La Gobernadora Haley y el genocidio cultural

29.11.2016

La gobernadora Nikki Haley ha sido seleccionada por Donald Trump para ser embajadora ante las Naciones Unidas. Cualquier otra cosa que esto pueda significar, debería ser causa de preocupación para aquellos que están interesados en preservar la herencia cultural del mundo frente a aquellos que la eliminarían a favor del vacío liberalismo occidental, frente al gobierno del Estado Islámico, o frente a cualquier otra fuerza destructiva. Durante el tiempo en que fue gobernadora de Carolina del Sur, ella ayudó a dirigir esfuerzos para quitar la bandera confederada del área del capitolio estatal de Carolina del Sur. Cuando anunció esa acción, ella intentó insinuarla en palabras que sonaran respetuosas con el pasado confederado de Carolina del Sur, pero sus declaraciones al final de este fragmento que deja claro que sus simpatías yacen con aquellos que quieren borrar el pasado:

“Aquello me trae al tema de la bandera confederada que ondea en el terreno de la Casa del Estado. Para mucha gente en nuestro Estado, la bandera significa tradiciones que son nobles. Tradiciones de historia, de herencia, y de ascendencia.

El asesino cargado de odio que masacró a nuestros hermanos y hermanas en Charleston tiene una visión enferma y retorcida de la bandera. De ninguna manera refleja al pueblo en nuestro Estado que respeta y, en muchas formas, la reverencia. Aquellas gentes de Carolina del Sur ven a la bandera como un símbolo de respeto, integridad, y deber. También la ven como un homenaje, un modo de honrar a los ancestros que fueron a servir a su Estado durante el tiempo del conflicto. Esto no es odio, ni tampoco racismo.

Al mismo tiempo, para muchos otros en Carolina del Sur, la bandera es un símbolo profundamente ofensivo de un pasado brutalmente opresivo. Como Estado podemos sobrevivir, como hemos hecho, mientras que todavía seguimos siendo hogar para ambos puntos de vista. No necesitamos declarar aquí un ganador y un perdedor. Respetamos la libertad de expresión, y que para aquellos que deseen mostrar su respeto por la bandera en su propiedad privada, nadie se interpondrá en su camino.

Pero la Casa del Estado es diferente y los acontecimientos de esta pasada semana nos instan a mirar esto en un modo diferente. Hace 15 años, tras un debate muy polémico, Carolina del Sur convergió en un modo bipartidista para quitar la bandera de la parte superior de la cúpula del capitolio. A día de hoy, estamos en un momento de unidad en nuestro Estado sin voluntad enferma, para decir que es el momento de quitar la bandera de los terrenos del Capitolio.

A 150 años tras el fin de la guerra civil, el momento ha llegado.

Habrá algunos en nuestro Estado que vean esto como un momento triste. Lo respeto. Pero saben esto: Para bien y para mal, si está en los terrenos de la Casa del Estado o en un museo, la bandera siempre será parte del suelo de Carolina del Sur.

Pero este es un momento en que podemos decir que esa bandera, mientras que es una parte integral de nuestro pasado, no representa el futuro de nuestro gran Estado”.

Ella intentó justificarse a sí misma mediante la evocación de una imagen de la bandera confederada como un símbolo racista, pero ese no es el caso. Lean al Pastor John Weaver:

“Ustedes entienden que la bandera de batalla confederada no es un símbolo racista y que nunca lo ha sido. Una de mis historias favoritas es sobre un representante negro, John F. Harris, que fue legislador en el condado de Washington, Mississippi. Y tuvo la oportunidad de votar por el proyecto de ley #25 del Senado, que era un proyecto de ley para erigir un monumento confederado en la plaza del capitolio en Jackson, Mississippi. En el momento de aprobar el proyecto de ley, Harris, que estaba enfermo, salió de su cama para dar su discurso ante el Senado; así lo hizo y el 23 de febrero de 1890, el periódico Daily Clarion Ledger de Jackson, Mississippi publicó su discurso al completo.

Déjenme citarles una parte del discurso. Él dijo: “Señor Portavoz, me he presentado aquí, en mi lugar, para ofrecer algunas palabras sobre el proyecto de ley. He venido de una enfermedad en cama. Quizás, venir no fuera prudente por mi parte, pero señor no podía permanecer silenciosamente en mi habitación sin contribuir con algunas observaciones propias. Lamento que cualquier hijo de algún soldado deba pasar en el registro como opositor al levantamiento de un monumento en honor a sus valientes fallecidos. Y señor, estoy convencido de que él ha visto lo que yo vi en Seven Pines y en los 7 días de combate entorno a Richmond, el campo de batalla cubierto con los cuerpos destrozados de aquellos que combatieron por su país y por el honor de sus países, él no habría hecho ese discurso.  Cuando llegaron las noticias de que el sur había sido invadido, aquellos hombres marcharon a la lucha por lo que ellos creían. Y ellos no hicieron alguna petición por monumentos. Sino que ellos murieron y sus virtudes deberían recordarse. Señor, yo estuve con ellos. Yo también vestí el gris. El mismo color que mi amo vestía. Estuvimos cuatro largos y si aquella guerra hubiera continuado hasta ahora, yo todavía seguiría allí. Quiero honrar a aquellos bravos hombres que murieron por sus creencias. Cuando mi madre murió, yo era un crío. Quien, señor, entonces actuó como una madre para el chico esclavo huérfano salvo mi vieja señora. Si ella aún viviera, podría hablarme de aquellos altos reinos donde se reúnen los santos muertos, ella me diría que votase por este proyecto de ley y, señor, yo votaré por ello. Y quiero que sea conocido por todo el mundo que mi voto se da a favor de un proyecto de ley para erigir un monumento en honor de los muertos confederados”.

Aquí estaba un hombre, un hombre negro, que vistió el gris confederado y que entendió que la guerra no era una guerra racista. Ahora, permítanme decirles que, la bandera confederada no es una bandera racista.

Así pues, ¿Qué representa la bandera confederada? Él dijo en otra parte del mismo discurso:

“¿Sabían que en la década de 1800 sobre el 75% de los sureños eran escoceses u irlando-escoceses? La bandera de batalla confederada está basada en la bandera nacional de escocia. La bandera nacional de Escocia es la cruz de San Andrés y la cruz de San Andrés es un símbolo de la fe cristiana y la herencia de la raza céltica. De hecho, otro nombre para la bandera de batalla confederada es ‘la cruz del sur’. Fue adoptada conscientemente, a propósito, de manera deliberada y premeditada para mostrar la fe en Dios soberano del cielo y la tierra, la fe en la providencia de ese Dios, el Dios de la historia y el Dios de la salvación”…

De modo que, ¿Por qué la gobernadora Haley intenta quitar la bandera confederada de la vista pública en el Capitolio Estatal? El pastor Weaver tiene una respuesta:

“Ahora, permítanme que intente responder una pregunta por ustedes. ¿Por qué atacar a la bandera de batalla confederada? ¿Por qué atacar a los símbolos confederados? Permítanme decirles algo. Cada vez que la bandera de batalla confederada es atacada, y los ataques son tan violentos y tan feroces, es porque es un ataque contra la verdad. Porque el sur no estuvo luchando como una nación racista o como una nación que mantenía esclavos, estuvieron luchando por los derechos constitucionales. Estuvieron luchando por los derechos del Estado. ¿Sabían que hubo muchos en el sur que cuando se llegó a la adopción de una bandera dijeron: ‘Dejadnos tomar las barras y estrellas’? ¿Por qué? Porque somos los que permanecemos fieles a la Constitución. ¡Dejadles adoptar otra bandera porque ellos son desleales! Atacar a la bandera es un ataque contra la incorrección política. La bandera representa a aquellos que se opusieron a un gobierno federal sin límites. La bandera representa a una república constitucional limitada. Una visión de gobierno opuesta a los poderes que sean. Permítanme decirles algo amigos, todo lo que uno ha de hacer es mirar en el día actual a Washington DC, para saber exactamente contra lo que lucharon nuestros antepasados. 

¡250.000 soldados confederados dieron sus vidas para prevenir lo que tenemos hoy! La extensión del gobierno en cada área de nuestras vidas es el resultado del hecho que el sur perdiera la guerra. Atacar la bandera es atacar la verdad, que representaba la bandera. La bandera confederada no solamente representa una visión limitada de gobierno, sino también representa la libertad de la tiranía. Representa la libertad frente a los gobiernos tiránicos. No sé cuántos de ustedes recordarán esto, sé que muchos de ustedes lo vieron en la televisión, cuando el muro de Berlín estaba siendo derribado. ¿Recuerdan que estaba ondeando sobre el muro de Berlín? La bandera de batalla confederada ondeaba cuando el muro estaba siendo derribado. ¿Sabían que la bandera de batalla confederada ha sido adoptada y usada por los pueblos de Polonia, Hungría, Ucrania, Lituania y Alemania oriental, ya que fueron victoriosos sobre la Unión de los Soviet? Incluso Quebec en años más recientes usó la bandera de batalla como símbolo de su independencia en el intento para liberarse de Canadá. Históricamente, todos entienden que la bandera de batalla confederada representa las libertades y la independencia de la tiranía. La bandera confederada representa la verdad contra el error, la libertad contra la tiranía, la luz contra la oscuridad, y el reino de Cristo contra el reino de la gobernanza. Ustedes ven que, nos hemos olvidado del hecho que la guerra de agresión norteña fue una guerra cultural. Fue una guerra religiosa y el norte era predominantemente unitario y humanista, mientras que el sur fue predominantemente cristiano. Y en realidad, la guerra fue un intento para aplastar el cristianismo y la cultura cristiana.

Ahora, ¿por qué debe ser atacada la bandera? ¿Por qué la bandera debe ser destruida? ¿Por qué los símbolos, monumentos y herencia confederada deben ser difamados, destruidos, y ridiculizados? Les diré por qué. Porque si nos permiten mantener nuestros símbolos, puede que un día empecemos a investigar sobre el origen y significado de aquellos símbolos. Y al actuar así, empezaríamos a cuestionar los mitos y propaganda de la corrección política que existe en nuestro país a día de hoy y si vemos la verdad, puede que realmente empecemos a defender los principios por los que nuestros antepasados se levantaron y lucharon. Y creo que ello causaría problemas para la administración actual y el actual programa socialista. Ahora escúchenme amigos, para mantener a un pueblo esclavizado y satisfecho en el presente, ellos deben destruir nuestro pasado. Un pueblo, que no tiene pasado, no tendrá futuro. Los ataques actuales, son ataques contra la verdad. Lo que ustedes y yo necesitamos haces es esto: Necesitamos estudiar nuestra historia. Necesitamos estudiar nuestra herencia. Necesitamos regresar a las bases. Necesitamos regresar a nuestras raíces cristianas. Quiero que lean en sus biblias a Jeremías 6. Permítanme concluir con este versículo. Jeremías capítulo 6:16, “así dice el Señor, permanezcan en los caminos, y vean, y pregunten por los viejos caminos, dónde está el buen camino y caminen por allí, y encontrarán descanso para sus almas pero ellos (la gente malvada) dijeron, ‘no caminaremos por allí’”. ¿Qué dijo Dios? Dios dijo, “permaneced en los caminos y mirad y preguntad por los viejos senderos, en donde está el buen camino”. Déjenme decirles algo amigos, yo cambiaría la cultura que tenemos a día de hoy en un santiamén por la cultura que tenía el sur antes de la guerra de agresión norteña. Cambiaría el carácter que los hombres tienen hoy por el carácter que los hombres tenían antes de la guerra de agresión norteña en un santiamén. Cambiaría la moralidad de hoy por la moralidad que había en el sur antes de la guerra norteña de agresión. Es mejor estar en el camino y pronto preguntar por los viejos caminos, cual es el buen camino. No solamente necesitamos mantener nuestros símbolos, necesitamos defender sus principios y aplicar aquellos principios a nuestras vidas actuales".

Ibíd.

Mientras parece como un pedazo oscuro e insignificante de la historia estadounidense, aquellos que lloran la pérdida de los artefactos culturales y monumentales en Siria, Irak, Afganistán y otros, deberían preguntarle -sinceramente- a la gobernadora Haley acerca de cuán agresivamente ella actuaría para preservar la preciosa herencia cultural de otros países como embajadora ante la ONU cuando ella rápidamente rechazó su propia herencia sureña por vagas promesas de progreso como gobernadora de Carolina del Sur.