La caída de Zuma

22.02.2018

Después de haber experimentado una serie de acomodos, reacomodamientos y rupturas con actores de peso,  Jacob Zuma, procedió a renunciar inmediatamente como presidente de la República de Sudáfrica. Zuma ocupaba el principal puesto político del país desde el 9 de mayo de 2009. Previamente ejerció el rol de vicepresidente durante los años 1999-2005. Todo ello  con el sello político-electoral del Congreso Nacional Africano (ANC).

En sus últimas apariciones públicas, el expresidente, no mostró ningún indicio de tener la intención de alejarse de su función, pero sí manifestó  que la presión máxima para lograr su salida abrupta de los Edificios de la Unión comenzó hace un año atrás. En la noche del 14 de febrero, no hubo ninguna transferencia normal de la figura presidencial. Literalmente, Zuma,  fue derrocado por los jugadores de las élites globalistas en el gran juego que se está desarrollando en Sudáfrica. Sí, los mismos actores que en su momento respaldaron su ascenso y su permanencia en la sede presidencial sudafricana le obligaron a dimitir antes de las elecciones generales previstas para el próximo año.

Poseedor de una fortuna importante en un país extremadamente rico por naturaleza,  pero con graves asimetrías sociales por la configuración del formato sistémico donde banqueros y empresarios internacionales –y sus aliados nacionales- perciben mayormente  los beneficios generados por las actividades de los servicios financieros y de las  áreas mineras y agrícolas, Zuma, intentó tener –y aplicar- una cuota  de autonomía en la empirie respecto del programa de  los poderes atlantistas, incrementando las posibilidades para una mejor cooperación con Rusia y absteniéndose  en los foros internacionales de brindar apoyo a las iniciativas que impiden la paz en Siria y que son pergeñadas por los poderes atlantistas.

Zuma, a fines del mes de  marzo de  2017, ordenó de manera sorpresiva  que su ministro de finanzas, Pravin Gordhan, no realice las reuniones pautadas con inversionistas globalistas en Londres y New York. Al ser consultado por esa  cancelación, Martin Kingston, director ejecutivo en Sudáfrica de NM Rothschild & Sons, le manifestó a Bloomberg “los mercados lo interpretarán muy negativamente a menos que podamos explicarlo de manera convincente”1. Días después, Gordhan fue despedido del gabinete del gobierno nacional. Es cierto que el  desempleo, el deterioro de la economía y los  actos de corrupción de la gestión de Zuma movilizaron legítimamente a una parte considerable de la población, pero  también resulta destacable la injerencia en el aumento del mal humor social de varias  plataformas atlantistas, mencionando entre ellas a  Democracy Works.

El sucesor de Zuma es un histórico militante de la lucha  contra el apartheid, líder sindical y empresario con profundas conexiones con activos económicos internacionalistas y con  sectores fuertes del empresariado local.  Nos referimos al pro-atlantista Cyril Ramaphosa,  líder desde diciembre 2017 de la ANC, vicepresidente de la república desde 2014, propietario del holding  Shanduka Group y cuñado del multimillonario  Patrice Motsepe, magnate minero.

En su camino a la presidencia, Ramaphosa, también fue aprobado por los poderosos Nicholas Oppenheimer y Johann Rupert porque en Sudáfrica el poder real  no está en la voluntad popular, ni en las redes político-electorales.

Notas:

1- https://www.bloomberg.com/news/articles/2017-03-27/zuma-said-to-order-gordhan-to-return-from-south-african-roadshow