La teoría de la civilización de Herman Wirth

26.01.2019

Traducción de Noomáquina: guerras psicológicas – geosofía – horizonte y civilización (Moscú, Akademicheskii Proekt, 2017) , capitulo 22, segunda parte, “Teorías de la civilización: criterios, conceptos y correspondencias”. Traducción por Juan Gabriel Caro Rivera.

El círculo cultural de Tule

Las ideas de Bachofen sobre el matriarcado primordial y su teoría sobre los círculos culturales fueron desarrolladas por otro historiador y arqueólogo, especialista en la paleo-epigrafía, Herman Wirth (1885-1981).

Las teorías de Wirth estaban basadas en una hipótesis formulada por el autor hindú Bala Gandhara Tilak (1), acerca de que la civilización proto-indoeuropea original se formó a finales del paleolítico (la cultura auriñaciense) en las tierras del círculo polar ártico. Esta hipótesis se basaba en la interpretación de los datos de la astrología de la India, los textos védicos, y los mitos hindúes, iraníes y griegos que hablaban de la existencia en la antigüedad arcaica de un país poblado en el lejano norte (Hiperbórea). Este continente fue nombrado en los Vedas como “la tierra del jabalí blanco”, Varahi, y la “isla de la luz”, o Sweta Dvita. La tradición zoroástrica habla de la antigua morada del primer hombre, la ciudad de Vara, localizada en el Lejano Norte, la cual fue obligado a abandonar por la deidad maligna Angra Mainyu, el enemigo del dios de la luz Ahura Mazda, para ir más al sur debido a que él liberó el “gran frío” que se extendió por esas tierras. Tilak decía que esta proto-civilización “Nórdica” era la base de la astrología Hindú, cuyo simbolismo, de acuerdo con Tilak, solo era interpretable si se acepta que las constelaciones fueron observadas originalmente en las regiones circumpolares, donde el día de los dioses es igual a un año humano.

Wirth aceptó esta idea y construyó su propia teoría al respecto, la “teoría hiperbórea” (2) o “teoría del círculo cultural de Tule” (3), la cual representa el nombre griego de la mítica ciudad que existía en el país de los hiperbóreos. De acuerda a esta teoría, antes de la última glaciación, las zonas circumpolares del Océano del Atlántico Norte eran habitadas por los creadores del código cultural primordial. Esta cultura surgió cuando las condiciones ambientales de la naturaleza del Ártico no eran tan severas, y cuando su clima era muy similar a la temperatura climática actual de Europa Central. Estaban presentes todos los fenómenos anuales y atmosféricos que pueden ser observados hoy día en el ártico: el día y la noche árticos. El año solar y los ciclos lunares del ártico están estructurados de modo diferente a sus contrapartes en las latitudes medias. Además, la fijación simbólica del calendario, la trayectoria del sol, la luna y las constelaciones del zodiaco tienen necesariamente una forma y patrón diferentes.

Sobre la base de un enorme material arqueológico, paleo-epigrafía (pinturas de las cuevas, símbolos paleolíticos, tallados antiguos, etc.), materiales mitológicos y filológicos, Herman Wirth llevó a cabo el intento de reconstrucción del sistema primordial del código cultural de la proto-civilización ártica. El núcleo para la reconstrucción de este proto-calendario, creí Wirth, se encontraba en las runas escandinavas a las cuales atribuía una existencia antigua y remota. Wirth propuso examinar este calendario, los cuales registraban los momentos claves del del año ártico, al igual que la llave para las posteriores herencias mitológicas, religiosas, ritualistas, artísticas y filosóficas que continuaron y desarrollaron su algoritmo primordial en el curso de las sucesivas olas migratorias de los portadores de “la cultura de Tule” hacia las regiones sureñas. Sin embargo, Cuando era aplicada a otras condiciones climáticas, muchos de los patrones simbólicos del calendario, anteriormente cristalinos y claros en el ártico, prendían su significado y racionalidad. Eran transferidos parcialmente a nuevas realidades, parcialmente se convertían en reliquias fosilizadas, y perdían parcialmente sus significados o adquirían unos nuevos.

Primero y, ante todo, este cambio conllevaba un nuevo entendimiento fundamental de la unidad básica del tiempo: en lugar del día hiperbóreo, igual a un año, el círculo diario, el cual está más claramente definido en las regiones al sur del círculo polar, se convirtió en la medida de los eventos de la vida humana. Más aún, la datación de los equinoccios de primavera y otoño cambian de acuerdo al movimiento hacia el sur. Todo esto gradualmente confundió la claridad cristalina y la simplicidad de la matriz primordial.

Wirth creía que su reconstrucción del complejo sagrado de la cultura de Tule se encontraba en el origen de todos los tipos de escrituras y lenguas, al igual que los tonos musicales, el simbolismo de los colores, los gestos rituales, entierros, complejos religiosos, etc.…

El estudio de estas formas culturales era la base de los intentos de Wirth de reconstruir lo que el llamo “la proto-escritura” o “proto-letra” de la humanidad. Wirth publicó el resultado de su estudio en dos monumentales trabajos Der Aufgang der Menschheit (El surgimiento de la humanidad) (4) y Die Heilige Urschrift der Menschheit (La proto-escritura sagrada de la humanidad) (5) ambos volúmenes poseen gigantescos cuadros sinópticos con ilustraciones arqueológicas de excavaciones, sistemas de escritura, etc…

El matriarcado nórdico

Wirth abrazó la teoría de Bachofen sobre el matriarcado primordial y atribuyó a la “cultura de Tule” una forma de civilización matriarcal. Él defendió la idea de que el sexo femenino esté inclinado hacia la materialidad, la corporalidad, lo cnótico y la especificidad empírica es producto de la censura patriarcal, y que el matriarcado no podía ser nada menos que un fenómeno espiritual mucho más fundamental que el patriarcado. Wirth creía que las sociedades dominadas por mujeres y el sacerdocio femenino, en la religión y su culto, representaba los tipos más avanzados de la cultura hiperbórea, la cual él denominaba “la cultura de las Damas Blancas” (weisse Frauen).

Además, Wirth presentó junto con ello un punto de vista peculiar acerca de las relaciones entre matriarcado y patriarcado en las culturas arcaicas de la región mediterránea. Desde su punto de vista, las formas más antiguas de cultura en el Mediterráneo fueron establecidas por los portadores del matriarcado hiperbóreo, quienes en sucesivas ocasiones descendieron de las regiones circumpolares del Atlántico Norte vía marítima (y las naves con tréboles en la popa eran características de ellos). Estos eran los tan mencionados “pueblos del mar” en los artefactos del Medio Oriente antiguo, o am-uru, el nombre étnico de los amorritas. El nombre Mo-uru, de acuerdo con Wirth, pertenecía al centro de los hiperbóreos, pero fue transmitido por los nativos del norte en sus sucesivas oleadas migratorias a nuevos centros sagrados. Estas sucesivas olas migratorias son el origen de las culturas sumerias, acadias, egipcias (cuya escritura predinástica fue linear), hititas-hurritas, minoicas y pelagianas. Todos estos estratos hiperbóreos estaban estructurados alrededor de las sacerdotisas blancas.

El patriarcado, según Wirth, fue traído por los inmigrantes de Asia, de las estepas cercanas a Turan, quienes distorsionaron la tradición hiperbórea original e impusieron sobre las culturas mediterráneas valores diferentes – groseros, violentos, agresivos y utilitarios – los cuales contrastan (para empeorar) con las formas espirituales puras del matriarcado nórdico.

Además, con Wirth nosotros hacemos la siguiente reconstrucción: el círculo primordial, espiritual y altamente desarrollado de la cultura hiperbórea era un tipo de cultura matriarcal que se esparció alrededor del círculo polar ártico, principalmente por el mar, penetrando el Mediterráneo, rasguñando África, e incluso alcanzando las costas del sur de Asia hasta la Polinesia, donde la cultura maorí aún poseía rastros de la tradición nórdica ancestral. Otros vástagos del centro de Mo-uru migraron del Atlántico Norte a Norteamérica, donde pusieron los fundamentos del código cultural de muchas tribus. Una de las empresas de Wirth fue demostrar la homología entre estas dos ramas que dispersaron la cultura de Tule – la europea, mediterránea, y también la africana y pacífica, por un lado, y la norteamericana por el otro (6).

Mientras tanto, en el Asia continental se estaba formando un polo cultural que representaba el embrión del proto-patriarcado. Wirth asoció esta cultura con el naturalismo tosco, los cultos fálicos, y los tipos culturales marciales, agresivos, y utilitarios, que Wirth creía que eran inferiores y asiáticos. Hemos dedicado en un volumen diferente un intento de contorno detallado del punto de vista de Herman Wirth (7).

El significado de las ideas geosóficas de Wirth

Muchos aspectos injustamente olvidados de los trabajos de Herman Wirth merecen la atención de un estudio antropológico plural. En primer lugar, su extremadamente fértil hipótesis sobre un círculo cultural de Tule, el cual es descartado desde el comienzo sin un análisis cuidadoso de su argumento, es tan fértil que merecería atención por sí mismo. Si tal hipótesis permitiera la resolución de numerosos problemas históricos y arqueológicos asociados con la historia de los símbolos, signos, mitos, rituales, jeroglíficos, el calendario, la escritura, y las más antiguas nociones de tiempo y espacio, esto sólo es más que suficiente para llevar a cabo una investigación. Incluso aunque los trabajos de Wirth poseen muchas reclamaciones que parecen ser inequívocamente erróneas o altamente controversiales, podemos hacerlas a un lado e intentar entender la esencia de su teoría la cual, en nuestra opinión, es una versión extraordinariamente constructiva que expande nuestro entendimiento de las épocas arcaicas de la lejana historia de la humanidad. La teoría del círculo cultural de Tule no necesita ser incondicionalmente aceptada, pero una evaluación de su potencial interpretativo es necesaria.

Segundo, la aproximación positiva del matriarcado de Wirth es extremadamente interesante y ayuda a comprender su interés por Bachofen. Ciertamente estamos enfrente de una reconstrucción condicional de la civilización matriarcal desde la posición de lo que es, al menos nominalmente, el patriarcado al que nuestra sociedad se ha acostumbrado. Wirth propone una interpretación alternativa del Logos femenino, un intento de ver el Logos de la Gran Madre a través de diferentes ojos. Siendo también una poco convencional y fértil propuesta.

Tercero, las teorías de Wirth poseen claras analogías con las reconstrucciones hechas por Frobenius y Spengler. Si Frobenius y especialmente Spengler se pusieron del lado de las culturas indoeuropeas (Turaniense, europea), por ejemplo, desde el patriarcado como ellos lo interpretaron; entonces Wirth propone mirar las cosas desde el punto de vista de la civilización de las Damas Blancas, por ejemplo, desde la posición de la cultura primordial mediterránea que precedió a la invasión de “los pueblos con carros”.

Notas:

  1. Tilak, B.G., Arkticheskaiia rodina v Vedakh (Moscow: FAIR-PRESS, 2001). En español Tilak, B.G., El Hogar ártico en los Vedas, Editorial Retorno, 2012.
  2. Dugin, A.G., Znaki Velikogo Norda: Giperboreiskaiia Teoriia (Moscow: Veche, 2008). Traducción del prólogo disponible aquí.
  3. Wirth, Herman. Die Ura-Linda Chronik (Leipzig: Koehler & Amelang, 1933).
  4. Wirth, H., Der Aufgang der Menschheit. Forschungen zur Geschichte der Religion, Symbolik und Schrift der atlantisch-nordischen Rasse (Jena: Diederichs, 1928).
  5. Wirth, H., Die Heilige Urschrift der Menschheit. Symbolgeschichtliche Untersuchungen diesseits und jenseits des Nordatlantik (Leipzig: Koehler & Amelang, 1936).
  6. El título completo de la obra de Herman Wirth específica esta tradición noratlántica.
  7. Ver la segunda nota.