EL LÍMITE EN LA PACIENCIA RUSA
La historia del Tribunal de La Haya es simbólica. Rusia nunca se ha preguntado qué tipo de institución es. En realidad, forma parte de la puesta en marcha del Gobierno Mundial, un sistema político supranacional creado sobre Estados-nación a los que se invita a ceder parte de su soberanía a esta estructura. Esto incluye el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la propia UE, pero también el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la OMS, etc. La Sociedad de Naciones, y más tarde la ONU, fue concebida como otro paso preparatorio en el camino hacia el establecimiento de un gobierno mundial.
La vara del liberalismo
Hablemos del liberalismo en las relaciones internacionales, un componente de la ideología liberal en su conjunto. Los liberales consideran irreversible la ley del "progreso", cuya esencia es que el capitalismo, el mercado, la democracia liberal, el individualismo, el colectivo LGBT, la transexualidad, la migración masiva, etc. se extienden por toda la humanidad. En la doctrina liberal de las relaciones internacionales, "progreso" significa la transición de Estados-nación soberanos a instancias supranacionales de poder. El objetivo de este "progreso" es el establecimiento de un gobierno mundial. Así se afirma explícita e inequívocamente en los manuales de Relaciones Internacionales. Todos los países que no quieren el "progreso" son, según esta teoría, enemigos del "progreso", "enemigos de una sociedad abierta", por lo tanto son "fascistas" y deben ser juzgados (en el Tribunal de La Haya) y destruidos ("infligirles una derrota estratégica" - Blinken) y en lugar de los líderes soberanos poner liberales - preferiblemente transexuales.
Esta es la posición ideológica que defienden el Partido Demócrata estadounidense, la administración Biden y la mayoría de las élites europeas. Todas las fuerzas de los países no occidentales, que apoyan al Occidente colectivo y a los globalistas estadounidenses, también juran por esta ideología. Y ésta es precisamente la ideología: radical, rígida, totalitaria.
Se acepta el reto
Resulta un tanto sorprendente que Rusia, durante 23 años bajo un líder plenamente soberano, no se haya molestado en enfrentarse al liberalismo y haya aceptado, hasta cierto punto, la legitimidad de sus normas, estructuras e instituciones.
Ellos no son los que cambiaron, Rusia cambió con el inicio de la OME, y le siguió una escalada legítima por parte de los liberales globales. No hay nada casual en ello: es simplemente liberalismo. Hasta que no derroquemos esta ideología, tanto interna como externamente, la escalada no hará más que aumentar.
Sencillamente, no podemos seguir adelante sin nuestra ideología.
La decisión del Tribunal de La Haya de detener al Presidente ruso Vladimir Putin y a la Defensora de los Derechos del Niño María Lvova-Belova es tan escandalosa que es simplemente imposible no responder. Es un insulto al país, al pueblo, a la sociedad, a cada persona, a cada mujer rusa, a cada madre, a cada niño. ¿Cómo se puede responder a esto con dignidad?
En mi opinión, hay verdaderos culpables en toda esta situación y no están en Washington ni en La Haya: están en la propia Rusia. Son un grupo de liberales que durante 23 años han estado convenciendo al Presidente de todas las maneras posibles de que la amistad con Occidente es una obligación, que es el único camino a seguir, y que la adopción de la ideología liberal, así como la integración en las estructuras e instituciones internacionales globalistas liberales (incluido el reconocimiento del Tribunal Penal Internacional, el CEDH, la OMS, etc.) no tienen alternativa. También han desacreditado al bando patriota, tanto de izquierdas como de derechas, convenciendo al jefe del Estado de que sólo sueñan con escenificar un "Maidán". En realidad, los patriotas, tanto de izquierda como de derecha, son el pueblo y el principal apoyo de Putin. Son su apoyo, sus incondicionales, pero los liberales en el poder siempre han alabado a Occidente y vilipendiado a los patriotas. Esto ocurre desde hace 23 años, desde que Putin llegó al poder.
La hora de la verdad
Lógicamente, hemos llegado a un punto en el que el alabado Occidente se ha revelado como una estructura terrorista que nos asesina, vuela oleoductos, roba dinero, y nosotros, después de haber estado a su entera disposición durante tanto tiempo, nos hemos encontrado en una dependencia humillante; hace 23 años deberíamos haber seguido el rumbo para establecer nuestra civilización eurasiática rusa.
Putin se centró en la soberanía. Se asumió -precisamente bajo la influencia de los liberales- que Occidente aceptaría esta soberanía siempre y cuando Moscú se mantuviera dentro del marco general de la civilización occidental, siempre y cuando participara en sus estructuras e instituciones, siempre y cuando aceptara los valores occidentales (capitalismo, democracia liberal, digitalización, cultura de la aniquilación, "wokismo", es decir, la obligación de denunciar a cualquiera que discrepe del liberalismo, LGBT). Ha sido un engaño desde el principio y este engaño tiene individuos concretos: el bloque liberal del círculo íntimo del Presidente. Son ellos quienes han contribuido a lo que está ocurriendo hoy, quienes han obstruido el despertar patriótico, quienes han hecho todo lo posible por separar al Presidente del pueblo, del núcleo ruso, de los portadores de la conciencia patriótica.
Ha llegado el momento de ajustar cuentas. O está a punto de llegar. No sé qué más tiene que pasar para que los liberales gobernantes sean llamados a filas y cuestionados severamente. Quizá falte algo más, pero en cualquier caso no tardará. La espada de la venganza está sobre las cabezas de los liberales rusos en el poder y nada puede impedir el castigo natural, se puede retrasar un poco pero no se puede evitar.
Los liberales rusos deben responder por todos sus crímenes. Sin esto no habrá purificación ni victoria.