Reseña de Josef Pieper - Ocio y culto

13.11.2020

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

El libro de Muße und Kult (Ocio y culto) de Josef Pieper, publicado por primera vez en 1948 puede ser sin exagerar como un clásico del siglo XX sobre el tema del ocio. Esto ya lo demuestran las numerosas ediciones de sus libros, más recientemente la nueva edición de 2007, que contiene un extenso prólogo del veterano Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana Cardenal Karl Lehmann el cual contiene, además de una apreciación de la materia, también habla de las circunstancias de la creación, así como la clasificación y explicación de este opusculum dentro de la obra completa de Pieper. Además de consejos útiles, algunos permanecen ahí que no se tienen en cuenta en aspectos de este documento, por lo que lo que se detalla un poco más aquí debe ser mejor explicitado.

Básicamente, al leer el libro, el recurso frecuente a Tomas de Aquino inmediatamente llama la atención. Tomas también está en el resto de la obra de Pieper como su fuente de referencia central. Además del Aquinate se consideran testigos clave de la tradición del ocio especialmente a Platón y a Aristóteles. Se muestra un rasgo fundamental de la obra de Pieper en su conjunto, así como de la Escritura en particular: la unidad de una tradición occidental que en Pieper esta marcada principalmente con los nombres de Platón y Tomás de Aquino en particular. Esta conexión de la filosofía pagana y la teología cristiana, que representa una corriente unificada de la tradición, es evidente a partir de la ecuación de scholé y su forma privativa ascholía con sus equivalentes latinos otium y nego (cf. Pieper 2007, 49 y sigs.). Esta identificación de los términos en función de su equivalencia en el nivel de las palabras, como se encuentra una y otra vez en la literatura de investigación, puede estar basada, sin embargo, en su significado diferenciado y cuestionar el uso de la historia de la literatura. Demasiado rápido se construye aquí una línea de la tradición del griego al latín, que resulta ser problemático en una inspección más cercana. Esto se puede ver, por ejemplo, en el comentario de Aquino sobre la Ética a Nicómaco de Aristóteles. A la interpretación de los pasajes centrales sobre el ocio (scholé) de este aristotélico, en el trabajo (véase Aristóteles, EN X 7, 1177a12-1178a8) de Tomás no se usa la palabra otium, sino vacatio (cf. Tomás de Aquino, Sent. Eth. X 11). También se convierte en una de las referencias bíblicas centrales al ocio (scholé), el Salmo 45:11 y es prefijado por Pieper en su escritura, que la traducción latina autorizada de las Sagradas Escrituras, es la Vulgata, con donde esta palabra es traducida como vacare y no como otium. Incluso si una equivalencia en algunas áreas y con algunos autores está presente, esta simple identificación del griego scholé y del latín otium es más problemático de lo que parece a primera vista.

La razón de esta amplia identificación de los dos términos está además en ver la proximidad onomasiológica que imagina una tradición que conduce de la filosofía precristiana a la teología cristiana. No es raro que el esquema de praeparatio-perfectio del cristianismo primitivo se incorpore a estas consideraciones, por lo que la filosofía pagana como preparación (praeparatio) se entiende por parte de la teología cristiana como la perfección (perfectio) de esta filosofía. Este pensamiento también se encuentra en varios pasajes de la obra de Tomas y también es la línea de pensamiento en la que Pieper se basan. En consecuencia, el recurso tradicional se vuelve una alienación común y una definición de contenido común. En este contexto, Pieper utiliza el ocio, también con referencia explícita a Kierkegaard (cf. Pieper 2007, 82) - como conformidad humana con el entendido en ti mismo. Por el contrario, está la ociosidad, que es una fractura de la autoimagen que lleva a la gente a la desesperación y Pieper usa el término monástico cristiano de acedia (cf. Pieper 2007, 85). La acedia se remonta al griego akedía y significa descuido, es decir, en este contexto, el descuido del yo. El termino de acedia sirve para marcar un estado en el reino monástico de una improductividad negativa que paraliza y agobia al sujeto. Este término que se localizaba monásticismo tradicional y es conectado con la filosofía moderna, en este caso por medio de Kierkegaard. La acedia significa aquí el lado oscuro del ocio, la ociosidad, que se aplica al ocio por derecho propio se asemeja a la inactividad aparente, pero difiere en su efecto sobre el sujeto radicalmente. La acedia paraliza al sujeto y lo oprime porque no hay encuentra en su relación consigo mismo. Por el contrario, el ocio abre un espacio productivo de reflexión, para que el ocio como espacio de posibilidad cuidado por el uno mismo puede describirse.

La connotación específica de ocio se vuelve aún más clara a partir de su relación con el trabajo. Pieper ve el ocio como un correctivo a la modernidad del mundo laboral, que atribuye a tres puntos. Primero, el ocio pasa por la falta de actividad que está marcada por el lugar de dejar que suceda lo descrito y también asociado con el silencio (ver Pieper 2007, 86-89). Esto demuestra que existe una cierta pasividad inherente al ocio que, sin embargo, no tiene una connotación negativa, sino más bien un alivio que se puede obtener. En segundo lugar, Pieper contrasta el ocio con el esfuerzo y crea una relación entre el ocio y las festividades y celebraciones (cf. Pieper 2007, 89 ss.). En este contexto, el ocio, aunque pasivo, no se denomina como algo entendido sin hacer nada, sino como aceptar y afirmar algo corresponde al carácter de cuidado y aceptación de uno mismo.

En tercer lugar, Pieper exime el ocio de la funcionalización de la comprensión moderna del trabajo, en la medida en que no se centren en una función social, como pura relajación y regeneración, algo a lo que puede reducirse (véase Pieper 2007, 90-92). Más bien, el otro modo de vida descrito, la vita contemplativa, se diferencia de la vita activa que se opone a la comprensión moderna del trabajo. Localizado que se pone como prioridad la vita contemplativa sobre la vita activa (ver Pieper 2007, 91).

La tesis de la primacía de la vita contemplativa fue apoyada principalmente por Hannah Arendt que critica en su libro Vita activa (título original: La condición humana). Pieper explica, sin embargo, por qué el ocio está por encima de la vita activa: la vita activa marca el reino humano, mientras que el ocio en su conexión esta conectado con al reino de lo divino en la contemplación. Pieper toma esta idea del tratamiento ya mencionado del ocio y contemplación en la Ética a Nicómaco de Aristóteles y describe allí la vita contemplativa como algo divino desde la contemplación (en griego theoría) como la capacidad del ser humano para autorreflexionarse en el ámbito de lo divino en que resucita (cf. Aristóteles, EN X 7, 1177b26-31), en la medida en que lo divino en Aristóteles se caracteriza por su autorreflexividad. Esta teología de Pieper asume el contenido del ocio refiriéndose a lo paradójico de la estructura del ocio, indicando, por un lado, y una especificidad humana, por el otro, pero también contiene un componente sobrehumano (ver Pieper 2007, 93 y sigs.). Esta paradoja explica el mayor valor de lo asociado al ocio en la vita contemplativa, en la medida en que la persona aquí se esfuerza más allá de sí misma. Esto ocurre en que el ser humano dentro del ocio se encuentra en un estado ambivalente y paradójico de pasividad activa. El ocio elude el acceso y, en última instancia, permanece inaccesible, de modo que no se puede producir, pero se debe a una coincidencia (ver Pieper 2007, 124). En consecuencia, el ocio está fuera del ámbito de lo factible, porque surge sólo en parte de la actividad humana, lo proprium del ocio solo puede sucederle al hombre en el sentido de un regalo.

El ocio lleva al hombre fuera de sus límites y más allá, por lo que, según Pieper, el hombre entra en contacto con lo divino. La preocupación por sí misma lleva al sujeto más allá de sí mismo y apunta a otro punto de referencia. De ahí la referencia programática de ocio y culto: el culto está aquí en el sentido literal de cuidado (latín cultus), entendido tanto como preocupación por los hombres como por como la humanidad se eleva hacia lo divino. Sin embargo, esta relación no puede ser simplemente producida, sino que se presenta dejando que suceda en uno. Esto se hace particularmente evidente en el festival, que, según Pieper, es el núcleo de las formas del ocio (cf. Pieper 2007, 113), porque como experiencia de pasividad activa acerca lo divino a lo humano. En consecuencia, el ocio y la retirada hacia la vita contemplativarelacionada con la ética del trabajo moderno, en la medida en que trasciende esto y, por lo tanto, también forma un correctivo, ya que el ocio se retira de lo factible.

Esto describe algunos de los puntos importantes de la fuente de la alegría. El punto central de su apelación al ocio es el recurso a la tradición occidental utilizada como correctivo de las formas modernas que causan un gran daño en la comprensión del trabajo como una actividad. Aceptar esta tradición la hace importante, pero también es explorada y aplica a nuevas constelaciones, como en el ejemplo de la acedia presentada anteriormente. Esto hace que la pequeña obra sobre el ocio de Pieper sea un clásico del siglo anterior. Lo que se pasa por alto fácilmente es el contenido teológico del ocio que Pieper despliega explícitamente y de ahí en primer lugar la referencia programática al ocio y al culto se hace comprensible. Porque solo por esta referencia al culto, representado por el encuentro del ser humano con lo sobrehumano, se presenta al ocio como "uno de los fundamentos de la cultura occidental" (Pieper 2007, 48).

Josef Pieper - Ocio y culto. Con una introducción del cardenal Karl Lehmann. Kösel: Munich 2007 (nueva edición).