Solzhenitsyn castizo

22.07.2016

Alexander Solzhenitsyn vino a España en 1976. Pidió ipso facto dos cosas: Asistir a una corrida de toros y comer cochinillo en Segovia. El pobre no sabía lo que le esperaba... Muy pronto, el "estado intelectual" lo satanizaría, y además, de una forma muy bajuna. Ese mismo "estado intelectual" que contribuiría vigorosamente a dejar España como un solar, que no se olvide. ¡Cómo estaba ya el patio!

Probablemente, el genio ruso no comprendió determinadas actitudes. Probablemente, no "mitigó" el franquismo, sino que recordó que en la Unión Soviética (adorada por tirios y troyanos) no se podían sacar fotocopias, no existía el desplazamiento libre dentro de las propias fronteras, no se vendían periódicos extranjeros y las huelgas eran sofocadas al son de la metralla. ¡Aquel escritor con formación de matemático, físico e historiador venía a decirles la verdad sobre los campos de concentración y otras realidades soviéticas a aquellas mediocres almas de cántaro! ¿Quién se había creído?

Con todo y con eso, siempre tuvo simpatía hacia nuestra patria, nuestra gente y nuestras costumbres, defendiendo siempre que en España había triunfado el concepto cristiano de la existencia.

En un momento, Solzhenitsyn fue más castizo que ciertos compatriotas que secuestran el nombre de la cultura.

En un momento, nos recordó lo interesante que pudiera ser una hermandad ibero-eslava, pues si bien no muy cercanos en geografía, si nos conociéramos más, ¿no hallaríamos paralelismos interesantes, como en su día los halló Walter Schubart en su "Europa y el alma del Oriente"?

En un momento, nos recordó el valor de lo nuestro a través de cosas "cotidianas" que no valoramos y gratificamos como se merecerían.

Fue un gran amante de la naturaleza y un defensor del mundo rural frente a los terribles excesos de la industrialización. Sin embargo, no fue animalista, ni se sumió en las barrabasadas propias de los dizque ecologistas que callaron ante Chernobyl. (¡Hipócritas!)

Fue un icono espiritual cuya luz brilló como una vela bajo un fondo de incienso, por más que quisieran apagar su llama.

Y bueno, cuando fue criticado tanto por la izquierda como por la derecha, es que algo muy bueno hizo. Al final, la realidad/verdad se acaba imponiendo sobre las ideologías.

Sin duda, para mí uno de los más grandes del siglo XX. Un profeta del Oriente para un Occidente ciego y sordo, ahíto -según él- de precipitación y superficialidad.

Spasiba Solzhenitsyn: Siempre un ejemplo a seguir.