Trump puede ser Oreshnikado sobre Ucrania incluso antes de llegar a China

28.11.2024
Con el Oreshnik entrando ahora en escena, allá donde el Hegemón intente acosar a China también tendrá que enfrentarse a Rusia.

Cuando se trata del armamento ruso de última generación, lo que el inestimable Ray McGovern define como el MICIMATT -todo el complejo hegemónico- parece vivir en un estupor perpetuo.

*MICIMATT (Military-Industrial-Congressional-Intelligence-Media-Academia-Think-Tank)

No tenían ni idea de Kalibr, Sarmat, Khinzal, Zircon o Avangard antes de que fueran introducidos. No tenían ni idea de Oreshnik («Hazel») antes de la advertencia protocolaria de 30 minutos de los rusos, en la que afirmaban que se avecinaba una prueba de misiles, y que no era nuclear. Los estadounidenses supusieron que se trataría de otra prueba de misiles balísticos, como las que se producen habitualmente cerca del Ártico.

Incluso el presidente Putin no supo que el Oreshnik estaba listo para su acercamiento hasta el último minuto. Y el portavoz del Kremlin, Peskov, confirmó que sólo un círculo ultra restringido sabía siquiera que Oreshnik existía.

En pocas palabras: el MICIMATT sólo ve lo que Rusia muestra, y cuando sucede. Se trata de un secreto a prueba de filtraciones que impregna el complejo militar ruso, que, por cierto, es una enorme empresa estatal nacionalizada, con algunos componentes privados.

Y que ofrece al gobierno ruso, en la práctica, mejor ingeniería, mejor física, mejores matemáticas y mejores resultados prácticos y finales que cualquier otra cosa en todo el auto-importante Occidente colectivo.

Oreshnik -un sistema de armas cinéticas- es un cambio de juego certificado en lo que respecta a la tecnología militar y la guerra en más de un sentido: en realidad, en varios. La simple física nos dice que combinando suficiente fuerza cinética y masa, se garantiza una devastación total, comparable a la de un arma nuclear de rendimiento bajo o medio. Con la ventaja añadida de la ausencia de radiación.

Oreshnik es un misil balístico de alcance intermedio (IRBM), en desarrollo por Rusia (junto con otros sistemas) incluso antes de que Trump 1.0 sacara a Estados Unidos del tratado INF en 2019.

Algunos análisis concisos han señalado cómo el Oreshnik puede encajarse en misiles intercontinentales (la cursiva es mía) no nucleares. Los rusos están siendo muy diplomáticos, sin hacer hincapié en que si Oreshnik se lanza desde el Lejano Oriente ruso, puede alcanzar fácilmente la mayoría de las latitudes de Estados Unidos.

Por otra parte, la aplicación de la tecnología Oreshnik a los misiles tácticos - Putin dijo a finales de la semana pasada que esto ya está ocurriendo - también cambia todo el dominio táctico.

El nuevo juego en la ciudad es que Rusia sea capaz de desatar armas cinéticas de altísima velocidad literalmente en cualquier parte del mundo - después de advertir a los civiles que abandonen el área alrededor de los objetivos. Y no hay absolutamente ninguna defensa contra ello, en ninguna parte.

No hay donde correr, nena, no hay donde esconderse

Es bastante predecible que el despierto, arrogante/ignorante MICIMATT, así como la OTAN y todo el lavado de cerebro colectivo de Occidente simplemente no tengan ni idea de lo que les acaba de golpear, aparentemente de la nada.

Para ser concisos: un sistema con el poder destructivo de un arma nuclear táctica pero con la precisión de la bala de un francotirador de primera.

Ergo, los portaaviones multimillonarios; todo el Imperio de Bases, más de 800; búnkeres subterráneos; plataformas de lanzamiento de misiles balísticos intercontinentales; astilleros navales; por no mencionar el cuartel general de la OTAN en Bruselas, la base Aegis Ashore en Redzikowo (Polonia), el centro de fuerzas conjuntas de la OTAN en los Países Bajos, el mando sur de la OTAN en Nápoles - todos estos activos inmensamente caros son juego limpio para los Oreshniks no nucleares capaces de reducirlos a polvo en un instante después de volar durante unos minutos a más de Mach 10.

A estas alturas, multitud de personas de todo el mundo saben que un Oreshnik puede alcanzar Berlín en 11 minutos y Londres en 19 minutos. También que lanzado desde el sur de Rusia, Oreshnik puede alcanzar la base aérea estadounidense de Qatar en 13 minutos; lanzado desde Kamchatka, en el Lejano Oriente, puede llegar a Guam en 22 minutos; y lanzado desde Chukotka, puede alcanzar los silos Minuteman III de Montana en 23 minutos.

Citando el épico éxito de Motown de los años sesenta: «Nowhere to run, baby, nowhere to hide».

Prueba gráfica de que el MICIMATT y la OTAN no tienen la menor idea de lo que les ha golpeado -y les volverá a golpear- es la demencia de escalada en vigor incluso después de que las cabezas no-nucleares del Oreshnik redujeran a añicos una fábrica de misiles en Dnipropetrovsk. E incluso después de que Moscú dejara bien claro que no necesitan armas nucleares para golpear lo que quieran en cualquier lugar de la Tierra.

El MICIMATT más la OTAN, en tándem, dispararon ATACMS dos veces contra Kursk; lanzaron un P.R. globo sonda relacionado con la posibilidad suicida de enviar armas nucleares a Kiev; la OTAN advirtió a las empresas que entraran en un «escenario bélico»; el almirante de sillón de la OTAN Rob Bauer, una nulidad holandesa, abogó por bombardeos preventivos contra Rusia; Le Petit Roi en Francia y el espantoso primer ministro británico reiniciaron la táctica de «despliegue de tropas» en Ucrania (Starmer se echó atrás más tarde); y por último, pero no menos importante, el gobierno de la Salchicha de Hígado en Alemania comenzó a trazar planes para utilizar las estaciones de metro como refugios antiaéreos.

Toda esta paranoia de escalada suena como un puñado de niños gritones jugando en su arenero sucio. Porque, a efectos prácticos, es Rusia quien gobierna ahora el juego de la escalada.

Romper Rusia-China es difícil de hacer

Y eso nos lleva a Trump 2.0.

El Estado Profundo ya ha apuntado a Trump con una guerra despiadada - una contrainsurgencia preventiva de facto, incluso antes de que intente hacer algo práctico con respecto al colapso del Proyecto Ucrania de la OTAN.

Su rampa de salida ideal podría ser una salida al estilo de Afganistán, dejando todas las cargas por delante a una cesta de chihuahuas de la OTAN. Pero eso no va a ocurrir.

Andrey Sushentsov es director de programas del Club Valdai y decano de la escuela de Relaciones Internacionales MGIMO. Es uno de los mejores analistas de Rusia. Sushentsov soltó esta perla a TASS, entre otras cosas:

«Trump está considerando poner fin a la crisis ucraniana, no por simpatía hacia Rusia, sino porque reconoce que Ucrania no tiene ninguna posibilidad realista de ganar. Su objetivo es preservar Ucrania como una herramienta para los intereses de Estados Unidos, centrándose en congelar el conflicto en lugar de resolverlo. En consecuencia, bajo Trump persistirá la estrategia a largo plazo de contrarrestar a Rusia. Estados Unidos sigue beneficiándose de la crisis ucraniana, independientemente de qué administración esté en el poder.»

Sushentsov reconoce plenamente cómo «el sistema estatal estadounidense es una estructura inercial que se resiste a las decisiones que considera contrarias a los intereses estadounidenses, por lo que no todas las ideas de Trump llegarán a buen puerto.»

Esa es sólo una ilustración gráfica, entre muchas otras, de que Moscú no alberga ilusión alguna sobre Trump 2.0. Las condiciones de Putin para un intento de resolver el enigma de Ucrania se conocen al menos desde junio: retirada total de Kiev de Donbass y Novorossiya; ninguna Ucrania en la OTAN; fin de las más de 15.000 sanciones occidentales; y una Ucrania no alineada y libre de armas nucleares.

Eso es todo. Todo innegociable; de lo contrario, la guerra continuará en los campos de batalla, como Rusia considere oportuno, hasta la rendición total de Ucrania.

Evidentemente, los Cinco Ojos -en realidad sólo 2 (EEUU-Reino Unido)- más la adlátere Francia, codo con codo con los silos más poderosos dentro del Estado Profundo seguirán obligando a Trump a redoblar la apuesta por el Proyecto Ucrania, que es parte esencial del ethos de las Guerras Perennes.

Lo mejor que podría hacer es desviar la atención del Proyecto Ucrania acomodando a los genocidas psicopatológicos del Antiguo Testamento en Tel Aviv, más la armada Zio-con en D.C., en su obsesión de forzar a Washington a librar su guerra contra Irán. Hablando de un ligero cambio de enfoque de las Guerras Eternas.

Teherán no sólo exporta la mayor parte de su energía a China, sino que es un nodo absolutamente esencial del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), así como de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI); es decir, norte-sur y este-oeste entrecruzando Eurasia.

Esa sería la verdadera guerra elegida: simultáneamente contra los tres BRICS (Rusia, China e Irán). Después de todo, la clase dominante estadounidense ya está invertida en una Guerra Híbrida a vida o muerte contra los BRICS.

Aun así, el enfrentamiento Trump 2.0/China será el punto de apoyo de la política exterior del Hegemón a partir del 20 de enero. Prácticamente todos los nombramientos de Trump -por muy equivocados que estén- creen que es posible romper la asociación estratégica integral Rusia-China e impedir que China compre energía a Irán.

Habrá intentos de interrumpir las rutas marítimas y las líneas de suministro -desde las Rutas Marítimas de la Seda en el borde del Océano Índico hasta la Ruta Marítima Septentrional por el Ártico, incluyendo posibles falsas banderas a lo largo del INSTC.

Pero con Oreshnik entrando ahora en escena, dondequiera que el Hegemón intente hostigar a China también tendrá que enfrentarse a Rusia. Así que la tentación de acabar con el Proyecto Ucrania y la invasión de la OTAN en las fronteras occidentales de Rusia siempre estará ahí en el fondo de la mente de Trump, parte de un síndrome de «seducir a Rusia para socavar a China».

El problema para el hegemón es que las asociaciones estratégicas entre los BRICS y la OCS Rusia-China-Irán tienen otras ideas cinéticas.

Traducción al español para Geopolitika.ru
por el Dr. Enrique Refoyo