desde el comienzo del primer periodo de la globalización –protagonizado por los grandes navegantes portugueses, italianos y españoles-, el poder abandonó Asia.

Hoy en día, sin embargo, como advirtió tempranamente Arnold Toynbee:

Estamos yendo a una nueva era, en la que los medios físicos del tráfico humano no estarán jamás ni en la estepa ni en el océano, sino por el contrario, en el aire, y en una era aérea la humanidad puede alcanzar, por el batido de sus alas, la liberación de sus juveniles vínculos a la caprichosa configuración de la superficie –sólida y líquida- del globo. En una era aérea, la posición central de la gravedad de los asuntos humanos puede determinarse por la geografía humana y no por la física; no por la disposición de los océanos y mares, estepas y desiertos, ríos y cadenas montañosas, pasos y estrechos pasajes, sino por el contrario, mediante la distribución de masa, energía, habilidad, conocimiento y carácter humano. Y, entre estos factores humanos, la gravitación de masa puede finalmente volverse más grande que su influencia pasada. (Toynbee, 1967:63).

Así, es posible declarar que el poder se cierne una vez más sobre Asia, aunque todavía no ha “alumbrado” a alguna nación específica.

China, un nuevo actor que aspira al estrellato

La intervención de los Estados Unidos en la segunda guerra mundial –aunque hecha tardíamente para que los contratiempos permitiesen el definitivo debilitamiento estratégico del imperio británico- fue decisiva para derrotar el intento de la dominación mundial más anti-humana y siniestra de los tiempos modernos. La humanidad está en deuda con los Estados Unidos –y Rusia- por la derrota de la barbarie nazi.

No obstante, la victoria de los Estados Unidos sobre los poderes del eje no los condujo, en y por sí mismos, a convertirse en el único poder mundial hegemónico, como la élite dominante americana había planeado, y creído, desde tiempos tan atrás como la guerra contra España. [2]

Y es cierto que, durante 40 años, el “contra-poder soviético” obstaculizó la configuración hegemónica pero, desde la implosión de la Unión Soviética, los Estados Unidos recuperaron la “primacía global” y se abrió de nuevo al poder norteamericano, la posibilidad de organizar unilateralmente el sistema internacional en sus diferentes aspectos, en tal modo que sus propios intereses, en cualquier orden, serían asumidos y serían mantenidos en el tiempo. Sin embargo, esta posibilidad hoy depende de –según la perspectiva de Brzezinski- no solamente en el poder que los Estados Unidos han acumulado, sino también en como “juegan” en el tablero euroasiático.

Según Brzezinski, dado que Eurasia es y ha sido el centro del poder mundial –desde el tiempo en que los continentes han sido capaces de interactuar en el terreno de la política, durante unos 500 años, para obstaculizar el surgimiento de un poder euroasiático, dominante y antagonista, para los Estados Unidos es un “objetivo fundamental” en términos de su capacidad para ejercer la primacía global: “La política exterior de los Estados Unidos debería continuar tratando con la dimensión geopolítica y emplear su influencia en Eurasia para crear un equilibrio continental estable en el que los Estados Unidos ejercerían la función de árbitro político. Eurasia es, el tablero en que la lucha por la primacía global continúa jugándose, y esta lucha entraña geoestrategia: Acuerdos estratégicos de intereses políticos” (Brzezinski, 1998: 12). A causa de esto, concluye que, “es esencial que no haya surgimiento de algún aspirante al poder Eurasiático capaz de dominar Eurasia y, es más, también capaz de retar a los Estados Unidos” (12).

En el análisis hecho por la mayoría de la élite gobernante americana, este “estado aspirante” y que, según la lógica de Brzezinski, tendría que ser neutralizado antes de que terminase de desarrollar completamente su poder nacional- esta es la República Popular de China. En la tesis de Brzezinski, la primacía global de los Estados Unidos “depende directamente en durante cuánto tiempo, y cuán efectivamente, pueden mantener su preponderancia en el continente euroasiático" (Brzezinski, 1998: 39).

Nacionalismo y globalización en China

El crecimiento consistente y extraordinario del producto interior bruto chino, la apertura de su economía a las inversiones extranjeras, la modernización espectacular de su aparato productivo y el estallido impactante de su producción industrial en los mercados mundiales, tapa el hecho de que China se sumerge en la globalización en una efervescencia nacionalista absoluta. Este es el hecho central políticamente que deberíamos mantener en mente para cualquier análisis serio del futuro de este país. El liderazgo chino tiene una vocación imperial histórica y ha vivido los últimos 500 años de predominio occidental como una “profunda humillación”. [3]

Para comprender el nacionalismo chino y el “sentimiento de humillación” –que lo alimenta hasta un gran alcance- no es suficiente retraerse hasta la guerra del opio, sino más bien es mejor recordar que hace 500 años, cuando el continente empezó a interactuar, el imperio chino –a pesar de poseer todas las condiciones materiales requeridas- no fue el principal jugador de la primera etapa de globalización debido a solamente un error estratégico irreversible hecho por la dinastía Ming.

En cuanto a lo que ya hemos afirmado, la globalización empieza cuando el mundo latino-germánico se aventura a la inmensidad del océano atlántico, supera el cerco al que había sido sometido por el mundo islámico-otomano en la denominada “edad media”, desde el siglo 7 en adelante. Hasta este momento histórico, todos los pequeños reinos cristianos de la península europea estaban muy atrás respecto al imperio chino, y poseían un déficit absoluto científico y cultural:

La cultura europea, menos desarrollada (en comparación con la islámica, hindustani, y especialmente la cultura china), separadas por el “muro” otomano-islámico de las regiones centrales del continente mediterráneo Asiático-africano fue la periferia, hasta finales del siglo 15. (Dussel, 2004: 19)

70 años antes de que Colón desembarcara en América, la flota imperial china ya había llevado a cabo numerosos viajes transoceánicos, posiblemente alcanzando las costas del continente americano. El almirante Zheng He, un eunuco musulmán, instaló una gran escuela de navegación oceánica y construyó el mayor escuadrón naval en la historia para el emperador chino. Zheng hizo, al menos, siete viajes increíbles entre 1405 y 1423, alrededor del pacífico sur, el océano pacífico, el océano índico, el golfo pérsico y las costas de áfrica. Con sus expediciones, abrió las puertas del imperio para otras realidades culturales y también otras posibilidades comerciales. El 5 de marzo de 1421 partió del puerto de Nanking para hacer su séptimo viaje con una flota compuesta por 600 juncos y 300.000 tripulantes. Estas expediciones eran comerciales y científicas, y la escuadra cartografió África y Asia, siendo altamente probable que ellos circunnavegaran por primera vez, el globo entero y así, descubrieran América. En el viaje de regreso del séptimo viaje, una decisión geopolítica errónea china hizo que el nuevo conocimeinto nunca se transformase en conquista. En 1424, el emperador, convencido por los miembros de la corte de que los viajes del almirante fueron más lejos de lo que ellos trajeron para los cofres imperiales- decidió suspender las expediciones navales.

Los reinos de Portugal y Castilla –los cuales puede que hubieran alcanzado los mapas creados por la escuadra china-, menos desarrollados que el imperio chino, se lazaron al atlántico y emprendieron los grandes viajes de descubrimiento, así haciendo usufructo del “error estratégico” cometido por el imperio chino.

El emperador Ming, en 1424, decidió abandonar las expediciones navales, y así, el dominio indisputable de todos los océanos y la conquista de nuevas tierras. La decisión china de abandonar las expediciones navales dejó, en cierto sentido, un vacío de poder que fue llenado por Europa.

Para nuestra comprensión, este es el motivo por el que –según la misma “lectura de la historia”- China cree que estaba destinada a crear un imperio universal y que esta vocación les fue arrebatada por los pueblos “bárbaros” de la pequeña península europea.

Bzezinski:

El nacionalismo actual e intenso del pueblo chino es ahora solamente nuevo por su gran penetración social, viendo cuanto en ello interviene la auto-identificación y las emociones de un número sin precedentes de chinos. El nacionalismo chino está siendo un fenómeno principalmente confinado a los estudiantes que, en los primeros años de este siglo, fueron los precursores del Kuomintang y el partido nacionalista chino. El nacionalismo chino es, actualmente, un fenómeno de masas que define la mentalidad del estado más poblado del mundo. Esta mentalidad tiene profundas raíces históricas. La historia ha predispuesto a la élite china para pensar que China es el centro natural del mundo. De hecho la palabra “china” en idioma chino –Zhong-guo, o “reino medio”- transmite la idea de la centralidad de China en los asuntos mundiales y, al mismo tiempo, reafirma la importancia de la unidad nacional. (Brzezinski 1998: 163).

Como consecuencia, si China es capaz de neutralizar las terribles fuerzas exógenas –que desean su fragmentación interna-, mantiene su estabilidad social y tasa acelerada de crecimiento durante las siguientes tres décadas, entonces alcanzará las condiciones que Helio Jaguaribe denomina “equipolencia”, con los Estados Unidos. El éxito del desarrollo chino –además de la posible recuperación parcial del poder ruso, que empieza con Vladimir Putin, y por la adopción de una política exterior y una política de autodefensa en nombre del núcleo duro de la UE (Alemania y Francia)- podrían causar un “orden mundial multipolar” que prevalezca a mitad de siglo, una circunstancia que incrementaría el margen internacional del trabajo y la autonomía nacional de los países sur americanos.

Los desafíos que llegan desde el lejano oriente

Y ahora, independientemente del hecho que China podría convertirse en una potencia productora de alta tecnología y conocimiento- condición sine qua non para alcanzar una relación de “equipolencia” con el poder americano-  hay algunas dudas tanto como si o como no sea una realidad posible, que alrededor del 2030 el país asiático estaría en una posición para convertirse una gran potencia industrial, con capacidades reales para proveer, con sus productos manufacturados, al mundo entero.

Una vez que China se transforme en la “factoría más grande del mundo”, también se convertirá –como ya ocurre, en cierta medida en el presente- en un “gigante vacío de materiales raros”, provocando en consecuencia, una elevación de los precios internacionales. Este hecho, que ya favorece a las economías primarias suramericanas, tenderá a volverse cada vez más obvio. Una nueva era dorada llegará entonces para la exportación de productos primarios, una era en la que quizá ya hayamos entrado.

El añadido en el ámbito del comercio universal de un nuevo y voraz demandante de materiales raros (al que debemos añadir la creciente demanda de India) – cuya presencia ya puede ser claramente “palpada” en el presente, a través del simple estudio estadístico del sorprendente incremento en el valor de los productos básicos en años recientes- esto generará una nueva presión, añadida a aquellas que ya existen, que podrían influir paradójicamente en un sentido altamente negativo para las posibilidades del desarrollo autónomo de la región suramericana.

Esto se fomenta, por el creciente valor de sus productos extractivos, la tentación de retroceder hasta diagramas preindustriales –especialmente en Argentina y, aunque en menor medida, también en Brasil- podría volverse cada vez más intenso. Es más, se fomentaría –e incluso peor, “se justificaría”- la posición de aquellas élites locales que consideran los planes para el desarrollo industrial autónomo, como “innecesarios”  e incluso “forzados”. Esto va sin mencionar a aquellos países suramericanos cuyas economías continúan dependiendo de planes preindustriales, en los que, directamente, el futuro los haría disfuncionales para realzar algún intento de industrialización o tecnologización de forma autónoma.  A la presión mental y a la tentación consecuente con la desindustrialización, debemos añadir, como complemento o corolario natural, la “oferta” global desproporcionada de productos manufacturados –desde bajo y medio rango hasta alta tecnología- que con la irrupción del “vendedor” chino (y probablemente también de India) terminará descendiendo los precios de estos bienes manufacturados hasta niveles probablemente despreciables.

La existencia de un nuevo “comprador” de materiales raros tiene, como lógica contraparte, la aparición de un nuevo “vendedor” de bienes manufacturados, y la competición y sobreabundancia del segundo terminará por multiplicar exponencialmente la presión internacional para mantener a la totalidad de Suramérica como un “mercado natural” y así, obtener “apertura sin restricciones” de las economías de las naciones suramericanas. Tal sobreabundancia de bienes manufacturados en el mercado global –de la cual, la escala de producción  que china puede alcanzar será en gran parte responsable- tenderá a hacer los precios de cualquier producto industrial manufacturado lejos de nuestra región tenga un coste infinitamente inferior a cualquier producto industrial manufacturado en Suramérica.

Tendremos que añadir el efecto destructivo de los posibles excedentes de la producción industrial global hasta el abastecimiento desproporcionado. Dada la enorme escala de producción que la economía china es capaz de alcanzar –y la India también- entre 2020 y 2050, es altamente probable que estas economías generen enormes excedentes de producción hasta tal punto que, se viertan indiscriminadamente al mercado internacional, que serían vendidas a precios despreciables, incluso más bajo de su coste, por esto, será más valioso para estas nuevas economías que vendan mal sus bienes producidos antes de detener su crecimiento. La disputa comercial con otros naciones ya industrializadas por mercados específicos, será capaz de convertir a Suramérica en uno de los principales “patos en la boda” de esta disputa global por los mercados de consumo.

Esta situación sería claramente capaz de aniquilar la producción local y, debido a no estar neta y completamente prevista y neutralizada por una política proteccionista inteligente, consentida, común y unívoca, condenaría a toda Suramérica a una especialización excluyente y retornaría a las naciones de la región hasta la condición de simples suministradores de materiales raros y productos agrícolas no-manufacturados.

Notas al pie:

1. Los números sobre la población, área de superficie, producción industrial y efectividad de los ejércitos usados aquí, son tomados del brillante trabajo de Aldo Ferrer (2001b: 19-28).

2. Desde el principio de la primera guerra mundial, la élite dirigente americana se encontró con la idea de que los Estados Unidos deberían apoyar a la potencia inglesa para eliminar al único competidor real que era el poder industrial alemán, para convertirse de este modo en la principal potencia hegemónica en el mundo. Uno de los hombres de la élite que más claramente expresó el proyecto hegemónico norteamericano de este tiempo de la guerra contra España fue Theodor Roosevelt. Pero la élite dirigente americana sabía que la ejecución de este plan geopolítico no sería soportable por la gente, imbuida con profundos ideales democráticos. Así, Woodrow Wilson traducirá, de un modo más fácilmente asimilable –envolviéndolo en un formato idealista- para el pueblo americano, el proyecto geopolítico hegemónico que había sido expresado brutalmente por Roosevelt. Como declara el historiador americano Immanuel Wallerstein (citado por Methol Ferre 2001:30), el hecho fundamental de la primera mitad del siglo 20 es la alianza anglosajona que destruye el poder industrial alemán, que era el corazón de Europa. Este acto saldó la cuestión del siglo que más tarde se convertiría en la competición de dos estados continentales, la Unión Soviética por un lado y los Estados Unidos por el otro. Y esta nueva competición justo apenas se relajó en 1989.

3. Toda la historia de China ha predispuesto a su élite gobernante a pensar que su nación es el centro natural del mundo: “Esta perspectiva también implica la existencia de un sistema jerárquico de influencia ordenada radialmente que va desde el centro  hacia la periferia, y así China, como el centro, espera ser tratada con diferencia por otros. […] Desde esta lente, la pérdida de la grandiosidad de China –los últimos 150 años de humillación son una aberración, una profanación de la condición especial china y un insulto personal a cada chino- debería ser borrada y sus perpetradores merecen ser castigados” (Brzezinski, 1998: 163-164).

Bibliografía:

  • ANDREWS, C.M., The Colonial Background of the American Revolution, ed. Univ. de Yale, New Haven, 1924.
  • ANDREOTTI, Gonzalo Cruz, “Introducción general” a POLIVIO, Historia. Libros I-V, Madrid, Ed. Gredos, 2000.
  • ARON, Raymond, Paix et guerre entre les nations (avec une presentation inédite de l’auteur), París, Calmann-Lévy, 1984.
  • BAILEY, Paul, China en el siglo XX, Barcelona, Ed. Ariel, 2002.
  • BEER, G.L., The Old Colonial System, 1660-1754, ed. Macmillan, Nueva York, 1912.
  • BENEYTO, Juan, Fortuna de Venecia. Historia de una fama política. Madrid, Ed Revista de Occidente, 1947.
  • BEY, Essad, Mahoma: Historia de los árabes, Buenos Aires, Ed. Arábigo-Argentina El Nilo, 1946.
  • BENZ, Wolfgang, Amerikanische Besatzungsherrschaft in Japan 1945-1947. Dokumentation. Vierteljahrshefte fur Zeitgeschichte, 26 .Jhg, 2H, abril 1978.
  • BIEDA, Karl. The Structure an Operation of the Jananese Economy. Sydney, ed John Wiley, 1970.
  • BRINES, Russel. Mac Arthur’s Japan. New York, ed Lippincott, 1948.
  • BROSSAR,DE, Maurice, Historia Marítima del mundo, Madrid, ed. Edimat, 2005.
  • BROCHIER, Hubert. Le miracle économique japonais 1950-1970. Paris, Calman-Levy, 1970
  • BRZEZINSKI, Zbigniew, El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, Barcelona, 1998.
  • CARMAN, H. J., Social and Economic History of the Uneted States, ed. Heath, Boston 1930.
  • CLAPHAM, John, The Economic Development of France an Germany, 1815-1914, Londres, Cambridge University Press, 1936.
  • CLARK, V. S., History of Manufactures in ten United States, 1607-1860, ed. Carnegie Institution, Washington, 1916.
  • CLAUDER Anna, American Commerce as Affected by the Wars of French Revolution and Napoleon, 1793-1812, ed Univ de Pensilvania, Filadelfia, 1932.
  • CLAUSEWITZ, Karl von, De la guerra, Buenos Aires, Ed. Labor, 1994.
  • CLOUGH, Shepard Banroft, France: A History of Nacional Economics, 1789-1939, Nueva York, ed. Charles Scribner’s Sons, 1939.
  • COLE, G.D.H, Introducción a la historia económica, Buenos Aires, ed. Fondo de Cultura Económica, 1985.
  • COSANZA, Mario Emilio, The Complete Journal of Towsend Harris, First American Consul General and Minister to Japon, New York, ed Japan Society, 1930
  • COSTA, Darc, Estrategia nacional, la Cooperación sudamericana como camino para la inserción internacional de la región, Ed. Prometeo, Buenos Aires, 2005
  • DAWSON, William, Protection in Germany: A History of German Fiscal Policy During the Nineteenth Century, Londres, ed. P. King, 1904.
  • DAWSON, William, The Evolution of Modern Germany, Nueva York, Ed Charles Scribner’s Sons, 1919.
  • DERRY T.K y WILLIAMS Trevor, Historia de la tecnología, Madrid, Ed Siglo XXI, 2000.
  • DROZ, Jacques, La formación de la unidad alemana 1789/1871, Barcelona, ed. Vicens-Vives, 1973.
  • EGERTON, H.E.,Short History of British Colonial Policy, ed. Methue, Londres, 1924.
  • EAST, R. A, Business Enterprise in the American Revolutionary Era, Ed. de la Univ. de Columbia, Nueva York, 1938.
  • FAIRBANK, John, China: una nueva historia, Barcelona, ed. Andrés Bello,1996.
  • FERRER, Aldo, De Cristóbal Colón a Internet: América Latina y la globalización, Bs.As.,Fondo de Cultura Económica, 1999.
  • FERRER, Aldo, Historia de la globalización. Orígenes del orden económico mundial, Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 2001.
  • FERRER, Aldo, Hechos y ficciones de la globalización. Argentina y el MERCOSUR en el sistema internacional, Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 2001.
  • FRIEDLANDER, H.E y OSER, J, Historia económica de la Europa Moderna, México, ed. Fondo de Cultura Económica, 1957.
  • FULBROOK, Mary, Historia de Alemania, Cambridge, Ed.Cambrige University Press, 1995.
  • GADDIS, John Lewis, Estados Unidos y los orígenes de la guerra fría. 1941-1947, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1989.
  • GUILLAIN, Robert. Japon Troisieme Grand. Paris, ed. Seuil, 1969.
  • HART Michael y NEGRI, Antonio, Imperio, Buenos Aires, ed. Paidos, 2003.
  • HART, Michael y NEGRI, Antonio, Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio, Buenos Aires, ed. Sudamericana, 2004.
  • HECKSCHER, Eli, The Continental System, an Economic Interpretation, Oxford, University Press, 1922
  • HORROCKS, J.W., A Short History of Mercantilism, ed. Metheu, Londres, 1924
  • HOFFMANN, Stanley, Jano y Minerva. Ensayos sobre la guerra y la paz, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1991.
  • HOBSBAWM, Eric, Industria e Imperio, Buenos Aires, Ed. Ariel, 1998.
  • HOBSBAWM, Eric, La era de la Revolución 1789-1848.
  • HOBSBAWN, Eric. La era del capital, 1848-1875. Buenos Aires, ed. Planeta, 1978.
  • HUGH, Thomas, El Imperio Español. De Colón a Magallanes, Buenos Aires, ed. Planeta, 2004.
  • IMBER, Colin, El imperio Otomano, Buenos Aires, ed. Vergara, 2004.
  • JAGUARIBE, Helio, Un estudio crítico de la historia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2001.
  • KONETZKE, Richard, El Imperio español, orígenes y fundamentes, Madrid, Ediciones Nueva Epoca, 1946.
  • HENDERSON, William, The Zollverein, Londres, Cambridge University Press, 1939
  • HOFFMANN, Stanley, Jano y Minerva. Ensayos sobre la guerra y la paz, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1991.
  • HUGH, Thomas, El Imperio Español. De Colón a Magallanes, Buenos Aires, ed. Planeta, 2004.
  • LACY, Dan, El significado de la Revolución norteamericana, Buenos Aires, ed. Troquel, 1969.
  • LEVASSEUR, E, Histoire du commerce de la France de 1789 a nos jours, vol II, París, ed Arthur Rousseau, 1912.
  • LIANG, Quiao y XIANGSUI, Wang, Guerra senza limite, ed. Librería Editrice Goriziana, Gorizia, 2001
  • LIST, Friedrich, Sistema Nacional de Economía Política, Madrid, Ed, Aguilar, 1955.
  • LICHTEHEIM, George, El imperialismo, Madrid, ed. Alianza, 1972.
  • LUDWIG, Emil, Historia de Alemania, Buenos Aires, ed. Anaconda, 1944.
  • MAC ARTHUR, Douglas. Reminiscences. London, ed. Heinemann, 1964.
  • MIGUENS, José Enrique, Democracia práctica. Para una ciudadanía con sentido común, Buenos Aires, Emecé editores, 2004.
  • MCLUHAN, Marshall, Guerra y paz en la aldea global, Barcelona, ed. Planeta –De Agostini, 1985.
  • METHOL FERRE, Alberto y METALLI, Alver, La América Latina del siglo XXI, Buenos Aires, Ed. Edhsa, 2006.
  • MILLER, William, Nueva Historia de los Estados Unidos, Buenos Aires, ed. Nova, 1961.
  • MONIZ BANDEIRA, Luiz Alberto, Argentina, Brasil y Estados Unidos. De la Triple Alianza al Mercosur, Buenos Aires, Ed. Norma, 2004.
  • MONIZ BANDEIRA, Luiz Alberto, La formación de los Estados en la cuenca del Plata, Buenos Aires, Grupo Editor Norma, 2006.
  • MORGENTHAU, Hans, Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1986.
  • MORISHIMA, Michio, ¿Por qué ha triunfado Japón?, Barcelona, ed. Critica, 1997.
  • MORRISON, Samuel Eliot, Old Bruin. Commodore Matthew C. Perry, 1794-1858, Boston, ed. Little Brown, 1967.
  • NEUMANN, William, America Encounters Japan. From Perry to MacArthur. London, The Johns Hopkins Press, 1963.
  • NYE, Joseph, La naturaleza cambiante del poder norteamericano, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1991.
  • OHKAWA, Kazuski and ROSOVSKI, Henry. Japanese Economic Growth. Trend Acceleration in the Twentieth Century. Stanford, Stanford University Press, 1973.
  • PANICAR, K.M., Asia y la dominación occidental. Un examen de la historia de Asia desde la llegada de Vasco da Gama 1498-1945, Buenos Aires, ed. Eudeba, 1966.
  • PIERENKEMPER, Toni, La industrialización en el siglo XIX , Madrid, ed. Siglo XXI, 2001.
  • PINHEIRO GUIMARAES, Samuel, Cinco siglos de periferia. Una contribución al estudio de la política internacional, Buenos Aires, Ed. Prometeo, 2005.
  • POLIBIO, Historias, libros I-V, Madrid, Ed. Gredos, 2000.
  • POHLE, Ludwig, Die Entwicklung des deutschen Wirtschafatslebens im letzten Jahrhundert, Leipzig, ed. Teubner, 1923.
  • POTEMKIN, V. , Historia de la Diplomacia, Buenos Aires, ed. Lautaro, 1943.
  • PUIG, Juan Carlos, Doctrinas internacionales y autonomía latinoamericana, Caracas, Ed del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Univ. Simón Bolívar, 1980.
  • REISCHAUDER, E.O. Histoire du Japón et des Japonais de 1945 a 1970. Paris, ed Seuil, 1970.
  • RIBEIRO, Darcy, El proceso civilizatorio: de la revolución agrícola a la termonuclear, Buenos Aires, Centro editor de América Latina, 1971.
  • SEDILLOT, René, Histoire des Colonisations, Paris, ed. Fayard, 1958.
  • SCHULTZ, Helga, Historia económica de Europa, 1500-1800, Madrid, ed Siglo XXI, 2001.
  • SCHMOLLER, Gustav, The Mercantile System and Its Historical Significance, ed. Smith, Nueva York, 1931.
  • TAKAHASHI, Kamekichi, The Rise and Development of Japan’s Modern Economy, Tokio, The Jiji Press, 1969.
  • TOFFLER, Alvin, La revolución de la riqueza, Buenos Aires, ed. Sudamericana, 2006.
  • TOYNBEE, Arnold, La civilización puesta a prueba”, Buenos Aires, Emecé Editores,1967.
  • TRIAS, Vivian, El Imperio británico, Cuadernos de Crisis n°24, Buenos Aires, ed. Del noroeste, 1976.
  • TRYON, R.M.Household Manufactures in the Unites States, 1640-1860, ed. Univ. de Chicago, Chicago, 1917.
  • UNDERWOOD FAULKNER, Harold, Historia Económica de los Estados Unidos, Buenos Aires, ed. Novoa, 1956.
  • WARD, Robert. “Democracy and Planned Political Change”. The Japan Foundation Newsletter, vol. IV, n° 6, febrero 1977.
  • Articles:
  • DUSSEL, Enrique, “La china (1421-1800). Razones para cuestionar el eurocentrismo”, Otro Sur, Año 1, n°2, Rosario, agosto 2004.
  • HACKER, Louis, “The First Amecican Revoluction”, Columbia University Quaterly, n° XXVII, 1935.
  • HAN, Su ngjoo. “Japan’s PXL decisión. The Politics of Weapons Procurement”. Asian Survey, vol XXIII, n° 8, 1978.
  • HATA Ikuhiko, “Japan under Occupation”.The Japan Interpreter, vol 10, Winter 1976.
  • HOBSBAWM, Eric “Un imperio que no es como los demás”, Le Monde diplomatique, Bs. As., año IV, n° 48, junio 2003.
  • NYE, Joseph, “Política de seducción, no de garrote”, Clarín, Buenos Aires, 11 de septiembre 2006.
  • ZAITSEV, V. “Japan’s Economic Policies: Illusions and Realities”.Far Eastern Affaier, n°1, 1978.
  • SATO, Seiichiro. “The Trouble with MITI”, Japan Echo, vol. V, n°3, 1978.