Estados Unidos se retira de Siria

29.12.2018

El 19 de diciembre, el presidente Donald Trump informó por segunda vez en el año 2018, que retirará las tropas norteamericanas de Siria, debido a que el objetivo de derrotar al Estado Islámico ya fue cumplido con holgura por los Estados Unidos. Ciertamente, es verdad lo que Trump dijo sobre la derrota de la organización yihadista intrusiva, empero, su revés esencial ocurrió el año anterior y no justamente por la activación militar de los norteamericanos, sino que fue alcanzada, elementalmente, por la convergencia mancomunada de las fuerzas sirias, rusas, iraníes y libanesas chiítas.

A pesar de ello, la predisposición de Trump  es positiva para la soberanía de Siria, la integridad del gobierno de Bashar Al Assad y para la influencia regional de Rusia, Irán y Turquía. Es realismo geopolítico y es un elemento clave del Proyecto del presidente.

Como era de esperar, naturalmente, la resolución de Trump ha desatado una tormenta en variados estamentos de poder, dentro y fuera de los Estados Unidos, los cuales tienen intereses concretos y conocidos en la guerra contra Siria porque, de efectivizarse lo manifestado, sufrirían un golpe implacable.

Uno de los primeros  efectos es la renuncia del Secretario de Defensa, General James Mattis. El  General de cuatro estrellas, se autoexcluye del gabinete de Trump ya que valoró determinantemente que su tarea de influencia en los planes trumpianos iba a ser irrelevante. Con su salida, no sólo perdió parcialmente el complejo militar-industrial, sino también el sionismo, un aliado de Trump, porque  si bien “Perro Loco” es una herramienta del Pentágono, también es un anti-iraní furioso y proclive al estado de Israel. Hasta John Bolton, un halcón por excelencia, y la cadena Fox, propiedad de Rupert Murdoch, consejero informal y ad honorem de Trump, con la excepción de uno o dos comentaristas que trabajan en ella, no mostraron ninguna felicidad por la idea de Trump.

Siete días después, estando en Irak, el mandatario completó la explicitación de su plan diciendo que las tropas se quedarán en ese país árabe por si las circunstancias futuras exigiesen otra injerencia en Siria. De hecho,  lo que Trump quiso decir es que podrían regresar si la seguridad del estado de Israel peligra,  puesto que  el liderazgo sionista es un aliado importante para su duración y consolidación en la jefatura de gobierno de los Estados Unidos. Además, con este último mensaje, les intentó transmitir tranquilidad a sectores del Pentágono y al aludido Murdoch, ya que éste tiene un emprendimiento empresarial en los Altos del Golán que comparte con Jacob Rothschild y Dick Cheney.

Posterior a la declaración de Trump, un cierto número de analistas han proferido su temor de que, a partir de Irak, EE.UU. inicie un ataque militar meticuloso y extendido en el tiempo contra Irán, especialmente por los lazos de su administración con el sionismo, pero, acorde a nuestra perspectiva modesta, creemos que es improbable que ello ocurra en un  tiempo próximo debido a que una conflagración de ese tipo despedazaría la planificación política y económico de Trump, no contaría con el consenso de las élites occidentales y de otros núcleos imperativos, además, la propia entidad estatal israelí sería dañada considerablemente en una guerra de aniquilación total. Irrebatiblemente, Israel es titular de bombas atómicas y de otras armas y dispositivos de seguridad de alta sofisticación, pero en su entorno hay debilidades y fallas, y todavía no están dadas las condiciones para un evento de ese calibre.

En rigor, las manifestaciones trumpianas no produjeron sobresaltos en nosotros tal y como se evidencia en varios textos, en los que ya habíamos hablado de ello, entre los que recordamos el escrito de diciembre de 2016, bajo el título “La globalización, los Estados Unidos y el nacionalismo económico de Trump”,  donde referimos  que tanto el discurso como el programa de gobierno de Trump se basarían “en  la defensa de un nacionalismo económico, en el respeto y la observancia del orden natural; en el abandono del perfil de ‘Estado policial del mundo’ que los Estados Unidos desempeña desde hace un siglo."

De igual modo, traemos a colación,  el artículo “La intensificación de la confrontación israelo-iraní”, fechado en abril de 2018, en el que divulgamos lo siguiente: “Mad Dog” Mattis también se reunió con su colega de Israel, Avigdor Lieberman, quien viajó exclusivamente a Washington para tratar sobre el plan trumpiano de la salida de tropas estadounidenses en Siria. Los estrategas de Israel se oponen a esa medida y procuran congelarle o, en su defecto, agregarle detalles que provean seguridad a Israel. Por ejemplo, trasladar las tropas de Siria a otro país vecino (¿Irak?) y desde allí monitorear y debilitar a la estrategia iraní. Mientras que en Siria, la Administración Trump y el Pentágono tienen que apoyar totalmente el desplazamiento de la llamada OTAN musulmana”.2

Siendo así, insistimos en que la transformación del rol de gendarme mundial de los Estados Unidos es un constitutivo neurálgico en la primera fase empírica del enfoque trumpiano, porque algunas piezas configurantes del entorno  del Proyecto priorizan la lucha dentro de los Estados Unidos con la finalidad de asumir fácticamente el control del país frente a la coalición de facciones que están sufriendo fragmentariamente el desmantelamiento de su poder e influencia desde enero de 2017. En consecuencia, al ser muy fuerte el área antagonista de Trump, el presidente y esos grupos que lo sustentan  evaluaron razonablemente la complicación riesgosa de contender, concomitantemente, de la misma forma y en la misma intensidad, tanto en la zona americana como en el resto de los espacios abiertos globales.

De modo que optaron por pelear exigentemente en el escenario de los Estados Unidos, pero sin desconectarse totalmente del mundo, hasta tanto se reestructure el país y sea rescatado de su declive para ascenderlo nuevamente al podio de preeminencia mundial.

Por último, corresponde puntualizar, que ese trazado trumpiano es alentado como respuesta única a los procesos globales imparables que, entre otras singularidades, expresan el desgaste político, económico y moral de EE.UU. y el encumbramiento de los centros de gestión chinos, turcos, iraníes, rusos e indios porque el unipolarismo ha muerto.

Notas:

  1. https://www.geopolitica.ru/es/article/la-globalizacion-los-estados-unidos-y-el-nacionalismo-economico-de-trump
  2. https://www.geopolitica.ru/es/article/la-intensificacion-de-la-confrontacion-israelo-irani