Trump y nuestra victoria en Ucrania
Todo nuestro futuro, el hecho de que Rusia siga siendo Rusia, depende de nuestra victoria en Ucrania. Por lo tanto, no hay problema más importante que la guerra, porque esta guerra es sagrada.
El regreso de Trump a la Casa Blanca, ya que esta guerra comenzó con su salida, tiene una gran importancia, porque significa un cambio radical en último momento de quien está al mando de nuestros enemigos. La guerra que estamos librando ahora es contra el Occidente colectivo, la OTAN y la élite globalista que dirige la OTAN. Pero ahora Trump se encuentra al frente de los EEUU y anuncia que también se encuentra en guerra con la élite globalista. No obstante, EEUU sigue siendo el líder del Occidente colectivo y de la OTAN, sin importar que Trump este en el poder o no. Todo ello crea una disyuntiva bastante particular. Nuestro creciente interés por la presidencia de Trump va en la dirección correcta. Después de todo, se trata de un cambio de liderazgo en el campo de nuestros enemigos y mucho depende de ello. Sin embargo, resulta imposible saber que podemos esperar de Trump y su administración, aunque algunas tendencias son discernibles. Trump se está alejando claramente del globalismo liberal de izquierda, lo que significa que establecer relaciones con Washington a través del CFR (Consejo de Relaciones Exteriores) y otras estructuras liberales de izquierda resulta contraproducente. Con respecto a los neoconservadores, no hay nada de qué hablar con ello.
Aparentemente, la administración Trump será una mezcla entre neoconservadores (globalistas de derechas) y realistas. Trump es más cercano a los realistas, pero esta escuela de Relaciones Internacionales ha sufrido un retroceso importante en las últimas décadas. Resultaría perfecto para nosotros que un Estados Unidos gobernado por realistas rechace la entrada de Ucrania en la OTAN, ya que una guerra con Rusia no tiene ningún sentido. No obstante, la realidad es que tendremos que lidiar con un Estados Unidos gobernado por una fuerza hibrida y que practicará una especie de “realismo globalista de derechas”. No se trata de una combinación fácil de comprender, pero nuestro camino hacia la Victoria dependerá de la forma en que confrontemos a esta fuerza.
Los globalistas de derecha e izquierda que dominaban durante la época de Biden nos han acercado a la guerra nuclear y a la destrucción mutua asegurada. Ahora nos encontramos al borde de un peligroso abismo. Tampoco resulta fácil saber que rumbo tomaran las relaciones internacionales con este realismo globalista de derechas. No debemos creer que Trump es la solución a todos nuestros problemas: es un error garrafal pensar que todo se solucionará, pues la lucha será larga y dura. La guerra no cesará de la noche a la mañana. Aunque con Trump en el poder habrá cambios en las relaciones entre Washington y Kiev y entre Washington y Bruselas. Es necesario entender claramente cuales serán estos cambios.
Sin embargo, considero que ya pasamos el punto irreversible de hablar sobre el congelamiento del conflicto, la creación de zonas desmilitarizadas provisionales y las garantías de que Kiev no entrará en la OTAN. Ahora sólo nos daremos por satisfechos con la capitulación completa del régimen de Kiev y el control total de Ucrania, ya sea como parte de Rusia (lo que casi siempre ha sido el caso) o como una entidad leal amistosa con respecto a nosotros. Eso es todo. Así es como empieza cualquier negociación y así es como termina. El resto se decide en el campo de batalla, es decir, con la Victoria. El problema es si ganamos o no. O ganamos o la humanidad desaparecerá (debido a Ucrania). Nuestra victoria total y absoluta en Ucrania es la garantía de la paz y la preservación de la humanidad. Una Rusia perdedora es un peligro y una Rusia ganadora, por el contrario, es amistosa e inofensiva. Este es un axioma desde la perspectiva del realismo en las Relaciones Internacionales. Obviamente, los globalistas ven la situación de otra manera, ya que su idea – el control total sobre toda la humanidad y de cualquier polo soberano existente, especialmente uno tan grande y activo como Rusia – implica que cualquier enemigo conocido debe ser destruido a cualquier precio. Los globalistas quieren destruir Rusia y nuestro objetivo es preservar la existencia de nuestro Estado-civilización. Dos objetivos diametralmente opuestos.
Los realistas estadounidenses también tienen un objetivo: volver a hacer grande a los Estados Unidos, es decir, construir una Estado-civilización independiente, soberano y próspero. Rusia no es un obstáculo para este objetivo. Nos sentiremos alegres de que Estados Unidos vuelva a ser grande nuevamente. Es algo bueno. Por nuestra parte, queremos que Rusia también sea grande. Por lo que estamos dispuestos a trabajar juntos en la destrucción del globalismo, ese es nuestro ideal. MAGA (Make America Greath Again) es teóricamente aceptable. Sin embargo, para que sea una realidad es necesario deshacernos de los neoconservadores, los globalistas de derechas y todo el sistema actual, ya que para ellos MAGA significa únicamente la hegemonía y el imperialismo de Estados Unidos. Por lo que Rusia, que no es una amenaza para Estados Unidos, vuelve a convertirse en un enemigo.
Este es el dilema geopolítico más complejo que tendremos que resolver con la nueva administración en Washington. Al mismo tiempo, la mayoría de nuestros expertos internacionales, educados en el globalismo y el liberalismo, no están preparados para resolver estos problemas y carecen de las competencias necesarias. Al fin y al cabo, nuestro objetivo es preservar la soberanía y la multipolaridad, además de la victoria en Ucrania, lo cual requiere de un patriotismo radical. Por otro lado, nuestros expertos tampoco saben cómo liderar con los tradicionalistas y conservadores cristianos (a veces judeocristianos), los cuales les resultan desconocidos y extraños. Nuestra relación con la América de Trump será un reto muy serio. Tenemos que responder a él con dignidad.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera