El asesinato del líder de Hezbolá es el principio del fin del mundo

29.09.2024
La confirmación de la muerte del líder de Hezbolá, el jeque Seyed Hassan Nasrallah, es un golpe colosal para toda la estructura de la Resistencia en el Medio Oriente.

Las fuerzas más radicalmente antiisraelíes de todo Medio Oriente son conocidas comúnmente como la Resistencia. Este grupo incluye principalmente a los Houthies yemeníes (el movimiento de Ansar Allah, que controla la parte norte de Yemen), las fuerzas sirias dirigidas por Bashar al-Assad, los diferentes movimientos palestinos (principalmente Hamás) y fuerzas aún más radicales, principalmente chiíes, iraquíes.

Las fuerzas de la Resistencia de Medio Oriente nacieron bajo la influencia de la República Islámica de Irán, que ha sido su principal apoyo. El difunto Hassan Nasrallah, como líder de Hezbolá, representaba la vanguardia de estas fuerzas antiisraelíes en todo el mundo islámico (principalmente chiíta). Por lo tanto, los ataques que Israel ha lanzado contra Hezbolá en las últimas semanas, matando finalmente a su líder, son un golpe tremendo para toda la resistencia del Medio Oriente.

Teniendo en cuenta el extraño accidente en helicóptero que ocurrió relativamente hace poco en el que murió el presidente iraní Ibrahim Raisi, un activo partidario de la Resistencia en Medio Oriente, los ataques de Israel contra sus adversarios regionales resultan realmente impresionantes.

Israel, gracias al apoyo del Occidente colectivo y utilizando dispositivos tecnológicos de punta (recordemos que Israel fue y sigue siendo uno de los pioneros de la tecnología digital), está actuando de forma muy eficaz, precisa y coherente. Y es muy difícil imaginar cuál podría ser la respuesta ante él. Sobre todo, teniendo en cuenta que muchas personas de diferentes países, que están a la vanguardia de la alta tecnología pueden en cualquier momento convertirse en ciudadanos israelíes con tal de llevar sus códigos y tecnologías a ese país.

Es decir, Israel cuenta con una enorme red de partidarios y personas en todos los países del mundo que comparten los principios políticos y religiosos del sionismo. Y ésta es la gran ventaja que Israel tiene como estructura en red y no sólo como Estado.

Fue esta estructura sionista la que sometió al pueblo de Gaza a un genocidio masivo. Y ahora ha lanzado un ataque terrorista sobre el Líbano, habiendo logrado la muerte del líder de Hezbolá, el carismático líder espiritual y político de la vanguardia de la Resistencia chiíta en Medio Oriente.

Recuerdo que anteriormente, en enero del 2020, el general iraní Qassem Suleimani, también uno de los líderes de la Resistencia del Medio Oriente, fue asesinado de forma similar. Pero la eliminación de alguien que ahora es considerado un mártir por los chiíes de todo el mundo – el jeque Seyyed Hassan Nasrallah – es algo verdaderamente sin precedentes.

Israel pretende crear un gran Estado bajo este modus operandi, ya que todas estas operaciones se hacen previendo la venida y el reinado del Mesías, que someterá a todos los países y pueblos del mundo a Israel (para los cristianos y musulmanes se trata del falso Mesías, el Anticristo, el Dajjal). Y uno puede imaginarse lo que pasa hoy por la cabeza de los sionistas de extrema derecha que ven esta sucesión de éxitos uno tras otro. No pueden interpretarlo sino como la cercanía de la llegada del Mashiaj, cuya entronización está siendo preparada por las acciones del actual gobierno de extrema derecha del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Actualmente han sido eliminados prácticamente todos los obstáculos para el bombardeo de la mezquita Al-Aqsa de Jerusalén. Y en un futuro muy próximo, los triunfantes ultraderechistas israelíes podrían destruir este lugar y comenzar a construir el Tercer Templo de Jerusalén. El Occidente colectivo apoya estas acciones y permite el asesinato en masa de inocentes que se interponen en el camino de la creación del «Gran Israel», incluyendo el ataque por cualquier medio necesario.

Esta guerra ya no afecta únicamente al Medio Oriente. De hecho, la existencia de la propia Resistencia en Medio Oriente ha quedado entredicho. Los dirigentes del mundo chií están perplejos, pero los suníes están aún más confundidos y no pueden sino reaccionar ante lo ocurrido.

Por un lado, los suníes no pueden solidarizarse con Israel, ya que ello supondría una completa traición de la solidaridad islámica. Por otro lado, la eficacia militar y la intrepidez política del sionismo israelí de derechas los pone en una situación extremadamente difícil, ya que no está claro qué pueden hacer para contrarrestarlos. Teniendo en cuenta que los cohetes de Israel llegan a donde quieren, mientras que los cohetes y drones de sus oponentes son detenidos con bastante eficacia por la Cúpula de Hierro y las defensas aéreas israelíes, las cosas ya no están claras.

Tal vez pronto se produzca una invasión terrestre israelí del Líbano, e incluso más allá, con el objetivo de crear un «Gran Israel» de mar a mar. Por utópicos y extremistas que parezcan los proyectos de Netanyahu, y sus aún más derechistas ministros Smotrich y Ben-Gvir, no podemos negar que se están haciendo realidad frente a nuestros ojos.

Un enemigo tan feroz sólo puede ser combatido por una fuerza igualmente feroz, equipada y determinada para romper todas las leyes y cruzar todas las líneas rojas. Y pronto veremos si tal fuerza existe.

Fuente

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera