La Tercera Posición de Perón en la era de la Cuarta Teoría Política de Dugin
Corría el mes de agosto del año 1945 cuando una de las operaciones militares más crueles que se tenga memoria se concretaba sobre Hiroshima y Nagasaki, ciudades de Japón. Ambas eran arrasadas con sendas bombas atómicas, armas espantosas usadas por primera vez en la historia humana.
Los intensos reflejos de los átomos descomponiéndose, cuan luces de un nuevo amanecer en los tiempos de los hombres, anunciaban el nacimiento de la Era Atómica. Y sobre sus radioactivas cenizas, firmaron los vencedores las Actas que ponían fin a la Segunda Guerra Mundial. Con ella llegaba también al final de su ciclo histórico la Modernidad. Desde entonces en más, la tecnología ultra y sus sacerdotes tecnotrónicos se encargarían de reemplazar a los grandes poetas y músicos, estrategas, estadistas, Papas, filósofos y notables artistas de todas las disciplinas que aquella época dio a la humanidad. La Nueva Escuela de Frankfurt, mudada a Estados Unidos, se encargaría de sentar las bases teórico-prácticas para la disolución definitiva de aquel mundo y preparar los pueblos para el nuevo sistema que le sucedería, el Gobierno Mundial neoliberal y su ala cultural, el Progresismo mundialista neo marxista, gramsciano, Ambos configuran la nueva era, la era Post-Moderna.
De aquel nuevo mundo que nacía iluminado por el hongo atómico, asomaban dos formidables poderes, impetuosos como leones sedientos de territorios y hembras: Rusia y Estados Unidos de Norteamérica, dos superpotencias extra europeas. Una euroasiática, y otra americana. Con los años nos fuimos dando cuenta que en realidad comenzaron en ese entonces a montar algo inimaginable, un espectáculo mundial, nunca visto: dividir artificialmente el Mundo en dos esferas de influencia para que, cuan dos polos dialécticos, montaran la escenografía de un enfrentamiento que en la cúspide nunca existió y que, en los niveles inferiores de la pirámide del Poder Mundial los originaban solo para encorsetar las naciones que cada uno sometía en su zona exclusiva.. Aunque sendos nuevos imperios comerciaban entre sí y se ponían de acuerdo en las cúspides para seguir con la farsa dialéctica caza bobos y dominar a su antojo el mundo. Así, dice Perón,” los rusos invadieron Checoeslovaquia con el okey de los yankees y estos invadieron Panamá con el okey de los rusos”.
Primera conclusión: es también evidente que si analizamos sin ideologismos ni prejuicios los hechos que estamos refiriendo, la derrotada en la Segunda Guerra fue en realidad Europa, toda Europa. Y no sólo los países centrales y su vanguardia, Alemania.
Esto ha sido realmente un retroceso o, si gustan, un desvío de la evolución histórica de la humanidad, que hasta 1939 tenía en Europa la locomotora universal.
Porque Europa estaba en una fase de transformación del orden demoliberal. Nuevos Estados tradicionalistas que, fundados en milenarias tradiciones de sus pueblos, en la religión que unía a sus hombres, en las jerarquizaciones sociales novedosas, habían creado una nueva organización nacional con nuevas instituciones acorde las características de cada uno de ellos. Así, un nuevo orden europeo, estructurado por Estados fuertes, y la novedad, planificadores de la economía nacional, estaba naciendo pujante y realizador. Los movimientos, multitudinarios, nacionalistas y populares en los que se basaban, rechazaban por igual tanto al liberalismo como al marxismo. Refundar los Estados, implica la existencia de un Poder fundador interno en la nación en cuestión, independiente, soberano, capaz de realizar exitosamente la obra. Ese conjunto de poderes nacionales europeos, se tornaron así peligrosos para las potencias dominantes, liberales y marxistas. A mi modesto entender, este ha sido, considerando hoy aquellos hechos, el verdadero quid Político de aquella cuestión. Porque la Política es siempre una lucha de Poderes en primer término. Difiero que sea una lucha ideológica. La ideología está al servicio de las estrategias de Poder, no al revés.
Todo eso fue aniquilado por los vencedores de la guerra. Arrasaron pueblos y culturas, Estados, instituciones, clases sociales, etnias y tradiciones. Aquella Europa de antes de la guerra fue literalmente arrasada.
Perón hace referencia a esta realidad en “La Hora de los Pueblos” (1) En esta obra decía el General que tanto el comunismo, como el fascismo, el nacionalsocialismo, el nacionalsindicalismo español, los socialismos y comunismos nacionales de diversos colores, eran todas manifestaciones de una nueva concepción de la organización política y consecuentemente económica y social de los Pueblos que, arrojados por el liberalismo a vivir compitiendo unos contra otros, todos contra todos buscaban recuperar la felicidad perdida de vivir en comunidad, todos con todos y respetando lo personal.
El General Perón, que era militar de carrera especializado en Estrategia, vivió personalmente, como agregado militar a embajadas argentinas en Europa, parte de esa rica experiencia del Viejo Mundo. Evidentemente, al regresar a nuestra Patria en 1942, lo hizo decidido a procurar amoldar la Argentina al Mundo que ya en 1943 se avecinaba irremediablemente. Pero, tal como lo constata su accionar posterior, concibió una protección política e institucional que salvaguardara nuestra nación de las posibles tensiones y luchas entre la Unión Soviética comandada por Rusia y el mundo demoliberal partidocrático comandado por Estados Unidos. La Tercera Posición aborda y resuelve esta amenaza, colocando ideológicamente a Argentina por sobre el socialismo marxista y el liberalismo capitalista que esas potencias imponían como necesarios en sus respectivas zonas de influencia y ocupación.
Dice el General Perón, “es evidente que ninguna de estas dos soluciones, ni la liberal ni la marxista, nos llevaría a los argentinos a la conquista de la felicidad que anhelamos para nuestro pueblo. Así fue que nos decidimos a crear las nuevas bases de una Tercera Posición que nos permitió ofrecer a nuestro pueblo otro camino que no lo condujese a la explotación y a la miseria. En una palabra, una posición netamente argentina, para los argentinos, lo cual nos permitió seguir en cuerpo y alma la ruta de la libertad y de la justicia que siempre nos señaló la bandera de nuestras glorias tradicionales” (2)
Perón desarrolla las concepciones sobre las que se funda la Nueva Argentina que, a partir del 1946, él preside Aquellas experiencias europeas, el conocimiento, comprensión y amor que llegó a tener por la población argentina gracias a las vivencias en su paso por los cuarteles de la Patria y la inspiración y guía espiritual de la Doctrina de Jesús Cristo, encuentran en la inteligencia de Perón la cristalización cabal de una nueva filosofía política auténticamente argentina, alejada “de los dos polos, el liberal y el marxista”, y que deberá desembocar irremediablemente en la creación de una nueva organización institucional. Caso contrario, el peronismo nunca podrá concretar su ciclo. Esto es vital para el Justicialismo. Pero también, advertimos, para la Cuarta Teoría Política de Dugin.
Alexander Dugin, filósofo ruso de enorme influencia en estos momentos sobre dirigentes, pensadores y analistas políticos tanto europeos como euroasiáticos, hombre cercano a las más altas esferas de poder de la Rusia de Putin, es hoy el más importante referente de la Cuarta Teoría Política que él ha hecho conocer al mundo entero.
Esta Cuarta Teoría parte de un “no”, como gusta decir Dugin: no al liberalismo y no a la modernidad.
Y he aquí que no sólo el liberalismo es rechazado enfáticamente sino fundamentalmente, su causa y origen: la Modernidad y sus engendros, sobre todo las naciones y sus Estados, el materialismo y alejamiento de Dios, en fin, el olvido de la Tradición.
Aquí tenemos los americanos un problema de fondo, realmente serio, entonces. Porque la Argentina y las naciones de América nacieron a la vida política independiente en la modernidad, y por tanto como un Estado Nacional. Y no pueden concebirse de otra manera sino como una nación. Si un ser nació león, debe ser concebido y apreciado como león, por más que no nos guste el lugar y el tiempo donde nació. Por esta razón la Tercera Posición Justicialista atañe a las naciones. Es propicia para Argentina y su hinterland Sudamericano. Las naciones hermanas del continente pueden hacer suya la Tercera Posición pero siempre “desde su nación”, para su grandeza, felicidad y libertad.
La nación, para Perón, no es solo una consecuencia de la modernidad. Es una etapa en la evolución de la organización humana que comienza con el hombre aislado y su familia, el clan, la tribus, la fratria, la ciudad, el Estado, el Continentalismo y desembocará en el Universalismo.
Y esta es una de los principales aspectos que Alexander Dugin observa críticamente del Justicialismo.
Lo señala cómo “Moderno”, siguiendo la división clásica de los tiempos históricos. Y dice esto puesto que “la modernidad” es el tiempo de las naciones-Estados, surgidas tras la decadencia de los Imperios tradicionales en un proceso que toma fuerza decisiva con la Paz de Westfalia de 1648, el Justicialismo también también es un fruto de la Modernidad. Ergo no es útil para superar el liberalismo y el marxismo.
Pero aceptemos analizar a Duguin en sí mismo, como corresponde.
Antes, debemos dar la bienvenida y el reconocimiento al filósofo ruso. El mundo está necesitando con urgencia filósofos de este calibre y los rusos parecen haber largado primero.
Dugin lanza su Cuarta Teoría Política como la superación de la modernidad y sus excrecencias, entre ellas, como decía arriba, las naciones. Pero también su teoría se presenta como una superación del h ombre moderno y de los sistemas que se fundan en ese hombre: la Primera Teoría Política o Liberalismo, la Segunda Teoría Política, el marxismo y la Tercera Teoría Política, el Fascismo. El fascismo es derrotado definitivamente en la Segunda Guerra Mundial, el Marxismo en 1991 con la caída de la Unión Soviética y solo queda vigente como único triunfador, el liberalismo. Robustecido y expandido a nivel mundial, está hoy en trance a su nueva etapa llamada neoliberalismo acorde a la nueva era post moderna.
Dugin cree que ninguna de estas Teorías Políticas puede superar la modernidad, pues son hijas de ella misma y poseen los mismos fundamentos: el hombre-sujeto de Descartes.
Por lo tanto, la Cuarta Teoría Política debe desconstruir la modernidad y fundar una nueva era basada en las tradiciones, las sociedades jerárquicas, las castas, la fe religiosa, las sanas y milenarias costumbres comunitarias, en fin, volver a la sociedad Tradicional.(3) La forma política sería la organización de vastos territorios, no ya nacionales, sino civilizatorios. Y Rusia, según Dugin, es un espacio geopolítico civilizatorio. Otro sería el Islam, otra Europa, y así el mundo.
Sus expresiones dejan entrever una impresión favorable a los Imperios pre modernos, puesto que estos fueron, fundamentalmente, “espacios políticos-culturales”.
Así, podemos concluir que La Cuarta Teoría Política está fundamentalmente orientada a estructurar la reorganización del espacio geopolítico euroasiático y con él, el rol de liderazgo de Rusia. Acompañada o no por China. Eso se verá. Personalmente tengo mis dudas. Pero sea Rusia con o sin China, deberá necesariamente adoptar similitudes a una política imperial centralista al estilo pre-moderno. Igual para China. Y esta futura posible realidad, la definen dos condiciones geopolíticas de enorme envergadura: los infinitos espacios geográficos rusos y el enorme espacio chino, poblado por una demografía excepcional de un mil cuatrocientos millones de seres humanos. No se pueden gobernar esas situaciones geopolíticas si no es por un Estado centralizado al estilo imperial pre-moderno. Siempre fue así. Después de todo, el Zar fue reemplazado no por su heredero dinástico sino por una nueva estirpe de Zares provenientes del Partido único, dueño del Estado ruso. En el fondo, Duguin ha visto con absoluta claridad y sin prejuicios ideologistas la realidad concreta de las posibilidades geopolíticas rusas, esto es, la forma que debe ocupar políticamente el espacio geográfico ruso.
La Tercera Posición del Nacional Justicialismo es otra cosa, fruto de otra realidad. Está orientada fundamentalmente a la organización política de la comunidad nacional argentina y expuesta como fuente de inspiración para Sudamérica. Pero siempre partiendo de las situaciones integrales nacionales.
La Tercera Posición es nacional, porque “nacional” es el espacio geopolítico que se ocupa y ordena. Y está basada en la Soberanía Política, madre de la Independencia Económica y la Justicia Social. Tres objetivos estratégicos que el Justicialismo busca concretar a través del Nuevo Estado y la Comunidad Organizada.
La primera impresión al considerar ambas teorías, es positiva. Consiste en que la Cuarta Teoría de Dugin es para Europa y Eurasia lo que la Tercera Posición de Perón es para América hispánica. No puede la Cuarta Teoría inspirar a América sino en ciertos conceptos que abajo hago referencia, porque Europa fue otro mundo, que los americanos no vivimos. Dugin piensa como un euroasiático. De igual modo, la Tercera Posición de Perón puede orientar, aportar conceptos, también solo en ciertos aspectos de aquella nueva teoría. Me refiero a las concepciones y realizaciones justicialistas respecto a la Justicia Social, la organización interior como Comunidad Organizada e incluso, las instituciones políticas creadas por el Justicialismo y expuestas en el Modelo Argentino.
Pero no debemos perder de vista que lo fundamental en lo que estamos tratando, es que la cuestión del conflicto político en nuestro continente pasa por la consolidación de las naciones herederas del Imperio Español.
Hoy en nuestros días, en los inicios del mundo pentapolar (según mi sano entender) y de modificaciones profundas en las geopolíticas de las potencias mundiales, es de valer, por lo tanto, para América la conformación de bloques defensivos-productivos entre naciones hermanas soberanas. Ojalá podamos crear las formas institucionales para organizar el espacio común civilizatorio, como lo llama Dugin y lo señala nuestro Alberto Buela: la América hispana y sus virreinatos.(4) Pero para ello se torna fundamental y decisivo, y acaso urgente, la reorganización institucional interna de las naciones americanas con el objetivo de superar el demoliberalismo partidocrático, económico e institucional, y el marxismo gramsciano progresista, plataforma cultural donde se asienta el neoliberalismo mundialista, enquistados hoy en nuestras sociedades. La tan cacareada “integración” y sus formas e instituciones, desde que cayó en manos de los organismos transnacionales del mundialismo y operado por las corporaciones multinacionales, ha pasado a ser una farsa. Una trágica farsa. Un disfraz más para seguir explotando los pueblos y robando sus riquezas.
Hay otra diferencia originada en la historia y composición de las sociedades euroasiáticas y americanas. Las teorías euroasiáticas, en el fondo, necesitan de una lúcida y muy responsable aristocracia noble, valiente y prudente, sanas, de una honestidad religiosa profunda, de gran temperamento e inteligencia, capaces de gobernar y conducir desde un Estado centralista, espacios con poblaciones que superan los miles de millones de seres humanos y vastos e interminables territorios de millones y millones de kilómetros cuadrados. Esa es su tradición milenaria.
La Tercera Posición Justicialista y el Modelo Argentino, en cambio, están concebidos para organizar los Pueblos de estas latitudes americanas, en virtuosas instituciones que fructifiquen necesariamente en la Comunidad Organizada y hagan realidad la Soberanía nacional, la Independencia Económica y la Justicia Social, único camino que vemos en América para lograr la felicidad y grandeza de nuestros pueblos. Creo que la Tercera Posición de Perón y la Cuarta Teoría Política de Dugin no se excluyen, sino convergen en la creación de sistemas políticos-culturales que superen definitivamente tanto al marxismo en todas sus variantes, incluida el pérfido progresismo, y al liberalismo en todas sus manifestaciones.
Rosario, 12 de abril de 2017
NOTAS
(1) Dice Perón “ . el siglo XX se inicia con el signo de las grandes luchas y como tal impulsa el desarrollo frenético de la ciencia y la evolución. Por eso la primera mitad de este siglo con sus dos grandes guerras y las revoluciones de comunismo, del fascismo y del nacionalsocialismo, han iniciado tanto la era atómica como han impulsado hacia la “hora de los Pueblos”.- Juan D. Peron, La Hora de los Pueblos, Ed. Norte, Buenos Aires, 1968
(2) Juan D. Perón, Mensaje a la IV Conferencia de Países No Alineados, setiembre 1973, en Diego Mazzieri, Ni Yanquis ni Marxistas, ¡Peronistas!, Ed. del Oeste, Buenos Aires, 2003
(3) Alexander Dugin, entrevistado por Anatoly Kizichef para tsargrad TV., Moscú, 22 enero 2017
“ Si rechazamos las leyes de la modernidad tales como el progreso, el desarrollo, la igualdad, la justicia, la libertad, el nacionalismo y todo este legado de tres siglos de filosofía e historia política, entonces hay una elección. ….Esta es la sociedad tradicional. Uno de los movimientos más sencillos en dirección a la Cuarta Teoría Política es la rehabilitación global de la Tradición, de lo sagrado, de lo religioso, lo relacionado con la casta, si se prefiere, de lo jerárquico y no de la igualdad, la justicia o la libertad. Todo lo rechazamos junto con la modernidad y todo lo reelaboramos completamente….”
Deseo dejar claro que no niega la justicia, la libertad, etc. sino que se propone reelaborar esos conceptos desde la Tradición.
(4) Alsina Calvés, José, La Razón Histórica, nº 27, Murcia, 2014.
Jorge Cuello es Licenciado en Historia, Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina jorgecuello.personal@gmail.com