La carrera espacial se calienta: Occidente teme los avances de China
El 5 de agosto de 2024, China puso en órbita baja 18 satélites con un cohete Long March 6A. Este fue el primer lanzamiento del proyecto G60, que está llevando a cabo Shanghai Spacecom Satellite Technology en colaboración con el Gobierno Municipal de Shanghai y cuyo objetivo es proporcionar cobertura regional de Internet para 2025 y cobertura mundial para 2027.
Mientras tanto, G60 (China lanzó en enero el primer satélite de prueba 6G del mundo) es sólo una de las tres constelaciones de megasatélites que China planea construir, junto con el proyecto Guowang, gestionado por la empresa estatal China Satellite Services, y la constelación Honghu-3, gestionada por la empresa Lanjian Hongqing Technology, con sede en Shanghai. Estas constelaciones proporcionan infraestructura de apoyo al creciente sector espacial comercial chino, incluidas sus iniciativas de Internet por satélite en rápida expansión.
En mayo de 2024, China comenzó a prestar servicios de acceso a Internet en el extranjero (Tailandia), y en junio, China OneLinQ lanzó el primer servicio civil nacional de Internet por satélite de China, lo que indica que se extenderá a los países que se han unido a la iniciativa china «Un cinturón, una ruta».
Dicho esto, los objetivos estratégicos de China van más allá de los servicios de Internet por satélite.
Las órbitas de los satélites se clasifican principalmente en tres tipos: órbita terrestre geoestacionaria (GEO), órbita terrestre media (MEO) y órbita terrestre baja (LEO). En comparación con las otras dos categorías, los satélites LEO ofrecen varias ventajas, como la proximidad a la Tierra, un retraso mínimo en la transmisión, escasas pérdidas en los enlaces y opciones de lanzamiento flexibles. Son un componente integral de una futura red integrada que abarque el espacio aéreo, el espacio y el mar.
China participa en el desarrollo coordinado de satélites GEO, MEO y LEO para construir una red integrada de información espacio-Tierra en la que los sistemas de comunicaciones por satélite interoperarán con los sistemas de comunicaciones de información terrestres.
Así lo estipula el XIV Plan Quinquenal (2021-2025) del Ministerio de Industria y Tecnología de la Información para el desarrollo de la industria de las comunicaciones de información.
Es obvio que el Space Internet chino competirá en el mercado de Internet comercial por satélite con el Starlink de SpaceX de Ilon Musk, es decir, de hecho, con Estados Unidos. Pero como formalmente Occidente apoya la competencia como elemento del sistema liberal capitalista, se encuentran otras razones políticas para que China critique sus proyectos.
Occidente, en particular Estados Unidos, no califica estos éxitos chinos más que de autoritarismo digital, que el Partido Comunista Chino difunde a través de la Iniciativa «Cinturón y Ruta» y de los lazos bilaterales con diversos países.
No es el primer año que se habla también de las «violaciones de los derechos humanos» en Internet por parte de China.
Los opositores a China ya están diciendo que si se introducen los servicios de Internet por satélite, el mundo podría «ser testigo de la aparición de un nuevo telón de acero digital que se extendería desde el espacio, dividiendo el libre flujo de información y estableciendo el control estatal a escala mundial.»
Por supuesto, también se dice que las autoridades chinas podrían acceder potencialmente a cualquier dato transmitido a través de los servicios chinos de Internet por satélite.
De hecho, el enfoque chino de la gobernanza de Internet se basa en el concepto de cibersoberanía. Rusia también comparte estos principios, según los cuales todo Estado tiene derecho a gestionar su espacio digital, incluidas las restricciones y la imposición de censura. Pero China ha conseguido una verdadera autonomía al crear una arquitectura nacional de Internet que ha sido bautizada nada menos que como el Gran Cortafuegos de China.
Debido a ello y a la imposibilidad de controlar el mercado digital chino, Occidente está sumido en un frenesí de histeria, inventando todo tipo de falsas narrativas y teorías conspirativas.
Al mismo tiempo, allí se entiende bien la importancia del control del espacio exterior.
Así, Donald Trump, el 26 de agosto, durante su discurso en la conferencia anual de la Asociación de la Guardia Nacional en Detroit, prometió crear la Guardia Nacional Espacial, porque, en su opinión, «ha llegado el momento de crear la Guardia Nacional Espacial como la principal reserva de combate de la Fuerza Espacial de Estados Unidos.»
En este caso, Trump le sigue claramente el juego a la Guardia y se anota puntos de campaña, ya que la administración Biden propuso fusionar unos 1.000 miembros de la Guardia Nacional de unidades orientadas al espacio en la Fuerza Espacial en servicio activo. La idea era crear un sistema flexible que permitiera a los miembros de la Guardia pasar del servicio a tiempo completo al servicio a tiempo parcial. El plan fue rechazado tanto por los dirigentes de la Guardia como por los gobernadores de los 50 estados y los cinco territorios estadounidenses.
Cabe recordar que fue bajo el mandato de Trump cuando se creó la Fuerza Espacial en 2019, y a principios de este año se propuso un proyecto de ley para crear una Guardia Nacional Espacial, aunque no hay consenso en el Congreso al respecto. Uno de los autores del proyecto de ley fue el senador republicano por Florida Marco Rubio.
Además, Donald Trump dijo recientemente que podría otorgar a Elon Musk el poder de auditar las agencias estadounidenses. Curiosamente, Tesla recibió subvenciones del gobernador Joe Biden para su proyecto de coche eléctrico, pero es probable que proyectos como el Starlink de SpaceX, vinculado al negocio espacial de Musk, se beneficien de nuevos contratos federales, ya que la plataforma del Partido Republicano aboga por aumentar la inversión en satélites y acelerar la exploración espacial hacia Marte.
Sin embargo, a pesar de los éxitos de SpaceX y de la retórica optimista de Donald Trump, no todo es coser y cantar en la industria espacial estadounidense.
Los problemas surgidos con la nave Starliner, debido a los cuales dos astronautas estadounidenses tendrán que permanecer en la ISS durante muchos meses en lugar de la semana prevista, indican que la NASA, así como el principal contratista en el ámbito aeroespacial estadounidense, Boeing (cabe recordar aquí otros problemas con aviones), atraviesan una grave crisis.
Aunque en EEUU hay partidarios de la cooperación con China en la exploración espacial. Al parecer, entre los que se dan cuenta de que Estados Unidos está perdiendo la carrera espacial con China.
Y en términos tecnológicos y geopolíticos, todo esto habla de la lucha en curso por una frontera híbrida en el espacio y el ciberespacio.