Entre los paradigmas
El libro Postfilosofía. Tres paradigmas en la historia del pensamiento de Aleksandr Dugin es extremadamente escandaloso. Este libro fue publicado por primera vez en el 2009 y se basa en una serie de conferencias que fueron impartidas en la Universidad Estatal de Moscú en el 2005. En ese entonces el libro fue muy mal recibido, continúa siendo mal recibido y parece que no va a dejar de serlo. El libro de Postfilosfía plantea que nuestra sociedad ha asumido como una especie de fatum la transición del paradigma de la Modernidad al paradigma de la Postmodernidad, considerándolo como una cuestión de vida o muerte. El tiempo del hombre moderno ha pasado y ha llegado la hora de que el hombre postmoderno tome su lugar. Por supuesto, todo esto ocurre en el espacio físico y es impulsado por una determinada sociedad. El libro de Postfilosofía hace una descripción muy clara del desafío vital que plantea la sociedad moderna a los individuos. ¿Cómo debe el individuo responder a este desafío? De la manera que pueda, pero es imposible ignorarlo. Existen quienes huyen, gritan, se lanzan a pelear contra quien sea o contra lo que sea, pero es imposible seguir viviendo como si nada pasara… Se trata de una realidad muy particular que, si uno sigue las conferencias y el libro de Aleksandr Dugin se da cuenta porque causó tanto escándalo, tormentas mentales o simplemente se lo consideró inadecuado para explicar los acontecimientos actuales. El problema subyace en que se ha buscado deliberadamente ignorar, silenciar o simular que “se puede vivir una vida normal” después de todo lo dicho, lo cual resulta un escándalo flagrante y continuo.
Después de haber transcurrido quince años desde que fue publicada la primera edición del libro hoy podemos decir que la palabra “postmoderno” ya ha sido introducida en el léxico académico ruso y domina por completo las humanidades. Lamentablemente, nadie ha conseguido entender que el postmodernismo es un paradigma y únicamente se han limitado a concebirlo como una broma o una especie de locura. Como todo nuevo invento, se lo considera extravagante, pero tarde que temprano uno se adapta al mismo. Esto se aplica tanto a quienes no desempeñan tareas intelectuales como a quienes viven en la academia: todos terminan por absorber el nuevo paradigma. Por supuesto, hasta ahora nadie se ha planteado la pregunta por las causas que llevaron a pasar de lo premoderno a lo moderno, más o menos como Nietzsche la planteo: “¡Dios ha muerto! Lo hemos matado, tú y yo”. Seguimos viviendo en una sociedad que no se ha dado cuenta de la muerte de Dios y no escucha al pregonero que la anuncia. No obstante, es posible convertirse en el asesino de Dios y fingir que no ha pasado: la transición de la Modernidad a la Postmodernidad es incluso más sencilla que el paso de la Premodernidad a la Modernidad. Este es el tema que aborda Dugin volviendo sus ojos hacia una pieza clave en todo este proceso: la masa (según Baudrillard).
Postfilosofía explica el camino que se siguió desde el manifestacionismo premoderno hasta llegar a la Postmodernidad: se trata de un rechazo abierto de la verticalidad, de lo divino, en favor de la horizontalidad rizomática. Es por eso que Dugin muestra como los seres humanos pasan de la sociedad tradicional “arcaica” al creacionismo (este proceso no es considerado como una ruptura del paradigma tradicional, pero no deja de ser menos significativo) para luego seguir su curso hacia el individualismo y el postindividualismo (el dividuum). Dugin habla desde el paradigma de la Tradición y subraya que si en el manifestacionismo no hubieran surgido agujeros, entonces seguiríamos viviendo en él. Sin embargo, hoy vivimos en el momento de paso de la Modernidad a la Postmodernidad. La ruptura que destruyo nuestra relación con la verticalidad y la sociedad tradicional ahora se manifiesta como un “programa”: la auto-revelación del Sujeto Radical. Por lo tanto, la Postmodernidad, con todas sus contradicciones, no es únicamente un momento exclusivo o una realidad a superar, sino parte del camino que debemos seguir. Se trata de una conclusión bastante fuerte, pues Dugin no propone dar un paso hacia atrás (hacia la Premodernidad o la Modernidad) o hacia a un lado (la exclusión), sino hacia adelante. Es aquí donde señala que el hecho de dar ese paso puede llevarnos hacia la noche más negra, incluso más negra que el negro mismo. La posibilidad de dar tal paso hace que el camino del manifestacionismo a la Postmodernidad no sea una caída, sino una liberación (manifestación) que dará surgimiento al Sujeto Radical. La caída se convierte en liberación cuando uno es capaz de romper con la Postmodernidad. Eso significa que la humanidad se irá y no volverá una vez más. Aquí, Dugin cita una frase de Heráclito: “El camino hacia arriba y el camino hacia abajo son el mismo”. Es por eso que el camino hacia arriba y el camino hacia abajo no conducen ni a la restauración de la verticalidad o de la sociedad tradicional, sino al Sujeto Radical que existe al otro lado de los paradigmas.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera