Geopolítica de la seguridad VIII: La institución policial desde la perspectiva de la geopolítica de la seguridad

30.05.2017

La palabra griega “polis” es origen común de dos términos universalmente aceptados, por un lado “política” y por otro lado “policía”. Las lenguas europeas (francés, inglés, alemán, español) coinciden con el castellano en adoptar esta segunda acepción de sentido represivo, la policía como encargada coercitiva de la polis, el orden armado que posibilitaba el desarrollo pacífico de las actividades del ágora ciudadana.

Aunque ya pueden encontrarse antecedentes policiales en la salvaje “krypteia” espartana, fue el Imperio Romano quien creó el primer sistema centralizado de policía asociado a una matriz militar y al paradigma subyacente de orden público, lo que dio posterior nacimiento a la escuela latina (francesa) en materia de estructura institucional, la que sería predominante en el mundo occidental.

Las características originarias con que fue pensada la policía son:

  • Su institucionalización como elemento corporativo permanente y constitutivo del Estado moderno, al igual que las Fuerzas Armadas, depositarias del “monopolio legítimo de la violencia”.

  • El establecimiento de un mando militarizado y centralizado, con categorías y jerarquías militares.

  • La división territorial de la estructura orgánica como modelo clásico de las instituciones policiales, portadoras del control territorial interno del Estado.

  • El nacimiento de tareas especializadas, como la policía del fuego, policía rural, policía de fronteras, sin perder la unidad institucional.

El concepto tradicional de policía se asoció con la represión del delito y el mantenimiento del orden, un concepto de seguridad situado en un entorno de control represivo de la criminalidad, con un fuerte carácter reactivo.

Terminó consolidándose alrededor de dos modelos básicos: el modelo latino, también conocido como modelo francés, continental o napoleónico. Creado en 1791 tenía un carácter militar, centralizado y extendido en todo el territorio.

El otro fue el modelo anglosajón, creado a imagen de la policía metropolitana de Londres, de carácter civil y dimensión local, al servicio de la comunidad. A pesar de las buenas apariencias, también segregacionista e imperial.

Todo análisis de modelos policiales gira alrededor de dos componentes, el estratégico y el táctico:

  • El primero se refiere al modo de organización policial (mando, despliegue, estructura orgánica).

  • El segundo tiene que ver con la operatividad (patrullaje, selección de objetivos, acopio de inteligencia).

Hoy existen cuatro modelos de organización policial:

  1. El modelo tradicional militarizado, que ve a la policía como garante del orden del Estado.

  2. El modelo racional burocrático, que ve a la policía como un elemento institucional y una organización burocrática.

  3. El modelo de organización profesional. Nacido en los años 60s privilegia el profesionalismo para enfrentar los movimientos antisistema en los países centrales.

  4. El modelo comunitario surge en la década de 1980 y tiene como objetivo central gestionar los conflictos sociales. Este modelo comunitario, al contrario de la política de "tolerancia cero", es un cambio cultural en los modelos de organización policial y sostiene la noción de que juntos, la policía y la comunidad, son más eficaces.

La geopolítica de la seguridad asume los desarrollos expresados en los modelos policiales anteriores, avanzando más allá de la simple sumatoria lineal del carácter estatal, institucional, profesional y comunitario. Al hacerlo rescata la perspectiva estratégica en los modelos estatal e institucional y la perspectiva operativa en los modelos profesional y comunitario.

En términos estratégicos, la policía se apropia del monopolio legítimo de la violencia y se convierte en una institución constitutiva del Estado moderno, junto con las Fuerzas Armadas. Por ello es que históricamente jugó un rol represivo de las disidencias internas, para sostener y fortalecer el control territorial interior del Estado, mientras las Fuerzas Armadas cumplían la misma tarea en relación a las amenazas exteriores, provenientes de la anarquía propia del sistema internacional.

Este argumento sigue utilizándose todavía hoy para justificar a la institución policial como garante del orden público y el respeto a la normalidad social. La solidez de esta afirmación convierte a toda crítica a la policía en una crítica a los procedimientos policiales, sin hacer mella en la concepción de policía vigente en la sociedad contemporánea. Se solicita que dicha garantía se ejerza con respeto a los derechos humanos y con un desarrollo profesional de las técnicas de investigación, manteniendo al mismo tiempo el carácter sustantivo de la institución policial, una dualidad metodológica inviable e inoperante. Si la policía es garante del orden social, sus tácticas operativas tenderán siempre a la ilegalidad y la corrupción.

La geopolítica de la seguridad sostiene en términos estratégicos dos afirmaciones rotundas:

  1. el monopolio legítimo de la violencia es del Estado, no de sus instituciones, un debate más relacionado con la divulgación de una noción exageradamente simplificada del Estado que con la esencialidad de dicho monopolio. Una ciudadanía corresponsable de la seguridad, como reclama la seguridad ciudadana, supone el retorno de parte de las cédulas de seguridad a su depositario natural, el Estado (concebido como una relación intersubjetiva). Esta afirmación, cuyas consecuencias operativas apenas se están desarrollando, le restan a la institución policial incumbencia exclusiva como elemento definidor del monopolio legítimo de la violencia del Estado.

  2. Las nociones de orden público y normalidad social son totalmente carentes de significado y relevancia en las actuales condiciones de reproducción social capitalista. El orden público, en caso de que siguiera siendo un valor socialmente preferido, no puede ser establecido verticalmente, como una categoría a-histórica permanente y sin distinciones espaciales. En sociedades al mismo tiempo microterritoriales y globales, llenas de emergencias que reconocen la ruptura del tiempo histórico y con fragmentaciones espaciales de autoexclusión, la noción de orden sólo puede nacer de la aceptación del caos: reconocer las diferencias y la necesidad de convivencia de lo extraño dentro de lo propio. Si los territorios son constituyentes de las personas y las comunidades que los habitan, el “orden” tiene un carácter territorial, o sea local, al cual debe más corresponder que respetar: se trata de territorializar la ley.

Por otro lado, en términos operativos, la geopolítica de la seguridad también afirma dos parámetros contundentes:

  1. Si la nueva “normalidad” tendrá un carácter territorial, los modos operativos tenderán a la mejora de los indicadores de estatalidad del Estado, en primer lugar de su órgano policial. Ya no se tratará de la vigilancia sobre la corrupción o la violación de los derechos humanos, sino de la asunción de rutinas operativas de mayor o menor estatalidad, cuyo ejercicio será automáticamente cuantificado y calificado en base a indicadores pre-establecidos. La institución policial sostendrá tácticas operativas “limpias” porque así contribuirá a la construcción de un territorio descriminalizado y a la des-territorialización del delito. Sin contrapartida estatal-policial el crimen se desterritorializa y desaparece como comportamiento estatalizado, permaneciendo solo como preferencia individual.

  2. La policía ya no será garante de un supuesto orden supra-socialmente establecido sino custodia eventualmente armada de una convivencia socialmente construida. En términos operativos estará obligada a una cualificación elevada en pensamiento político y en planificación estratégica, con una adaptación operativa cargada de inteligencia y modernidad. El nivel profesional exigido implicará pasar de ser una agencia armada a una instancia decisional compleja, informada y veloz. El conocimiento avanzado del diseño de políticas públicas será decisivo, sobretodo en su oficialidad y la capacidad de intervención y co-gestión territorial ciudadana será su actividad prioritaria.

Finalmente, la construcción de una nueva policialidad para una nueva policía no es una tarea administrativa posible de ser gerenciada, sino que es una tarea indelegable del Estado, resultado de una histórica necesidad de transformación sin la cual no hay posibilidades de construir instituciones policiales viables y efectivas. La tarea de contribuir a la mejora de los indicadores de estatalidad, central responsabilidad estratégica de la policía, no puede realizarse sin el involucramiento completo de la respectiva autoridad política.

Miguel Angel Barrios

Profesor en Historia y Magister en Sociología. Doctor en Educación. Doctor en Ciencia Política.

Ha escrito obras de investigación entre las que se destacan "Diccionario Latinoamericano de Seguridad y Geopolítica" (Director), "Consejo Suramericano de Defensa: desafíos geopolíticos y perspectivas continentales" y "Seguridad Ciudadana: de lo municipal a lo continental"

Profesor de Geoestrategia en la Licenciatura en Seguridad de la Universidad de Morón y creador de la Cátedra en Seguridad Ciudadana en la Universidad del Salvador, Buenos Aires. Dicta seminarios y cursos en Academias Policiales de América Latina y es Consultor en Políticas Públicas de Seguridad.

Coautor con Norberto Emmerich de "Geopolítica de la Seguridad en América Latina", que publicará la Editorial Biblos de Buenos Aires próximamente.

 

Norberto Emmerich

Doctor en Ciencia Política y Licenciado en Relaciones Internacionales.

Ha escrito "Una teoría política para el narcotráfico", "Geopolítica del Narcotráfico en América Latina" y "Narcos en Buenos Aires: el caso de la Villa 31".

Profesor de "Seguridad Ciudadana" y "Política Criminal" en la Licenciatura en Seguridad y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México.

Fue Decano del Centro de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales, Quito, Ecuador y Coordinador General de Investigaciones de la misma Universidad.

Coautor con Miguel Angel Barrios de "Geopolítica de la Seguridad en América Latina", que publicará la Editorial Biblos de Buenos Aires próximamente.