España y la Unión Europea, en perspectiva histórica

09.11.2016

1) Del aislamiento a la inclusión internacional (1939-1977).

Todo tiene un comienzo, y para hablar sobre la entrada de España en la CEE, antes hay que hablar del periodo de la dictadura franquista (1939-1975). Es importante tener en cuenta lo que ocurrió en este periodo para comprender los tiempos y los impulsos que llevaron a la entrada de España (junto con Portugal) en la CEE allá por el año 1986.

De modo que hablemos primero de los tres periodos en que se puede resumir la política exterior española durante el franquismo: Aislamiento, Inclusión parcial, y Nuevas relaciones.

  1. Aislamiento (1945-1950): El gobierno Español sólo se veía apoyado por el gobierno portugués de Salazar y el gobierno argentino de Perón. Todos los demás países europeos y EEUU cortaron relaciones de todo tipo con España. Pero la situación del mundo bipolar hizo que desde EEUU se buscara normalizar relaciones con el régimen franquista por su común anti-comunismo. Y ello desembocó en el regreso de los embajadores de países europeos y de EEUU que se habían marchado de España en 1946.
     
  2. Inclusión parcial (1951-1969): Ingreso en organizaciones internacionales como la FAO  (1950); OACI (1951); OMS y UNESCO (1952); la ONU en 1955; OCDE, FMI, y BIRF (1958). Así como firmaron los dos acuerdos con EEUU: Primero en 1953, por los que España recibió ayuda material y económica, el régimen de Franco es reconocido internacionalmente y además, EEUU tendrá 4 bases militares en España , y segundo en 1963, que supuso el establecimiento de la defensa mutua entre EEUU y España, como si España fuera un estado miembro de la OTAN pero sin serlo. En 1962 se deniega su entrada en la CEE. También hay que añadir las buenas relaciones del régimen de Franco con países árabe-musulmanes y el no-reconocimiento del estado de Israel .
     
  3. Nuevas relaciones (1970-1975): Con nuevos acuerdos bilaterales con EEUU y acuerdos comerciales tanto con la CEE como con la URSS y países del bloque soviético. La geopolítica del franquismo fue destinada a perpetuar al régimen mediante acuerdos oportunos según las circunstancias.

Entre 1975, con la muerte del dictador Francisco Franco, y 1979 con las primeras elecciones (locales) con la nueva constitución, se produce la transición hacia un régimen político con todas las características de una democracia occidental, y de ese modo, se abrieran las puertas de todas las organizaciones internacionales y hubiera relaciones políticas, económicas y culturales normalizadas con todos los países. El cambio de sistema político condujo a numerosos cambios en la geopolítica de España.

2) Entrando en la CEE (1977-1986).

En 1977 se produce una nueva solicitud de admisión a la CEE que es respondida de forma favorable, por tanto, este es el año que puede calificarse como punto de inicio para la entrada de España en la CEE. Como mencioné anteriormente, los políticos de la transición deseaban quitarse todo rastro del régimen anterior y mostrarse como un país democrático, social y de derecho. Por ello, la normalización de relaciones con los países europeos fue la gran prioridad. El “europeísmo” parecía la solución contra el aislacionismo del periodo dictatorial. Y además, la CEE fue una importante organización internacional que rechazó la admisión de España durante el franquismo.

En el periodo entre 1977 y 1986 se producen los grandes cambios en las líneas geopolíticas de los nuevos gobiernos democráticos. El 29 de mayo de 1982, España ingresa en la OTAN, pero no fue con el gobierno socialista del presidente González (como se cree ampliamente) sino con el gobierno centrista del presidente Calvo Sotelo . El 1 de enero de 1986 España ingresa en la CEE (junto a Portugal) y el 17 de enero también de 1986, desde el gobierno de España se reconoce al Estado de Israel y se establecen relaciones mutuas formalmente.

3) En la CEE (1986 – actualidad)

Tanto los diferentes gobiernos y partidos políticos mayoritarios, así como la población española han tenido un gran “Europeísmo” desde la década de 1980. Por primera vez en casi 200 años, en España había un deseo generalizado por mirar hacia Europa y ser parte de ella, frente al aislamiento del pasado, y sobre todo, frente al aislamiento que sufrió España durante la dictadura franquista. Pero también el “europeísmo” en España creo que pasó de ser un fervor inicial, una idea abstracta de integración e inclusión en las instituciones comunitarias, y acabó siendo un sentimiento económico, es decir, que la UE sólo interesa si da dinero, pero enfada si obliga a recortar en producción económica o gasto público bajo el mantra de las políticas de “austeridad”.

La modernización y democratización que parecía el paraíso de la CEE en 1986, se ha convertido en la pesadilla de la austeridad en 2016. Pero no ha de extrañarnos esta dinámica, pues estamos tratando con una organización supranacional con fines económicos, y la integración política y social llegó después, y a mi parecer, no llegó como una evolución esperada, sino como un movimiento forzado por las élites económicas para revitalizar un proyecto estancado. Así, el Parlamento Europeo pareció tener un atisbo de soberanía supranacional europea, y luego otras políticas de intercambios culturales sirvieron para mover a las generaciones más jóvenes entre los países comunitarios y que así se fomentara un sentimiento europeísta, esto es, pro-UE.

También hay que mencionar la normativa comunitaria, que España, como todo Estado miembro, debía reformar su legislación interna para acomodarse a las normas aprobadas por las instituciones de la UE. De nuevo, en un principio eran buenos cambios, pero actualmente hay sentimiento de rechazo a las normas que traen austeridad.

De este modo, la CEE y desde 1992 la UE, ha sido el eje central en política exterior española con una salvedad, el giro unipolar de 2002 a 2004. Aquel giro se debió a que el presidente Aznar pensó que España perdería peso en la UE con la adhesión de 10 nuevos estados pertenecientes en su mayoría al antiguo “bloque oriental” y por ello reorientó la prioridad exterior de España hacia un belicoso EEUU que desde 2001 se había lanzado a la “guerra contra el terrorismo” propugnada por su presidente, George W. Bush. En 2001 lanzaron la invasión a Afganistán como respuesta al atentado del 11-S en Nueva York y Washington, supuestamente cometido por terroristas islámicos de al-Qaeda. En 2002, el presidente de EEUU inició la preparación para la invasión de Irak que tuvo lugar en 2003 bajo la excusa de que escondían armas de destrucción masiva y eran un peligro mundial. De esa época es muy conocido el denominado “trío de las Azores”, esto es, el presidente Aznar (España), el primer ministro Tony Blair (Reino Unido), y el presidente George W. Bush (EEUU), que allí escenificaron su compromiso en la lucha contra el “eje del mal” y desembocó en la invasión unilateral de EEUU en Irak, respaldada por Reino Unido y España.

La derrota electoral del Partido Popular, el partido del presidente Aznar, en las elecciones de marzo de 2004, condujo a la formación de un gobierno del presidente Zapatero (Partido Socialista), que retiró las tropas españolas desplegadas en Irak y volvió a la política centrada en la UE. Así fue supuestamente, pero en la realidad es que por ejemplo, el gobierno español ordenó el envío de ayuda militar a Libia en 2011 –bajo la égida de la OTAN– para ayudar a los grupos terroristas (“la oposición democrática” según EEUU y otros países aliados) para que derrocasen a Gadafi. Así mismo, altos cargos del Partido Socialista también se posicionaron a favor de bombardear o invadir Siria para derrocar al presidente Assad, bajo las mismas excusas que con respecto a Libia.

Malestar contra la UE comenzó por las políticas de austeridad desde 2008 con la crisis económica. Durante los últimos años del gobierno Zapatero (2008-2011) intentaron contener la situación, negando la existencia de una crisis económica y manteniendo la mayoría de inversiones y gastos públicos. Con el gobierno Rajoy desde 2011 se aplicaron las políticas de austeridad, esto es, de recortes en el gasto social (ya que las deudas siempre eran prioridad de pago).

4) Actualidad.

En los últimos años ha habido dos temas conflictivos que han tambaleado a la UE. En lo exterior, las “primaveras árabes” (2011) y el “golpe del Maidán” (2014), han producido un anillo de conflictos alrededor de la UE, que ha desembocado en dos crisis de refugiados: Por un lado los refugiados no-europeos que vienen de los conflictos en Asia y África, y por otro, los olvidados refugiados europeos que han huido de la desgarrada Ucrania (tanto los habitantes del Donbass que han huido hacia Rusia, como los habitantes del resto de Ucrania que han huido hacia Europa).

Y en lo interior, la política de austeridad económica impuesta a los estados de la UE, con el máximo golpe en la crisis griega que empezó en 2009, también ha repercutido notable y negativamente en el “europeísmo” de los españoles, ya que el fervor por la integración se convirtió en el ansia por huir de quien sólo pide recortes en políticas sociales mientras exigen que las deudas de los bancos sean la prioridad de pago. Así mismo, el “Brexit” en 2016, que se supone que dará lugar a la salida de un estado miembro de la UE, también deja en entredicho la viabilidad del proyecto de integración europea representado por la UE. Otro factor de inestabilidad interior, y que además muestra el servilismo de la UE hacia las políticas que se dictan desde EEUU, son las sanciones contra Rusia a raíz de la crisis ucraniana, puesto que han afectado negativa y principalmente a los productores europeos que han visto el cierre inevitable de un inmenso mercado. En el caso de España, desde su ingreso en la CEE, se ha recortado sistemáticamente la producción del sector primario ya que los euroburócratas querían mantener un nivel de precios a toda costa, e incluso han pagado para que se destruya producción, ¡Pagan para destruir alimentos y luego lloriquean porque hay gente que pasa hambre! Necesitamos el sector primario porque España no tiene recursos naturales y energéticos que vender, entonces, nuestro único recurso es el sector primario, y si perdemos eso, perdemos cualquier atisbo de política económica propia.

En cuanto a alternativas diferentes a la UE, la más próxima es la Unión Económica Euroasiática (UEE) compuesta por países como Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, etc. Que a su vez se conecta con otras organizaciones más grandes como la Organización de Cooperación de Shanghái. En estas circunstancias es muy improbable que ningún país de la UE, la abandone para irse a la UEE. Sobre todo porque desde Washington se ha promovido un fervoroso y militante odio anti-ruso, que a su vez sirve como justificación para mantener la OTAN, con todo lo que conlleva en cuanto a compras de material militar hecho en EEUU por parte de los estados europeos de la OTAN.

La conclusión es que nos dirigimos hacia un estancamiento explosivo. Otra dosis de caos controlado fruto de la guerra híbrida contra Europa. La UE es un gigante abocado al fracaso, ya que los europeos cada vez menos creen en ellos y todas sus mentiras incrustadas como “recetas económicas”. Las políticas de la UE han condenado a la desaparición de la producción en el sector primario de los estados miembro, lo que también sería fruto de una interesante investigación ya que los alimentos transgénicos son otra funesta incorporación que EEUU está fomentando en Europa. 

5. España e Iberoamérica.

Como mención final que une el pasado con el presente, cuando ocurrió la independencia de los territorios españoles de América en la primera mitad del siglo XIX, el banco de Inglaterra fue quien hizo de financiador de los independentistas (dando armas, créditos y mercenarios, y posteriormente todos los nuevos países tenían elevadas deudas con el banco de Inglaterra), entonces como ahora, hubo un mismo ataque, el ataque contra la hispanidad, contra cualquier cosa que represente a España. Y no es por España misma, es porque la mayor parte de América podría unirse por el pasado español y ser un inmenso bloque geopolítico. Ayer,  fue desde la gran talasocracia que era el Imperio Británico, hoy, es desde EEUU, la talasocracia de nuestro tiempo.

El pasado se repite y los diferentes gobiernos iberoamericanos sin importar el partido gobernante, atacan sistemáticamente al pasado español. Las excusas empleadas son variadas, al igual que en el pasado. La “derecha” habla de libertad, y la izquierda habla de “indigenismo”, pero el resultado es el mismo: Todos los países caen al servicio de la plutocracia. Sólo tienen una cosa en común que podría darles la fuerza necesaria para ser un bloque mundial y es la hispanidad.

El imperio quedó atrás. No se trata de volver al pasado, pero resulta que en la actualidad, los países no tienen fuerza suficiente para ser independientes y se necesita una masa crítica mayor, esto es, los grandes bloques de países. Eso lo vemos desde España, que en solitario no puede hacer política independiente, y el bloque europeo en su conjunto si podría, en caso de tener la voluntad para hacerla. Lo mismo pasa en América, ya que es muy visible que todos los estados por separado son débiles y caen en manos del sistema capitalista globalista que hoy encabeza EEUU.

La leyenda negra anti-española que existe desde hace 400 años, sirve para barrer con ese legado y cubrirlo con ideologías a medida de los intereses económicos globalistas, ya que todos esos países iberoamericanos, si alguna vez estuvieron juntos, fue por España. Al igual que en la actualidad, todo el pasado Ruso/Soviético es eliminado de países que hoy se supone que son estados independientes, ambos casos suceden por el mismo motivo y fomentado por la misma mano. Por todo ello, no se trata de recuperar ningún imperio, sino de forjar una unión que sea capaz de hacer frente al peligro común que representa el sistema capitalista global.