La huella hispana en África (I)
Rusia, aquella gran Eslavia bizantina con la que tantos y curiosos paralelismos tenemos {1}, tiene su irredentismo, su definición y su providencia como Eurasia, como unión de continentes, como superación de contradicciones de tierras que se encuentran, conformando una fascinante geografía que es capaz de moldear espíritus, encontrándose lo eslavo, lo vikingo, lo escita, lo alano y etcétera. Al fin y al cabo, el imperio bizantino supo tener su talón de Aquiles en el encuentro de Oriente y Occidente a lo largo y ancho del Mediterráneo. Desaparecida noramala la Romania por mor de la invasión turca, quedan las Rusias como baluarte del extremo oriente del Viejo Mundo; siendo que en el extremo occidente, las Españas se erigen como bastión situado entre continentes y, como decía la inolvidable rumba del guitarrista Paco de Lucía {2} QEPD, entre dos aguas. El encuentro de Oriente y Occidente pasa de Bizancio a Rusia y España, y así como Rusia se prolonga sobre todo a través de Siberia, España buscaba afianzarse en el norte de África y encontró su mejor prolongación en América; si Rusia es Eurasia, España tiene vocación y providencia de ser Euráfrica y Euramérica. Los grandes ideales geopolíticos españoles, sublimados por el asturiano Juan Vázquez de Mella y el granadino Ángel Ganivet, continuados por los vascongados Ramiro de Maeztu y Zacarías de Vizcarra en consonancia con la filosofía del jiennense Manuel García Morente; y también en consonancia con portugueses como António Sardinha, brasileños como Arlindo Veiga Dos Santos o peruanos como José de la Riva Agüero y Rafael Cubas Vinatea, se condensan en la formación de una auténtica comunidad hispanoamericana como un “nuevo imperio diplomático, mercantil y espiritual” que forje una “confederación tácita” (con posibilidades de superar a la Commonwealth anglosajona); así como el dominio del Estrecho de Gibraltar. Porque el puñal británico clavado en el sur de España no sólo se trata de un aislado peñón: Se trata de la unión del Mediterráneo y el Atlántico, de la unión de Europa y África y de la conducción imprescindible hacia el continente americano. No hay un punto que abarque más estrategia en el planeta.
Hay quien habla de “Europa” como una suerte de talismán, de sinónimo de bien absoluto. Y por supuesto que hemos de tener una política europea. Y en Europa, no se nos olvide que somos grecolatinos. Sin embargo, lo cierto es que nunca tendremos voz y voto en Europa si no solucionamos antes lo que el mentado Vázquez de Mella definió como “Dogmas Nacionales”: La confederación con Portugal e Hispanoamérica y el dominio del Estrecho de Gibraltar.
Dicho esto, iremos sobre una África que empezó a latir en nuestro corazón ya en los romanos tiempos {3}. En el año 69 d.C., el emperador Otón agregó la provincia imperial de la Mauritania Tingitana (cuya capital era Tingis, esto es, Tánger), a la gobernación de la Bética y al convento jurídico de Gades (Cádiz). A partir de este momento, estamos hablando de Hispania Tingitana o Transfretana (“trans fretum”, “más allá del Estrecho”). Aquí empieza una curiosa relación política que acaso confirma vínculos culturales anteriores. Paradójicamente, fue Roma la que terminó con la invasión norteafricana comandada por la aristocracia fenicia de Cartago; sin embargo, es en Roma donde se fragua y confirma esta unidad que va más allá de lo meramente político. Y es que, aunque hasta la fecha las comparaciones genéticas y lingüísticas entre iberos y bereberes no dan muchas conclusiones unitarias (más bien al contrario; parece que el Estrecho no es tan estrecho), no cabe duda de la ligazón existente en la antigüedad sobre todo a través de la cultura material; cuestión que curiosamente también se prolonga hacia los etruscos de Italia y los aborígenes de las Islas Canarias {4}. No deja de haber algo trascendente en ello, porque desde el siglo XV, Canarias es el máximo puente cultural entre la Península Ibérica y el Nuevo Mundo. Dice el escritor peruano Jorge Eduardo Benavides -durante un tiempo vivió en Tenerife- que Canarias geográficamente es África, socioculturalmente es España, y en ánimo es Hispanoamérica. Con todos los matices que se requieran, no deja de haber mucha certeza en esa descripción. Asimismo, en Canarias se han conservado rasgos culturales muy vivos y visibles que muestran, por un lado (amén del factor aborigen), influencias muy notorias como la andaluza y la portuguesa; aportes castellanos, vascos, gallegos, asturianos; algo de otros puntos de Europa… Amén de un constante y equilibrado acriollamiento; que si bien también puede ser visible en otras partes de España (sobre todo en Andalucía), en las Islas Afortunadas, empero, esas claves ibéricas y americanas están frescas a la par que conservadas en su antigua sazón. Es Canarias, asimismo, foco de transmisión hacia África, pues no en vano fueron los canarios los primeros en incluir las papas y los higos chumbos en su dieta, y gracias a los pescadores canarios, estos productos del Nuevo Mundo fueron llegando a las costas marroquíes.
Así las cosas, volvamos atrás en el tiempo: Ante la caída de la Roma Occidental en el siglo IV d.C., la franja norafricana que había permanecido bajo gobernación hispana fue disputada por visigodos y bizantinos. Entrambos hablaban de Spania. Los bizantinos consiguieron dominar las Islas Baleares y el norte de África, imprimiendo su sello durante dos siglos. Así, la presencia romana en suelo hispano abarca casi nueve siglos. Con todo, cierto es que en el siglo VII, el rey godo Suintila consigue reunificar políticamente la Península Hispánica, como bien recuerda el historiador toledano Daniel Gómez Aragonés. Hasta se llegó a destruir Cartagena en el año 624, capital político-religiosa de los romanos orientales en Spania.
Es desde el territorio hispanoafricano de influjo bizantino de donde partirán las tropas bereberes de Tarik Ben Ziyad, comandadas por el árabe Muza, en el año 711, confirmando la razzia del año anterior. Pero no era la primera invasión de bereberes: Ya en el siglo II d.C. se produjo un salto de estos pueblos del norte africano a Hispania; siendo que el emperador Marco Aurelio se tuvo que emplear a fondo para poner orden.
Ya en tiempos romanos había un contacto más que fluido entre ibéricos y berberiscos, y ya probablemente durante esta prolongada y asimiladora época los berberiscos forjaron en su mente la idea de España como tierra de promisión.
Con todo, durante la dominación musulmana establecida en el siglo VIII d.C., fue una aristocracia siria la que mayormente dirigió los destinos durante los cuatro primeros siglos. El contingente bereber fue el que verdaderamente conquistó la tierra hispana para el islam, y ya en el siglo VIII comenzó a pelear contra la aristocracia omeya por el poder, aliándose en muchas ocasiones con los muladíes, esto es, los hispanos conversos al islam. Otrosí, no deja de ser curioso que el territorio que fue hispano del norte de África siguiera así bajo el poder andalusí {5}.
Toda esta vocación eurafricana, no obstante, va a verse enrarecida por el enfrentamiento entre cristianismo e islam, pues no en vano, son dos mundos teológicos y políticos que pelean en el mismo suelo. Ya no es Hispania en África: Ahora es África la que domina y hasta coloniza Hispania. Este fenómeno de Hispania ante África y viceversa repetirá en el Medioevo. Los almorávides (siglo XI) y los almohades (siglo XII) llegaron con similares propósitos desde sus cuarteles generales situados entre los actuales territorios de Mauritania y Mali: Cortar el avance cristiano norteño y, de paso, reislamizar la Península Ibérica, puesto que consideraban que los musulmanes locales (descendientes mayormente de hispanos conversos, bereberes, y minorías de sirios, yemenitas, eslavos y negros) no respetaban los preceptos del Corán. Muestra ilustrativa de ello resulta que los almohades arrancaran muchas viñas a su paso, enojados por el alegre consumo de vino que existía entre los andalusíes.
Muestras arquetípicas del arte almohade son la Giralda de Sevilla o la torre de Cuatrovitas, en Bollullos de la Mitación. Y aquí vemos elementos sincréticos que explican la constitución del arte mudéjar {6}, de tan honda tradición española; mudéjar que se fue fundiendo progresivamente con corrientes románicas, góticas y renacentistas. Nos quedan las sebkas {7}.Y dentro de este estilo artístico también nos queda el arco de herradura y el arco polilobulado; el primero, de tradición visigótica (aunque parece que en verdad es anterior a la llegada de los visigodos a Spania); el otro, herencia del arte bizantino. Y sin embargo, por mor de la conquista berberisca de la Península, trasplantados al norte de África, y de ahí hasta Mali. He ahí una de las muchas huellas hispanas en África.
A ambos lados del Estrecho de Gibraltar se produce, en ocasiones, un sincretismo intenso. Mas lo cierto es que el islam ibérico, las más de las veces, estaba mixturado y los caracteres preislámicos reincidían de una forma u otra; así como en el norte de África también quedaron otros caracteres bereberes anteriores a la llegada de los soldados de Mahoma.
Y en estos fenómenos de sincretismo donde al final el conquistador acaba conquistado, en un proceso de interacción compleja, tanto cuenta lo mudéjar como lo mozárabe. Mudéjar es el musulmán que vive en territorio dominado por los cristianos. Mozárabe es el cristiano que vive en territorio dominado por los musulmanes. El citado arco de herradura es fundamental en la arquitectura mozárabe, diseminada en especial por el noroeste español, evocando un duro y penoso exilio en su propia patria. Asimismo, el mozárabe incorpora técnicas como la del azulejo, del cual tanto gustaban los árabes, siendo de remotas raíces babilónicas. Mozárabes y mudéjares son fenómenos de ida y vuelta y de cultura de frontera. Este fenómeno de ida y vuelta, a los siglos, se agigantará para con el continente americano, siguiendo la ruta Andalucía-Canarias-Cuba; así como la cultura de frontera, la cultura del jinete y el campesino que forja al chalán en el Perú, al llanero entre Venezuela y Colombia, al gaucho entre Argentina, Uruguay y el sur de Brasil; al charro mexicano, y de ahí al rodeo en Norteamérica. El cowboy es, en verdad, un invento hispano, como recuerda el historiador andaluz Francisco Rivas.
Empero, decía el jurista Francisco Elías de Tejada que los pueblos son tradiciones. Y en efecto, si en Spania no hubiera quedado la tradición del reino visigodo de Toledo, no se hubiera fraguado el ideal de la “España perdida” que impregnó la Reconquista, con el ansia de reunificación hispano-católica que, sin embargo, no se reprodujo en la misma forma que añoraban los refugiados en Asturias en el siglo VIII. Nunca se reproduce la historia tal cual, pero sin la fuerza de la tradición, entendida ésta en un sentido dinámico y progresivo, más espiritual y cultural que “material”, no se logra enganchar un arquetipo, un camino, una forja de vida. Y este camino eurafricano, que viene de tan antiguo, no se rompe en 1492, cuando los Reyes Católicos vencen a Boabdil y consiguen la reunificación política bajo mandato cristiano. Por la contra, en ese mismo siglo XV, los portugueses {8} condensan sus conocimientos marítimos explorando el continente. El Mediterráneo había quedado cortado por los turcos en ese mismo siglo, entonces, los portugueses buscarán las rutas asiáticas a través del continente africano, el cual será lograrán bordear. Es el Atlántico el océano que se apunta como Mare Nostrum. En esta época, portugueses, castellanos y aragoneses tienen en mente que la Reconquista todavía está pendiente, queriendo recuperar el norte de África para la Cristiandad. Amén de campañas exploradoras, los portugueses llevan a cabo campañas bélicas en el norte de África. Ellos son los que en 1415 recuperan Ceuta para la cristiandad hispana. Ellos son los que van a ir tomando las más importantes plazas atlánticas de Marruecos. En ese mismo siglo, concretando en 1497, Castilla levanta su bandera victoriosa en Melilla. Si antes hablábamos de Canarias, hemos de citar este siglo XV como vital, pues si bien en siglos pasados había habido expediciones europeas, es en este siglo vital cuando Canarias se incorpora a la Corona de Castilla, así como Madeira se incorpora a la Corona Portuguesa. Son las bases de las potencias ibéricas. Tanto en Canarias como en Madeira se va a perfilar el hombre criollo que será el alma mater de la identidad de Hispanoamérica, junto con los distintos mestizajes. Y es que como decía el escritor cubano Alejo Carpentier, criollo es lo que vino de los barcos. Y ese fenómeno del criollismo empieza a formarse de Madeira a Canarias, islas muy parecidas en idiosincrasia y hasta en folclore. Y cuando hablamos de Madeira y Canarias, tenemos que hablar del Sáhara Occidental. Porque es gracias a Canarias a que España toma conciencia de los territorios situados al sur de Marruecos como base provisoria/militar de contacto con las islas. La inmensidad sahariana se abría ante los hispánicos ojos.
Otrosí, los mudéjares (que a posteriori serán conocidos como moriscos), también van a ser curiosos agentes de “intercambio” con África. La población musulmana que se había quedado en España luego de la Toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492, sentía muchos vínculos con los musulmanes norteafricanos. Muchos se apoyaban en ellos y en los turcos. Los que pudieron, cruzaron el Estrecho de Gibraltar. En verdad, desde que luego de la batalla de Las Navas de Tolosa abre el valle del Guadalquivir para los cristianos en 1212, y a los años, en ese mismo siglo XIII, el rey San Fernando III confirma la reconquista de Jaén, Córdoba y Sevilla, ya los mudéjares estaban cruzando a la cercana África. Y fue en el siglo de San Fernando III cuando empezó la vinculación de los muslimes ibéricos con Tombuctú (Mali), en el antiguo Imperio Songhai, bordeando el río Níger. A día de hoy sabemos mucho más de este fenómeno que comienza en el siglo XIII y se realimenta hasta el siglo XVI prácticamente, gracias al historiador malí Ismael Diadié Haidara {9}, custodio del Fondo Kati; y Kati viene de “Al Quti”, esto es “el godo”. Ismael des descendiente de Alí Ben Ziyad, musulmán de Toledo de origen visigodo. Asimismo, este historiador africano también es descendiente de Es-Sahili, un poeta y arquitecto musulmán de Granada que fue perseguido por jeques y alfaquíes, y estando en La Meca, conoció al rey malí Kanku Musa, quien lo invitó a su país. Es-Sahili dejó tal huella en Tombuctú que aún se le recuerda. Las familias Sahili y Kati acabarían emparentadas. Ismael Diadié Haidara cuenta que la oficialidad musulmana de Al Andalus expulsó a sus antepasados y al cabo de los siglos, el terrorismo islamista lo expulsa a él de Mali, volviendo a la tierra de su remota sangre. ¡Tremenda paradoja! Con todo, gracias a los muchos manuscritos que alberga la biblioteca que compone el amenazado Fondo Kati, sabremos mucho más sobre la huella hispana en África.
Volviendo atrás en el tiempo, hemos de recordar que en el siglo XIV, los benimerines de Marruecos, acaso queriendo emular a almorávides y almohades, cruzaron el Estrecho de Gibraltar e intentaron asentar un poder musulmán por tierras de la Andalucía occidental. Otrosí, no deja de ser curioso el intercambio de alianzas y contradicciones político-militares a ambos lados del Estrecho; intercambio que dura hasta la Guerra Civil Española: Muchos soldados de tierras hispanoafricanas participaron en el bando nacional sobre todo a través de los Regulares, cuerpo militar que se había creado en 1911 con mando español mas respetando con soldadesca y usos berberiscos; así como el general Franco tuvo su guardia mora. No era algo novedoso: En el siglo XV, la guardia morisca fue algo habitual para los reyes de Castilla…
(Continuará)
Notas:
{1} A este respecto recomendamos vivamente el libro “Europa y el alma del Oriente”, de Walter Schubart; especialmente el capítulo dedicado a rusos y españoles. Síganse un par de reseñas:
http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2014/02/mis-lecturas-europa-y-el-alma-del.html
http://movimientoraigambre.blogspot.pe/2014/03/rusos-y-espanoles-el-eon-joanico-y-el.html
Asimismo, enlazamos un breve ensayo titulado “El misterio hispano-ruso”:
http://fororusia.jimdo.com/1-3/
{2}Paco de Lucía, a la sazón, importador del cajón peruano para el flamenco. Algo escribimos al respecto:
{3}Se nos ha dicho, y hasta grotescamente, que todo lo bueno de nuestra cultura viene de los “moros”, de África, de Oriente… Sin embargo, la realidad nos dice que es más bien al revés: El injerto hispano ya estaba en África. Recomendamos este interesante artículo:
{4} Consideramos interesante este vídeo de J. J. Benítez, salvando, eso sí, su odio a España:
https://www.youtube.com/watch?v=iGRHdIWBMxs
Sobre Canarias y su identidad:
http://www.revistalarazonhistorica.com/23-8/
http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.pe/2014/11/canarias-en-las-espanas-raigambre.html
http://laabeja.pe/opini%C3%B3n/de-ida-y-vuelta-antonio-moreno-ruiz/275-canarias-como-puente.html
{5}Siempre hay que aclarar que “andalusí” no es sinónimo de “andaluz”. “Andalusí” se refiere al dominio musulmán de Spania. Tan andalusí era alguien de Cádiz como alguien de Madrid o Zaragoza.
{6}En Hispanoamérica se conoce más como “arte morisco”.
{7}La sebka es un elemento decorativo que estuvo muy presente en época almohade y luego se siguió desarrollando en el arte mudéjar que, a su vez, se combinó con otros estilos. Es una forma de retícula oblicua que, con un modo entrelazado geométrico romboidal, cubre muros, arcos, paredes, zócalos u otros paramentos. En Sevilla es un recurso muy conocido, presente en la Giralda, así como en iglesias de estilo gótico-mudéjar, tales como Ómnium Sanctorum o San Marcos. Véase:
http://sevillapedia.wikanda.es/wiki/Iglesias_g%C3%B3tico-mud%C3%A9jares_de_Sevilla
{8} Con esto no estoy diciendo que España deba absorber a Portugal ni nada de eso; sino que Portugal es hispano a fuer de heredero de la Hispania romana y visigótica, tanto como el actual “estado español”. “Hispanis omnes sumus” dijo Carolina Michaelis de Vasconcelos. Luís de Camões definió a los portugueses como “uma gente fortissima de Hespanha”, incluso sin ser partidario de la unidad política peninsular. Joaquim Pedro de Oliveira Martins hablaba siempre de la historia conjunta de ambas orillas del Guadiana como “de Hespanha”. No en vano, Marcelino Menéndez Pelayo decía que “España” era también un nombre geográfico, de “región”. Evolución romance de “Hispania” y “Spania”, al fin y al cabo.
{9}Recomiendo especialmente esta conferencia: https://www.youtube.com/watch?v=wJUjl-q2BPU