Intelectuales y asesinos: El trust de la aristocracia negra

20.09.2018

En 1938 a un año de terminar la Guerra Civil española, el coronel del KGB Leonid Eitingon, empezó a formar con su colaboradora Caridad del Río Mercader, comunista catalana y madre de Ramón Mercader del Río y amante de Eitingon, un equipo de asesinos controlados por el Trust o sección exterior de la inteligencia soviética. 

Destacaban por sus antecedentes criminales y su fidelidad indiscutible al régimen controlado por Stalin el comunista italiano Vittorio Vidal; Iosif Griguliévich, joven soviético experto en asuntos latinoamericanos y espía de primer nivel; David Alfaro Siqueiros, muralista mexicano y teniente coronel de la brigada formada por comunistas mexicanos que combatieron al lado de las Brigadas internacionales y el Quinto Regimiento, y otros más haciendo un total de 50 militantes decididos a poner punto final a la vida del revolucionario ruso León Trotski, fundador del Ejército Rojo y adversario de José Stalin. Desde 1929 éste había conseguido el control de la Internacional comunista, fuente de todo poder de los soviets diseñado por Lenin.

Probablemente en los 21 años transcurridos desde la transformación de la policía secreta zarista denominada Ojranka en Comisión extraordinaria pan-rusa de lucha contra la contrarrevolución (Cheká) no había funcionado un equipo de la calidad destructora del que fue confiado a Eitingon, quien disponiendo de recursos ilimitados dirigió en la capital mexicana la orquesta que en agosto de 1940 privó de la vida al mayor adversario de Stalin.

La cheká

Fue Félix Edmundovich Dzerzhinski, lituano nacido en 1877 y estudiante en el Instituto de Vilna, quien desde que ingresó en 1895 en el Partido socialdemócrata mantuvo la fidelidad al marxismo de Plejanov y más tarde a la concepción de Lenin del partido revolucionario centralizado. En 1917 se hizo bolchevique si bien Lenin ya tenía conocimiento de él desde que fue lugarteniente de Rosa Luxemburgo.

Dividido entonces entre dos lealtades, a Lenin y a Rosa, Dzerzhinski apoyó a Lenin en los asuntos rusos y a Luxemburgo en los temas poloneses. Apoyó la consigna de Lenin por la insurrección contra Kamenev y Zinoviev y se le encargó la vigilancia del gobierno provisional.  Su siguiente paso fue la fundación de la Cheká.

Aproximadamente entre 1922 y 1927 la organización del espionaje y la inteligencia al servicio del poder soviético dejó atrás el nombre de Cheká y adoptó en su lugar el nombre de Administración Política del Estado como parte del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (GPY/NKVD). En 1934 entra en acción la Administración Política Unificada del Estado (GUGB/NKVD) que termina su actividad en 1941. Esta es la estructura de espionaje y acción que se encarga de la operación contra el jefe de la Oposición de Izquierda.

Las clásicas operaciones desinformativas 

En esos años el servicio de inteligencia soviético, el OGPU, y específicamente su sección de contrainteligencia la KRO (Контрразведывательный отдел) tomaron es sus manos las operaciones desinformativas basadas en el engaño y la penetración de los servicios del otro lado del telón. La estructura creada recibió el nombre de El Trust.

El funcionamiento de la nueva estructura de inteligencia estaba destinado a poner al descubierto las operaciones llevadas a cabo en Europa, Asia y América contra todo tipo de oposición al control bolchevique de Rusia. El Trust dirigió sus primeras operaciones a la vigilancia de la emigración rusa blanca (anticomunista), en especial a quienes frecuentaban al general blanco Pyotr Nicolayevich Wrangel en Yugoslavia y al Supremo Consejo Monárquico (VMS) refugiado en Berlín.

Además, el Trust tuvo a su cargo la captación de divisas extranjeras de la mayor parte de los países europeos que los supuestos desertores del espionaje soviético vendían como “inteligencia rusa” a los servicios de esos países occidentales. 

Las perspectivas estratégicas del Trust

Varios operadores del Trust trabajaban simultáneamente para los nacionalsocialistas y los comunistas locales en el occidente europeo. Incluso ocasionalmente servían a los servicios británicos. 

El Trust estaba encabezado por una compleja red de familias notables rusas, tan bien descritas en el libro Los demonios (o Los poseídos) de Fiodor Dostoyevski y rescatadas por este escritor, que no fue un sostén de las ideas nihilistas en boga en la Rusia como algunos creen. La función del escritor se limitó a que la aristocracia pudiera llevar su pensamiento al lector, contenido en párrafos sobresalientes de las ideas revolucionarias que penetraron en los círculos privilegiados del zarismo:

“Soy nihilista pero amo la belleza ¿Acaso los nihilistas son incapaces de amar la belleza? Lo que no aman son los ídolos, pero yo amo a un ídolo. ¡Usted es mi ídolo! Usted no hace nada a nadie y sin embargo todos lo detestan. Usted considera a todos iguales y todos lo detestan. Usted considera a todos iguales y todos le temen. Eso está bien. Nadie se acercará a usted para darle una palmada en el hombro. Un aristócrata partidario de la democracia es irresistible”. 
O bien: “...el maestro que se ríe con los niños del Dios de ellos y de su cuna es ya de los nuestros. El abogado que defiende a un asesino educado porque éste tiene más cultura que sus víctimas y tuvo necesariamente que asesinarlas para agenciarse dinero también es de los nuestros. Los alumnos que matan a un campesino por el escalofrío de matar son nuestros... Los funcionaros, los literatos ¡oh muchos de ellos son nuestros y ni siquiera lo saben”.

Inna Vasilkova exhibe las derivaciones criminales de Siqueiros

En la revista mexicana Siempre la periodista rusa Inna Vasilkova escribió por primera vez hasta entonces la pertenencia de Siqueiros al grupo internacional de intelectuales que se incorporó a las encrucijadas asesinas del Trust. Stephen Schwartz había asegurado otro tanto en su artículo Intellectuals and Assassins. Annals of Stalins killerati, dedicado en gran medida a explicar el involucramiento del doctor Max Eitingon, hermano de Leonid Eitingon en el Trust y la disposición del psicoanalista integrante del grupo de los Siete, que encabezó Sigmund Freud, con quienes inició la aventura del análisis de procesos inconscientes.

Eitingon en 1937 fue el instrumento en la preparación de los procesos en los que la élite militar soviética, afín a Trotski, fue acusada de traición. Nueve generales fueron condenados a muerte, entre ellos Tujachevski. Eitingon había enlazado con el servicio secreto alemán (SD) encabezado por Reinhard Heydrich para el servicio directo del Fuhrer. Un equipo de Heydrich contribuyó a elaborar las pruebas cuya contundencia favoreció que el proceso culminara con una sentencia condenatoria de los indiciados.   

Siqueiros aparece en el artículo presentándolo en una serie fotográfica al lado del poeta chileno comunista Pablo Neruda, quien participó en el intento de asesinato de Trotski, en la noche del 20 al 21 de mayo de 1940.

Volviendo a Inna Vasilkova, dice categóricamente que Siqueiros fue agente del KGB y que firmaba con la clave de “Caballo”.  (Revista Siempre, 22.05.1996). La periodista indica que el grupo destinado a llevar a cabo el atentado asesino estaba formado desde 1938 y que en 1939 llega a México y comienza los preparativos del atentado que, como es sabido, fracasó. Trotsky sobrevivió al ataque. 

Siqueiros y sus acompañantes, en cuanto tuvo a la vista  el dormitorio de Trotski dispararon a la cama, pero éste se había ocultado en otro lado de la línea de fuego, bajo la cama. El libro Trotski en México impuso la falsa idea de que había sido Ramón Mercader, que para esa fecha ya era bien conocido de los pistoleros que protegían al líder soviético, quien abrió la puerta de la casona para que pudieran entrar unos sesenta agresores disfrazados de policías y soldados.

En realidad fue Roberto Sheldon Harte, que era uno de los infieles pistoleros de Trotski, un recién llegado que había sido reclutado en Nueva York por el dirigente del grupo sionista Socialist Workers Party, Joseph Hansen, a quien el portal World Socialist Web Site puso en evidencia como agente del FBI lo mismo que a su esposa Rebeca.     

Trotski hizo colocar una placa conmemorativa de esa noche, en la que Harte abordó el automóvil que lo condujo a la muerte en el Desierto de los leones. En la placa destaca el nombre de Robert Sheldon. Trotski aseguró todo el tiempo que Harte era inocente, que nada tenía que ver con el atentado, una falta de visión que el libraco Trotski en México intenta perpetrar. No fue así. Harte tenía antecedentes como militante estalinista en Nueva York y el testimonio de Siqueiros – Caballo lo demuestra.   

Dice la periodista rusa: “Según el expediente secreto de los archivos del KGB, Siqueiros fue reclutado por la inteligencia rusa en los años veinte y le asignaron el apodo Caballo. Así firmó todos sus informes enviados de México a Moscú. “El atentado, dice la escritora rusa, fue la noche del 20 de mayo de 1940. Uno de los guardias de Trotski, a una señal que recibió (Sheldon) a las cuatro de la mañana, abrió las puertas” de la casona de Coyoacán.

El secreto encanto del KGB, según Marjorie Ross

El libro de la destacada escritora costarricense Marjorie Ross, mencionado en este subtítulo, tiene de todo, incluidas las respuestas cruciales a las preguntas que se hicieron en todos los países los enterados de las discrepancias entre los dos beneficiarios eventuales de cara al poder que dejaría vacante Lenin al morir y que fueron mencionados en su "testamento". Lenin  destacó la inclinación de Trotski por el aspecto administrativo de los asuntos, y de Stalin su deslealtad y su poca delicadeza en el tratamiento de sus camaradas.

Comienza la autora refiriéndose a Iósif Griguliévich, miembro del grupo dirigente (con Alexander Orlov y Leonid Eitingon) del  operativo que se encargaría del asesinato de Trotski, que desembarcó en el puerto de Tampico el 9 de enero de 1937 para permanecer en México hasta el día de su muerte 42 semanas más tarde. Griguliévich se desempeñaría en el servicio diplomático de Costa Rica y ambularía por todos los círculos cerrados incluso los eclesiásticos.

Los días 18, 19 y 21 de junio de ese año, 1937, los espías soviéticos presentes en España interrogaron a Andreu Nin, dirigente del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) que había sido detenido en Cataluña para ser llevado a una prisión en Alcalá de Henares.

La detención del dirigente del POUM había tenido lugar porque su presencia impedía el dominio absoluto de los comunistas en una parte del campo logístico de la república española. De tal manera, echaron a andar la Operación Nikolai, nombre codificado con que la GPU reconocía a Nin. Orlov, dice la doctora Ross, dio instrucciones  al comunista Ricardo Burillo de detener al dirigente poumista y sus allegados y cerrar el hotel Falcón situado en Las Ramblas, Barcelona. Más tarde fue llevado a Alcalá de Henares para ser interrogado los días mencionados arriba.

Hay un documento en circulación en el Internet titulado "El proceso del POUM", en el que por cierto no cabe la menor duda de que al defenderse el detenido catalán de una carta que él, Nin, había dirigido un año atrás al presidente mexicano Lázaro Cárdenas para pedirle el otorgamiento del derecho de asilo a León Trotski.

Esta moción aclaratoria que nos permite la doctora Ross en su libro sale al paso de los ataques que los cortesanos trotskistas de México han lanzado contra Bartomeu Costa Amic porque éste ha reclamado que las memorias del entonces presidente mexicano Lázaro Cárdenas organizadas para su edición por el estalinista  y lombardista (seguidor de Vicente Lombardo Toledano, fundador de la CTM, la Universidad Obrera de México y la Confederación de Trabajadores de América Latina), Gastón García Cantú, no mencionan la carta de Nin. Los cortesanos, defensores de las mentirillas propagadas por el libro Trotski en México prefirieron atacar a Costa Amic que a los estalinistas asociados que pusieron punto final a la vida de Trotski.

La autora de "Trotski en México" sostiene que fue Ramón Mercader quien se presentó en la casa de Trotski antes del amanecer del día del primer asalto, de mayo de 1940 para pedir su entrada en la casona que sería asaltada por el grupo de comunistas mexicanos que que protagonizaron el asalto criminal fallido.

La preocupación de la autora del libro que comentamos es la de pasar a Trotski como un personaje incapaz de equivocarse, mucho menos cuando ordena que se coloque una placa reconociendo la lealtad de Robert Sheldon Harte, diletante comunista alistado por Joseph Hansen en Nueva York. Harte era un estalinista ferviente y su complicidad con los asaltantes de mayo es indiscutible. Pero, sobre todo, la evidencia a la vista actúa en el sentido de que Trotski se equivocó con mucha más frecuencia de lo deseable entre su salida de Siberia hacia Turquía, donde comienza una cadena de errores en la selección de guardaespaldas y secretarios en todo su periplo europeo.

León Trotski, la presa embaucada por la NKVD

Rita T. Kronenbittere es la autora del análisis de las peripecias sufridas por León Trotski entre su salida de Rusia y su asesinato en México, que le fue encargado por la Agencia central de inteligencia, en el que dio una visión general de las causas políticas y psicológicas que condujeron al desenlace fatal de los primeros meses de vida de la "Cuarta Internacional". El documento fue desclasificado el 2 de julio de 1996.

Dice la investigadora que el imperativo de los servicios secretos soviéticos en los años treinta era el de destruir físicamente a Trotski, su familia, sus colaboradores y los promotores de la "Cuarta Internacional". Dentro de Rusia, "donde el trotskismo habría tenido la oportunidad de desarrollarse como tendencia política, tenía sólo una presencia imaginaria".

La persecución de Trotski y los trotskistas dio cabida a la convicción de que bastaba con hacer públicas unas declaraciones acusatorias de trotskismo, dirigidas contra saboteadores, asesinos y espías para tener una explicación, prefabricada por cierto, para la represión y, de ser necesario, el asesinato individual o en serie. En el documento fundacional de la "Cuarta Internacional" en París en 1938, se condenó la política de socialismo en un solo país, con lo que los asistentes a la reunión se colocaron a sí mismos bajo la mira telescópica de los servicios estalinistas.

Desde antes de llegar a la isla de Prinkipo que sería el lugar de su residencia como asilado, los servicios secretos estalinistas  se dieron cuenta de un comportamiento característico de Trotski: su preferencia porque sus colaboradores cercanos incluidos sus guardianes fueran judíos, de puro linaje jázaro. Los estalinistas se entregaron de inmediato a la tarea de colocar a integrantes de la etnia jázara a cada paso que daba Trotski. No había salvación posible para el profeta sin visado.