La Nuez y el Pan como rayos de la eternidad
Felicidades a todo el pueblo ruso por la celebración de la Nuez o el Pan del Salvador.
El grano y la nuez son los dos mayores símbolos que pueden existir en una cultura espiritual. El grano es un símbolo fundamental que representa la vida, la muerte y la resurrección. Nosotros, los rusos, pertenecemos a la civilización de la espiga. Toda nuestra cosmovisión se expresa en la espiga. La tierra se prepara para hacer brotar la semilla que ha sido sembrada, protegida, cuidada, cosechada e incluso rezada. Finalmente, los granos de trigo se convierten en pan.
La culminación del misterio del grano es la prófora, es decir, la transubstanciación del cuerpo de Dios. Y es precisamente en la oración de agradecimiento que el pueblo-panadero, el pueblo-campesino, el pueblo-cristiano, pide el pan. Y el Salvador nos da ese pan para que permanezcamos en su tierra: el pan de cada día.
Alrededor del pan gira todo lo que pensamos. Todo nuestro cosmos gira en torno al grano. Los campos son santificados por el sol y la luna, lavados por las aguas celestiales, movidos por los poderosos vientos y cubiertos por el frío ardiente de la nieve. En el principio existía el pan. Y el hombre ruso unió su destino a él. Somos el pueblo del pan. El pueblo del Tercer Salvador.
La nuez también es muy importante para nosotros, porque ella es una imagen del mundo: un núcleo protegido por una cáscara, lo que es adentro es afuera. Afuera está el cuerpo y adentro está el alma. El cuerpo en sí no vale nada, no significa nada, no es necesario para nada. Es una cáscara, un capullo marchito. La nuez se convierte en nuez gracias al núcleo que lleva en su interior. De hecho, llamamos nuez a al núcleo. Por lo tanto, no hay nada más siniestro que una cáscara vacía que produce un zumbido ensordecedor, es como un cuerpo sin alma y un exterior sin un interior. Nietzsche una vez escribió un aforismo bastante cruel: “toda nuez vacía quiere ser una cascara”. Todo cuerpo quiere exponer su alma, pero al llegar el terrible momento en que se abre quizás veamos que del caparazón marchito de una oruga no surge una bella mariposa, sino un vacío sin fondo o … una nueva oruga. Así es como una cáscara da a luz al vacío o a otra cáscara.
Cuando encontramos una nuez lo primero que buscamos es su núcleo. Si lo encontramos, entonces el curso de la vida es correcto y tiene sentido. Dios no quiera que esto sea al revés.
Cristo aparece en la iconografía y las pinturas de los templos dentro de una mandorla, es decir, un óvalo similar a una nuez de almendra. Otro símbolo de la paz junto con la manzana. Alrededor de los bordes de la nuez hay estrellas. Su núcleo es Dios mismo. Resucita, revive y salva. Por eso es la Nuez del Salvador.
Los rusos hablan por una razón del Tercer Salvador, este nombre no fue dado por casualidad. Se dieron cuenta de que la cosecha del pan y la aparición de las primeras nueces se produce casi al mismo tiempo. Como si coincidieran a un nivel profundo. Es por eso que hablamos de la Nuez del Salvador o el Pan del Salvador. Ambos frutos aparecen en espacios simbólicos muy distintos: el campo cultivado y el bosque salvaje. Uno es el espacio de la naturaleza y el otro es el espacio de la cultura. Dios está en ambos, pero de diferentes maneras. El grano exige del hombre ruso todas sus fuerzas vitales. La nuez crece en el bosque por sí misma. Son dos imágenes del mundo.
Estas disquisiciones no son una referencia a la agricultura, sino un breve curso de la metafísica cristiana rusa que es impartido por la Iglesia, la oración, el trabajo y la naturaleza. Nuestro cristianismo cósmico. Sus orígenes se encuentran por encima de este mundo y más allá de él. Pero los rayos de la Santísima Trinidad impregnan toda la carne de la existencia. Y el Espíritu Santo está en todas partes. No hay punto inaccesible para Él ni zona que escape de Su control. La miel, la manzana, el pan, la nuez, la cultura, la historia, la sociedad, la política, la vida, la muerte, los elementos, la naturaleza, los animales y los instrumentos de trabajo están abiertos a Dios y a Su presencia. Si queremos salvarnos debemos salvar a todos y a todo. Al fin y al cabo, todo ha sido creado por Dios. Esto significa que todo tiene un núcleo secreto. El mundo es ante todo un alma.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera