El Gran Trueque del tripartito en los "Balcanes euroasiáticos": el sur del Cáucaso
Por favor, remítase a la Parte I para obtener información introductoria sobre esta serie y sobre la intención del autor con la misma.
Situación actual
Rusia:
La piedra angular de Rusia en el sur del Cáucaso ha sido su relación histórica con Armenia, que hoy en día se manifiesta en la participación conjunta de los dos países en la Unión Euroasiática y en la OTSC [Organización del Tratado de Seguridad Colectiva]. Moscú ha estado haciendo un progreso tremendamente memorable en el fortalecimiento de sus relaciones con Bakú, algo que podría haber parecido imprevisible hace varios años. En ninguna parte fue más evidente el éxito de los últimos años de compromiso diplomático que en la cumbre trilateral entre los líderes ruso, azerí, e iraní, debatiendo los detalles del corredor de transporte Norte-Sur que se desarrollará a través de cada uno de ellos, y que enlazará a todas las partes a los mercados europeos y del sur de Asia occidental. Los lazos con Tiflis son notablemente diferentes, sin embargo, ya que se ensombrecieron a resultas del Camino de Cinco Días que el ex presidente georgiano Saakashvili, aliado de los estadounidenses, desató en Abjasia y Osetia del Sur, y que condujo en consecuencia a la respuesta militar de Rusia y al reconocimiento de la independencia de estos dos territorios. Dicho esto, mientras que Georgia está indiscutiblemente lanzada hacia su deseada participación en la OTAN y en la UE, su actual dirección muestra señales de pragmatismo en su deseo de estabilizar las relaciones con Moscú y mejorar la fundamental relación comercial bilateral entre ellos.
Irán:
La relación bilateral más fuerte de Irán en el Cáucaso sur es con Armenia, por extraño que pueda parecer a aquellos que cayeron en la campaña de desinformación estadounidense según la cual Irán es una especie de "estado terrorista islámico-fascista" irreconciliablemente en guerra con el cristianismo. Los lazos irano-azeríes son mucho más complicados, y en realidad es sobre todo debido a su compleja naturaleza que Irán ha desarrollado estas positivas relaciones con Armenia. Algunas estimaciones afirman que hasta una cuarta parte de la población iraní es de etnia azerí (lo que en términos absolutos supone alrededor de dos veces más de los que viven en Azerbaiyán), que reside sobre todo en la parte noroeste del país, aunque en su mayoría integrada y asimilada en la identidad cosmopolita de Irán. Sin embargo, voces hipernacionalistas en Azerbaiyán, de vez en cuando se refieren a estas partes de Irán como "el sur de Azerbaiyán", jugando con los temores de Teherán a que una operación encubierta norteamericano/"israelí" pudiera arrancar esta región del país a través del arma flexiblemente adaptable de la guerra híbrida. Además, Azerbaiyán e Irán tienen una disputa marítima no resuelta en el mar Caspio, por la que casi fueron a la guerra en 2001. En contraste, porque no está vinculada de ninguna manera al nexo de controversia azerí-iraní-armenio, Georgia tiene lo que puede describirse como las relaciones más 'neutrales' con Irán, no contaminadas por consideraciones regionales aunque, no obstante, vulnerables a la presión de Estados Unidos y de la UE.
Turquía:
La alineación geoestratégica de Turquía en el sur del Cáucaso es tradicionalmente la contraria de Rusia y de Irán, anclada en Azerbaiyán y con pleno antagonismo hacia Armenia. Azeríes y turcos son étnicamente muy similares y hablan una lengua estrechamente relacionada, de ahí sus lazos de hermandad, mientras que los armenios fueron asesinados durante la Primera Guerra Mundial durante una tragedia que Rusia y muchos otros han etiquetado como genocidio. Turquía cerró su frontera con Armenia en señal de solidaridad con Azerbaiyán durante la década de 1990, y un bloqueo debilitante ha estado en vigor desde entonces. Aunque Ankara y Ereván hicieron movimientos hacia el restablecimiento de sus relaciones en el pasado reciente, este plan tropezó y en última instancia no condujo a nada, ya que Turquía en su lugar convirtió sus "cero problemas con los vecinos" en "muchos problemas con la mayoría de los vecinos". Uno de los pocos países al margen de la agresión neo-otomana durante la última media década ha sido Georgia, que tiene relaciones muy pragmáticas con Turquía debido al oleoducto BTC. Turquía también ha apoyado los intentos de participación de Georgia en la OTAN y en la UE, viendo al país como una vía de acceso geográfico para extender un día esos “privilegios” de participación a Azaerbaiyán. Del mismo modo que el cálculo geoestratégico está cambiando ahora, sin embargo, también podrían hacerlo las determinaciones de Ankara, y mientras estas permanezcan en términos muy amistosos hacia Tiflis, podría no tener ya el mismo interés que antes en ver que se unen a esas instituciones, por no hablar de su fraternal aliado azerí.
EEUU:
Los EE.UU. se han acomodado en el establishment de Georgia y utilizan el país como su base regional para proyectar su influencia en todo el Cáucaso sur, siendo su última manifestación tangible la "base de entrenamiento" de la OTAN que se estableció allí el año pasado. Washington hizo durante las últimas dos décadas muchas propuestas al rico en energía Baku, la mayoría de las cuales tuvieron mucho éxito en traerlo a bordo como socio del establecimiento unipolar, pero todo esto se deshizo de repente cuando la UE comenzó a presionar a Azerbaiyán con la retórica "democrática" y de "los derechos humanos". En los últimos dos años, Azerbaiyán ha girado bruscamente desde el establisment occidental y ha comenzado a sopesar las opciones que podría tener con la comunidad multipolar, habiendo decidido en última instancia pivotar en esta última dirección después de la cumbre trilateral que acogió junto a Rusia e Irán. Azerbaiyán no es un "Estado canalla" en el sentido de utilizar sus fuentes de energía como ventaja frente a Occidente, pero los EE.UU. sin duda saben que esto siempre es una posibilidad a tener en cuenta, incluso si no es algo realista en el contexto actual. Sin embargo, debido a la naturaleza mutuamente beneficiosa de la relación energética entre ambas partes, no está pronosticado por ningún observador serio que el Bakú vuelva a adoptar este enfoque. En respuesta a la reorientación multipolar de Azerbaiyán, los EE.UU. y la UE han cortejado al gobierno de Armenia y a la hipernacionalista "oposición" estilo Pravy Sektor, procurando sustituir cualquier pérdida percibida como de 'suma cero' relativa a Azerbaiyán, con avances estratégicos en Armenia, ya sea cooptando el gobierno como actualmente está tratando hacer en Serbia, o derrocándolo como hizo en Ucrania.
"Trueque" beneficioso para todos
El principal problema en el sur del Cáucaso es el conflicto no resuelto de Nagorno-Karabaj. No hay manera de que se alcance un futuro multipolar funcionalmente sostenible en la región si no se aborda este problema de manera responsable con todos los interesados. La ausencia de paz entre Armenia y Azerbaiyán mantiene a Ereván de espaldas a estar de acuerdo con la inclusión de Bakú en la Unión Euroasiática, mientras que al mismo tiempo la resistencia inflexible de Azerbaiyán a aprobar alguna vez la separación de su territorio reconocido internacionalmente contribuye a este estado cíclico de inestabilidad. Ambos países tienen que hacer frente de manera concluyente a este desacuerdo antes de que la multipolaridad pueda prosperar plenamente en la región, ya que la naturaleza desequilibrada de Armenia, al ser miembro de estas relevantes instituciones económico-militares, da a Ereván un peso desproporcionado para hacer cumplir sus demandas. Del mismo modo, Azerbaiyán es mucho más esencial para ambos en todos los términos prácticos, por lo que esto de por sí da a Bakú su propia capacidad de negociación. La situación con la inclusión de Azerbaiyán en estos grupos es distinta de su interés en la OCS, ya que Armenia no es un miembro preexistente de esa organización, y por lo tanto ambos lados se convirtieron en socios de diálogo en paralelo el año pasado, al mismo tiempo que sus rivales India y Pakistán comenzaron su adhesión conjunta como miembros formales. Ningún acuerdo equilibrado es posible en el CSTO y la Unión Euroasiática, debido a la posición oficial de Armenia dentro de los dos bloques, que a su vez pone de relieve la urgencia con la que debe ser resuelto el conflicto congelado de Nagorno-Karabaj, antes de que puedan hacerse mayores progresos multilaterales mutuamente beneficiosos asegurando la posición de Azerbaiyán en la comunidad multipolar.
La comprensión de las complejas interacciones entre todos los actores e intereses en el sur del Cáucaso, y el reconocimiento de la necesidad apremiante de rectificar las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán con el fin de ayudar al mayor bien multipolar, hacen que sea absolutamente imprescindible que se proponga una nueva iniciativa diplomática para Nagorno-Karabaj, siendo la más pragmática y neutral de las mismas el "plan Katehon" sugerido en el reciente artículo sobre "El arte de lo posible: Armenia y la la nueva alianza euroasiática". El punto de partida para futuras conversaciones deben ser las resoluciones de la ONU que condenan la "ocupación" de Armenia del territorio de Azerbaiyán, y la propia ausencia legal de Ereván de reconocimiento de la autoproclamada independencia de facto de Nagorno Karabaj. El giro novedoso es que el "cinturón de seguridad" de la zona cercana a Nagorno-Karabaj y que actúa como un puente entre éste y Armenia debe ser desmilitarizado por todas las partes como un paso necesario para construir la confianza, lo que es una sugerencia razonable teniendo en cuenta cómo Stepanakert misma ni siquiera reconoce constitucionalmente esta tierra como parte de la provincia separatista. En respuesta a este paso audaz, el Plan Katehon sugiere que Turquía levante su embargo a Armenia con el fin de ayudar a salvar la debilitada economía de su vecino. Los detalles sobre el derecho al retorno de la etnia azerí se podrían estudiar después, pero lo que se necesita es que Armenia y las autoridades de Nagorno-Karabaj tomen este primer paso en cambiar de manera tangible la situación político-militar en el terreno, aunque, por supuesto, en coordinación con las contrapartidas de sus socios rusos e iraníes en comprometer/retener a Azerbaiyán, y quizás incluso desplegando fuerzas de paz con el fin de mantener el estado de desmilitarización del cinturón de seguridad entre Ereván y Bakú.
Los escenarios oscuros
Lo más probable que salga mal en el escenario de la reconciliación antes mencionado consiste en que el llamado "Clan Karabaj " dirigiendo el "estado profundo" armenio (la permanente burocracia militar- de inteligencia-diplomática) en este momento no permitiría ningún tipo de compromiso en el tema de la región de Nagorno -Karabakh. No sólo podían tomar medidas directas ellos mismos para presionar al presidente Sargsyan a renunciar si tomara siquiera el más mínimo paso pragmático en esta dirección, sino que podrían sentarse de brazos cruzados y permitir que la diáspora al estilo del Pravy Sektor con sede en Estados Unidos, tire de los hilos de la “oposición” hipernacionalista desde el extranjero y orqueste una revolución de color. Por pésimo político doméstico que pueda parecer a muchos, Sargsyan es hoy en día la voz política de importancia más moderada en la política armenia, y su retirada de la ecuación haría a Armenia lo que hicieron a Yanukovich en Ucrania después del euromaidán. Los nacionalistas de extrema derecha prevalecerían y tomarían el control inmediato del gobierno, reorientando todos los aparatos del estado hacia la preparación de una guerra continuada con Azerbaiyán bajo cualquier pretexto que puedan encontrar fortuitamente o inventar premeditadamente. El objetivo de esto, para los radicales, sería el de complacer a sus clientes atlantistas reavivando el polvorín de Nagorno-Karabaj y haciendo retroceder la reconciliación multipolar armenio-azerí durante otra generación.
Como recompensa por su usurpación del poder, los EE.UU., concederían a su elite subsidiaria recién empoderada los «privilegios» personales que vienen con la mejora de las relaciones de la UE y de la OTAN, aun siendo contingente, por supuesto, para ellos, echar patadas a los militares rusos fuera del país o embrollar a Moscú en un pantano ineludible y completamente contraproducente. La última cosa que Rusia quiere hacer es ser obligado a elegir entre Armenia y Azerbaiyán, de ahí la razón de que se haya abstenido de alentar a cualquiera de ellos y siempre se haya mantenido fiel a su política de paz. En el caso de cualquier hostilidad futura, Rusia no está obligado por la OTSC a defender a las fuerzas armenias ubicadas en el territorio internacionalmente reconocido de Azerbaiyán, lo que por supuesto conducirá a problemas inmediatos entre Ereván y Moscú en el momento en que los dirigentes rusos rechacen las llamadas de los nacionalistas para una intervención aquí. Parece cada vez más probable que el desarrollo del escenario sea que Armenia diseñe una nueva guerra con Azerbaiyán que luego podría servir como excusa para expulsar a Rusia del país cuando no preste atención a la llamada para la guerra en Nagorno-Karabaj. Independientemente de la disimulada táctica tramada para lograr este objetivo, la retirada de las fuerzas rusas abriría al instante las puertas de una asociación acelerada con la UE y la OTAN, vinculando así Armenia con Georgia y convirtiendo al para entonces ex aliado de Moscú, en una daga occidental dirigida directamente al corazón del sur del Cáucaso, estratégicamente incustrada entre Turquía e Irán.
Rusia no tiene realmente un plan alternativo para hacer frente a las secuelas geopolíticas a las que esto podría dar lugar, pero lo mejor que podría hacer es pedir a Irán permitirle conservar indefinidamente su presencia aérea en Hamadan a fin de compensar la inversión militar en Armenia. La consecuente coordinación conjunta azerí-turco-iraní en la defensa contra la aparición entre ellos de un estado armenio súbitamente pro-occidental, podría ser manipulado por los medios de comunicación unipolares en un nuevo 'choque de civilizaciones', jugando con el hecho de que estos tres estados son musulmanes, mientras que los dos alineados con Occidente son cristianos. La participación de Rusia en el "Bloque musulmán" será lanzada como una señal de que Moscú ha "vendido" su patrimonio civilizacional por "intereses energéticos", a pesar de todo esto no será más que desinformación provocativa. Con Armenia firmemente en sus garras para acompañar los avances que se han hecho en los últimos años en Georgia, la OTAN podría entonces capitalizar rápidamente este cambio de tendencia con el fin de convertir el pequeño país en su cabeza de puente regional para traer rápidamente más activos militares del bloque. Ninguno de los estados objetivo permitiría que esto suceda, y la "solución" con más probabilidades para detener este complot occidental fuera de control sería que estallase una gran guerra que destruyese los estados de Georgia y Armenia (que son algo independiente de las personas, se debe enfatizar), mientras que ninguno de ellos todavía está en la OTAN y antes de que se conviertan en graves amenazas para toda la región a largo plazo.