“El Cantar de las huestes de Ígor”: La epístrofe rusa y la filosofía del bardo

21.05.2020

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Informe del seminario "La Rusia ideal, normal, infernal" 

"El cantar de las huestes de Igor, de Igor, hijo de Svyatoslavov, nieto de Oleg" es un monumento único de la literatura rusa antigua, escrita en el siglo XII, solo unas pocas generaciones después del bautismo de Rusia. Según la mayoría de los investigadores, el desconocido autor puede considerarse como un miembro del séquito aristocrático.

El texto fue descubierto por el conde Alexei Musin-Pushkin a fines de la década de 1870, pero se encuentran referencias al Cantar en varias obras escritas en los libros rusos antiguos, por ejemplo, en la Zadonshchina. Las imágenes del Cantar tienen paralelos obvios con las epopeyas populares, con sus personajes, por ejemplo, el libro Vseslav Polotsky y la épica Volkh Vseslavich. A fines del siglo XIX, cuando el Cantar se hizo conocido para el público general, tuvo un tremendo impacto en la cultura secular. Muchos artistas dedicaron obras a este texto. Escribieron poesía, compusieron música, representaciones teatrales y mucho más. Una muestra de su influencia es notable en la cultura moderna, por lo que el estudio del Cantar es tan significativo.

La singularidad del Cantar consiste, en primer lugar, en dos aspectos. El primer aspecto es el carácter no eclesiástico de la obra, pero el segundo, posiblemente derivado del primero, es la abundancia de imágenes y símbolos paganos. Ante nosotros hay una síntesis peculiar de elementos paganos y cristianos, que es un ejemplo de una tradición cultural militar, turaniana y androcrática.

La misma comunidad cultural que se esparció por la Gran Estepa por medio de las migraciones de las tribus indoeuropeas y, que se mezcló con los pueblos sedentarios que rodeaban la Estepa, lo cual creó las grandes civilizaciones del mundo antiguo: los hindúes, los iraníes, la helénica. Sus huellas se pueden ver, por tanto, en el Cantar, en aquellos ideales por los cuales luchan los príncipes, como la gloria del pasado, que cantan el profético Boyan y el autor anónimo. A este respecto, es posible considerar en la obra una serie de símbolos y correlacionarlos con otros símbolos del mismo Logos apolíneo, en particular con el platonismo griego.

Vale la pena comenzar con el profético Bardo. En el Cantar, este es un personaje especial. Es el "cantante de los viejos tiempos", capaz de viajar hacia lo alto asociado con imágenes del cielo, del árbol. Existe la tradición de considerar al Bardo como un representante de la tercera función, del pueblo, del campesinado, sobre la referencia de una indicación de su parentesco con Veles, huellas de una devoción que encontramos entre el campesinado eslavo.

Sin embargo, para una cosmovisión estrictamente apolínea, la imagen de Veles podría interpretarse, no equipararse con el dios de las bendiciones ctónicas. En este caso, el Bardo puede ser considerado como un representante de la primera función, del sacerdocio, y también puede ser percibido como un prototipo del filósofo platónico que asciende verticalmente para ver y transmitir la guerra en su más alta dimensión ideológica. Él también, al elevarse, da a conocer a los príncipes la Gloria.

La gloria en el texto es un concepto especial. Está relacionado principalmente con la dignidad principesca, ya que en la guerra son los príncipes quienes obtienen la gloria, los guerreros soldados solo reciben el honor.

El segundo paralelo importante entre el Cantar y el platonismo se puede ver en el paradigma de la lucha. En la contienda, el autor ve el descenso de Rusia de lo Uno a los Muchos, de la "Rusia Troyana" a la "Rus de los agravios". La Rusia Troyana puede entenderse como un arquetipo de Rusia, como su proximidad a su fuente solar celestial. Los príncipes de esta Rusia son mucho más consistentes con el paradigma ideal del príncipe. Están unidos, llenos de voluntad, viven por la adquisición de la Gloria, del Ser-para-la-Muerte.

Además, todo el atractivo del trabajo está relacionado con la necesidad de regresar, con Epístrofo, después de pasar el último límite de la dispersión, encarnado en el fracaso de la campaña de Igor, es necesario regresar allí, a los Tiempos Troyanos.

La diferencia entre Vladimir el Bautizado en el texto del Cantar y su contraparte épica también es significativa. Aquí no es un "motor inmóvil" de Rusia, pasando su tiempo en fiestas y banquetes, sino un poderoso señor que las montañas no pueden contener. A lo largo de la obra, uno puede ver cuán pocos pensamientos principescos son dedicados a lo que generalmente consideramos una parte importante de la actividad estatal. No guarda ni distribuye bienes, no defiende su patria, sino que emprende guerras, pasa sus vidas en campañas para hacer que su nombre sea inmortal por los siglos. Esta es la diferencia entre el Logos del Estado autónomo y el Logos de las personas. El Estado del Cantar es un Estado celestial de guerreros, principalmente pensando en la Eternidad, en segundo lugar en el honor y en los intereses económicos y egoístas no se piensa en absoluto.