El enorme problema de la OTAN

01.03.2016

Diplomáticos de alto nivel y militares de todo el mundo están haciendo enormes esfuerzos para prevenir una nueva guerra fría, hacia la cual evolucionan a un ritmo vertiginoso las relaciones entre Rusia y la OTAN.

La cuestión de mantener el equilibrio entre encontrar una postura de fuerza suficiente para disuadir cualquier tentativa de agresión pero sin provocar una peligrosa escalada con Rusia, estuvo en el centro de la atención durante los tres días de la Conferencia de Seguridad de Munich, así como en la reunión de ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas la semana pasada.

Anteriormente se había anunciado que la Organización del Tratado del Atlántico Norte tiene previsto aumentar su fuerza en sus flancos orientales. Se espera que la decisión final sea una prioridad en la Cumbre de Varsovia en julio.

Este tema es de particular importancia para los países bálticos. Es bien sabido que los Estados del Báltico, así como Polonia, solicitaron repetidas veces un despliegue permanente de fuerzas aliadas en su suelo. Los gobiernos consideran este paso como la única medida efectiva para disuadir a Rusia.

Están seguros de que Occidente tiene ante sí el reto de producir un precedente de ruptura del acuerdo. Así, el canciller polaco Witold Waszczykowski ha argumentado que la alianza no tiene obligación de cumplir con la promesa de 1997, ya que se enfrenta a "una situación completamente diferente", y a "una Rusia completamente diferente."

A veces parece como si los gobiernos de los Estados bálticos y Polonia no vieran la situación en su conjunto, y sólo persiguieran sus propios intereses. Obviamente, desde el punto de vista estratégico provocar a Rusia con tales medidas puede tener graves consecuencias para la región del Báltico y para Europa en su conjunto.

Las autoridades de la OTAN, a su vez, se dan cuenta de que cumplir con esas aspiraciones significaría romper el Acta Fundacional firmada en 1997, un acuerdo político diseñado para formalizar las relaciones entre la Alianza y Rusia. Entre otros pasajes, el Acta Fundacional señala que "... la Alianza llevará a cabo su defensa colectiva y otras misiones a través del reforzamiento, en lugar del estacionamiento permanente adicional, de las fuerzas de combate sustanciales".

Así, Petr Pavel, presidente de la Comisión Militar de la OTAN, dijo que había oído llamadas a la "contención" de Rusia, pero considera que el acercamiento sólo aumentaría el riesgo de una confrontación militar. Este es uno de los pocos acuerdos existentes que apoya el equilibrio militar en la región.

Es por eso que el cambio de posición de las fuerzas de la OTAN es un problema de enormes proporciones en este momento, por una combinación de razones políticas y estratégicas.

Políticamente, sigue habiendo un gran desacuerdo dentro de los pasillos de la OTAN sobre la naturaleza de la relación de la alianza con Rusia. Algunos países, entre ellos Alemania, siguen comprometidos con la letra del acuerdo. Este es justo el caso en el que "un flaco compromiso es mejor que un pleito gordo".

Los Estados bálticos probablemente estén decepcionados con las tropas aliadas desplegadas de forma rotatoria en Polonia o en otras partes de Europa del Este. Ellos siguen impulsando voluntariamente la necesidad de fuerzas permanentes de la OTAN, independientemente de las posibles implicaciones políticas.

Lituania, Letonia y Estonia se unieron a la OTAN en 2004, obteniendo la protección del artículo 5, garantía de la defensa colectiva de la alianza. Creen devotamente en la defensa de la OTAN. Esta creencia de las tres pequeñas naciones es tan fuerte que evita pensar siquiera en la posible incapacidad de la organización para proteger a los Estados del Báltico. Pero según los analistas estadounidenses - David A. Shlapak y Michael Johnson- desde la perspectiva de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la amenaza para las tres repúblicas bálticas que bordean el territorio de Rusia -Estonia, Letonia y Lituania - es ahora el caso más problemático.

Polonia y los Estados bálticos se conducen ellos mismos a un callejón sin salida insistiendo en el despliegue de tropas permanentes de la OTAN en sus territorios, y crean las condiciones para que la OTAN pudiera incluso frustrar a algunos de sus miopes estados miembros, prefiriendo calmar a Rusia con el fin de evitar una nueva Guerra Fría.