Los filósofos rusos piden la descolonización de nuestra mente
Occidente se ha autoproclamado como la civilización por excelencia e intenta imponer sus valores sobre el resto del mundo. Sin embargo, Rusia al ser un país con una historia milenaria alternativa a la occidental desempeña una especie de contrapeso a favor de las distintas civilizaciones que existen en el mundo multipolar actual. Lo anterior es la conclusión a la que llegaron los participantes de la mesa redonda «Civilización-Rusia: papel histórico e imagen del futuro» del Instituto de Expertos en la Investigación Social.
Vladimir Shapovalov, miembro de la junta directiva de la Asociación Rusa de Ciencias Políticas, responsable de varios proyectos de la EISI, declaro en el foro que: «La concertación y la cooperación son un principio fundamental dentro del Estado-civilización ruso. Rusia es una potencia milenaria que ha pasado por crisis y auges, habiendo desarrollado principios fundamentales como la unidad y diversidad de los pueblos que habitan nuestro país, el carácter abierto de la sociedad rusa, la unidad del poder y la sociedad, del poder secular y espiritual, la unidad de los pueblos y los estamentos conforme a un principio variado extremadamente complejo».
Según Shapovalov Rusia desempeña un papel clave en el desarrollo histórico mundial: «Este papel consiste no sólo en logros culturales, científicos y tecnológicos, que son de los más importantes a nivel mundial, sino también de la importancia de la lengua rusa, así como en la contribución que Rusia ha hecho a la creación del sistema de seguridad mundial y de las normas del derecho internacional».
Sin embargo, Occidente se autoproclamó como «la única civilización existente», dice el filósofo Alexander Dugin, «y, en este sentido, todo lo que han aportado Rusia, el islam o China se percibe como una especie de imitación, viendo a estas civilizaciones como provincias minúsculas que se rebelan contra el imperio global. De hecho, ellos consideran que Occidente es la única forma de comprender el mundo».
Dugin explica que la cultura occidental actual ya no tiene nada que ver con la cultura occidental clásica. Aunque esta última tampoco puede considerarse como un estándar para todas las civilizaciones. «Es aquí donde debe comenzar nuestro giro civilizacional hacia nosotros mismos y la construcción de un mundo multipolar. Hay que devolver sus derechos a la episteme rusa, que ahora debemos introducir en todas las disciplinas de las humanidades. Es necesario construir un mundo rusocéntrico en el que se reconozca la existencia de otros mundos y donde no pretendamos imponernos o sustituir a nadie».
Dugin dice: «Ahora luchamos contra el nazismo ucraniano y nos oponemos al Occidente colectivo, pero nuestro principal enemigo es nuestra conciencia, porque nuestra educación, nuestra ciencia, nuestro sistema político… todo está construido sobre los principios del universalismo occidental. Nuestra tarea es descolonizar la conciencia rusa».
Dusan Prorokovic, investigador del Instituto de Política y Economía Internacionales de Belgrado y ex diputado de la Asamblea Nacional serbia, comentó que Rusia es capaz de crear una alternativa a los valores occidentales y preservar los valores tradicionales en todo el mundo: «En los países ortodoxos de los Balcanes la influencia de Occidente es muy fuerte. Las estructuras formales de nuestros Estados se encuentran bajo ocupación y tienen una soberanía limitada».
Prorokovic agregó lo siguiente: «El papel de Rusia en los Balcanes es muy importante. El neoliberalismo posmoderno aboga por desmantelar los valores tradicionales y transformarnos. Se están desmantelando los Estados, la religión, la familia e incluso el concepto de hombre. Sólo Rusia puede oponerse a ello».
Vardan Baghdasaryan, profesor del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad Estatal de Moscú, recordó las palabras de «nuestro adversario», el asesor especial del Secretario General de la ONU para la reducción de la pobreza, Jeffrey Sachs: «Pusimos a una Rusia enferma en la mesa de operaciones, le abrimos el pecho y resultó tener una anatomía diferente».
Según Baghdasaryan, el concepto de Estado-civilización implica la prohibición de extrapolar principios de una civilización a otra: «De ello se deduce que nuestra soberanía se basa en la identidad y los valores. Además, el enfoque civilizatorio estudia constantes. La historia rusa es comprensible únicamente como una civilización: la antigua Rus, el zarismo moscovita, el Imperio ruso, la Unión Soviética, la resurrección de la actual Rusia… todo ello constituye la esencia de Rusia. Rusia es un arca que une a todos».
Oleg Matveichev, vicepresidente del Comité de Política de Información, Tecnologías de la Información y Comunicaciones de la Duma Estatal, declaró: «Cuando Rusia enarboló la bandera de los valores tradicionales, distintas naciones y representantes culturales empezaron a unirse en torno a ella. Muchos han empezado a buscar contactos con nosotros desde África, América Latina, Asia y otras regiones. Estos países no pueden desafiar a Occidente solos».
El diputado concluyó: «Vemos que el mundo entero está conmocionado por el lugar al que el llamado Occidente intenta llevarlos. Es importante que nuestras humanidades, filósofos, científicos e investigadores averigüen con qué poder y voluntad podemos desempeñar el papel de vínculo entre las diferentes civilizaciones y reivindicar un universalismo nuevo. Este universalismo debe permitir el dialogo y no subordinar a los demás».
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera