El equilibrio del poder geopolítico en diferentes momentos cronológicos. Parte 7
El año de 1924 estuvo lleno de acontecimientos por todo el mundo. En la historiografía soviética se lo solía llamar el primer año del quinquenio de «estabilización parcial del capitalismo». En realidad, la situación era mucho más simple y complicada. Los principales conflictos armados del planeta se extinguieron en 1923, aunque sus secuelas seguían afectando algunos lugares en 1924.
El 21 de enero murió Lenin, el cual había perdido sus capacidades mentales hacía mucho tiempo. Su muerte provocó una redistribución radical del poder dentro de la URSS y contribuyó a creación oficial del Estado de la Unión, la cual no se había consolidado (había transcurrido más de un año desde la firma del tratado del 30 de diciembre de 1922, pero el Estado de la Unión aún no se había formalizado constitucional y administrativamente). Fue el Congreso de los Soviets, reunido tras la muerte de Lenin, el que finalmente adoptó el texto de la primera Constitución de la URSS en 1924 e introdujo inmediatamente el primer cambio importante: las Repúblicas Soviéticas Populares de Khorezm y Bukhara, que no formaban parte de la URSS, fueron abolidas, y sus fronteras con la RSFSR se redibujaron de tal manera que se crearon dos nuevas RSS: la de Turkmenistán y la de Uzbekistán (que entonces aún incluían a Tayikistán, pero todavía no a Karakalpakstán). El año de 1924 se considera, con razón, el año en que los bolcheviques crearon los actuales Estados de Turkmenistán y de Uzbekistán. Este proceso fue acompañado de un trazado extremadamente arbitrario de las fronteras «reales» que dio como resultado que un número significativo de turcomanos, uzbekos y tayikos se encontraron en «repúblicas no tituladas», el organismo económico unificado de Bujará y Jorezm (Khiva) fue destruido y aquellos que habían vivido durante una o dos generaciones bajo el dominio directo ruso (incluso en la RSFSR) encontraron que Tashkent y Samarcanda, Ashgabat y Krasnovodsk pasaron a ser fuertemente rusificadas, haciendo parte de territorios que tenían una experiencia histórica completamente diferente. Un consuelo para la RSFSR fue la devolución de Taganrog y Shakhty (óblast de Rostov) a la RSS de Ucrania.
Al día siguiente de la muerte de Lenin el laborista Ramsay MacDonald se convirtió en el primer Primer Ministro de Gran Bretaña. Un simple trabajador y activista sindical, que era el epítome del reformismo socialdemócrata, el cual maniobraba entre los capitalistas y los comunistas, llegó al poder. MacDonald hizo una jugada diplomática radical y se adelantó a Mussolini, siendo el primero en reconocer de iure a la URSS. Así, Inglaterra inició el 1 de febrero una serie de reconocimientos diplomáticos de la Unión Soviética. Una semana después le siguieron la Italia fascista, Noruega y Austria en marzo, luego Grecia, Suecia (donde los socialdemócratas volverán al poder justo en otoño), Dinamarca (donde los socialdemócratas acaban de llegar al poder por primera vez en la historia), la Albania revolucionaria de Fana Noli, la China de la Kuomintang, el México izquierdista y el Hijaz islámico en el verano. En otoño Francia reconoció a la URSS de la mano del Primer Ministro izquierdista Edouard Herriot, que era prosoviético, con la simpatía del nuevo Presidente Gaston Doumergue. El gobierno de Ramsey MacDonald no pudo resistir el paso del tiempo y cayó en diciembre del mismo año, únicamente para volver al poder cinco años más tarde.
Por su parte, Moscú sintió un «gran alivio» gracias al amplio abanico de reconocimientos diplomáticos que esperaba desde hacía tiempo, lo que implicaba que ya no se preparaba una intervención en contra de la URSS por parte de otros Estados. Esto era necesario para los bolcheviques debido a la reforma militar que se estaban llevando a cabo en ese momento: durante el año de 1924 el Ejército Rojo fue disuelto y reestructurado, de modo que el país, que apenas se recuperaba y que aún no había alcanzado los niveles de 1913 o incluso de 1916, todavía no estaba preparado para la guerra. Aunque las tropas soviéticas consiguieron reprimir la sublevación menchevique de Georgia en 1924 (organizada de forma apresurada), Moscú se negó a intervenir militarmente y abandonó a su suerte a los campesinos de Besarabia (sublevación de Tatarbunar en septiembre contra la ocupación rumana) y a los obreros de Estonia (sublevación de Tallin en diciembre), que se habían levantado a su favor.
Estados Unidos (junto con Suiza, España, Hungría, Rumanía y algunos Estados igualmente obstinados) seguía negándose a reconocer a la URSS. El año 1924 comenzó para EEUU con la muerte del expresidente demócrata Woodrow Wilson (el 3 de febrero, dos semanas después de Lenin). Cabe destacar que Lenin y Wilson fueron universalmente percibidos como «iguales»: en la mente del público ambos eran considerados como los padres fundadores del sistema de autodeterminación y reconocimiento de la independencia de las naciones pequeñas y del rechazo de la división de las esferas de influencia por parte de las potencias de la Entente. Como más tarde señalaría ingeniosamente Immanuel Wallerstein, el leninismo y el wilsonismo se convirtieron durante mucho tiempo en los pilares de la geocultura liberal mundial dirigida contra los regímenes conservadores y monárquicos. El año terminó con la contundente victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de Calvin Coolidge, que optó por un segundo mandato (su primer mandato fue de sólo un año, ya que heredó el poder del anteriormente fallecido Garding). Coolidge, en vísperas de su reelección, había perdido a su hijo menor de 16 años, que había muerto envenenado tras jugar al tenis descalzo, considerándose como responsable de su muerte.
Aunque los ardientes oponentes de Wilson, los republicanos, ya estaban firmemente en el poder en Estados Unidos, el fruto del wilsonismo fue la consolidación del régimen masónico militar de izquierda proclamado por el presidente mexicano Obregón, el cual fue sustituido en el verano de 1924 por el aún más fanáticamente anticristiano general Calles. Otro ejemplo de la dependencia de los regímenes latinoamericanos de Estados Unidos fue la situación en Chile, donde el general Altamirano, comandante en jefe del ejército del país, derrocó en septiembre al presidente liberal de izquierdas Palma, que había huido a la embajada estadounidense. El régimen de Altamirano sólo duraría hasta enero de 1925, tras lo cual Palma regresaría gracias a un contragolpe militar.
Un acontecimiento totalmente excepcional, incluso para los estándares del siglo XX, tuvo lugar en Brasil en 1924. Oficiales de izquierda (tentistas) se rebelaron contra el régimen masónico oligárquico y tomaron brevemente São Paulo antes de retirarse a los bosques. Allí fueron dirigidos por el teniente Luis Carlos Prestes, bajo cuyo liderazgo la «columna invencible» de varios miles de combatientes pasaría otros tres años en una campaña guerrillera de unos 25.000 kilómetros a través de Brasil, derrotando a las tropas gubernamentales en 53 batallas y socavando los cimientos del régimen gobernante en todas partes. Esta campaña será el golpe moral tras el cual la «vieja república» de los oligarcas cafetaleros colapsará…
La emigración rusa blanca se encontraba muy descontenta en el año de 1924 debido a la sucesión de reconocimientos diplomáticos de la URSS. Pero ese año también sufrió notables pérdidas, tanto personales como de reputación. La muerte del filósofo y jurista Pavel Ivanovich Novgorodtsev, que había experimentado una difícil evolución del liberalismo a la ortodoxia y el eurasianismo, tuvo un fuerte impacto en la vida de la diáspora rusa. El mayor acontecimiento intelectual de la diáspora rusa de 1924 fue la publicación del libro de Nikolai Berdyaev La nueva Edad Media, que conserva su importancia sociofilosófica hasta nuestros días. La importancia del movimiento euroasiático crecía rápidamente: a partir de 1924 comenzó a publicarse el periódico la Crónica Euroasiática, al principio con una tirada insignificante.
La reputación del Ejército Blanco estaba fuertemente desacreditada y el jefe del ROVS, el barón Wrangel, se enfureció por la aventura de 105 emigrados blancos que, por motivos egoístas, fueron contratados por Ahmet Zogh, con cuyas tropas invadieron Albania en diciembre de 1924 y derrocaron al gobierno moderadamente izquierdista de Fana Noli, que había llegado al poder como resultado de la revolución de junio, pero que no obtuvo resultados significativos y fue rechazado por las potencias occidentales.
La racha de reconocimientos de la URSS y la revolución albanesa deberían haber abierto un amplio margen para los éxitos italianos y Mussolini intentó mostrarse activo en estos frentes, pero el año de 1924 fue un año perdido para Italia, como lo había sido el anterior, 1923. Tras su derrota diplomática en Corfú y su impotencia para cambiar el régimen de Albania, Mussolini se enfrentó a una grave crisis política interna de medio año, cuando estuvo a punto de perder el poder tras el secuestro y asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti. Sólo el firme apoyo del rey Víctor-Emmanuel III permitió al Duce resistir y sacar importantes lecciones personales. La única oposición real en Italia seguía siendo Antonio Gramsci, que en 1924 se convirtió en secretario general del Partido Comunista.
En Alemania, tras la pesadilla de 1923 – un año de ocupación extranjera, terror de masas, intervencionismo, insurrecciones comunistas y nazis – el año de 1924 trajo la paz, la estabilidad y la tranquilidad bajo el gobierno del Presidente socialdemócrata Friedrich Ebert y del Canciller Wilhelm Marx. Las tropas de ocupación franco-belgas se retiraron, el draconiano régimen de reparaciones fue sustituido en junio por el Plan Dawes, ideado por capitalistas estadounidenses como un lucrativo plan para enriquecerse y restaurar el potencial militar-industrial de Alemania. Adolf Hitler, tras un largo juicio por el Putsch de la Cervecería, ingresó en prisión en marzo de 1924, siendo liberado en diciembre de ese mismo año. El régimen en la prisión de Landsberg era tan libre, gozando de visitas ilimitadas, que el Führer escribió allí Mi lucha, en el cual esbozó claramente sus objetivos para el futuro (es difícil de creer, pero el mundo entero prefería entonces no tomarse en serio objetivos tan abiertamente defendidos en este libro como la conquista de Rusia). Sin embargo, los procesos espirituales que estaban teniendo lugar en Alemania quedaron vívidamente reflejados en la novela de Thomas Mann La montaña mágica, publicada en 1924.
En el año de 1924 se aprobaron varias constituciones, no solo la de la Unión Soviética. En la vecina Mongolia, tras la muerte en mayo del último monarca budista, Bogdo Gegen, las elecciones al Hural del Pueblo dieron la victoria a los republicanos. A finales de año se proclamó la República Popular Mongola y se aprobó su constitución.
Tras la constitución soviética, se adoptaron inmediatamente nuevas leyes en Turquía y Grecia. La segunda constitución kemalista de la primavera de 1924 difería radicalmente de la anterior (1921) al proclamar abiertamente una república y abolir el poder del último califa otomano. Las garantías y promesas de autonomía kurda hechas en la constitución anterior fueron ahora olvidadas y pisoteadas por Kemal Pasha, el cual inmediatamente aprobó un nuevo tratado de amistad con la URSS.
En Grecia, que había sufrido una derrota a manos de los kemalistas el año anterior, llegó al poder el liberal de izquierdas, casi socialista, Papanastasiou. En la primavera de 1924 derrocó la monarquía de Jorge II, proclamó la república y aprobó una constitución en Grecia. El izquierdismo reformista de Papanastasiou, que llevó a cabo varias reformas agrarias y lingüísticas (reconocimiento oficialmente el dimotika, la lengua griega actual) hizo que sus contemporáneos lo compararan con Fan Noli en la vecina Albania y con Kemal en Turquía, considerándolos a todos ellos como falsos bolcheviques balcánicos.
En el resto del mundo, el año de 1924 fue testigo de una paz estable o, en algunos casos como China y Portugal, de un caos estable y una guerra civil permanente. El otoño estuvo marcado por la toma de Pekín por el general projaponés Feng Yuxiang, que expulsó del palacio imperial a Pu Yi, que aún vivía allí. El líder del Kuomintang, Sun Yatsen, que tras la muerte de Lenin había tomado la firme decisión de aliarse con la URSS, comenzó inmediatamente a recibir armas de Moscú y a prepararse para marchar hacia el norte.
En conjunto podemos decir que el año 1924 trajo una relativa calma a todo el planeta y no puede compararse al turbulento año de 1923. Fue el comienzo de unos «cinco años de prosperidad» muy falsos y engañosos. Convendría recordarlo incluso ahora, cien años después. El año 1924 no está tan lejos de nosotros. Hay muchos miles de personas aún vivas en el mundo que nacieron en ese año (como Jimmy Carter) o incluso antes. Si olvidamos las lecciones del pasado, corremos el riesgo de tener graves problemas hoy día.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera