Una aproximación geopolítica a los EE.UU. con la presidencia de Trump

11.11.2016

No pretendemos caer en un análisis de futurólogos, de los que muchos son adeptos, con respecto a los tiempos que se vienen en los EE.UU. y sus efectos geopolíticos mundiales con el triunfo de Donald Trump. Pretendemos modestamente realizar un estado de situación que tenga como finalidad comprender la lógica de los nuevos tiempos, donde las incertidumbres predominan por sobre las certidumbres.

En una nota anterior, una semana antes de las elecciones habíamos señalado lo siguiente, que hacían de las mismas un punto de inflexión:

a) Estados Unidos se halla en la mayor decadencia GEOCULTURAL como no se encontraba desde la guerra civil del siglo XIX, debido a la crisis de identidad de la inmigración afro-hispano-asiática, que pone en una crisis irreversible al ethos cultural calvinista anglosajón fundador de la "Nacion Americana".

Tocqueville decía que EE.UU. más que una nación es una ideología, que se auto identificaba como el pueblo destinado por Dios a regir los destinos de la humanidad. Este consenso sobre la identidad nacional está roto en los EE.UU.. Y lo señalamos expresamente en nuestra nota.

b) Eran las primeras elecciones donde, por primera vez, ya no se puede poner en debate que estamos asistiendo a un "orden" multipolar, de matriz global y desoccidental, donde los Estados continentales industriales basados en sustentos civilizacionales son los únicos que poseen capacidad de autonomía en un sistema mundo interdependiente y asimétrico.

Esto implica el fracaso de crear un "orden" mundIal unipolar post-Yalta, como se intentó con Bush -h- y Obama.

Por eso, estas elecciones adquirieron carácter de trascendentales mas allá de las particularidades y singularidades de Donald Trump e Hillary Clinton.

En el fondo, lo que se jugaba en EE.UU. a nivel interno fueron las consecuencias de los dos puntos explicados anteriormente, y que fueron ocultados por casi todos: la frustración del sueño americano debido a las asimetrías sociales y la concentración financiera. La América profunda empezó a sentir que se derrumbaba el leiv motiv del pueblo norteamericano.

Nos llama la atención el desconocimiento de intelectuales de fama mundial, de lo que estaba ocurriendo externa-internamente en su país. El economista Paul Krugman dice:

"Resulta que estábamos equivocados. Resulta que hay un gran número de personas -blancas, que viven principalmente en áreas rurales-, que no comparten para nada nuestra idea de los EE.UU.. Para esas personas, se trata de una cuestión de sangre y tierra, del patriarcado tradicional y la jerarquía étnica… No sé que nos espera. ¿Estados Unidos ha fallado como Estado y sociedad? Todo parece posible. Creo que tendremos que levantarnos y tratar de encontrar la forma de continuar, pero esta ha sido una noche de revelaciones terribles y no considero que sea un exceso sentir tanto desconsuelo”, (Paul Krugman, "Estados Unidos nuestro desconocido", The New York Times, 8 de noviembre de 2016).

En el fondo, el triunfo de Trump es una derrota cultural del más crudo liberalismo representado por las corporaciones de Wall Street y el complejo militar industrial que representaba Hillary Clinton, y por lo tanto el triunfo de Trump se debe a la desesperanza del pueblo norteamericano en el futuro, avasallados por fuerzas que no entienden, y es el resultado de una sociedad quebrada por el neoliberalismo.

Por eso, nos resultan sorprendentes las declaraciones de Krugman.

Trump logró canalizar con el malestar de las clases medias industriales, rurales, sin estudios universitarios, de ciudades pequeñas que están frustradas hace años. Hombres y mujeres sin trabajo porque las fabricas se van a otros países con costos más bajos, o porque su trabajo fue reemplazado por la máquina.

O sea, que nuestro planteo de que los Estados Unidos entran en un ciclo de decadencia GEOCULTURAL con impactos geopolíticos globales cobra fundamentos de realidad concreta. Sin simplismo, será un ciclo histórico. La derrota es GEOCULTURAL.

Además, se votó en contra de administración mediocre de Obama.

No pudo hacer una reforma integral de la salud, no pudo reformar el sistema financiero ni el migratorio.

A nivel de política internacional se enfrentó con Rusia, con Irán, con Venezuela, con Filipinas, hasta con China.

Podemos decir que estamos posiblemente ante el fin del neoliberalismo global para abrirse una época de nacionalismo económico y proteccionismo de bloques.

Argentina y Brasil deberán tomar nota porque parece que van a contramano de esta nueva fase abierta.

Miguel Ángel Barrios (Argentina). Dr. en Educación, Dr. en Ciencia Política. Ha escrito más de quince obras de política latinoamericana y conocido referente del pensamiento latinoamericano.