Los radanitas jázaros y la usura
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
“Nummus nummum parere non potest”.
(Aristóteles, Ética a Nicómaco)
Se ha vuelto muy común decir en los últimos años que una cierta facción judía de origen jázaro se habría hecho muy poderosa después de siglos de prestar dinero. Estas afirmaciones parten del supuesto de que la mayoría de los judíos vienen del antiguo kanato de Jazaria, que se convirtió al judaísmo con tal de no ser sometido por sus vecinos cristianos y musulmanes. Esta tesis se hizo muy famosa debido al libro La decimotercera tribu (1976) de Arthur Koestler, quien sostiene que los judíos asquenazíes europeos no descienden de los antiguos israelíes, sino de los turcos jázaros que se convirtieron al judaísmo en el siglo VIII y que luego estos emigraron a Europa Oriental en los siglos XII-XIII, cuando el imperio de Jazaria colapsó. Esta teoría de la ascendencia asquenazí de muchos judíos se ha hecho muy popular, pero no es aceptada por todos los expertos en la materia.
El conocido historiador ruso Lev Nikolaevič Gumilëv ha sido uno de los críticos más acérrimos del papel que desempeñaron los judíos jázaros en la historia de Rusia. Sin duda sus opiniones han sido muy influenciadas por su maestro, Mijaíl Artamonov (Historia de los kazajos, 1962). Gumilëv, a su vez, ha influido al crítico literario Vadim Kozhinov.
Los judíos llegaron al territorio de Jazaria en dos oleadas distintas. La primera oleada es de los siglos V y VI, cuando llegaron judíos karaítas procedentes de Persia. La segunda oleada consistió en judíos procedentes de Bizancio en los siglos VIII y IX, los cuales conocían muy bien el Talmud. Los judíos se dividían en karaítas y rabinos en el siglo IX, siendo estos últimos seguidores ortodoxos de las enseñanzas talmúdicas que habían huido primero a Bizancio y luego llegaron a Jazaria debido a la persecución que sobre ellos desató el papa León III (795-816), quien intentaba convertirlos por la fuerza al cristianismo. Hubo otro grupo de judíos que llegaron a Jazaria y que se especializaba en el comercio internacional a lo largo de la Ruta de la Seda entre Europa y Asia: se trata de los radanitas, cuya presencia en el comercio internacional, desde España hasta China, fue atestiguada en el siglo IX por el geógrafo persa ibn Khordadbeh.
Algunos eruditos atribuyen la conversión de los jázaros al judaísmo debido a la influencia que sobre ellos tuvieron los radanitas [1]. Gumilëv consideraba que los radanitas eran un grupo superétnico muy “diabólico”, ya que el comercio internacional, decía, no beneficiaba a la mayoría de la población, sino que la perjudicaba, y eso se aplicaba tanto a Jazaria como a otros lugares. Eso se debía a que la economía de intercambio natural le proporcionaba a la población local todo lo que necesitaba, mientras que el comercio internacional no. Gumilëv también sostiene que los radanitas comerciaban usando los bienes que les robaban a los países del norte de Europa, sin hablar de que eran muy conocidos por el comercio de esclavos, especialmente de eslavos.
Gumilëv afirma que los radanitas se infiltraron dentro de la nobleza turca jázara mediante el casamiento con sus mujeres, pero la descendencia de estos matrimonios mixtos terminó en segundo plano, por lo que la mayoría emigró a Crimea, donde profesaban el karaísmo. En cambio, los hijos que tenían dos padres judíos fueron socialmente muy relevantes y eran conocidos por ser los únicos que tenían acceso a los estudios talmúdicos. El historiador ruso sostiene que el judaísmo fue impuesto a la población, especialmente después del ascenso al poder de Obadia a finales del siglo VIII y principios del IX. Obadai era un judío rico que transformó por completo al kanato e introdujo el judaísmo rabínico, mientras que persiguió de forma violenta a los cristianos, musulmanes y paganos. Sin embargo, parece que en el año 730 el rey jázaro Bulan se había convertido voluntariamente al judaísmo.
Jazaria nunca se recuperó de los ataques del príncipe Sviatoslav de Kiev, quien posteriormente fue asesinado por los nómadas pecenegos durante el asedio de esta ciudad en el 972. Los pecenegos fueron apoyados desde el año 968 por los jázaros. Sviatoslav atacó las ciudades jázaras de Sarkel, su capital Itil y Samandar (c. 964-966) [2]. Itil fue ocupada en el año 980 por los choresmiani y obligada a convertirse al Islam.
Fue en ese momento cuando los judíos radanitas que todavía quedaban se vieron obligados a migrar hacia el oeste, a España y especialmente centro comercial más importante de la península, Córdoba, donde gozaban de mucha protección. Gumilëv dice que el anticristianismo e intolerancia de los radanitas no disminuyó una vez se establecieron en Europa Occidental y que sus interpretaciones del Talmud han dado forma al pensamiento occidental en el último milenio.
El historiador israelí Moshe Gil plantea que el nombre de los radanitas proviene de Radan, que es una región de Irak [4]. Otros investigadores dicen que su nombre procede del árabe ar-Rahdaniya, que significa “los que conocen el camino”, los “trotamundos” o “judíos errantes”. También existe la tesis de que su nombre esta vinculado al río Ródano (lombardos) que era muy frecuentado por los mercaderes que emprendían grandes viajes.
La etimología propuesta por Gil explicaría en gran parte el hecho de que estos judíos fueran acérrimos defensores de las enseñanzas talmúdicas de Babilonia; por otro lado, se sabe que Babilonia siempre tuvo una importante cantidad de judíos desde que estos fueron exiliados en el siglo VI a.C. por Nabucodonosor II, quien destruyó el Templo de Salomón. También se sabe que los judíos babilonios seguían siendo bastante poderosos en el momento en que fue fundado el califato abasí, que duró desde el año 750 hasta el 1258 de nuestra era.
De hecho, durante la época abasí, Bagdad conoció el surgimiento de un gobierno de banqueros dirigido por mercaderes judíos que prestaban dinero al Estado. Viene a la mente la famosa familia Neṭīra, que llevaba el nombre de su fundador, y que era muy conocida durante el siglo IX. Los hijos de su fundador, Sahl e Isḥāq, siguieron los pasos de su padre y financiaron las costosas expediciones militares del califato. Sin embargo, los Neṭīra también fueron apoyados por su suegro Joseph b. Phinehas y su socio Aarón b. Amram, banqueros de la corte del califa al-Muqtadir de Bagdad, que eran considerados los prestamistas más ricos de Mesopotamia y de Persia occidental en aquel período. Como eran los banqueros privados de los gobernantes locales normalmente asumían la función de ser jahbadh, es decir, recaudadores de impuestos estatales y responsables de emitir letras de cambio en nombre del gobierno, además de prestar dinero a largo plazo a la administración del califato. Al mismo tiempo, prestaban dinero a los visires locales para que estos resolvieran sus asuntos privados [5]. Fue así como Bagdad se convirtió en el centro financiera de ese entonces, ya que era uno de los pasos comerciales más importantes de la antigua Ruta de la Seda.
Los radanitas, que eran poliglotas y de origen persa, dominaron el comercio euroasiático (incluido el uso del crédito) entre el mundo cristiano y el islámico durante al menos cuatro siglos, entre el VII y el X, aunque es muy probable que ya desempeñaran este papel en el periodo preislámico. Algunos creen que también fueron los responsables de introducir el papel en Occidente al llevarlo desde China [6].
Tal parece que los radanitas extendían su dominio comercial a lo largo de Francia, Alemania y Polonia en los siglos V y VI; incluso existen pruebas de que ya se encontraban en África, especialmente Tombuctú (Malí), en el siglo VIII. Muchos radanitas huyeron hacia África en el siglo XV debido a la persecución de la Inquisición española. No obstante, la mayoría de ellos se fue a Holanda. De hecho, los judíos sefardíes, especialmente los mercaderes marranos, como la conocida familia Mendes y después Yossef Nasi de Amberes – que se habían hecho ricos gracias al control del comercio de las colonias españolas y portuguesas – trasladaron sus actividades financieras a Holanda cuando se vieron obligados a abandonar la Península Ibérica por el edicto de expulsión de 1492 [7]. Las familias de banqueros marranos se convirtieron en las mayores prestamistas de dinero de las monarquías europeas a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII. Algunos judíos marranos migraron a Londres durante el reinado de Isabel I (1558-1603), pero fue en 1664 y gracias al trabajo del rabino Menasseh ben Israel, un judío portugués que se había trasladado a Ámsterdam, y que apoyó a Oliver Cromwell, Lord Protector de la Commonwealth entre 1653 y 1658, cuando empezaron a llegar en masa. Estos judíos sefardíes, españoles y portugueses fueron los que, a través de Ámsterdam, llegaron a Londres y luego fundaron el Banco de Inglaterra en 1694.
Cuando la influencia napoleónica terminó por someter a Holanda en 1803, el centro financiero de Europa se trasladó de Ámsterdam a Fráncfort. Fue en ese momento cuando el control financiero de la liga anti-napoleónica terminó en las manos de Mayer Amschel Rothschild, judío de la corte de Guillermo I (1743-1821), que era el príncipe elector de Hesse-Kassel [8].
La caída de la dinastía de los Tang en el año de 908, la destrucción del kanato de Jazaria en el 968-969, seguido de las invasiones turcas al Medio Oriente, provocaron una gran inestabilidad y la desaparición casi total de la ruta comercial de la seda. Eso llevo a que aparecieran nuevos actores comerciales en el mercado internacional que ya no se movían por tierra, sino por mar y que giraban alrededor de las ciudades-Estado marítimas italianas de Venecia, Génova, Pisa y Amalfi, financiadas por las nacientes familias bancarias italianas.
Los radanitas se fueron fusionando con los pueblos donde se habían asentado o con otros judíos que también habitaban los territorios donde ellos vivían, especialmente España, por lo que a partir de los siglos XI-XII dejaron de existir como un grupo particular.
Notas:
[1] Enc. of World Trade, “Radanites” 764; si veda anche Pritsak 265.
[2] Aldo C. Marturano, un experto en el medioevo ruso, cita una versión alternativa de esta historia, según la cual “la campaña es una gran mentira que fue incluida dentro de la PTI (Crónica de los tiempos pasados o Crónica de Néstor, siglo XII) y pienso que debemos restarle importancia. Por el contrario, el historiador alemán Marquart dice que esta campaña de Svyatoslav no se llevó a cabo contra los jázaros, sino que fue una expedición punitiva contra ciertos pueblos rebeldes del Volga [...] Svyatoslav sostiene que Itil no pasó por la isla de estos mercaderes ni atacó la isla de Kaghan, ya que el ejército jázaro todavía existía y podía contraatacar”. (Aldo C. Marturano, Càzari e Russi, un’avventura ebraica medievale, Lulu Press, Raleigh 2016, pp.189-190).
[3] V. J. Rossman: Russian Intellectual Antisemitism in the Post-Communist Era. Lincoln, NE: University of Nebraska Press for the Vidal Sassoon International Center for the Study of Antisemitism (SICSA), Hebrew University of Jerusalem, 2002.
[4] Moshe Gil, “The Radhanite Merchants and the Land of Radhan,” Journal of Economic and Social History of the Orient 17, no. 3 (1974): 299-328.
[5] A. Harkavy, Teshuvot ha-Ge’onim, 4 (1887), nos. 423, 548, 552; L. Ginzberg, Geonica, 2 (1909), 87–88; Fischel, Islam, 6–44.
[6] Enc. of World Trade, “Radanites” 764.
[7] Muchos otros judíos ibéricos emigraron a Italia, especialmente a Venecia, y al Imperio Otomano, tras el edicto de 1492, ya que estos lugares eran más tolerantes con la presencia de los judíos.
[8] http://www.jewishencyclopedia.com/articles/2444-banking.