Un proceso irreversible que hay que reforzar

12.05.2023
Transcripción del discurso de Guy Mettan en la Conferencia Mundial sobre la Multipolaridad del 29 de abril de 2023.

El 24 de febrero de 2022 pasará a la historia. Porque, más allá de la operación militar especial en Ucrania, este día marca el momento en que Rusia, y con ella todo el Sur global, dijo un "no" claro e irreversible a la hegemonía occidental bajo influencia estadounidense. Así pues, este día marca el principio del fin del orden mundial unipolar y el comienzo del orden internacional multipolar que se viene gestando desde la creación de los BRIC en 2001, los BRICS en 2011 y la ampliación de la Organización de Cooperación de Shanghai en 2021. La solicitud de adhesión de muchos más países a estas organizaciones a partir de 2022 confirma y acelera esta tendencia.

Hasta el año pasado, era el Occidente político el que dictaba la voluntad del resto del mundo. Desde entonces, el centro de gravedad del mundo se ha desplazado tanto hacia el Este, Oriente Próximo y Asia, como hacia el Sur, África y América Latina. Por todas partes se alzan voces que reclaman un orden mundial más justo, más sostenible y más acorde con el peso de los pueblos, continentes y civilizaciones que componen el universo humano.

Dicho esto, ahora es importante prepararse para el futuro y, por tanto, reforzar y acelerar el proceso actual, sabiendo que sólo estamos al principio y que aún queda mucho camino por recorrer para lograr un orden mundial más equilibrado, más pacífico y más respetuoso con los polos civilizacionales que lo componen. Occidente no ha dicho su última palabra y no aceptará fácilmente compartir su poder.

La lucha por un mundo multipolar tendrá lugar en todos los ámbitos, económico, monetario, financiero, de seguridad y militar, pero también en el ideológico, científico, intelectual y cultural.

Es este campo el que nos interesa hoy. Es ahí donde debemos concentrar nuestros esfuerzos en nuestras actividades.

En efecto, Occidente, gracias a las ventajas que ha acumulado a lo largo de las décadas, sigue teniendo prácticamente el monopolio del pensamiento y de la acción entre la opinión pública mundial. Domina los medios técnicos, los principales medios de comunicación de masas y redes sociales, los medios financieros, los recursos humanos - redes de ONG, organizaciones internacionales privadas y públicas como el G7, el FEM y la OCDE, grupos de reflexión, expertos académicos y grandes empresas multinacionales - así como una lengua común, el inglés, para imponer su narrativa y sus "valores" en todo el mundo. El dominio de las herramientas del poder blando global le permite, precisamente, monopolizar e instrumentalizar los valores de los que dice ser el único inventor y defensor -la democracia, la libertad, los derechos humanos, la sociedad civil, el Estado de derecho, la comunidad internacional- en su exclusivo beneficio.

Creo que ha llegado el momento de criticar esta apropiación fraudulenta y engañosa de estos valores y de desarrollar conceptos, ideas, principios filosóficos, políticos y morales igual de universales, pero que aún no han podido florecer como consecuencia de la hegemonía de las concepciones occidentales del mundo y de la vida en sociedad.

No es mi intención imponer nada aquí, ni hablar en nombre de los demás. Pero veo que la "reserva de valores" y el campo de reflexión son inmensos. Pero a nivel personal, me interesaría saber más sobre el potencial de la palabra paz, por ejemplo, que en ruso se expresa con dos palabras y, por tanto, con dos conceptos diferentes. Hace unos años, en Pekín, un pintor tradicional me explicó que los chinos conocen cinco significados de la libertad, mientras que Occidente la reduce a uno solo, el derecho individual al voto. El concepto japonés de wa, armonía social, es desconocido en Occidente, al igual que los conceptos chinos de tianxia y gobierno al servicio del bienestar del pueblo. ¿Y quién sabe que una de las primeras cartas de derechos humanos se promulgó en Malí en 1235 (Carta Kuruganfuga)?

Por tanto, es necesario desarrollar los grandes principios en los que debe basarse y articularse el mundo multipolar, sabiendo que estos principios no pueden reducirse a un simple copiar y pegar de conceptos occidentales.

Un segundo campo de reflexión que debemos abordar se refiere a la organización, la forma, los contornos de este orden multipolar que reclamamos. Se trata de un aspecto mucho más político y concreto. Frente al Occidente colectivo, que forma un grupo político que ocupa el terreno en las organizaciones internacionales y define las normas del derecho internacional público y privado en su exclusivo beneficio, se trata de construir un "Sur global" organizado, con su red de think tanks, ONG, diplomáticos, embajadas, periodistas y medios de comunicación, que pueda hacer oír la voz del mundo multipolar no sólo en la ONU y en los foros internacionales tradicionales, sino también en los escenarios y por mediación de organizaciones nuevas e independientes.

En resumen, creo que ha llegado el momento de que los partidarios del mundo multipolar desarrollen su propio poder blando y construyan sus propias organizaciones para ganar fuerza en todos los escenarios posibles. Ha llegado el momento de pensar y actuar afirmativamente.