Érase una vez caperucita, los cuentacuentos, y el lobo ruso
Parece que, ni en vacaciones descansan los encantadores periodistas a sueldo que pasan sus vidas laborales buscando conspiraciones rusas en España y el mundo. La pena es que no encuentran mucho, porque no hay mucho que encontrar; incluso me atrevería a decir que no hay nada que encontrar, pero tal vez me equivocase pues ahí están los liberales rusos, que de apellido son rusos, pero de acciones son más anti-rusos que los mismos mandos de la OTAN.
La cuestión es que hace unos días, concretamente el día de nochevieja, el periódico “el País” (en España), publicó tres encantadoras páginas acerca de una fabulosa conspiración realizada por Putin (quién mejor para ejecutar una conspiración que “el Putin amo”). Y en una de las páginas, mencionaban al sitio Geopolítica.ru junto al sitio web Katehon, como no sé qué cosas de conspiraciones en España. Tampoco importa mucho saberlas con precisión, pues ellos siempre pueden corregir su descubrimiento conspiratorio e incluir algunas cláusulas más, de las que les sugeriría varias como estas:
- Rusia está creando una fuerza aérea a base de alfombras voladoras, para aterrorizar desde los cielos y tal vez desde el espacio.
- Los militares rusos entrenan a miles de osos para ser adorables y luego adentrarse en nuestros Estado del bienestar y acabar con todo a base de recortes.
- Las famosas y guapas mujeres rusas son todas espías de Putin, dependen exclusivamente de Putin y acatan sus órdenes de enamorar para embaucar.
- El vodka ruso en realidad sirve para introducir nanotecnología en el tracto intestinal de los europeos, que desde ahí se extiende a todo el cuerpo del sujeto y a partir de entonces pueden ser controlados desde el internet del Kremlin.
- Rusia quiere conquistar el mundo, y el espacio, y las galaxias, y el lado bueno y el lado oscuro de la fuerza y de la no-fuerza.
Bueno, si esas cinco proposiciones de conspiraciones les suenan ridículas, piensen que así de ridículas suenan las conspiraciones rusas que día tras día aparecen en “el País” y otros medios de comunicación en España. Y ya que estamos en este tema de las peligrosas conspiraciones rusas en España, hablemos acerca del momento y motivo por el que aparecieron.
Todo tiene un comienzo
Érase una vez el año 2013, en Siria, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, estaba dispuesto a lanzar una campaña de ataques aéreos contra Siria bajo la excusa de un ataque químico contra civiles perpetrado por el Ejército sirio (que al final se demostró que no fue el Ejército sirio sino los terroristas de la “oposición moderada”, que precisamente los EEUU respaldaban). En cualquier caso, el gobierno de Washington tenía su nueva excusa y se disponía a usarla, pero apareció por sorpresa el presidente Ruso, Vladimir Putin, y se opuso seriamente a permitir que los EEUU repitiesen el escenario de Libia en Siria. El presidente Obama se quedó sin su segunda intervención militar (pobrecito, los malvados rusos le dejaron sin su “fiesta” después de incumplir sus promesas electorales y no cerrar el campo de concentración en Guantánamo, ni terminar las guerras de Irak y Afganistán, pero abriendo sin querer queriendo el avispero de Libia, y pretendiendo hacer directamente otro avispero en Siria).
Así mismo, entre finales de 2013 y principios de 2014 hubo otro momento clave: “El maidán”. Aquella segunda revolución de color (naranja) en Ucrania, fue financiada y dirigida desde Washington para llevar al poder en Kiev a la nueva-vieja hornada de oligarcas pro-EEUU y alocadamente anti-rusos. Las primeras consecuencias tras el golpe de Estado en Kiev, allá por febrero de 2014, no se hicieron esperar: Acciones anti-rusas, como la prohibición de la lengua rusa, e incluso el llamamiento al asesinato y genocidio de los rusos en Ucrania por parte de los fanáticos nacionalistas respaldados por el gobierno estadounidense. En marzo de 2014 sobrevino la inesperada acción de los “hombres de verde” en Crimea, que se hicieron con el control y sostuvieron espacio libre para realizar un referéndum con el que retornar Crimea a Rusia democráticamente (según el método occidental de referéndum popular). En abril de 2014, sobrevino una situación similar en las regiones de Donetsk y Lugansk (en el este de Ucrania), en ambas regiones también pedían la separación de la nueva Ucrania por su exacerbada postura anti-rusa y porque el nuevo gobierno había sido puesto en el poder mediante un golpe de Estado violento, que estuvo respaldado por grupos de nacionalistas ucranianos absolutamente anti-rusos.
Estas acciones no gustaron nada en el gobierno de los EEUU, que nuevamente veían que Rusia no era el pelele que tanto les gustó en los tiempos de Yeltsin (1991-1999); Rusia ahora se comportaba como un país soberano, o incluso más, se comportaba como una gran potencia, y además, enarbolaba los mismos valores democráticos y de derechos que presumían tener en el gobierno de los EEUU. Ante esto, los halcones y neo-cones de Washington debieron pensar para sus adentros cosas del tipo: ¡Cuánto ultraje contra el gran policía americano! ¡Cómo osaron los rusos a hacer una pequeña parte de lo que los EEUU llevan haciendo más de un siglo! ¡Poner bases militares permanentes rusas en Siria! ¡Qué ultraje a la democracia y a la paz y seguridad mundiales! Pero mientras tanto los EEUU tienen decenas de bases militares por el mundo; y muchos aún esperamos que encuentren las armas de destrucción masiva en Irak, y también rezamos porque no se inventen otra doctrina como la “legítima defensa preventiva”. Ah esperen, sí, hay otra, “la democratización”; la democratización selectiva a gusto de los intereses político-económicos del gobierno estadounidense, pero que a nadie se le olvide la palabra “democratización”, aunque sea democratización a la carta.
Entonces, después de que el gobierno ruso en resumidas cuentas constatara que en Washington eran gente fiel al lema “consejos vendo que para mí no tengo”, en Moscú empezaron a defender sus fronteras y su influencia externa, mínimamente, pero lo hicieron, y además siguiendo los valores que supuestamente promovía en todo el mundo el gobierno estadounidense. Valores como la protección de poblaciones perseguidas por motivos étnicos, religiosos, lingüísticos, o políticos. ¡Los rusos se atrevieron a defender a los rusos en Ucrania, que eran perseguidos por la masa de fanáticos nacionalistas respaldados por Washington! ¡Los rusos se atrevieron a defender a los sirios del ataque terrorista multinacional apoyado por Washington! ¡Los rusos consiguieron frenar al “estado islámico”!, y es más, ¡consiguieron eliminarlo con ayuda de Irán, Hezbolá y el Ejército sirio! Mientras tanto los mandos militares estadounidenses afirmaban que no sabían cómo hacer para detener la avalancha del “estado islámico”.
“Pues si el mundo ya no es como antes, montemos un nuevo excusadero”
Y con ese título que bien resume la siguiente política exterior del gobierno estadounidense, comenzamos esta nueva etapa cronológica en la que en Washington institucionalizaron y sobre todo mediatizaron los nuevos conceptos internacionales de entre los que destaca sin duda aquel que dice: “Injerencia rusa”. Y así, queridos lectores, se hizo de nuevo la magia. En Washington ya tenían una excusa de última generación: Culpar a Rusia por todo. Si los rusos osaron a hacer mínimamente lo que el gobierno estadounidense lleva haciendo más de un siglo en todo el mundo, entonces, habían de usar todo el conglomerado mediático estadounidense y de sus aliados (porque decir vasallos es políticamente incorrecto), para mostrar lo mal que estaba que los rusos hicieran un poco lo que el gobierno estadounidense había hecho a mansalva por lo menos desde 1898. Y lo más hiriente para Washington era que Rusia estaba dando cumplimiento a los valores que desde los EEUU habían promovido pero solo defendido cuando sus intereses estaban en juego.
De repente, en Norteamérica (EEUU y Canadá) y en la UE/OTAN, solo se oía una cosa, “injerencia rusa, injerencia rusa”. Para cualquier cosa, injerencia rusa, pero sobre todo, cuando se trataba de elecciones o referendos: Véase Brexit y elecciones presidenciales estadounidenses en 2016 (donde el cuento de la injerencia rusa para influir en el resultado comenzó a ver su plenitud mediática).
En 2017, siguió la magia mediática de la increíble y fabulosa injerencia rusa en las elecciones de diferentes países de la UE, como Francia, Holanda, Alemania, y Austria. Añadiendo también una nueva dimensión a todo esto, y es que se acusaba a Rusia de apoyar a la “ultraderecha” en esos países. Es verdad, qué mala es Rusia que apoya a la “ultraderecha”; nada que ver con los democráticos estadounidenses u otros países europeos, por supuestísimo, que nunca han apoyado dictaduras ni grupos terroristas porque tuvieran intereses en ciertos países o en ciertos grupos. En un mundo paralelo tal vez la frase anterior sea una afirmación y no un sarcasmo histórico, porque lo que es en este mundo, es absolutamente tal sarcasmo histórico, ya que en el gobierno de Washington (principalmente) se han apoyado en oligarcas capitalistas, fanáticos nacionalistas, narcotraficantes, y terroristas “islámicos”, allá donde y cuando vieron que ese apoyo favorecería sus intereses.
Expediente Cataluña: El más grande de todos los Expedientes de “injerencia rusa”
Llegamos al verano de 2017, allá cuando entre las olas de calor, se iban concluyendo los preparativos de la crisis política más artificial desde la invención de Pinocho. Aparentemente había una crisis político-territorial entre “Cataluña” y “España”, o eso nos querían decir los grandes medios de comunicación y los dirigentes de los principales partidos políticos. Y luego de repente llegaron los rusos, cual duro invierno, para dejarlo todo helado y paralizado. De repente el problema entre dos se convirtió en una trifulca a tres bandas, con los rusos apareciendo en escena para interferir en España (según nos decían los grandes medios de comunicación).
De repente, todo cobraba sentido, un sentido mágico y metafísico: Los rusos, en plenitud de su maldad intergaláctica, se habían fijado en España para inventarse el separatismo catalán y hacer de ello un problema que dividiera y debilitara a toda España. Sin duda es una gran historia, para la política-ficción. Pero la realidad es que si el separatismo “catalán” es un problema, se debe a los 40 años en que los diferentes presidentes del gobierno en Madrid, se dedicaron a ceder a los chantajes económicos de la burguesía catalana, que con Franco en el Pardo ya buscaron el mejor acomodo, y con cualquier otro jefe en la Moncloa hicieron exactamente igual, buscando exclusivamente la mejor posición para sus negocios. Y como buena inercia decimonónica, que es cuando empezó todo aquello del nacionalismo burgués, mantuvieron el cuento político de que ellos (los burgueses interesados únicamente en su dinero y sus negocios) eran los más fieles representantes de los catalanes.
Y a nivel de toda España, eso mismo dijeron los diferentes presidentes de gobierno que fueron pasando. Todos decían velar por lo mejor para los españoles, por eso, la precariedad laboral ha ido siempre en aumento, igual que los recortes en políticas sociales… oh, esperen, ¿puede que los rusos tuvieran la culpa de todos esos males? Ah, no, si fue el presidente Rajoy quien por ejemplo nos decía entre 2011 y 2014 que las políticas de austeridad eran una exigencia de la Unión Europea o el otrora presidente Felipe González que por ejemplo en sus últimos años de presidencia a mediados de la década de 1990 creó las Empresas de Trabajo Temporal (ETT), punto clave en la fugacidad de los contratos laborales. Pero sin duda, los malos son los rusos, de algún modo lo son, y seguro que nuestros amigos de la prensa “mainstream” descubrirán la conexión rusa en todo aquello, y si no, harán lo que también es habitual: Inventarse la conexión y hacerla pasar bajo la “ley del punto gordo”, y es que si tienes dos rectas paralelas, la única posibilidad para hacer que se crucen o se toquen, es dibujar un punto más gordo que la separación entre tales rectas. Y así, amigos, la magia se hace de nuevo.
Vamos a concluir por hoy
Sea como sea, lo que tenemos ahora mismo en un invernal 2 de enero de 2018, es más de lo mismo que ya hemos visto: Acusaciones contra Rusia por cualquier cosa, pero no son acusaciones hechas de manera aleatoria. Siempre aparecen estratégicamente en los principales temas de la agenda político-mediática española, europea y occidental. Allá donde haya un tema del que no sepan cómo salir los políticos occidentales, siempre podrán contar con la presencia de Super-Putin, de las famosas rusas de Moscú, de los osos de Siberia, y de las alfombras voladoras y otras armas secretas del “área 51-R” (la R es de Rusia).
Otro día, ya después de las navidades ortodoxas, es decir, después del 7 de enero, volveremos sobre este tema de la magia mediática y la fabulosa “injerencia rusa”. De momento, por hoy espero que este artículo les haya alegrado el día, cuyo toque festivo, no lo hace menos certero y exacto. Y ya saben, si durante los festejos pasados y los que están por venir, se torcieron un tobillo, se rompieron una uña, se atragantaron con las uvas, rompieron un cristal cuando descorcharon una botella, o simplemente les sobrevino una fuerte resaca tras una noche de severa ingesta alcohólica, seguro seguro, que es culpa de Súper-Putin y sus ciberpiratas del Kremlin.
Mientras tanto para todos los demás,