La nueva geopolítica que se nos viene en época de POSCOVID 19

29.10.2020
Resumen: En el presente trabajo se hace un análisis de la esencia de las relaciones internacionales bajo el signo neoliberal en la época de la Posguerra Fría y en momentos en que el mundo se enfrenta a los embates de la pandemia del SARS-CoV-2, y por si fuera poco, con Estados Unidos abocado a grandes convulsiones políticas en vísperas de las elecciones del 3 de noviembre. La esencia destructiva y lo hipócrita de la aplicación de la política internacional por los promotores del orden neoliberal, se explican con ejemplos a través de sus propias veleidades. En el trabajo se separan las categorías, por ser lógicas contrarias, “Globalización” de “Neoliberalismo” y al propio tiempo, se propone una nueva tesis acerca de la globalización a partir del análisis del orden internacional unipolar de la Postguerra Fría y de cómo ha sido un fracaso.
 

Introducción

 
  Nunca antes como en la actualidad, todo lo concerniente a las relaciones internacionales y lo relativo a las pandemias había estado tan al alcance de importantes círculos de personas, tampoco habían coincidido paradigmas académicos tan disímiles, amenazas tan evidentes para la especie humana, ni nos habíamos encontrado frente al peligro de desaparecer como en estos momentos. Tampoco como ahora el caos había signado el intercambio entre unos y otros y hasta el propio paladín del neoliberalismo, Estados Unidos, se encuentra abocado a una crisis estructural sin precedentes en vísperas de las elecciones generales de 2020 donde lo único cierto es la incertidumbre.
 
 La especie humana, con su capacidad inconmensurable de crear, ha desarrollado no solo armamentos capaces de auto aniquilar su hábitat y su vida, también ha desarrollado tecnologías, patrones de consumo y paradigmas de comportamiento, que han puesto en peligro hasta su propia existencia. Por otra parte, hoy no se puede esconder nada, el mundo se ha convertido en una pequeña aldea, donde todo repercute allende y aquende los mares, la globalización, la mundialización, las pandemias y las sistemáticas crisis se imponen. 
 Es por eso, que a los círculos de poder no les ha quedado otra alternativa que mentir y apelan a las llamadas “fake news” con incrementada frecuencia. Ese es nuestro escenario cotidiano, pero valdría preguntarse, ¿estamos en lo correcto?
 
 La aparición en China a finales del año 2019 de un nuevo tipo de coronavirus), el llamado SARS-CoV-2, ha puesto en evidencia, y en la misma medida, en crisis, el discurso mediático y las virtudes hiperbolizadas de manera irresponsable de quienes defienden el orden neoliberal y el monopolio del poder ejercido por los países del 1er mundo, encabezados por Estados Unidos, el Hegemón depredador por excelencia desde 1918, que ha visto colapsar su sistema de salud y aparecer fisuras importantes en su lógica de funcionamiento Estado Imperial-Estado Nación.
 
 En este trabajo pretendo exponer y defender mi punto de vista sobre una temática: la “globalización neoliberal”, que considero suscita dudas entre muchas personas. Una temática que es a veces esquematizada o reducida a una sola de sus vertientes y de la que no se asumen con rigor muchas de sus interioridades. Ello nos lleva a plantearnos toda una serie de preguntas a partir de las veleidades que afloran y se hacen asaz evidentes:

Problemáticas sobre la Globalización en curso.

  • ¿Es la globalización un fenómeno negativo?
  • ¿Cómo se inserta el elemento Neoliberal en ella?
  • ¿Es además puramente Neoliberal?
  • ¿Cómo se manifiesta el efecto Bumerán en la globalización en curso?
 
 La Globalización, en sí misma, no es más que un fenómeno consustancial a la especie humana, por tanto, se está desarrollando desde que el hombre comenzó a evolucionar, a vivir en comunidades, interrelacionarse y buscar, y hasta a luchar, por conseguir nuevos y mejores espacios para su desarrollo. 
 
 Es por tanto un fenómeno multifactorial, multivectorial e involucra a todos y a todo. De tal manera,  tiene un comportamiento eminentemente dialéctico y por tanto, no se puede ver como algo desarticulado. Ese es el primer gran error en el que incurren muchos cuando se asoman a su problemática y, por ende, no logran comprenderla y mucho menos gestionarla o dirigirla en el sentido correcto del desarrollo coherente del género humano. 
 
 En los últimos años, y a raíz de la “III Revolución Industrial”, la revolución tecnológica o “Revolución de los Ordenadores”, como otros prefieren llamarle, los seres humanos hemos comenzado a depender cada día más de las comunicaciones y a “vivir” en el Tercer Entorno. Las tecnologías nos dan nuevas posibilidades de conocimiento y creatividad, la anunciada 5G, abre posibilidades ilimitadas al desarrollo de la inteligencia artificial y descubre expectativas inconmensurables para el desarrollo humano.
 
 Pero los mercados, desgraciadamente como parte de la lógica “neoliberal”, penetran todos los espacios sin control de nada ni de nadie, imponiendo monopólicamente la “lógica del caos” a la globalización, que sin dudas, y como ya hemos señalado, es un fenómeno objetivo. 
 Conocida es la frase de Carlos Marx: “Dadme el Molino de viento y os daré la edad media”. Parafraseando a Marx otros han planteado: “Dadme la máquina de vapor y os daré la era industrial” y aplicándola a  la ‘época  actual: “Dadme el ordenador y os daré la globalización”, también llamada “era de la información o del conocimiento”.
 
 Este autor es del criterio de que la posibilidad de acceder a una mayor cantidad de información no se ha traducido automáticamente en la apropiación de una mayor cantidad de conocimientos, al menos, no es eso lo que está ocurriendo. En la red de redes, lo que prevalece hoy en día es la información chatarra y en las llamadas redes sociales prima lo superfluo, lo banal, la mentira y la manipulación. En la “política” ocurre otro tanto y son estos politiqueros, quienes monopolizan la globalización desde un discurso neoliberal, los que más mienten, manipulan e intoxican las redes con un discurso nauseabundo. El primer debate entre los candidatos presidenciales estadounidenses el pasado 28 de septiembre es un buen ejemplo de ello.
 
 Es por eso que hoy nos gustaría explicar nuestra percepción sobre la categoría “Globalización”, que en el discurso político y en la vida cotidiana se nos presenta de forma reiterada y que se ha puesto muy de moda, al extremo de que todos la usan, aunque no todos la entienden, y cuyas acepciones más correctas pudieran ser transnacionalización o mundialización, términos que indistintamente periodistas, economistas, políticos y personas comunes han comenzado a utilizar indistintamente.
 
 Y es aquí donde nos encontramos con un gran número de conceptos, muchos de los cuales parten de una visión parcializada del proceso, los economistas han dado los suyos, los políticos también, los ecologistas, incluso, hasta las mismísimas religiones, pero de lo que se trata es de asumir este proceso de forma completa, multilateral y objetiva, desde una perspectiva que asuma todas las particularidades y nos presente el fenómeno como algo íntegro. Uno de los que más se ha acercado a este propósito es el Dr. Osvaldo Martínez Martínez, ex Director del Centro de Estudios de la Economía Mundial de Cuba, que lo asume de la siguiente forma:
 
Globalización: Es la forma contemporánea que adopta el proceso de socialización de las relaciones de producción, aumento de los vínculos de interdependencia e interrelación entre economías nacionales en los campos financieros, comerciales, culturales, políticos, jurídicos, morales, éticos, estéticos y de valores, que está impulsado por la Revolución Científico Tecnológica.
 
Para poder comprender en su total magnitud este proceso y el concepto con el cual trabajaremos es necesario descomponerlo en partes y explicar cada uno de los elementos que lo integran.
 
Es la forma contemporánea que adopta el proceso de socialización de las relaciones de producción.
 
 En este caso lo asumo como un proceso en el que las relaciones de producción (producción, distribución, cambio y consumo) han llegado a un nivel de socialización, que ha provocado que cada vez más personas, más ramas y más países participen de un mismo proceso. Contrario a lo que ocurría cuando la producción en cadena aseguraba todas las etapas del proceso articuladamente y esto tiene otras consecuencias, que urge significar.
 
 Es decir, que cuando un empleado de la Ford asistía al proceso de construcción completa de un automóvil en su cadena de producción, veía el producto final de su trabajo al momento en que el auto abandona la línea de producción rodando por sí mismo y este obrero se sentía parte de eso. Por otra parte, en esa misma industria se agrupaban una gran cantidad de obreros que hacían suyo también ese proceso de producción y formaban un “colectivo” que, dadas las circunstancias, estaba en condiciones de luchar en defensa de los intereses de todo el colectivo. En la actualidad lo que ve salir de la fábrica es solo una parte del producto de su trabajo.
 
Aumento de los vínculos de interdependencia e interrelación entre las economías nacionales  
 
En cuanto a estos vínculos, este elemento del concepto atiende a la vocación internacional del capital, a la creación de un mercado mundial, a la tendencia de los capitales a desbordar todas las fronteras nacionales buscando mayores beneficios y a tender a enredar las economías en una gran madeja de interrelaciones de todo tipo, que desarticulan esa producción integrada y la desintegra, la reparte para que entonces, nadie se sienta responsable del producto final pues nadie será parte de un proceso sino de sus elementos aislados. Eso es algo que le es muy funcional a los especuladores, que son el elemento más visible de este nuevo tipo de relaciones de producción. 
 
En los campos financieros, comerciales, culturales, políticos, jurídicos, morales, éticos, estéticos, y de valores.      
 
 Nos referimos a que es un proceso que rebasa y desborda, por mucho, los marcos de la economía porque el hombre es mucho más que un productor y que un mero consumidor de bienes y servicios, este proceso complejísimo, como la propia vida social, se manifiesta en todas las esferas de la sociedad. Aunque los tecnócratas de todos los signos sigan aferrados al determinismo económico y los agoreros del neoliberalismo ortodoxo nos hayan dejado de considerar “ciudadanos” para vernos como meros “consumidores” y valorarnos por nuestra capacidad de consumir, y de consumir cualquier cosa. 
 
 Sin embargo, este proceso se extiende, de manera asaz manifiesta, al plano de la cultura. Para ejemplificar esto, podemos asegurar que en los últimos 30 años se han rediseñado los gustos estéticos de la población a escala planetaria, lo que se aprecia en la música que se escucha, en la manera de vestir, el comportamiento, en la moda que se lleva, en el cine que se hace y, en fin, que se aprecia en todas las facetas de la vida cultural, esto afecta hasta las mismas religiones ¿quién lo duda?. Si no, ¿cómo se explica que hayan sido las iglesias neo pentecostales, neo bautistas, neo metodistas y otras del mismo estilo carismático las que más se hayan diseminado por el planeta?.
Está impulsado por la Revolución Científico Técnica.
 
 En este caso los cambios ocurridos en la ciencia y la tecnología han impulsado el proceso y eso es cierto. Se han agilizando todas las operaciones que realizan los hombres, accediendo cada vez a un cúmulo mayor de información. Las operaciones financieras entre países, que a inicios de la década de los 50 demoraban varios días, hoy se realizan en cuestiones de minutos, los países operan con tasa de cambios internacionales de las monedas, e Internet comunica a seres humanos de continentes distantes en tiempo real, lo que ha posibilitado y facilitado el intercambio de ideas, información, etc.
 
  Desde el punto de vista meramente económico, vale señalar que la III Revolución Tecnológica echó por tierra el antiguo paradigma que se sustentaba sobre el modelo “Fordista - Taylorista”, que en esencia consistía en la producción en serie en una gran fábrica donde estaban integrados a una sola cadena todos los procesos productivos. La revolución de la microelectrónica y el empleo masivo de ordenadores en los procesos ha aumentado el rendimiento y la calidad de este proceso porque ha propiciado producir más, con mayor calidad, en menos tiempo y ha posibilitado, además, desintegrar y dispersar el propio proceso. 
 
 Ahora, esto es lo esencial y no resulta ocioso repetirlo, la revolución de la microelectrónica, asociada a la implementación de la informática y los ordenadores son los elementos que van a rediseñar todo este proceso, pero esto es algo natural, objetivo, resultante del propio desarrollo y de la capacidad creativa del hombre, contra ello no se puede luchar. Estos desarrollos no son culpables de nada de lo que ha ocurrido después, tampoco ninguna escuela política o filosófica lo diseñó y/o desarrolló. Esto responde a la propia dinámica del desarrollo del hombre y la humanidad que se operó en un momento a finales de la década de los años 60 del pasado siglo XX.
 
  Soy del criterio, y asumo que esto es polémico, que el proceso que se inicia en los 60 es una de las causas del fracaso del llamado socialismo real y de la implosión de la URSS, la dirección soviética no comprendió este proceso natural. Embriagada en los éxitos que había cosechado con el paradigma precedente y la mentalidad de las toneladas en la posguerra se acomodó en su zona de confort y se opuso voluntariosamente a la dialéctica de las cosas. 
 
 El gravísimo error de la dirección soviética fue que no solo no lo asumió el cambio de paradigma, sino que también se le opuso y los ejemplos sobran. Seguramente, de haberlo asumido a su debido tiempo y con un alto grado de responsabilidad y objetividad, la dirección soviética hubiese podido superar muchas de las dificultades que tuvo que afrontar años más tarde y para lo que no tuvo respuestas.
 
  Lo explico mejor, no es un secreto para nadie que al triunfo de la Revolución de Octubre, Rusia era un país atrasado y como resultante de la I Guerra Mundial el país había quedado destrozado y cuasi paralizado, sin embargo, en pocos años se inició un proceso de industrialización, que a tenor con los cánones vigentes equiparó al país, en muchos rubros, con las principales economías europeas y en otros, las superó. Eso se consiguió porque el modelo empleado no estaba en contradicción con el paradigma.
 
  Luego ocurrió más o menos lo mismo, después de la II Guerra Mundial. Se desarticuló todo el país y se retrocedió considerablemente, y un dato, hoy se sabe que en esa contienda  perecieron 29 millones de hijos de toda la URSS, que la parte europea del país otra vez fue destrozada y sin embargo, en pocos años desarrolló tecnologías propias que le permitieron dominar el átomo, enviar en octubre de 1957 el primer satélite artificial de la tierra al espacio cósmico y cuatro años más tarde al primer humano.
 
 La URSS, en un brevísimo espacio de tiempo superó a países centro como Estados Unidos; Gran Bretaña; Francia y Alemania en muchos aspectos de la producción y los servicios y entrados los años 60 su industria era competitiva a escala internacional, exportaba maquinaria, máquinas herramientas, aviones, barcos, electrodomésticos, instrumentos de medición y precisión, etc., fueron los primeros en emplear la turbina a reacción en la aviación comercial, la energía atómica en la generación eléctrica, en fin, que podemos asegurar que hasta la década de los 60 su desarrollo fue coherente y a tenor con las tendencias y paradigmas de la época y en algunos aspectos, marcando pautas a escala mundial.
 
 Pero ¿qué ocurrió luego de esto?, pues sobreviene el caos. Es cierto que países como Japón y Alemania, limitados en su desarrollo bélico por constituciones impuestas por los vencedores en la guerra, van a liberar a todo el personal que antaño se dedicó a la industria bélica y lo van a reorientar, junto con las propias fábricas e industrias, a producciones civiles. Si le agregamos que tampoco contaban ya con el elemento “disuasivo” de poseer unas poderosas fuerzas armadas capaces de “convencer” a los concurrentes al mercado, tenemos entonces que tuvieron que buscar elementos de “valor agregado”, que hiciesen altamente competitivas sus producciones y como tampoco se desgastaban en la producción de armamentos, fueron eficientes y eso es lo que explica, además, el milagro económico japonés y el desarrollo alemán.
 
  Por esta misma época los soviéticos entraban en recesión, en julio de 1972, Leoníd Ilích Brézhnev, en la Cumbre de los países miembros del CAME señalaba: “… la URSS, luego de restañar las heridas dejadas por la guerra ha alcanzado niveles de producción impensados nunca antes y ha construido las bases técnico-materiales de la sociedad comunista…”, fue ese precisamente, el momento en que la sociedad soviética comenzó a manifestar síntomas inequívocos de agotamiento.
 
  Lo que siguió fue el auge de la autocomplacencia y la proliferación de métodos subjetivos y burocráticos de planificación y dirección de la economía que terminaron de erosionar el modelo y la sociedad en su conjunto, es por entonces, y hasta en los años 80 todavía se mantenía, que entre un segmento de los dirigentes y directivos soviéticos surgió el errático criterio de que “las computadoras nunca podrán sustituir al hombre” y se negaron asumir las tendencias del desarrollo de manera anti dialéctica y en lo que en Japón y en otros países proliferaban estas tecnologías, los soviéticos seguían aferrados a su tradicional “ábaco”. 
 
  Fidel Castro, al que no se puede acusar de antisoviético, en su conversación con Ignacio Ramonet, le señalaba que la URSS había sido el país que más recursos había dedicado a la investigación científica, pero sin embargo, los resultados de estas investigaciones descansaban en las gavetas de los burócratas en las entidades que debían ponerlos en producción, y esto se explica por el fallo constante del elemento político, del elemento subjetivo, de la imposibilidad de esa propia sociedad de regular a su burocracia mediante elementos de socialización, que también le son inherentes, de manera objetiva, al proceso globalizador. Esto trajo consigo que entre la URSS y el resto del mundo desarrollado se estableciera una brecha tecnológica insalvable y que al momento del derrumbe, seguían apelando a métodos Fordistas en sus mega fábricas y desdeñaban los avances tecnológicos.
 
  Considero que haber ido en contra del proceso fue otro elemento que hizo insalvable el proyecto soviético y que este fue uno de los elementos que ocasionó la implosión, amén de otros errores que no tienen que ver con este trabajo. De la misma manera considero, que errores de naturaleza parecida van a dar al traste o con la humanidad o al menos, con el modelo que el imperialismo le ha impuesto a esa propia humanidad.
 
 Ahora, como no soy apocalíptico, apelo por lo segundo, por el fin y desmontaje del modelo neoliberal y de hecho, ya se comienzan a observar las grietas que demuestran, que contra la dialéctica, definitivamente, no se puede navegar, avanzas al principio, pero la corriente te desborda, te arrastra, te supera.
 

El modelo neoliberal o la panacea de los descabellados

 
 La segunda pregunta que me formulo al principio de este trabajo está relacionada con el carácter neoliberal que ha signado el proceso globalizador en los últimos más de 30 años, y esta tendencia es otra de sus veleidades más peligrosas, o la peor de todas. Pero quiero dejar por sentado que este proceso ni es absolutamente nuevo, ni tampoco liberal y mucho menos eterno, como preconizan sus defensores, tampoco hay que luchar contra la globalización, como a rato escuchamos decir, sobre todo entre los movimientos sociales contestatarios altermundistas, todo esto tiene sus trampas y así lo veo.
 
  La primera conclusión a la que se puede arribar es que el Neoliberalismo, más que un modelo económico es toda una corriente ideológica, cuyos abanderados nos la venden como panacea a todos nuestros problemas, con lo que han llevado al mundo de hoy a un estado de entelequia total, de caos, como no los demuestra el fracaso de los países “ortodoxamente neoliberales” en el enfrentamiento al COVID-19. En este escenario, el debate Neo-Neo no es contradictorio, está perfectamente articulado y resulta funcional a la Corporatocracia transnacional, donde la corrupción y el desenfreno no tienen límites, Trump y su sistemático comportamiento lo ilustran con creces.
 
  Debemos coincidir entonces con Osvaldo Martínez, cuando asegura que. “…La superposición de la política neoliberal sobre el proceso de globalización, imprimiéndole características, límites y orientación básica al mismo, se encuentra en el centro mismo de la compleja y peculiar coyuntura de la economía mundial…”  y esto nos entrega una aproximación bastante cercana al fenómeno en cuestión. A ello agregaría que: el Neoliberalismo, más que orientación y características, le ha impuesto límites y elementos conflictivos al proceso globalizador y es que con su lógica excluyente, son definitivamente antípodas proceso y modelo.
 
  En esencia, por una parte se trata de un modelo económico, político y social que responde y funciona para la acumulación de las transnacionales y en la tutela los intereses de la nueva gran burguesía, la Corporatocracia, bajo la hegemonía de Estados Unidos, y donde el discurso se centra en volver al mercado para que regule la economía desechando aparentemente las muletas del Estado, aunque a este se recurre cuando las cosas no andan bien, como cuando los salvatajes financieros de Bush y Obama, o cuando se emplean de forma desmedida los aparatos represivos de ese propio Estado para que defiendan los intereses de ese pequeño segmento de la sociedad.
 
 Un segundo elemento de este aspecto, y que resulta tremendamente llamativo, es el que tiene que ver con su aplicación pues es recurrente la pregunta que se formulan muchos al acercarse al fenómeno ¿si el neoliberalismo es tan malo por qué se asume en los países subdesarrollados? Y esta es sin dudas la más aberrante de todas sus veleidades, al respecto considero que el neoliberalismo se ha impuesto por la sutil manera que tuvo de manipular a las grandes masas a partir de los propios mitos que creó y el aprovechamiento inteligente que hizo de los errores reales e inventados, en todos los casos muy  hiperbolizados, de la experiencia socialista euro soviética, apareciendo entonces como el mecenas, listo a resolver todos los problemas del mundo.
 
 Es decir, que se impuso mediante el engaño, fueron frecuentes los cuentos de que había que dejar actuar a las fuerzas del “Mercado”, que este todo lo regularía y resolvería,  aunque al principio habría que aguantar un poco. Con ese cuento engañaron a muchos, e increíblemente, todavía lo consiguen en algunos lados. 
 
 Y no podía ser de otra manera, sociedades que habían alcanzado un considerable nivel de desarrollo humano a partir de implementar políticas Keynesianas y otras de contenido social, se vieron de pronto desbordadas en este aspecto tras la aplicación ortodoxa de políticas neoliberales, viéndose de inmediato estas sociedades abocadas a profundas crisis que en última instancia provocaron:
  • Una vida indigente para la inmensa mayoría de la población, 
  • Se destruyó la clase media y polarizó la sociedad,
  • Se privatizaron casi todos los activos del Estado, incluso aquellos impensablemente privatizables como parques, cementerios, servicios postales, etc., con devaluaciones previas que solo beneficiaban a los compradores,
  • La economía productiva cedió su lugar y fue desplazada por la economía especulativa con su lastre de desbalances y fraudes.
 
 Basta asomarse a los ejemplos que constituyen las políticas aplicadas por Augusto Pinochet,  Carlos Andrés Pérez y Carlos Saúl Ménen en Chile, Venezuela y Argentina respectivamente, como pioneros en las Américas, lo que nos serviría  para comprender en toda su magnitud este fenómeno, y esto se repite en todos los casos, los de antaño y los de ahora. Solo los implementadores de estas políticas han resultado profundamente beneficiados de las mismas en detrimento de la sociedad y de sus propios países, y la corrupción se ha impuesto como elemento acompañante de la política oficial, trayendo como resultado para las naciones de nuestra América lo siguiente:
  • Aumento de la deuda externa y social.
  • Apertura de los mercados nacionales al capital transnacional libre de regulaciones arancelarias quedando sin protección los productores medianos y más pequeños.
  • Ruina de la pequeña y mediana burguesía porque no tiene ni capital, ni tecnología y la gran burguesía, ya comprometida con el capital transnacional, estrecha sus lazos entre sí y con sus mentores, de los cuales se convierte en meros empleados de primer nivel.
  • Ingresos de capital especulativo en un 65% y solo un 35% de capital de inversiones directas, cuya tendencia es a la polarización a favor del primero. 
  • Privatización sin límites, suelo, subsuelo, empresas industriales, empresas de los servicios, hasta lo imprivatizable. Hubo en momentos del boom en que se privatizaron 2000 grandes empresas y las transnacionales adquirieron el por ciento más importante de las acciones. 
  • Se libera a grupos poderosos de impuestos con el medio ambiente, lográndose una mayor concentración de la riqueza y el poder en detrimento de la ecología. En el momento más caótico del daño ecológico, Estados Unidos abandona el Acuerdo de París para enfrentar el cambio climático. 
  • Algunos países hasta pierden su política financiera al dolarizar su economía.
 
 Como se ha dicho, la implementación del neoliberalismo, en su versión más ortodoxa en América Latina presupuso un sistemático agravamiento de la situación social en nuestros países y se incrementaron los bolsones de pobreza y los índices de pobreza extrema, de la siguiente manera:
  • El pago de la deuda externa obliga a los Estados realizar una considerable reducción en los gastos sociales.
  • Al incentivar la inversión extranjera y eliminar los obstáculos de las legislaciones, quedan sin protección los obreros y otras capas de asalariados.
  • Desaparecen los programas de creación de oportunidades para todos y son sustituidos por apoyos ocasionales a grupos focalizados.
  • Se multiplican las masas urbanas sin trabajo o que subsisten en empleos inestables e informales.
  • Desplazamiento forzado de poblaciones indígenas y campesinas.
  • Expansión del narcotráfico basado en poblaciones rurales cuyos productos tradicionales quedan fuera de la competencia.
  • Se profundiza la desigualdad, la corrupción y la violencia.
  • Se rompen las raíces de la identidad de las culturas locales que no tienen poder para trasmitir su legado cultural y a su vez, son bombardeadas de pseudocultura consumista y banal.
  • La salud y la educación, al ser privatizadas, quedan desprotegidas, la pandemia del COVID-19 sirve para ilustrar este planteamiento. Sistemas de salud colapsados, mortalidad elevada y población indefensa.
  • Se impone un orden de “valores” donde prevalece la libertad individual, la competencia deshumanizada y se impone el culto a la droga, al erotismo y se desconoce el valor de la virtud y la solidaridad, apelándose a las leyes del mercado y de la selva. Es una suerte de “Leviatán” en toda su extensión.
  A estas alturas, nos gustaría asegurar que, si en lo económico, pero sobre todo en lo social, el neoliberalismo es un desastre, es en lo político donde consigue sus mayores dividendos al lograr alinear en sus filas a vencedores y perdedores, a víctimas y victimarios y asegurarse que las víctimas, los perdedores, a pesar de todo, sean capaces de tragarse la píldora edulcorada que les venden y hasta defender el modelo que les proponen para despojarlos de todo. En el plano político se aprecia lo siguiente:

 

  1. Aumento de la polarización y la dependencia política del mundo del sector corporatizado.
  2. Se opera un proceso de desaparición y/o transformación del Estado -  nación,  que convierte todo lo público en privado y lo nacional en transnacional, al tiempo que asume, fundamentalmente, funciones policiales y represivas.
  3. Aumento del malestar social que se traduce en huelgas, manifestaciones, protestas populares y hasta lucha armada, que son por otra parte efectivamente reprimidas con el empleo de los redimensionados aparatos represivos de ese mismo Estado que se cuestiona.
  4.  Los estadistas ponen la actividad política al servicio de la gestión económica para garantizar la hegemonía del mercado y las transnacionales, que son en definitiva las que pagan y mandan.
  5.  Se rompe el diálogo entre los estadistas y el pueblo, se aíslan y llegan a verse como contrarios, lo que provoca continuos estallidos de crisis de gobernabilidad.
 Aquí aparece otro de los problemas de este fenómeno y es el relativo al Estado, en este sentido Osvaldo Martínez afirma: “…Es el retorno al poder absoluto, no de la monarquía, sino de los mercados. Aquí no encontraremos una explicación apelando a la racionalidad, sino una racionalización a posteriori que se puede sintetizar en la expresión: No hay otra alternativa…” criterio del destacado economista cubano que comparto completamente, aunque pienso que el poder absoluto tampoco lo detenta el mercado en sí, si vamos a hablar de la presencia de alguna “Monarquía Absoluta” hay que señalar entonces, que este poder absoluto lo va a detentar el sacrosanto Monopolio, que no es, en lo absoluto, sinónimo de libre mercado.
 
 Retórica aparte, mientras obligan a los países del tercer mundo a reducir el rol del Estado, mientras preconizan que el Estado no debe asumir funciones importantes en materia económica, por otra parte, esos mismos Estados son obligados a defender a ultranza no la soberanía, que ya sabemos se debilita en sumo, sino a defender los intereses de las compañías transnacionales, a las mismas a las que le han vendido todo libre de licitación (lo que contradice el espíritu liberal del mercado, pues niega la posibilidad de competir libremente).
 Ahora, ¿quién niega el importante rol que juegan los Estados en los países “centro”? esa es otra de las muchas fábulas para tontos. En el mercado real, en otro orden de cosas, los que compiten son países y sistemas antes que firmas. La Boeing es una empresa estadounidense y, por más que sus operaciones tengan una dimensión realmente planetaria, cuando sus intereses son atacados o puestos en peligro en alguna parte del globo, quien la defiende, en primer lugar, no es el mercado, sino el gobierno de su país y la OTAN y esto cada vez cuesta más trabajo esconderlo.
 
 Es en el problema del rol del Estado donde se aprecia el mayor divorcio entre el discurso, la prédica y la práctica cotidiana, se llama a reducirle contenidos, pero en concreto se fortalece como nunca antes. Lo que varía, lo que cambia es que se polariza más, deja de ser el Estado de una Nación determinada para convertirse, como nunca lo fue, en el Estado de los potentados y protector de una pequeña élite, desatiende su contenido social para dedicarse a defender por la fuerza los intereses corporativos, trans y multinacionales, y los “hombres de Estado”, y si hay dudas basta asomarse a la cúpula gobernante estadounidense, aparecen estrechamente vinculados a la cúpula empresarial y entran y salen indistintamente a una y otra.
 
 Los “Hombres de Estado” en la era neoliberal están en las nóminas de los consorcios y legitiman sus “ingresos” mediante el empleo del término “comisión”, eufemismo que se emplea para esconder su verdadero nombre: corrupción. Estas comisiones se cobran sin escrúpulos, los lobbistas o cabilderos son cada vez más frecuentes en los círculos políticos, actúan groseramente y su actividad es pública, notoria y en los casos exitosos, muy resaltada y publicitada. Así que la licitación, el libre juego en el mercado es discurso para tontos, agréguese a esto el proteccionismo y tenemos el cuadro completo, la agricultura estadounidense o europea, fuertemente subsidiada, es un fiel ejemplo de esto.
 
 La globalización real de nuestros días se da en el mercado financiero globalizado, como expresión emblemática de él, que funciona sin interrupción las 24 horas, a escala planetaria; hace transacciones diarias por no menos de uno y medio millones de millones de dólares y que el 95 por ciento de esas transacciones son especulativas y desvinculadas de la economía real, que es la de producción, comercio o inversión, y esta es otra de las grandes veleidades del vicio neoliberal, donde la economía real es relegada a un segundo plano, en detrimento de la especulativa, que quiere decir, economía sin sustento de ningún tipo.
 
 En ese sentido, vale señalar que la oleada neoliberal reforzó y desarrolló poderosas formas de especulación, ya no solo con la banca privada, sino con las grandes transnacionales, con los fondos institucionales (seguros, pensiones), con los llamados fondos de resguardo (hedge funds) y con la especulación cambiaria desenfrenada. El resultado es que ya, a mediados de los años noventa, la economía financiera en su conjunto manejaba cincuenta veces más dinero que la economía real, y hoy esta tasa es muy superior, lo que es fruto de la manipulación de las sociedades. El mercado financiero hoy se caracteriza por ser:
  • Privado.
  • Especulativo.
  • Inestable (volátil)
  • Pro estadounidense.
  He dejado para lo último el problema de las relaciones internacionales y no porque cedan en importancia, todo lo contrario, estas son hoy un caos y en ellas tampoco se cumple de manera absoluta la prédica neoliberal, este paradigma se esgrime solo si conviene, de lo contrario se apela a la lógica de la fuerza, de ahí que en la 42 Conferencia Cumbre sobre Seguridad Europea, celebrada en febrero del  año 2007 el presidente de la federación Rusa V. V. Putin fue categórico al afirmar “…El carácter universal e indivisible de la seguridad está recogido en su principio básico: "la seguridad de cada uno es la seguridad de todos". Según dijo Franklin Roosevelt, pasados unos días desde que fue  desencadenada la segunda guerra mundial, "la paz quebrantada, no importa dónde, pone en peligro y bajo amenaza al mundo entero…" 
 
  En ese mismo discurso, que constituyó, de cierta manera el retorno de Rusia a la arena internacional,  continuaba agregando el mandatario  “…Hay otro tema importante que tiene que ver directamente con la seguridad global. Hoy día se habla mucho de la lucha contra la pobreza. ¿Y qué está pasando realmente? Por una parte, para los programas de ayuda a los países más pobres se asignan cuantiosos recursos financieros. Pero muchos de los presentes sabrán que a menudo ese dinero se dirige sólo a compañías de los países donantes. Por otra parte, los países industrializados subsidian su agricultura, limitan acceso hacia altas tecnologías para otros Estados…”, esos son otros de los vicios neoliberales. 
 
Es decir, y llamando las cosas por su nombre, al final resulta que con una mano se distribuye ayuda de beneficencia, pero con la otra se conserva el atraso económico y también se recolecta la ganancia. La tensión social que surge en las regiones depresivas desemboca inevitablemente en el aumento del radicalismo y el extremismo, y este escenario de cosas es el que nutre el terrorismo y los conflictos locales. Y si ello sucede, por ejemplo, en América Latina, Medio Oriente o África, donde el entorno exterior se percibe de modo exacerbado como un mundo injusto, surge el riesgo de una intervención armada “humanitaria”, ante el peligro de desestabilización global. 
A estas alturas, y faltando menos de tres meses para que culmine este terrible año 2020, las principales potencias deberían ver esta amenaza y respectivamente, acceder a la edificación de un sistema de relaciones económicas mundiales más justo y más democrático, en el que todo el mundo tenga las mismas perspectivas de desarrollo para sustituir por el constante empleo de la fuerza para dirimir los conflictos, al respecto no podemos pasar por alto que en materia de Relaciones Internacionales el mundo también cambia a ojos vista, los principios de los sistemas Westfaliano, Vienés y el de la Liga de las naciones ya son un recuerdo del pasado y el de la ONU está severamente amenazado por los mismos que lo crearon.
 
  Hoy confluyen y se entrelazan de manera asaz elocuente y peligrosa elementos del neoliberalismo y del neorrealismo, del Neo pragmatismo con una corriente que algunos se han dado en llamar Neo marxismo y como siempre ocurre las vísperas de las crisis, todo está muy revuelto y difuso y vivimos en un mundo signado por la incertidumbre.
 
  Mientras termino de escribir este trabajo, varios miles de seres humanos han perdido la vida por el fallo del sistema emergido del modelo neoliberal que no les garantiza derechos humanos tan elementales como el derecho a la salud, a la educación, al trabajo y a la vida.
 

Consideraciones finales:

 
 Las relaciones internacionales se han trastocado de manera cardinal en los últimos 30 años, y esto es gracias a los cambios introducidos por un modelo que implementaron Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos, a partir de la década de 1980 y lo que ocurre en esta materia podríamos resumirlo desde la siguiente óptica:
  • La velocidad del desarrollo de las relaciones internacionales es desconcertante como no lo fue nunca antes.
  • Los conceptos y paradigmas de hace solamente 25 -  30 años prácticamente ya están en desuso.
  • El mundo de hoy está altamente globalizado y además es interdependiente.
  • La Globalización es un fenómeno en plena dinámica y el signo “neoliberal” es absolutamente equivocado y autodestructivo.
  • No existe en la actualidad un capitalismo como se alega, sino varias formas de capitalismo, que se diferencian radicalmente entre sí y que se encuentran en plena competencia. Un capitalismo depredador primer mundista y otro marginado y expoliado.
  • Estados Unidos, que se ha erigido en líder del mundo unipolar, de manera irresponsable y unilateral se ha retirado de instrumentos del sistema de Naciones Unidas como del Acuerdo de París para el control del cambio climático, del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, que tenía con Rusia, del Acuerdo Nuclear Iraní y últimamente, en medio de la pandemia, decidió abandonar a la Organización Mundial de la Salud y ahora chantajea a la entidad panamericana homónima. 
  • Urge encontrar soluciones novedosas a los problemas del mundo, pero deben ser globales y consensuadas, coherentes y respetuosas, para ello deberán tener en cuenta los intereses de todos y diseñarse sobre la base de la “Responsabilidad”.
  Las Relaciones Políticas Internacionales durante los tres últimos decenios se han caracterizado además, por una alta jerarquización en las mismas a escala mundial, lo que ha ocurrido desde posiciones de poder y a este fenómeno se le conoce como “Reordenamiento del Poder”, que se manifiesta además por la imbricación de las problemáticas, lo que podríamos entender como la vinculación estrecha entre todos los problemas globales, algunos de nueva data, otros no, pero  que desembocan en conflictos políticos.
 
  En este diseño actual juega un papel fundamental la proclamación, como derecho inalienable del imperialismo de la doctrina del “preemptive strike”, y consagra, como única estrategia posible, el golpear primero. Con ello Estados Unidos y la OTAN destruyen las bases jurídicas que podrían permitir la existencia de una comunidad internacional organizada sobre principios racionales y con intenciones pacíficas. En su lugar consagra la ley del más fuerte.
 
  En virtud de lo antes expuesto podemos concluir, que el Derecho Internacional Público tradicional se ha vuelto caduco y no acompaña en la actualidad a los niveles de desarrollo de este mundo globalizado a pesar de que debería estar enfocado a funcionar en un mundo multilateral, multivectorial e interdependiente, donde otros actores no tradicionales ocupan espacios junto a los otros, es decir, muchas veces sin esperar a que los Estados produzcan acuerdos se adelantan a diseñar normativas. Estas son las Compañías Transnacionales, fundaciones, ONG y otras organizaciones sociales con presencia en el poder y capacidad para influir en sus decisiones.
 
  En los últimos tiempos, el miedo de la época bipolar se ha transformado con una celeridad increíble en terror, y esta es la esencia de las actuales relaciones internacionales, donde al peligro de las armas nucleares se le han sumado otras amenazas igualmente terribles. El cambio climático, las pandemias como el SIDA, el Ébola o el COVID-19, las migraciones descontroladas y la propia economía, donde la desenfrenada especulación financiera lastra a la economía real y los especuladores, junto a las agencias calificadoras de riesgos son hoy peligrosos terroristas, capaces de provocar una hecatombe.
 
  Sin embargo, el neoliberalismo se ha mostrado como el principal peligro para la humanidad, ya se sabe que ha sido un fracaso económico y un caos social, tenía éxito en lo político, pero ante sus tropiezos del último año, ya se le comienza a señalar como la víctima más estrepitosa del covid, que dejará de estar entre nosotros en una época pos pandemia, donde el mundo encuentre caminos y puentes, porque la globalización es un proceso incluyente por antonomasia.
 
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