En Venezuela no hay más salida que el diálogo y la transición negociada
De los resultados electorales poco hay que decir. Proclamar como victoria lo que fue una alta (aunque no demasiado alta) abstención, es tan absurdo y surrealista como celebrar las sanciones económicas que empobrecen cada día más al pueblo humilde de Venezuela o las muertes en los hospitales por falta de medicinas, como si todo eso fuesen victorias contra el gobierno. Este es el sector que llora lagrimas de cocodrilo por los caídos de lado y lado en las protestas violentas del año pasado, mientras internamente las celebra como propaganda de guerra contra el gobierno. Así es la oposición violenta, como el general de un ejercito totalitario que lanza como carne de cañón a la tropa sobre el enemigo, mientras observa a buen resguardo desde un bunker en New York, Bogotá, Panamá o Miami ¿Hasta cuándo tanta hipocresía? ¿hasta cuando ese lastre opositor que en algún momento fue llamado “Mesa de la Unidad”?
Consignas totalmente antihistóricas y carentes de sentido real como “en dictadura no se vota” o “no se dialoga con dictaduras”, solo evidencian la desgarradora manipulación inconsciente que hace un sector de la oposición de una masa desesperada por un cambio, pero sin ningún liderazgo responsable. La cierto es que “en dictaduras no se vota”, pero no porque lo diga el pueblo sino que eso es lo que suelen decir los dictadores, pero históricamente, no hay ni un solo caso en que una “dictadura” proponga elecciones que no sean aprovechadas por la oposición para demostrar su fuerza. En el caso de creer que habrá fraude, lo que resulte luego es lo de menos, pero toda elección, toda oportunidad de manifestarse, ha sido siempre aprovechada por las oposiciones sensatas contra un régimen totalitario. Ese fue el caso, por ejemplo, de Pinochet en Chile o de Pérez Jiménez y su plebiscito en Venezuela, y en todos esos casos las consecuencias han sido, mas temprano que tarde, la caída del gobierno totalitario.
Por otro lado, retirarse de una mesa de negociación para no participar en elecciones resulta aún más surrealista cuando se analizan con detenimiento las razones de esta decisión de Julio Borges y la MUD. Lo cierto, evidente, innegable y claramente comprobado es que se retiran de la negociación y elecciones no porque busquen a nivel internacional una ayuda humanitaria o un crédito para adquirir alimentos y medicinas para el pueblo más pobre, sino para lograr una intervención militar en el país. Creo que no hay precedentes históricos en América Latina de algo tan rastrero y poco nacionalista. Dicen no negociar con “dictadores” y pregunto ¿No se reunirá Donald Trump con el dictador consumado de Corea del Norte Kim Jon Un? ¿No se reúnen periódicamente los presidentes de naciones democráticas con el rey absolutista y tirano consumado de Arabia Saudita? ¿No se reúnen los presidentes de las naciones europeas con el régimen teocrático de Irán? ¿Eso quiere decir que sean coparticipes o cómplices de sus gobiernos? Por favor, un poco más de seriedad y sensatez, que el caso de nuestro país lo amerita, requiere una seriedad que los señores de la menguante MUD ni tienen, ni quieren tener y ya ni queriendo tendrán jamás.
La vía de la intervención militar en que centran sus esfuerzos los señores de la MUD, simplemente acabaría con un gobierno, pero provocaría unos conflictos sociales en el país y unas heridas de odio entre los sectores enfrentados, aún peores que las que llevaron a Colombia a un guerra civil sangrienta y prolongada. Las consecuencias serían peores que en Irak o Libia, ni ellos mismos, los aspirantes a procónsules imperiales de la MUD, querrían gobernar los despojos de un país intervenido militarmente ¡Sean serios, sean sensatos! Acá la única forma de lograr un cambio es a través de una salida negociada. Al gobierno debe dársele una salida, un camino para salir y en eso consiste la negociación, en ceder de uno y de otro lado. Es evidente que, para la cupula de la MUD, el odio y la venganza personal contra un gobierno que les ha humillado, mal puesto y derrotado una y otra vez, limpiamente o no, es una prioridad antes que el bienestar popular. Por otro lado, para el gobierno, el sostenerse en el poder es ya más por resguardo a su seguridad personal y familiar ante una oposición radicalizada que por una intención real de perpetuarse, no son tontos, saben que la situación es insostenible. Está claro que un sector del gobierno está desesperado por transferir el poder y largarse del país, pero no consigue una salida posible con una oposición radicalizada que prioriza la venganza antes que el bienestar popular.
Para lograr recuperar el país, la prosperidad y progreso en Venezuela es fundamental tener paz y nunca habrá paz si el cambio se produce por medio de una intervención militar o un fin violento del gobierno actual. Suponiendo que el gobierno sólo tenga entre 2 y 6 millones de militantes firmes, eso es demasiado como para pretender que una solución violenta pueda acabar pacíficamente. La transición de la dictadura de Franco, en España, hasta la democracia actual se hizo sin violencia y con una “salida honorable” para los altos cargos del régimen franquista. ¿Eso es injusto? sin duda, injusto por el sector que padeció la represión y violencia franquista (infinita e incomparablemente superior a cualquier cosa que haya hecho el gobierno de Maduro), pero la justicia no puede privilegiar el castigo de unos pocos antes que la paz y bienestar de toda la población de un país. No abogo por la impunidad, todo el que haya cometido delitos comprobados debe rendir cuenta a la justicia, pero debe evitarse la venganza por motivos meramente políticos o ideológicos, que es lo que me parece que pretende el sector radicalizado de la MUD.
En Venezuela, la dictadura criminal de Juan Vicente Gómez ¿acaso acabó violentamente? ¿no hubo más bien una transición pacifica que garantizo el nacimiento de la democracia en país, en paz, prosperidad y bienestar por muchos años? ¿No fue el presidente Eleazar López Contreras un demócrata, venido del mismo régimen gomecista? ¿no fue Adolfo Suárez, en España, un demócrata consumado venido del mismo régimen Franquista? Por favor, señores de la MUD sean serios y responsables con sus seguidores y pongan prioridad al país y dejen de lado sus venganzas y retaliaciones personales.
Al gobierno debe dársele salida, un sector del chavismo debe continuar haciendo vida política en el país, es la única manera de que el país retorne a la paz necesaria para garantizar el progreso y la recuperación económica. La única persecución debe ser a quienes hayan cometido delitos dentro del gobierno y esa responsabilidad debe ser determinada por tribunales imparciales. Hay un sector honesto en el gobierno que quiere dar salida pacifica a la crisis y debe nacer la oposición democrática y patriótica que sea capaz de dialogar con ese sector para garantizar una transición pacífica, no hay otra forma de salir de este atolladero. Hace falta mucho más valor para hacer eso, para garantizar una transición pacífica, donde todos los sectores honestos, de lado y lado, puedan verse seguros en una Venezuela post-Maduro y no sientan temor a ser perseguidos únicamente por su ideología política. Algunos pensarán: “pero eso es lo que hace este gobierno, perseguir por pensamiento”, es posible, pero no se paga mal con mal. Ghandi decía “ojo por ojo y el mundo se quedará ciego” y nadie puede decir que el líder indio haya sido un cobarde. Por otro lado, los cristianos, que en Venezuela somos más del 90% de la población (católicos y protestantes) sabemos o deberíamos saber, que el “ojo por ojo y diente por diente” fue complemente abolido por Jesús de Nazareth, quien dijo: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo […] Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”, el mandato cristiano es muy difícil, pero, al menos, debemos dejar de lado la venganza y poner primero al país, dar salida a quienes ya no quieren seguir al frente de un gobierno gastado y, por bien del país, tolerarnos todos con todos.
No hay otro camino para el cambio y para la paz necesaria para recuperar la senda de la prosperidad económica y el bienestar social en la nueva Venezuela por venir que la pacificación. No existe otra fórmula, no existe un atajo para la democracia, prosperidad y progreso.