Rusia debe experimentar cambios radicales
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Hemos llegado a un punto donde las élites rusas han quedado acorraladas y es necesario llevar a cabo cambios radicales. No obstante, no sabemos si estos cambios serán producto de una “revolución desde arriba” o si en cambio serán resultado del colapso de todo el sistema: después de todo, la “salvaje década de 1990” aún sigue proyectando su sombra hasta ahora.
Es el pueblo quien presiente la necesidad de que se produzcan estos cambios urgentes: lo mismo sucedió a finales de 1980, pero em ese entonces el Partido Comunista de la URSS impidió ir en esa dirección y después todo colapso. Fue entonces cuando los liberales se aprovecharon de la situación y declararon abiertamente que ellos eran el cambio. Lo que sucedió después fue el ascenso del capitalismo, la idolatría hacia Occidente, la instauración del libre mercado y la destrucción y saqueo de todos los elementos positivos de la época soviética (vale la pena precisar que los liberales repartieron y saquearon esta herencia “solamente para ellos”). La sociedad aceptó en ese entonces que ellos eran los representantes del cambio y que se les debía permitir aplicar sus propuestas.
Sin embargo, existía otra alternativa teórica de cambio que en ese entonces fue reprimida e ignorada por los comunistas: se trataba de la revolución conservadora de carácter patriótico y eurasiático que jamás llegó a ser tomada en cuenta. La alternativa patriótica fue enterrada por el PCFR, el cual había enloquecido, y nuestro país se precipitó en los “años salvajes de la década de 1990”.
Ahora nos encontramos en una situación radicalmente distinta, pero el hecho de que Rusia requiere de cambios radicales sigue siendo el mismo. Todos sienten la necesidad de estos cambios mientras que las autoridades rusas se oponen obstinadamente a ellos. El patriotismo, tanto de izquierda como de derecha, en el principal agente de cambio.
Al día de hoy somos nosotros, los patriotas consecuentes y no por obligación, los únicos que siempre nos hemos opuesto al capitalismo, Occidente y el liberalismo en nombre del Imperio y la justicia social. Nuestra agenda de cambio incluye la eliminación de toda forma de corrupción y servilismo, ya que el liberalismo no inspira a nadie, excepto en el ansia que siente el pueblo de desterrar su fantasma por completo. Nuestro programa implica la destrucción del capitalismo y los “demonios” culturales que hoy siguen dominando la escena política, especialmente el de la élite codiciosa, inmoral e inculta que surgió de las reformas de 1990.
El pueblo espera la llegada de un “nuevo Stalin” que vuelva a convertir a nuestro país en una gran potencia, pues la Grandeza y la Justicia siempre han hecho parte de nuestra sociedad. El lanzamiento de la operación militar especial ha causado que estas expectativas aumenten y nuestra Victoria depende de ellas.
Es obvio que la élite liberal rusa no va a rendirse con facilidad, ya que tienen mucho que perder de hacerlo. Saben muy bien que los patriotas van a cobrarles por todo lo que han hecho desde que colapso la URSS, por la forma en que se enriquecieron injustamente desde 1990, por su empeño en imponer el liberalismo, por sus contantes traiciones y sometimiento hacia Occidente, y ni hablar de la destrucción de nuestra economía nacional. Serán juzgados por todas las mentiras y calumnias que han dirigido a nuestro pueblo.
Ahora bien, la élite liberal rusa se encuentra en la misma posición en la que estuvieron los comunistas en su momento y sufrirán su mismo destino. Quizás puedan posponer su fin, pero no detenerlo. El pueblo ruso espera que se produzcan grandes cambios que reviertan todo lo que ha ocurrido desde 1980 y estos cambios deben ir en una dirección totalmente distinta a la que tomamos en ese entonces: necesitamos crear un país nuevo si es que deseamos obtener la victoria.
Si queremos que la operación militar especial tenga éxito y permita una vez más la integración de Rusia y Ucrania (tanto oriental como occidental) primero debemos cambiar nuestra sociedad. No hay necesidad de recurrir al legado de la URSS para decir que la creación de la Federación de Rusia ha sido un error que no tiene nada que ver con nuestra historia. Nuestro objetivo debe ser volver nuestros ojos hacia la Rusia eterna, verdadera y profunda con tal de fundar una nueva sociedad.
En esta nueva Rusia Ucrania será una parte orgánica de la misma (estamos invitando a los ucranianos a formar parte de una gran potencia como siempre lo hemos sido) junto con los bielorrusos, kazajos, armenios, azeríes, georgianos y todos aquellos pueblos que hacen parte de nuestra historia. El nuevo imperio que vamos a crear deberá ser construido sobre los restos de la URSS, ese es el camino que debemos tomar.