Rusia necesita abrazar a Etiopía… ¡Ahora!
Etiopía fue la segunda economía de mayor crecimiento mundial en 2015 con una tasa de crecimiento del 8,7%, y sus máximos socios comerciales son: China, Kuwait, y Arabia Saudí. Etiopía principalmente exporta energía y productos agrícolas a cambio de importar petróleo refinado y maquinaria eléctrico-industrial, ambas cosas son negocios valiosos que Rusia -acentuadamente- los está dejando pasar. Mientras Moscú busca por socios económicos fiables no-occidentales y busca mejorar la viabilidad comercial de sus buques mercantes crimeanos, su presencia en Siria también asociada a los planes de reconstrucción post-daesh allí, y la zona industrial rusa en el segundo canal de Suez, haría bien en considerar la expansión de su corredor comercial marítimo norte-sur para incluir al mercado etíope.
China ya ha invertido miles de millones de dólares en construir una vía férrea entre el puerto de Djibouti y la capital etíope (Addis Ababa) que se espera que abra a finales de este año, y también están construyendo un corredor de transporte similar por el sur (LAPSSET, Lamu Port-South Sudan-Ethiopia- Transport, en inglés) comenzando en el puerto keniano de Kamu. Esta iniciativa africano-oriental también es de construcción China y será capaz de acomodar dos veces tanta carga como el puerto de Mombasa, actualmente el de mayor tránsito en la región, con la BBC estimando que su capacidad finalmente alcanzará la cifra impresionante de 20 millones de contenedores por año.
Estos dos proyectos desbloquearán el enorme potencial económico de Etiopía y salvarán a las compañías rusas de los excesivos costes iniciales para acceder al mercado no-costero más poblado del mundo. Es más, los planes chinos para asegurar la seguridad internacional del ferrocarril Djibouti-Addis Ababa a través de su primer despliegue militar de ultramar en Djibouti, que de manera complementaria salvaguardará tanto los componentes terrestres como marítimos de este nodo esencial de la ruta de la seda. De este modo, Rusia puede utilizar las enormes inversiones chinas en infraestructura para sacar buen provecho de algo que de otro modo habría sido un gasto prohibitivo para acceder a ese mercado. Por tanto, lo que sigue es un listado de las tres industrias que Rusia debería esforzarse en aprovechar, incluyendo una revisión de su potencial económico, competidores extranjeros, y oportunidades estratégicas para acceder.
Petróleo y gas natural
Las inversiones estratégicas rusas en el prometedor sector energético de Etiopía, podrían abrir la puerta para una colaboración más robusta entre dos estados históricamente amigos y de ese modo debería representarse el foco del reacercamiento con Addis Ababa. La mayoría de los recursos de Etiopía están concentrados en la cuenca del Ogaden en la región somalí oriental, que incluye una estimación de 2.700 millones de barriles de petróleo y 133.000 millones de metros cúbicos de gas natural.
China ha anunciado muy recientemente que invertirá unos 4.000 millones de dólares en un gaseoducto a Djibouti y en una planta de licuefacción en la terminal del puerto, mientras que Kenia firmó un memorándum de entendimiento con Etiopía para exportar su petróleo a través del corredor LAPSSET. La segunda iniciativa todavía está en tablero de dibujo, y nada legalmente vinculante ha sido acordado hasta ahora, que con entusiasmo da a las compañías rusas una apertura competitiva para para involucrarse ellas mismas en el proceso, ya sea relacionándose al LAPPSSET o quizá a una ruta totalmente nueva para exportar petróleo junto al oleoducto chino hacia Djibouti.
Es más, no debería olvidarse que Rusia tiene experiencia de primera categoría en extracción de petróleo y gas natural, construcción de conductos energéticos, y dirección de proyectos, y que sería un socio inestimable para Etiopía ya que el país tradicionalmente agrícola se moderniza rápidamente en un bastión manufacturero. Incorporando a bordo en alguna capacidad a Rusia, podría ser estratégicamente beneficioso para Etiopía en el largo plazo, y después de haber sido emprendidas las medidas para construcción de confianza en esta industria, podrían extenderse después a otros ámbitos también.
Seguridad
Mientras que el despliegue militar chino en Djibouti protege la terminal marítima y embotellada ubicación del ferrocarril de Addis Ababa, no hay semejantes garantías de seguridad internacional presentes a lo largo de las localizaciones interiores del cuerno de África. Esto es problemático porque la vía férrea y cualquiera de las futuras rutas energéticas a Djibouti deben pasar a través de la región somalí, una parte de Etiopía acosada -muy intensamente- por conflictos potenciales étnicos, religiosos, y separatistas.
La fuerte presencia militar en esta esquina del país, enorme y escasamente poblada, ha tenido éxito en gran medida para mantener la paz y prevenir que el vecino grupo terrorista Al-Shabaab realice el tipo de atrocidades que regularmente comete en Somalia. No obstante, es incierto cuán eficiente podrían ser aquí las fuerzas armadas etíopes si se tornan distraídas por crisis periféricas con Eritrea, Sudán, y/o Sudán del Sur, por no decir hablar de la guerra híbrida que podría estallar en la región de Oromia, con posición central y muy poblada, sobre las demandas expandidas de federalismo identitario.
La experiencia rusa en técnica y entrenamiento, por consiguiente, podría rellenar un vacío enorme en las necesidades de seguridad etíopes mediante el equipado de la fuerza militar con capacidades de última generación para defender sus fronteras y responder inmediatamente a las amenazas internas asimétricas.
Las exportaciones militares convencionales podrían ayudar a derretir la colaboración de la era soviética que ha permanecido congelada en gran medida desde el fin de la guerra fría, y el tipo de aeronaves y armamento que fueron usados para efectos devastadores anti-terroristas durante la operación siria, podrían funcionar como una solución ideal para tratar por la fuerza con grupos terroristas estilo daesh que surjan en la región somalí.
No se olviden, que la comunidad de expertos rusa podría jugar también un papel irremplazable. Si expertos de Seguridad Democrática forman equipo con sus homólogos de las fuerzas especiales para enseñar a los etíopes cómo contrarrestar la transición escalonada desde las revoluciones de color a las guerras no convencionales, entonces el gigante africano podría protegerse a sí mismo y mejor, respecto a las amenazas de guerra híbrida y reaccionar con más confianza donde quiera que sus muchos adversarios extranjeros intenten provocar un conflicto asimétrico dentro de sus fronteras. La confianza incomparable que esto crearía entre los “Estados profundos” ruso y etíope (las burocracias permanentes en fuerzas armadas, inteligencia y diplomacia) irían por el camino hacia la aceleración de su colaboración renovada con retraso.
Agricultura
Sobre el 40% del PIB etíope, entorno al 73% de su población, y el 84% de sus exportaciones están conectadas con la industria agrícola, lo cual significa que el país en gran parte permanecerá todavía como agrario en el medio plazo a pesar de su rápido impulso industrializador. Las exportaciones de Etiopía en este sector ascienden principalmente a café, producción ganadera, frutas, y vegetales, todas las cuales son altamente demandadas en Rusia después de las contramedidas de Moscú frente a las sanciones de la UE. Incluso si esa discusión se aclara en los próximos años, el liderazgo ruso evidentemente lo ha convertido en una cuestión por la que busca reemplazos no-occidentales como parte de su estrategia que mira hacia adelante para prevenir futuras sobre-dependencias en cualquier único suministrador.
Las ventajas agrícolas etíopes son que tiene mucho suelo fértil y amplios suministros de agua junto con mano de obra trabajadora y de sueldos bajos. Las monarquías del golfo ya han reconocido la promesa que Etiopía ofrece y han invertido fuertemente en el cultivo de alimentos allí. Rusia sería inteligente en seguir sus pasos para beneficiarse del comparativamente bajo coste de entrada y potencial sin límite que se produce en esta esfera, así como trabajar para generar negocios consecuentes en el país para sus beneficiosas exportaciones de fertilizante.
Debido a la atención de las monarquías del golfo en este campo, puede concluirse circunstancialmente que los terroristas salafistas apoyados por extranjeros, probablemente no operarán en estos dominios o interferirán con su comercio poder el miedo de atacar involuntariamente a las inversiones de sus más probables patrocinadores. Las regiones de mayor producción agrícola del país están al norte y oeste, que son las menos pobladas por musulmanes que la otra mitad de Etiopía y así se reduce el riesgo del radicalismo militarizado. A pesar de esto, el peligro permanece en cuanto a la amenaza siempre presente de violencia étnica, política o de refugiados (como en la región de producción agrícola de Gambella) que podría representar un riesgo latente para cualquier inversión rusa en este sector.
Pensamientos en conclusión
En el contexto global de la nueva guerra fría y la tendencia acelerada hacia la multipolaridad, Rusia necesita urgentemente un ancla fiable en África para establecer una presencia concreta y visible en el continente.
Etiopía satisface este imperativo estratégico y es el socio más lógico al alcance de Rusia debido a su relativa proximidad a la costa rusa del mar negro, una ubicación que justo pasa las líneas marítimas de comunicación que enlazan Crimea, Siria y la zona de inversión rusa en el canal de Suez, y un mercado de casi 100 millones de personas. Por encima de todo esto, el país es económicamente accesible debido a la vía férrea de la ruta de la seda en el cuerno de África construida por China entre Djibouti y la capital etíope, Addis Ababa.
Rusia tiene mucho que ganar fácilmente en los sectores de la energía, seguridad, y agricultura si emplea la voluntad político-económica para fortalecer su compromiso de espectro completo con Etiopía, pero el único obstáculo que está en el camino de esta colaboración beneficiosa, es la falta de conciencia sobre estas apasionantes oportunidades.