Lacan y el «trumpismo psicodélico»
El método lacaniano
Apliquemos la topología lacaniana a las elecciones estadounidenses. Lo primero es recordar cuales son los elementos básicos del modelo de Lacan, el cual se puede resumir en la unión de los tres anillos borromeos o tres órdenes que serían:
- Lo real,
- Lo simbólico,
- Y lo imaginario.
Lo Real es el ámbito en el que cualquier cosa es estrictamente idéntica a sí misma. Tal identidad absoluta (A=A) excluye la posibilidad misma del ser, es decir, del ser como devenir. Así pues, lo Real es la muerte o la nada. No existe el cambio ni el movimiento ni la relación. Lo Real es verdadero al igual que la nada y no existe una alternativo.
Lo Simbólico es el ámbito donde nada es igual a sí mismo, donde una cosa siempre se refiere a otra. Es una huida de lo Real motivada por el deseo de evitar la muerte y la caída en la nada. Es aquí donde nacen los contenidos, las relaciones, los movimientos y las transformaciones, pero siempre de forma onírica. Lo simbólico es lo inconsciente. El significado del símbolo siempre es algo diferente a sí mismo (de hecho, no importa el significado, sino el hecho de que siempre se remita a algo distinto a sí mismo).
Lo Imaginario es donde la dinámica y la cinética de lo Simbólico se congelas, pero sin que se produzca la muerte o el colapso en lo Real. Lo Imaginario es lo que confundimos con el ser, el mundo, nosotros mismos; es la naturaleza y la sociedad, la cultura y la política. Lo es todo y, al mismo tiempo, no es nada. Cada elemento de lo Imaginario es, de hecho, un momento congelado de lo Simbólico. La vigilia es una forma de sueño incapaz de darse cuenta de que sigue soñando. Todo en lo Imaginario remite a lo Simbólico, pero se hace pasar por lo «Real».
En lo Real A=A es verdad. En lo Imaginario A=A es falso. Pero en el ámbito de lo Imaginario, a diferencia de lo Simbólico, jamás se admitiría frente a los demás ni ante uno mismo que las cosas no son idénticas a sí mismas. Lo Real no es nada. Lo Simbólico es un devenir siempre cambiante. Lo Imaginario son los falsos nudos creados por lo Simbólico que han quedado congelados en el tiempo.
Lacan y la política
Lacan era muy consciente de que su modelo de los tres órdenes cuestionaba las estrategias reformistas, progresistas y revolucionarias. No es casualidad que en su juventud fuera un hombre de derechas y monárquico cercano a las ideas de Maurras, mientras que en la década de 1960 apoyó, contrariamente a la «Nueva Izquierda», el statu quo y el gobierno de De Gaulle. No es una casualidad, sino una decisión que se desprende de su modelo de los tres anillos borromeos. La Nueva Izquierda revolucionaria (según la interpretación de Lacan) quería sustituir lo Simbólico (lo surreal, esquizofrénico, transgresor) por lo Imaginario (las viejas estructuras sociopolíticas, el orden existen). Para ello la Nueva Izquierda utilizó el psicoanálisis irónico de Lacan con tal de derribar el Imaginario (el Orden) y su ser exhaustivo y lógico (A=A), sin comprender que este último no era más que un momento congelado de un delirio y pasando por alto el hecho de que tan pronto como el viejo Imaginario se derrumba o desaparece bajo la presión de las críticas (política, estética, social, epistemológica, etc.), lo Simbólico no puede ocupar su lugar, sino que da nacimiento a un nuevo Imaginario, igualmente totalitario, dictatorial e idiota.
El propio Lacan describió ejemplos de esta clase en varias ocasiones, particularmente se centró en el bolchevismo soviético. Los bolcheviques comenzaron con un llamado a la libertad y la igualdad y rápidamente se convirtieron en un partido jerárquico y rígido respaldado por un aparato totalitario violento. Sin embargo, lo mismo ocurrió con Cromwell o la Gran Revolución Francesa. Lo Simbólico únicamente existe al nivel del inconsciente, es decir, al nivel del sueño. Cuando sale a la superficie, automáticamente se convierte en lo Imaginario. En esencia, el orden sigue siendo el mismo, pero bajo una nueva forma que remite a su vez a lo Simbólico, de donde procede. Pero tales cualidades existen en todos los sistemas de lo Imaginario: anteriormente (hasta que llegó el momento en que se congeló) todos los distintos ordenes de lo Imaginario hacían parte del dinámico y cambiante mundo de lo Simbólico.
El revolucionario de hoy se convertirá en el funcionario totalitario violento o el comisario brutal del mañana. La reforma (en el contexto de la ontología de los tres anillos borromeos) no es posible porque conducirá de nuevo a lo mismo. Lo Simbólico jamás será capaz de sustituir a lo Imaginario bajo ninguna circunstancia. Este era el punto de vista de Lacan y esa es la conclusión que se desprende directamente de su sistema.
Kamala Harris y lo Simbólico
Siguiendo este modelo, analicemos las elecciones estadounidenses. En estas elecciones estamos viendo un choque feroz entre los «progresistas» (Kamala Harris y el Partido Demócrata) y los «conservadores» (Trump y los republicanos). Si hacemos uso del modelo lacaniano veremos fácilmente quién es quién: Kamala Harris encarna el impulso de la transgresión, la legalización de la perversión, la liberación de todas las prohibiciones y normas, es decir, la expansión del ámbito de lo Simbólico. El programa de los demócratas es una estructura de disparates sin contenido: más LGBT, más cultura de la cancelación, más inmigrantes ilegales, más drogas y operaciones de cambio de sexo, más deconstrucción de los viejos órdenes, más BLM y más teoría racial crítica, más ataques contra los hombres blancos, normales, mentalmente estables, poderosos, patriarcales y tradicionales en favor de la promoción de las mujeres, los cuerpos positivos, los transexuales, los pervertidos, los furros, los cuadróbicos (1), los lisiados, los pedófilos, los maníacos, los caníbales y los degenerados. En otras palabras, ¡libertad para el inconsciente! La máquina deseante como fábrica de micro-deseos que debe sustituir al Imaginario. Por supuesto, esto implica una ridiculización y ataque al Imaginario actual por toda clase de medios, especialmente contra Donald Trump, que es considerado como el arquetipo de la «falta de libertad», la «jerarquía», la «racionalidad masculina», etc.
Kamala Harris representa lo Simbólico, de ahí su extraño discurso, su interminable risa fría y sin sentido, sus gestos confusos, inarticulados e inexpresivos que cada vez parecen asemejarse más a algo intuitivo, pero indefinible. Kamala Harris es una figura de la ensoñación activa. En ella los devotos ven que lo imposible se convierte en posible y una cosa desemboca imperceptiblemente en la otra. No obstante, todo se encuentra desenfocado y borroso. Es el «progreso»: lo blanco se vuelve negro; el capitalismo ahora se ha convertido en otra cosa («destrozar las tiendas, ¡es la ley!»); los hombres y las mujeres se han convertido en vagos objetos de deseo (la pequeña «a» de Lacan), evitando siempre la fijación. En otras palabras, haciendo caso omiso de las advertencias de Lacan sobre la inmutabilidad de la estructura de los anillos borromeso, el Partido Demócrata está intentando activamente derribar el Imaginario estadounidense para sustituirlo por lo Simbólico.
Una distorsión totalitaria del liberalismo
Pero... Lacan comprendió mejor su sistema que sus ilegítimos seguidores de la izquierda. Y tal comprensión resulta fácil de ver cuando nos alejamos un poco de la hipnosis progresista. Cuando la homosexualidad y otras perversiones son algo prohibido, mal visto y perseguido, entonces, efectivamente, todos esos comportamientos pertenecen al ámbito de lo Simbólico. Pero cuando son legalizadas, cambian inmediatamente de naturaleza, convirtiéndose en una norma prescriptiva, una ley y en un rígido imperativo totalitario. En otras palabras, las perversiones, una vez son permitidas se convierten en una forma del Imaginario, un momento congelado, rígido y para nada liberador de lo Simbólico.
Lo mismo ocurre con todas las demás perversiones legalizadas y la anomia. La teoría racial crítica no es diferente del racismo, sólo que es un racismo antiblanco. El feminismo conduce lógicamente a la degradación sistemática de la masculinidad, a la transformación de los hombres en seres humanos de segunda clase. El odio del progresismo contra todo lo conservador (reaccionario) hace que el tradicionalista sea perseguido, oprimido e insultado continuamente por una «minoría». Las propias víctimas del genocidio se convierten en exterminadores y genocidas en masa.
Lo Imaginario no puede ser eliminado. Esta verdad queda demostrada en las últimas mutaciones del liberalismo y del izquierdismo (que siempre ha arrastrado estas mismas características en todas sus versiones). Hoy en día el liberalismo se está volviendo prescriptivo y, por lo tanto, totalitario. No sólo se puede ser homosexual (no ser como los demás), sino que se tiene que serlo (estás obligado a ser como los demás). En el ámbito de lo Simbólico tal idea es perfectamente coherente, ya que lo desviación es la norma (el algoritmo del sueño o del engaño), pero en el ámbito de lo Imaginario, la prescriptividad lineal y estricta – incluso lo queer (en particular, la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y otras perversiones) – se convierte a su vez en objeto de crítica desde el ámbito de lo Simbólico.
El trumpismo psicodélico y las ensoñaciones desde la derecha
Pero, ¿desde dónde atacar la fijación del Imaginario liberal que ahora se ha convertido en una forma de totalitarismo descarado? La respuesta es obvia: desde el polo opuesto. Podríamos llamar a esto el ámbito de lo Simbólico desde el trumpismo. Durante la primera campaña presidencial de Trump vimos signos del uso de esta estrategia por parte de la alt-right, en 4chan, en la figura del meme de Pepe la Rana, en la conspiración reptiliana, en la magia del caos y en las delirantes teorías de Q-anon. Podemos llamar a este fenómeno, con algunas modificaciones, «trumpismo esotérico» o, más precisamente, «trumpismo psicodélico».
Si los demócratas y sus prácticas transgresoras se convirtieron en el nuevo orden del Imaginario, es decir, en el complejo coercitivo totalitario y fijo de las actuales prácticas prescriptivas del poder, entonces la crítica psicoanalítica de lo Simbólico ahora se encuentra del lado de los republicanos: no de todos, por supuesto, pero sí de los más libres, «desquiciados» y delirantes entre ellos.
Y es aquí cuando obtenemos una imagen muy interesante. El poder detentado por el Partido Demócrata y los neoconservadores cercanos a los círculos derechistas se convierte, para todos los que lo ven, en la encarnación del Imaginario, es decir, del orden globalista. Y el progresismo como sinónimo de lo Simbólico entra en conflicto con el totalitarismo fijo y frenético de los demócratas que desean aferrarse al poder. Mientras tanto, para los demócratas, el Imaginario es Trump, su femenina esposa Melania, los republicanos y el viejo Estados Unidos. Sin embargo, el Imaginario y el sistema actual se identifica más bien con los demócratas, que desean conservar sus puestos de poder. Kamala Harris es una protegida del rígido y ordenado Estado Profundo. Ella no es un organismo, sino un mecanismo, un eslabón del poder vertical. Así es como se manifiesta el orden de lo Imaginario. Las apelaciones a lo Simbólico sólo lo velan ligeramente.
No obstante, el «trumpismo psicodélico», que asume cada vez más las funciones de lo Simbólico, reconoce estas contradicciones y las usa para dar forma y dinamismo a su discurso crítico. Tal análisis explica perfectamente la elección de J.D. Vance como fórmula vicepresidencial e incluso sucesor de Trump en su lucha ideológica con el Pantano liberal. Vance no hace parte del Imaginario, sino de lo Simbólico. Incluso defiende de forma extravagante – psicodélicamente – las ideas del campo de la derecha post-liberal, es decir, el caótico universo de la alt-right. Peter Thiel, Curtis Yarvin (Maldbog), el brillante filósofo francés René Girard (autor de obras sobre la violencia sagrada) ... son las figuras atípicas por excelencia que no tienen nada que ver con los clásicos republicanos de derechas y, por lo tanto, no pueden ser usados como ejemplos de lo Imaginario (que es supuestamente lo que los progresistas intentan derribar «en nombre de lo Simbólico»). La estrategia psicoanalítica de los demócratas fracasa frente a Vance, ya que el propio Vance es el polo de lo Simbólico de la derecha atípica. Es incluso posible que él mismo sea consciente de ello y este familiarizado con Lacan. Por eso la elección de Vance como vicepresidente es un movimiento crucial en la campaña de Trump. Una vez más, la magia del caos, es decir, el anillo borromeo, conjugado con los elementos del onirismo y la psicodelia, se encuentra de su lado. Pero esta vez de una forma más minuciosa y sistemática.
Al mismo tiempo, si nos atenemos estrictamente a Lacan, la conexión Trump-Vance es la más armoniosa y prometedora. En Trump encontramos lo Imaginario apelando al electorado de derechas, pero complementado con el posmodernismo de derechas, la crítica social y el delirio desatado en la forma del «trumpismo psicodélico» que representa Vance. El régimen diurno racional, que necesita todo gobierno, se encarna en un Trump transparente y sin contradicciones, pero que se encuentra equilibrado por un régimen nocturno desatado (desde la derecha).
Transgresión desde la derecha
Se podrían extraer muchas más conclusiones de esta aplicación del modelo de Lacan a las próximas elecciones estadounidenses. En primer lugar, este modelo explica perfectamente el carácter totalitario del liberalismo globalista contemporáneo, el cual es imposible de ignorar, especialmente porque el intento de sustituir lo Imaginario por lo Simbólico está condenado al fracaso y sólo puede dar nacimiento a un nuevo Imaginario mucho más alienado, agresivo, intolerante y violento. De ahí el fenómeno del «fascismo liberal».
Por otra parte, el fenómeno del «trumpismo psicodélico» no es una anomalía marginal, sino una estrategia bastante sensata e incluso pragmática. Si se permiten todo tipo de perversiones y patologías, pero se prohíbe la Tradición, entonces la voluntad de vida y la dinámica de lo Simbólico infundirá a los defensores de lo normal y las actitudes sexuales conservadoras una enorme energía que convertirá a la Tradición en algo revolucionario. Si la Tradición está prohibida, eso la convierte en objeto de deseo apasionado. Los progresistas fijan la vida sociopolítica y cultural alienándola. Entonces, el inconformismo de la derecha se convierte en una nueva forma de la contracultura.
¿Quién ganará las elecciones? Es difícil saberlo, pero la actitud de la élite totalitaria actual, que es bastante agresiva y que apuesta únicamente por las minorías, puede fracasar, porque al eliminar el estatus de lo prohibido de la desviación, el centro de atracción se convierte automáticamente en la normalidad esencialmente prohibida por la ley. Y si el ámbito de lo Imaginaria se sitúa en el territorio del «pasado» – lo que era antes de la llegada de los progresistas, antes del triunfo de los liberales –, entonces el ámbito de lo Simbólica se sitúa en el «futuro». La norma es lo suprimido y reprimido hoy en día que – como la fruta prohibida – anhela su victoria en el mañana. Los conservadores suelen tener problemas con el futuro, pero el «Trumpismo psicodélico» ofrece una respuesta original a este problema, desplegando por medio del inconsciente las prácticas transgresoras desde la derecha y apoderándose de ese modo del futuro.
El peligro de la nada
Existe algo más de que hablar. Como puede verse no hemos hablado en ningún momento de uno de los anillos borromeos: el ámbito de lo Real. La respuesta de los progresistas se resume en un salto mortal: al normalizar lo Simbólico intentan eliminar el problema de la tensión que existe entre este ámbito y lo Real. De este modo esperan poder controlar la nada (la muerte), en lugar de excluirla. Probablemente ese es el objetivo que persiguen al promover la IA, la migración al ciberespacio y la Singularidad, donde la identidad entre la máquina y la máquina deseante ya se vivirá como un flujo traumático que anima el inconsciente (lo Simbólico). Si lo Simbólico (como ingenuamente creen los progresistas) ya ha suplantado a lo Imaginario, entonces desaparece el problema de la confrontación con lo Real. La muerte y el horror que emanan de lo Real sólo pueden ser derrotados aboliendo la vida. De ahí el transhumanismo y la inmortalidad mecánica desarrollados por el realismo especulativo.
La realización del proyecto ontológico del Partido Demócrata conduce inevitablemente a la abolición del hombre. Estas elecciones estadounidenses decidirán el destino de la humanidad: ser o no ser. La victoria de Trump mantendrá los tres anillos borromeos en relativo equilibrio. Una victoria de Harris podría significar su destrucción total. Vale la pena decir, por último, que para Lacan los anillos borromeos y los tres ámbitos de los que hemos hablado son el ser humano.
Nota del traductor:
1. Los cuadróbicos o “quads”, como se les ha apodado, es una actividad que implica moverse sobre cuatro patas, como lo haría un animal. Originalmente se trataba de un deporte originalmente inventado por Kenichi Ito, quién practicaba moverse como un mono para hacer ejercicio. Esta actividad se popularizó y fue adoptada por los jóvenes, convirtiéndose en una subcultura parecida a los furros o los therianos. Como subcultura consiste en una identificación espiritual o psicológica con animales extintos o existentes, buscando interactuar con su espíritu animal interior. Muchos chicos usan máscaras y colas identificándose y moviéndose como diversos animales.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera