El realismo apocalíptico

19.04.2022

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

En Rusia se están debatiendo tres opciones para Ucrania:

·         Dominio permanente de Donetsk, Lugansk y Jerson (además de la liberación de Zaporizhzhia, Járkov, Mikolayiv, Dniepropetrovsk) junto con Odessa;

·         Creación de Novorrusia (incluyendo a Odessa) y junto con Ucrania Central y Kiev (después de liquidar a la junta de Ucrania)

·         Dominio total de Ucrania.

Por supuesto, el cumplimiento de cualquiera de estos planes dependerá de cómo se desarrolle la situación en Donetsk. No obstante, es mejor apartarnos un poco de la situación inmediata y contemplar un panorama mucho más amplio.

El mismo inicio y desarrollo de la operación militar especial no deja dudas de que no se puede permitir que Ucrania siga bajo el dominio de los nazis y los globalistas. No se trata de ninguna clase de maximalismo, pues la reconstrucción del Imperio ruso depende de Novorrusia, aunque Ucrania Occidental puede conservar su forma de vida. Por supuesto, esto no implica que esta parte de Ucrania puedan hacer lo que quiera.

Uno de los factores más importantes de este conflicto fueron los ataques en contra de la Iglesia Ortodoxa Rusa en Ucrania. El problema subyace en que la primera y la segunda opción son bastante defectuosas e implican que se abandone a millones de creyentes ortodoxos a que sufran torturas, terrorismo y genocidio por parte de los poderes occidentales. Estos últimos serán destruidos en caso de que los abandonemos y eso implica que tendremos que dominar también la parte Occidental de Ucrania.

Por supuesto, la última opción nos la imponen tanto Kiev como Occidente. Zelensky está dispuesto a hacer cuantos sacrificios sean necesarios con tal de arrastrar a la humanidad a un conflicto nuclear. Considero que Zelensky ahora piensa que no solo no es el presidente de Ucrania (la cual ha sido hecha pedazos), sino uno de los sirvientes del “anticristo”. Y sin duda cada vez está haciendo mejor este papel: todos los exegetas de la Edad Media han dicho que la figura del diablo se esconde tras la máscara de un bufón.

Sin embargo, mientras más nos adentramos en territorio enemigo significa que debemos dar pasos con mayor cuidado, ya que esta confrontación se esta volviendo más y más violenta.

Creo que el gobierno ruso esperaba que Kiev y Occidente reaccionaran de forma mucho más moderada. Occidente solamente se limitaría a imponer sanciones, mientras que Kiev – dándose cuenta de su derrota –se rendiría. Al menos eso dicta el realismo geopolítico.

Pero las cosas se están saliendo de control y Occidente es cada vez más agresivo. En cuando a Ucrania, Zelensky parece haber entrado en una especie de éxtasis que es inexplicable sin el uso de drogas fuertes: cree que es el “el nuevo David” que lucha contra Goliat y, sabiendo que no puede ganar, pide a Occidente que despliegue todo el poderío militar de la OTAN con tal de desatar una catástrofe sobre la humanidad. Podríamos decir que la política ha sido liquidada y ahora estamos frente a escenario apocalíptico.

Nuestro gobierno parece dispuesto a decidir entre el primer, segundo o tercer escenario, pero realmente eso no es así. Al igual que es imposible volver a la situación anterior al 22 de febrero del 2022 ahora que todos los puentes quemados, tampoco podemos asumir la primera o la segunda opción. Ya no podemos volver atrás. Las apuestas se han hecho cada vez más altas y solo conseguiremos salir victoriosos si hacemos nuestra la tercera opción.

Lo diré claramente: ya no se trata del realismo político-militar, sino del realismo apocalíptico. La guerra poco a poco se convierte en una verdadera lucha apocalíptica que incluso sobrepasa el choque de civilizaciones.

En momentos así la ortodoxia, el cisma de los uniatas, el catolicismo e incluso el satanismo vuelven a convertirse en temas centrales justo cuando parecían superados hace mucho tiempo o habían sido desterrados a la periferia de la sociedad. Podríamos decir que ya no se trata de un simple choque de ideologías (aunque es obvio que nadie está seguro en estos momentos de qué clase de ideologías están chocando entre sí): se trata de realidades espirituales que han invadido nuestra vida cotidiana y han acabado por destruir ciudades enteras, arruinando a los multimillonarios o matando a miles de personas – incluidos los civiles – pues han despertado tanto los instintos bestiales que habitan en lo profundo de nosotros como la santidad que nos eleva hacia lo alto. Todo esto ha cambiado la misma existencia del mundo.

Primero la peste, luego la guerra: parece que no solo seremos espectadores del Apocalipsis, sino que participaremos en él. El destino no solo del Heartland, sino también del Espíritu depende de quien triunfe en Ucrania: o esta parte del mundo será iluminada por la omoforia (1) de Cristo y de su Inmaculada Madre o la cuna de nuestro Estado, Iglesia y cultura nuestro pueblo seguirá bajo el poder de Satanás.

La lucha por el Donbass, por Odessa, por Kiev e incluso por Lvov hace parte de una batalla escatológica mucho más amplia. Algunos sabían que esto ocurriría, pero muchos rusos no pensaban que esto sucedería durante el plazo de nuestra vida: más bien era algo que le tocaría a nuestros descendientes…

La realidad precede a los sueños, incluidos los sueños escatológicos e imperiales. El dominio del materialismo, la economía, el análisis racional, los expertos, los tecnócratas y los administradores a llegado a su fin y las ideas han vuelto a reinar sobre el mundo. La batalla de hoy es una batalla entre de ideas: la Idea Rusa, el katechon y la civilización ortodoxa contra la civilización occidental del Anticristo.

Los rusos no necesitan Ucrania, pero Cristo sí. Por eso luchamos y seguiremos combatiendo hasta el final.

Notas del Traductor:

1. El omoforio u omoforion (del griego ὠμοφόριον omophórion, «portar sobre la espalda») es un ornamento litúrgico usado por los obispos ortodoxos y por los obispos católicos orientales del rito bizantino.