La visión internacional de Lenin: “¡Todo el poder para los Sóviets!”
Lenin realizó una interpretación de la visión marxista de las relaciones internacionales para aplicarla a la realidad de su país y hacer frente a los cambios que habían tenido lugar en el seno del sistema capitalista.
El sistema capitalista de producción, según Lenin, se encontraba en una nueva fase evolutiva; la fusión entre el capitalismo bancario y el industrial que dio origen al capitalismo financiero: fase monopolistíca que Lenin entendía como fase final del sistema. Esta evolución del capitalismo lo llevará a la búsqueda de nuevos mercados, según la visión del líder ruso, para la exportación de capitales y comenzará su expansión mundial a través del imperialismo[1].
La internacionalización del conflicto de clase parecía un hecho, como también el fin del capitalismo pronosticado por Lenin en su fase imperialista. Consecuentemente la lucha de clases se convirtió en uno de los axiomas centrales de la teoría leninista.
El triunfo de los bolcheviques en Rusia supuso un desafío a la teoría marxista, ya que la revolución había fracaso en países como Alemania donde el desarrollo capitalista era pleno y en cambio había conocido la victoria en un país como la Rusia zarista en una fase incipiente del sistema capitalista. Lenin desarrolló entonces la “la ley del desarrollo desigual” considerándola como un principio básico que la evolución del capitalismo había generado. Según esta ley: la concentración monopolista del capital había engendrado un desarrollo desigual de las condiciones sociales y económicas de los diferentes países. Tales desigualdades entre los países no sólo constituía un elemento de desequilibrio y de conflicto en la sociedad internacional, sino también la causa de que en algunos de ellos menos industrializados, como Rusia, se generase una radicalización de las tensiones interclasistas”[2].
De esta manera explica Lenin la instauración de la “dictadura del proletariado” sin necesidad de que sea un país plenamente desarrollado en el sistema capitalista y sin que haya triunfado la revolución a escala internacional, aunque esto no implicada la desvinculación de la tarea suprema del proletariado; la revolución mundial. En la obra de Lenin el “socialismo en un sólo país” se entiende como la posibilidad de iniciar a escala nacional el cambio de las relaciones productivas capitalistas hacia las formulaciones socialistas, pero no hace referencia a la posibilidad de establecer de modo definitivo el socialismo de manera aislada en un marco estrictamente estatal. La sociedad socialista solo es posible de manera universal. Esta interpretación del revolucionario bolchevique lo aleja de la concepción que este precepto adquirió en práctica llevada a cabo por sus predecesores. A pesar de la revisión leninista sobre los textos marxistas, éste mantiene la esencia internacionalista de Marx y Engels.
El líder bolchevique entendía que las revoluciones nacionales se difundirían como consecuencia del imperialismo. La dinámica de la revolución del estadío nacional al internacional generó una actualización del concepto de internacionalismo proletario. Para Lenin este internacionalismo exige:
“1) la subordinación de los intereses de la lucha proletaria en un país a los intereses de esta lucha a escala mundial.
2) que la nación que ha conquistado el triunfo sobre la burguesía sea capaz y esté dispuesta a hacer los mayores sacrificios, nacionales en aras del derrocamiento del capital internacional.”[3]
Este concepto de internacionalismo proletario no solo se contempla desde la perspectiva de la acción de clase sino que también establece la posibilidad de intervención directa en los países que se instaure la dictadura del proletariado. De esta manera a través de la teoría del socialismo en un sólo país, el estado pasa a figurar entre los actores de la sociedad internacional, así como las nacionalidades.
El análisis del imperialismo realizado por Lenin incorpora una aproximación teórica a las guerras. La expansión lógica que seguirán los países capitalistas y su relación con el único país en el que había instaurado la revolución constituirán una fuente de conflictividad[4].
Este antagonismo se reflejará en el “principio de inevitabilidad de las guerras” con la distinción entre las guerras imperialistas e injustas llevadas a cabo por la burguesía para la protección de sus intereses y las guerras revolucionarias, guerras justas, llevadas a cabo por el proletariado contra la explotación burguesa.
Las guerras revolucionarias se dividen a su vez en guerras nacionales: las que desencadenan las naciones oprimidas contra una nación explotadora, actualmente se conocen como guerras de liberación nacional, y las guerras civiles, que son las que surgen del antagonismo de clase. La fusión entre las guerras nacionales y las guerras civiles (las guerras justas) se establece por medio del concepto de internacionalismo proletario.
Lenin desarrolla también el principio de la autodeterminación de las naciones, para Lenin “la autodeterminación de las naciones significa el derecho de toda nación a independizarse y a establecer su propio Estado”. De esta manera trataría de incentivar el potencial de las ideas anticolonialistas como unos instrumentos de influencia con los territorios extraeuropeos facilitando así la exportación de la revolución.
El pensamiento leninista interpreta las relaciones internacionales como dos bloques de estados antagónicos. El triunfo de los revolucionarios en un estado presupone la existencia de las guerras dado que la clase burguesa tratará de aplacar las acciones revolucionarias, de ahí la necesidad del internacionalismo proletario. Pero Lenin aclaró que a pesar del principio de inevitabilidad de la guerra, la URSS no tendría que estar siempre en un conflicto bélico con los estados capitalistas; estableciendo el método de la coexistencia pacífica. Lenin interpreta la coexistencia pacífica “como un principio transitorio, excepcional, táctico, de la política exterior, válido para aquellas condiciones en las que la necesidad de una consolidación interna del Estado socialista”[5]. Como se puede observar este principio no es contradictorio al de inevitabilidad de la guerra.
El internacionalista Rafael Calduch hace un balance positivo de la aportación del marxismo clásico a la teoría de las relaciones internacionales, afirma que esta interpretación aportó un concepto y metodología diferentes a los imperaban en occidente. El principal logro de la teoría leninista radica en el intento de formular una teoría general de las relaciones internacionales y no solo de la política exterior de la Unión Soviética.[6]
[1]LENIN, Vladimir Ilich: El imperialismo fase superior del capitalismo, Editorial Fundamentos, Madrid, 1974, p.18
[2]CALDUCH, Rafael: “Las relaciones internacionales en la obra de los dirigentes soviéticos: una reflexión teórica” en: Revista de Estudios Internacionales,Vol. 2. Núm. 3. Julio-septiembre 1981, p. 555
[3]Lenin citado en: CALDUCH, Rafael: op.cit. p. 553
[4]Esta cuestión no se había planteado en los trabajos marxistas clásicos pues la creación de la URSS fue posterior.
[5]CALDUCH, Rafael: “Las relaciones internacionales en la obra de los dirigentes soviéticos….” op.cit., p. 563.
[6]CALDUCH, Rafael: “Teoría de las Relaciones Internacionales” en: Universidad Complutense de Madrid <http://pendientedemigracion.ucm.es/info/sdrelint/apunteorias.pdf>, p.119