La última oportunidad del sistema: ¡todos contra Marine!

17.06.2016

Emmanuel Macron dice ahora en voz alta que no es ni de "izquierda" ni de "derecha". Eso debe hacerle feliz, ya que no cree en la división izquierda / derecha. ¿Acampan en la misma posición que usted?

Diría más bien sobre posiciones simétricamente opuestas. El borrado de la división derecha / izquierda que está dibujándose "arriba", en el seno de la clase política es, en efecto, la consecuencia lógica de la supresión de esta escisión que ya se ha dado "abajo", es decir, en el seno del pueblo. "Lo que la Francia fracturada necesita es el social-liberalismo", proclamaban recientemente los Gracques [grupo de reflexión de valores "social-liberales"], este areópago de tecnócratas que asesora a Emmanuel Macron. Traducción: ante los partidos antisistema y los movimientos populistas que acentúan su influencia, el sistema debe cerrar filas para enfrentar la insurrección electoral.

La única división real actual es, de hecho, la que opone la Francia periférica a la Francia urbanizada, el pueblo a la élite globalizada, la gente común a la casta, las clases populares a la gran burguesía mundialista, los perdedores a los beneficiados por la globalización, los defensores de las fronteras a los partidarios de la "apertura", los "invisibles" a la "sobre-representados", en definitiva, los de abajo a los de arriba. Perpetuamente decepcionados por lo que Jérôme Sainte-Marie llama la "convergencia de las políticas públicas sobre las alternancias, lo que refleja la comunión de los liberalismos económicos, políticos y culturales, bajo el alto patrocinio europeo", más de un tercio de los votantes se libran ahora en lo sucesivo de la división izquierda/derecha, sea absteniéndose (o votando en blanco), sea votando al Frente Nacional. A pesar de que el silbido de la bala pasa cada vez más cerca, los grandes partidos de gobierno, que se consideran (con razón) también amenazados, pretenden por lo tanto muy naturalmente dejar de combatirse para salvar los muebles - especialmente si Marine Le Pen está presente en la segunda vuelta en el 2017, ninguno de ellos podrá gobernar en solitario si termina ganando, sobre todo si el FN logra formar un grupo parlamentario.

De ahí la actual retórica a favor de una "gran coalición" de partidos de gobierno, es decir, una reunificación de los liberales de derecha y de izquierda, presentada como la condición necesaria para una verdadera puesta en marcha de las reformas estructurales necesarias para "enderezar Francia". Contra los contestatarios y los recalcitrantes de ambos lados, se trataría de reunir en el mismo "círculo de razón" (Alain Minc) a la derecha y la izquierda del mercado, a los partidarios de la mundialización y "reformadores" de todos los colores, a la "izquierda moderna" y la "derecha realista", a todos los seguidores de un "liberalismo social" que se trata hoy de vendernos como la solución a seguir para proceder con las reformas. Evidentemente, es en este contexto donde hay que situar los rumores insistentes que dan cuenta de una administración del tipo "Juppé en el Elíseo, Macron en Matignon" [*], el uno y el otro se relacionan con una corriente orleanista cuya filosofía podría resumirse en el siguiente principio: ¡dejar actuar a los más fuertes y los más ricos, los pobres y los débiles se beneficiarán de ello!

¿La coyuntura se presta a eso?

En un espacio electoral actualmente tripartito, las elecciones regionales han sido la prefiguración de lo que podría ser la segunda vuelta de las elecciones presidenciales: ¡todos contra Marine! Sin embargo, la reciente elección presidencial austriaca también habla: vio al 86% de los trabajadores votar por Norbert Hofer, el candidato del FPÖ, y a los principales partidos del gobierno hundirse a favor del candidato populista, al que ha ganado su adversario ecologista por un estrecho margen gracias a los votantes que se unieron por defecto. En ambos casos - y como ya ocurrió en los referendos de 1992 y 2005 - asistimos a otra cosa distinta que una confrontación tradicional izquierda / derecha. En Francia, un PS al borde de la explosión y los republicanos sin un proyecto creíble temen, también, ser eliminados finalmente al igual que los "negros" (demócrata cristianos) y los "rojos" (social demócratas) en Austria. De ahí, una vez más, la idea de unir a los que piensan más o menos lo mismo sobre Europa, los Estados Unidos, la economía, la globalización, la liberalización de los capitales, etc. Lo que equivaldría a abolir la política a favor de una "convergencia programática" dictada por el mundo de los negocios y la expertocracia. La administración de las cosas reemplazando al gobierno de los hombres, como ya dijo Saint-Simon.

Este sueño de "unidad nacional" o de "gran coalición", ya lo han puesto en práctica varios países europeos. ¿Con qué resultados?

Un estudio publicado en L'Expansion en marzo del año 2015 escrutó las realizaciones de las nuevas coaliciones gubernamentales desde 2007. Los resultados son abrumadores. Por término medio, la riqueza nacional de los países bajo coalición disminuyó a un ritmo del 0,2% anual, mientras que la de todos los países de la zona euro aumentó un 0,2%. Los países bajo coalición practican, por otra parte, una política de austeridad aún más pesada ​​que otros países de la zona euro, política que no ha provocado en ninguna parte un crecimiento adicional o un descenso del desempleo. Sea en los Países Bajos, con una coalición liberal-laborista en el poder desde 2012, en Italia cuando la experiencia Monti, en Finlandia, en Irlanda o en Suecia, por no hablar de Grecia en la época de la alianza Pasok-Nueva Democracia, las coaliciones no permitieron llevar a cabo las reformas anunciadas, sólo la alianza CDU-SPD en Alemania sacó alguna ventaja del juego.

Boulevard Voltaire

[*] El Palacio del Elíseo es la sede de la Presidencia de la República francesa. El Hotel Matignon es un palacete que sirve de residencia oficial al primer ministro del Gobierno de Francia.