Trump y los Balcanes

07.12.2016

Hay un montón de conversaciones en los Balcanes acerca de qué tipo de líder será Trump y cómo impactará su política exterior en la región. Aunque él fue elegido hace apenas unas semanas y todavía tiene varios meses para entrar oficialmente en el poder, ya es posible hacer algunas predicciones para intentar responder a estas cuestiones.

Griegos en el gobierno

La señal más fuerte hasta ahora en cuanto a lo que puede parecerse la política balcánica de Trump, viene por la designación de Reince Priebus como su Jefe de Gabinete. Esta posición prestigiosa y preeminente será ocupada por un creyente griego ortodoxo que nació de una madre griega, así que puede inferirse con seguridad que él tiene un fuerte sentido de la identidad griega que obviamente juega en desventaja de la república de Macedonia en relación al tema del nombre y otros asuntos de mutua discordia. El segundo factor que juega a favor de Grecia está en el hecho de que Stephen K. Bannon fuera nombrado al mismo tiempo como jefe de estrategia de Trump. Esto es importante porque Bannon solía dirigir el exitoso portal mediático, Breitbart, justo antes de asumir sus responsabilidades a mediados de verano como el CEO de la campaña de Trump. Uno de los escritores más populares del sitio es Milo Yiannopoulos, un homosexual declarado de ascendencia griega y alguien que no es en absoluto esperable que sea amistoso con Macedonia o su cultura de valores conservadores. Dada la cercanía de Breitbart a la administración Trump, escritores tales como Milo pueden ejercer una desproporcionada influencia en la formulación de políticas presidencial.

Soros y Macedonia

Ni Priebus, Bannon, ni Yiannopoulos son buenos para Macedonia, pero por otro lado, la antipatía del equipo de Trump a las revoluciones de color del financiero George Soros es bien conocida y podría jugar como una ventaja para el país. Es demasiado pronto para hablar, pero con Soros prácticamente declarándole la guerra a Trump y reorientando su foco hacia los EEUU y a otras partes del mundo (al menos por ahora), hay una oportunidad de que los tumultos de las revoluciones de color impulsadas por ONGs de aproximadamente los últimos dos años, puedan haber terminado por algún tiempo. También es posible que Trump y su “Estado profundo” (las burocracias militares, diplomáticas, y de inteligencia), puede que incluso derroten a Soros y le quiten del poder, dejando así sus redes nulas y sin efecto por algún tiempo.

En tal caso, esto no significaría necesariamente el fin de la guerra híbrida impulsada por ONGs, sino solamente que algo diferente puede ser encargado por la administración para reemplazarle y tomar el control de su red mundial. El cambio visible que esto podría producir sería que el mensaje que las futuras organizaciones conectadas con “Soros” propagarían en el intento de ganar más reclutas para el cambio de régimen podría cambiar de manera decisiva, desde la “extrema izquierda” a la “extrema derecha”, especialmente si la CIA de Trump se da cuenta de que es mucho más efectivo usar este tipo de narrativas para explotar el espíritu del tiempo que ceñirse obstinadamente a un fracaso desacreditado y probado del pasado. Todavía es demasiado pronto para decir si esto ocurrirá o no, pero el escenario no es improbable y por lo menos debería estar consentido por todos los macedonios que buscan predecir el curso de la política americana hacia su país.

Si uno da cuenta de la influencia que los Griegos tendrán en la presidencia Trump y reconoce que Soros puede terminar en el lado perdedor en su guerra contra Trump, entonces es posible prever que el nuevo líder estadounidense probablemente no moverá la cuestión del nombre, y tampoco estará tan predispuesto a recurrir al mismo tipo de agresiones asimétricas contra Macedonia como hizo su predecesor. Brevemente, Trump será más razonable que Obama, aunque él todavía se inclinaría hacia Grecia si es forzado a decidir. Esto es muy relevante en términos de la imagen balcánica más amplia, porque es probable que el empresario participará en su creación de acuerdos distintivos al intentar alcanzar un “pacto de caballeros” con Rusia en cuanto al establecimiento de esferas de influencia, y de ningún modo los Balcanes estarán fuera de esta propuesta.

Esferas de influencia

La sede central griega:

Los EEUU nunca cederán pacíficamente su influencia prevalente sobre cualquiera de los Estados de la OTAN, así que nadie debería poner sus esperanzas en que esto ocurrirá bajo Trump. Grecia probablemente será el punto central de la política balcánica de la nueva administración debido a su importancia energética con el ‘Balkan Stream’ y el ‘Trans-Adriatic Pipeline’ (TAP), y el potencial futuro que tiene por tránsito del gas israelí desde el yacimiento Leviatán del mediterráneo oriental hasta la UE. Es más, Grecia está regularmente en desacuerdo con Turquía debido a las violaciones agresivas turcas del espacio aéreo en el mar egeo oriental, y la férrea oposición que todos los griegos tienen al presidente turco, Erdogán, significa que el país podría convertirse en una base útil para las operaciones de desestabilización encubiertas contra la inclinación multipolar del dirigente turco que a duras penas sobrevivió al reciente golpe de EEUU contra él.

Los “Balcanes costeros” contra la “burbuja balcánica”:

En cuanto al resto de los Balcanes, ya fue expresado que los EEUU nunca “entregarán” ningún Estado de la OTAN a Rusia, así que esto esencialmente deja a los Estados no miembros de la OTAN como Estados que potencialmente caen bajo cualquier esfera potencial de acuerdo de influencia con Rusia. Por tanto, posiblemente, sólo Bosnia, Serbia, y la República de Macedonia podrían formar parte de esta propuesta. No es probable que la parte de la federación croata-musulmana de Bosnia esté de acuerdo con que todo su país esté alineado con Moscú, así que es mucho más realista que solamente la República Srpska –que ya disfruta de estrechas relaciones político-estratégicas con Rusia- sea parte de este acuerdo tácito. Serbia, de este modo, también estaría obviamente involucrada, como podría estarlo la República de Macedonia, aunque esta segunda puede que una vez más se encuentre en las líneas del frente de competición, en vistas de que algunos griegos influyentes están a punto de convertirse en miembros de la administración Trump.

Si uno ve esto desde un punto de vista estructural, se ve claramente que los “Balcanes costeros” caerían bajo la influencia de los EEUU, mientras que Rusia solamente podría conseguir la posición en la “burbuja balcánica” de los Balcanes centrales, aunque de manera importante, es la parte más esencial de la región a través de la que pasarán los megaproyectos chinos. El Balkan Stream podría entrar en la república de Macedonia y de ahí en adelante a Serbia desde Grecia, que en su caso, daría algún punto de ventaja a los EEUU sobre el proyecto, pero solamente hasta la frontera greco-macedonia. Es más, el gobierno griego ha mostrado que no es demasiado leal a cualquiera y que sólo va donde haya dinero, incluso con los lobistas pro-griegos en la administración Trump, no hay garantías de que Atenas esté de acuerdo con “tirar piedras a su propio tejado” al interferir con el conducto ruso solo por el bien de satisfacer a algunos miembros de su diáspora en EEUU. El dinero habla, y el Balkan Stream será muy beneficioso para un país económicamente limitado, así que probablemente no interrumpirá el proyecto y tampoco sacrificará los miles de millones de dólares en tarifas de tránsito que va a ganar por ello. 

Macedonia en el medio:

El gobierno de Macedonia, a diferencia de su homólogo griego, siempre ha demostrado que es un socio de fiar y no tiene una historia de vaivenes entre patrones extranjeros por el bien de sus intereses pecuniarios. Si va a construir fuertes relaciones con sus socios occidentales existentes o va a explorar las avenidas más profundas de la cooperación con sus nuevos socios de Rusia y China, realmente nada negativo se espera que cambie sin importar en qué esfera de influencia caerá Macedonia finalmente. Sin embargo, debido a los tumultuosos intentos de cambio de régimen de los últimos años que estaban patrocinados y maquinados por los EEUU y algunos otros países occidentales, hay una oportunidad razonable de que Macedonia pueda “cubrir sus apuestas” con responsabilidad al moverse más cerca del este en respuesta, especialmente cuando se tiene en mente que occidente ha rechazado constantemente sus solicitudes para la UE y la OTAN al alinearse fuertemente con Grecia en la respuesta irresuelta del nombre. De hecho, debido a que Macedonia no está en ninguna de esas dos organizaciones, automáticamente será más probable que entre en la esfera de influencia rusa/multipolar, si Trump es capaz de cerrar un acuerdo afín con Putin.  

Serbia y la república Srpska:

En cuanto a Serbia, el pueblo de este país es abrumadoramente favorable hacia Rusia a pesar de la innata orientación pro-occidental del gobierno de Vucic, y la burda fachada de “equilibrio geopolítico”. No obstante, una vez más la “burbuja balcánica” de los Estados que no son ni de la OTAN ni de la UE se vuelve relevante y de este modo juega a favor de Rusia, incrementando la probabilidad de que este país sea también “permitido cuidadosamente” por los EEUU para que abrace a Moscú justo un poco más sustancialmente a como lo está ahora. Habiendo dicho esto, Vucic no es un socio confiable y fidedigno, así que en vez de aprovecharse de esto justo como esperablemente lo hará Macedonia y la República Srpska al mejorar las relaciones de espectro completo con Rusia, el dirigente serbio puede que simplemente eche a perder la oportunidad por ceñirse obstinadamente a su treta del “equilibrio geopolítico” haciendo gestos simbólicos hacia Rusia mientras que sigue profundizando la colaboración sustancial de su país con occidente. En este sentido, el presidente Dodik de la república Srpska podría ser una mejor representación de la voluntad del pueblo serbio que la del propio primer ministro de Serbia, dado que este líder sub-nacional es más probable que se aproveche de formar parte de cualquier futura esfera rusa de influencia de lo que Vucic aproveche jamás.

Reventando la “burbuja balcánica”

Para tantos acuerdos ‘ganar-ganar’ como las enumeradas esferas de interés propuestas podrían ser, hay muchas que podrían malograrse y reventar la “burbuja balcánica” de Rusia, en particular de las que está el hecho de que puede que tampoco ocurra en absoluto si Trump no es capaz de reemplazar y/o cooptar algunos de los neoconservadores incrustados en el “Estado profundo” de EEUU. Asumiendo que él sea capaz de actuar así hasta cierto alcance factible por medio del cual se empodere para llevar a cabo su plan proyectado de esferas de influencia, entonces siempre estará la posibilidad de que EEUU simplemente pueda traicionar a Rusia al activar las mismas bombas de relojería que han amenazado a los Balcanes durante los últimos años, como una reanudación de las hostilidades civiles en Bosnia y un regreso del terrorismo albanés contra Serbia y Macedonia.

Todavía peor, Trump puede que incluso no conozca estas cosas o no sea capaz de frenarlas plenamente si están orquestadas por elementos neoconservadores canallescos que fueron “limpiados/purgados” del “Estado Profundo” y hayan ordenado a sus contactos internacionales leales que tomen venganza al sabotear el “acuerdo de caballeros” Trump-Putin sobre las esferas de influencia en Europa. Soros y sus simpatizantes también podrían hacer algo similar, especialmente dado que el multimillonario probablemente caiga en desgracia con el gobierno de los EEUU durante el periodo de Trump y puede que esté motivado a participar en similares venganzas geopolíticas. Por supuesto, Trump también puede estar echándose un farol con Putin e intentando alcanzar un acuerdo para ganar tiempo antes de preparar un “ataque final” contra los últimos vestigios de multipolaridad en el continente, pero eso no parece demasiado probable dado que él es más bien un empresario juicioso y estable que un jugador de riesgos del “Estado profundo” como es Obama.

Pensamientos en conclusión

Trump tiene un historial de alcanzar acuerdos y mantener su palabra y dada la química positiva que el ya mostró hacia Putin después de su primera conversación telefónica mutua, los observadores pueden esperar que el presidente electo probablemente mantenga en pie cualquier promesa futura que él hace a su homólogo ruso y en consecuencia se atenga a cualquier “pacto de caballeros” que él alcance sobre el establecimiento de una esfera estable de influencia entre ellos en la apertura de un periodo de la distensión en la nueva guerra fría. Mientras la delineación propuesta pueda sugerir que Rusia no tenga nada que ganar de la “burbuja balcánica” tal conclusión sería tanto ingenua como prematura, dado que Moscú tiene de hecho muchos intereses geoestratégicos en Balcanes centrales que quiere usar como base para construir asociaciones de espectro total y robustas con sus miembros.

Si el periodo predicho de distensión es duradero, entonces no hay nada obstaculizando el camino de Rusia o cualquiera de sus socios previstos para alcanzar esta suerte de asociaciones mutuamente beneficiosas dado que los EEUU deberían estar poco dispuestos a objetarlas siempre que se mantenga su palabra y se respete el acuerdo Trump-Putin. Esto no puede ser plenamente garantizado, sin importar cuán convincentemente parece que ello dure, pero por lo menos proporcionaría una ventana de oportunidades para que ambos lados intensificaran sus relaciones. Lo que en última instancia es más importante, es que Trump quite la mirada de EEUU de los Balcanes y detenga los intentos de desestabilizarlos como hizo Obama, dado que esto podría conseguir tiempo suficiente para que sea construido el proyecto de ferrocarril de alta velocidad en el marco de la Ruta de la Seda Balcánica de China, y así abriendo un corredor económico multipolar vigorizante entre las capital centroeuropea de Budapest y el puerto mediterráneo de El Pireo pasando por los estados de la “burbuja balcánica” de Serbia y la República de Macedonia.

Rusia, para entonces, debería haberse acomodado por sí misma en la “burbuja balcánica” y de este modo podría diversificar sus inversiones existentes en infraestructura y energía al expandirlas a más sectores reales de la economía, construyendo desde las ventajas que proporcionará la Ruta de la Seda Balcánica al facilitar con mucho la comodidad logística de realizar negocios comerciales en la región. Se puede ser optimista y esperar por ello ya en este punto, dos meses antes incluso de que Trump llegue al poder formalmente, pero hay una oportunidad muy real de que el “forastero” consumado ciertamente reorganice el poder establecido en la política exterior de EEUU dirigida por los neoconservadores e influida por Soros, y cumpla con sus promesas de normalizar relaciones con Rusia y reparar algunas de las desestabilizaciones globales forjadas por los años de Obama.

Esto a su vez únicamente podría servir para beneficio de los Balcanes, especialmente si el hombre que escribió “El arte del acuerdo” practica lo que predicaba y alcanza uno monumental con Putin para decidir sobre una esfera estable de influencia en la región, aunque todavía hay mucho que puede ir mal y prevenir que esto ocurra o sabotearlo si se evidencia que es “demasiado exitoso”.